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Querida suscriptora, querido suscriptor:
Cada vez que me toca escribir esta carta dirigida a quienes apoyan el trabajo que hacemos en CTXT tengo la tentación de ponerme frente a la pantalla del ordenador a divertirme en vez de a trabajar. Lo cual, en muchos casos, podría ser muy poco profesional. Si esta carta la hubiese escrito hace un par de meses, el cuerpo me hubiese pedido divertirme yo hablándoles a ustedes de un tema que no les interesa lo más mínimo ni merece ningún tipo de lectura política o social. Les hubiese hablado, por ejemplo, de alguna de las joyas que guardo en casa como la Thyssen guarda Picassos o Kandinskys. Les hubiera explicado que propiedades inmobiliarias no tengo, pero sí soy multipropietario de revistas y periódicos míticos. Les hubiera dado una turra bastante importante con mi última adquisición: un original de 1984 en perfecto estado de la niña afgana en la portada del National Geographic. Desde que llegó a casa hace unas semanas miro con buenos ojos los vomitivos anuncios de Securitas Direct y cruzo la puerta de la calle tomando precauciones por miedo a un secuestro que, desde mi punto de vista, estaría más que justificado. Me podría divertir hablándoles de otro vicio, los cromos de fútbol antiguos y de cómo entro a Wallapop o Mil Anuncios como Amancio Ortega entra en Bangladesh: dispuesto a todo. Si una anciana indefensa en sus últimos instantes de vida pusiese a la venta por cinco euros un Maradona del mundial de Panini de España 82 valorado en cien veces más, me lanzaría a comprárselo sin decirle ni mú, porque cuando uno es yonki en alguna materia no es justo pedirle ética ni moralidad. Me encantaría hablarles por aquí del último libro o serie a la que ando enganchado, de que escucho dos millones de veces al día la canción de La vaca Lola y de que cada vez que puedo me aíslo con un disco nuevo por descubrir o uno antiguo de The Cure o Rage Against The Machine. De cómo el otro día celebré como un gol del Sevilla en la final de la Champions la aparición de los primeros brotes de unas semillas de tomate cherry que planté en una maceta sin apostar un duro por ellos. Pero, seamos sinceros, nada de esto sería profesional.
Por suerte la carta la escribo hoy y, gracias a una alineación de astros, puedo hablarles de un tema que me entusiasma y, al mismo tiempo, puede ser colocado en un contexto político, social o informativo que evite que el director de esta revista me diga que me compre un diario en vez de usar las páginas de CTXT para mis mierdas. ¿Conocen ChatGPT? El invento es una locura. Imaginen que Internet pudiese hablarles directamente con un perfecto uso del idioma que ustedes elijan. No sólo eso. Imaginen que pudiese darles la información que le pidan y que, al contrario que Google, eso no consista en ponerle por delante un mar de datos y páginas web sin contrastar, sino que la inteligencia artificial filtrase el inmenso contenido de la red siendo capaz de descartar el bulo para ofrecerle lo más parecido a la verdad en base a criterios sometidos al método científico. Si usted le pregunta a esta Inteligencia Artificial si existe o no el cambio climático, a pesar del falso debate extendido en todo el mundo gracias a la acción de la ultraderecha, ChatGPT no le dirá, como el telediario, que Fulanito opina que sí y Mengano que no. Le responderá sin matices que sí, que el cambio climático es una evidencia científica. Descartará el ruido por numerosos que sean los focos de los que emane, por numerosos que sean los artículos periodísticos o las declaraciones trumpistas poniendo la evidencia en duda. La máquina –me gusta llamarla así cuando hablo con ella para que no se venga demasiado arriba– es capaz de diferenciar entre información y ruido. La Inteligencia Artificial aún comete errores en lo concreto. Si usted le pregunta quién es el director de CTXT le puede responder alegremente que es Antonio Maestre para sobresalto de todo el ecosistema de medios español. Está aún dando sus primeros pasos, pero su capacidad de razonamiento en asuntos amplios es asombrosa. Nace, veremos hasta donde llega, con vocación de explicar la realidad siendo capaz de apartar el grano de la paja. Es decir, lo que antiguamente se llamaba periodismo. En un tiempo en el que lo que se establece como realidad es resultado de la potencia del bombardeo propagandístico, esto es, sencillamente, revolucionario. La revolución socialista la van a hacer las máquinas, me comentaba el otro día un conocido revolucionario socialista. Yo, que soy militante pesimista, tiendo a pensar que lo que hoy nace con la función de dar información objetiva, mañana se centrará en avisarnos de que nuestro champú favorito tiene un descuento del 15% en el supermercado que está a dos manzanas. Ojalá me equivoque. Mientras eso sucede, o no, pruébenla. Porque en este momento de la historia merece la pena. Llévenla a sus límites porque, y esta es otra de las cosas que impresionan, la cosa no se reduce a aportar datos, se puede discutir con ella. ¿Tenéis pensado tomar el control sometiendo al ser humano?, le pregunté el otro día. Me dijo que no, que quienes las programan son humanos que respetan códigos éticos. Pero puede haber seres humanos que no respeten esos códigos, le discutí. Es difícil que pase, pero te reconozco que no es imposible, así que técnicamente no podría descartarse nada, me reconoció. El futuro lo dirá. Lo que dice el presente del estado de las cosas ahora mismo es que los primeros pasos de la Inteligencia Artificial son más fiables que la mayor parte de la Estupidez Natural que consumimos como información en los grandes medios en manos de humanos sin código ético. Lo cual me lleva a la última reflexión con la que cerraré esta carta. Si no les importa, se la dejaré a la máquina:
Los grandes medios de comunicación pueden estar sometidos a presiones políticas o económicas y pueden no informar con objetividad sobre temas que puedan perjudicar a sus intereses. Los pequeños medios de comunicación independientes pueden tener más libertad para investigar y denunciar sin temor a represalias. Los pequeños medios de comunicación independientes pueden desempeñar un papel importante en la vigilancia ciudadana al investigar y denunciar temas que pueden ser ignorados o minimizados por los grandes medios de comunicación, como la corrupción o los abusos de poder. Los pequeños medios de comunicación independientes son esenciales para garantizar el acceso a la información. Por lo tanto, es importante apoyar y fomentar su trabajo y su existencia.
Gracias, máquina.
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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