INDUSTRIA AGRÍCOLA
La imprudente dependencia de los fertilizantes milagrosos
En lugar de incentivar la reconversión de la agricultura industrial a un modelo sostenible, el ministro Luis Planas pide dedicar los fondos a seguir beneficiando al oligopolio de estos productos químicos
Gustavo Duch 19/12/2022
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Dos circunstancias explican la disminución progresiva del uso de fertilizantes químicos en la agricultura industrial. Por un lado, su dependencia del gas natural (en el caso de los fertilizantes nitrogenados) y de otros recursos finitos (como los fosfatos) está incrementando sus precios a niveles estratosféricos por la crisis coyuntural derivada de la guerra y la estructural derivada de sobrepasar los límites planetarios. Por otro, esta situación se acompaña de las medidas establecidas por la nueva PAC que, sabiendo de las repercusiones que su uso provoca sobre la biota de la tierra y de su responsabilidad en la contaminación de aguas y en la crisis climática, quiere reducir su utilización un 20% antes del 2030.
Mientras el aumento de precios de fertilizantes (según el informe ‘La trampa de los fertilizantes’, elaborado por GRAIN, podemos situarlo en un incremento del 189% durante el año 2021 y de un 288% durante el 2022, en el caso de Europa) está provocando una situación de crisis en la agricultura industrializada, la dependencia que debería preocuparnos no solo es del producto en sí, sino también de las empresas que los producen y distribuyen. Según el mismo informe, todo el mercado mundial de fertilizantes, estimado en unos 200 mil millones de dólares, está controlado por menos de una decena de empresas. En el caso de los fertilizantes nitrogenados, por ejemplo, “sólo cuatro de ellas controlan el 33% de toda la producción”.
La dependencia que debería preocuparnos no solo es la de los fertilizantes, sino también de las empresas que los producen y distribuyen
Dicen que este tipo de fertilizantes multiplica las producciones agrarias, pero de lo que no hay duda es de que lo que multiplican son los beneficios de este conjunto de empresas oligopólicas. Siguiendo con el informe de GRAIN, elaborado hace cinco meses, sus previsiones se están cumpliendo. Si en el año 2020 las nueve empresas de fertilizantes más grandes del mundo obtuvieron unas ganancias combinadas de casi 13 mil millones de dólares, para este 2022 se espera que alcancen más de 57 mil millones de dólares de beneficios, lo que supone un aumento del 440%.
Lo podemos ratificar tomando las cifras de la más grande, la noruega YARA, que ha informado que, si bien en el 2020 y 2021 cerraba sus cuentas con unos beneficios de unos mil millones, en 2022 llegará a los tres mil millones… y que sus accionistas se preparen para recibir jugosos dividendos extras. ¿Cómo lo han conseguido si al mismo tiempo, ésta y las otras compañías, explican que por la crisis del gas se han visto obligadas a reducir sus producciones al menos un 30%? ¿El milagro de los fertilizantes consiste en depender de quienes, produciendo menos, consiguen ganar más?
Pero ahora, que sería un buen momento para desconectar de estos productos químicos y de sus empresas, el ministro Luis Planas insiste delante de la Comisión Europea en movilizar unos fondos de reserva de 450 millones “para ayudar a los agricultores en esta difícil situación de incremento de costes”. Es decir, una inyección de fondos públicos que, de nuevo, beneficiarán a estas multinacionales, en lugar de dictaminar medidas para limitar el manejo especulativo con el que están sacando tajada. Cualquiera diría que son estas empresas las que han provocado la guerra. Además de frenar estos negocios sucios, los fondos estarían mucho mejor dedicados a facilitar la reconversión de la agricultura industrial a modelos que funcionan con los mecanismos gratuitos y naturales de la vida, donde la fertilidad de la tierra depende de la materia orgánica de los propios desechos de la agricultura local y del estiércol de ganaderías de pastoreo cercanas. Como el zorro le dijo al Principito, de lo esencial que es invisible a los ojos: la microbiota de la tierra.
Dos circunstancias explican la disminución progresiva del uso de fertilizantes químicos en la agricultura industrial. Por un lado, su dependencia del gas natural (en el caso de los fertilizantes nitrogenados) y de otros recursos finitos (como los fosfatos) está incrementando sus precios a niveles estratosféricos...
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Gustavo Duch
Licenciado en veterinaria. Coordinador de 'Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas'. Colabora con movimientos campesinos.
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