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En la carrera de Periodismo (esa cosa), un profesor nos dijo que durante la guerra de Vietnam sucedió algo excepcional: el periodismo logró imponerse a la propaganda estatal en la opinión pública estadounidense. El profesor atribuía este hecho a una serie de cambios sociales inadvertidos y a un exceso de confianza por parte de la Administración, que no complicó lo suficiente las cosas a los periodistas, pues los suponía patrióticos, como sus padres. Un error de cálculo que, según este mismo relato, no han vuelto a cometer.
En una situación de guerra, el Estado pone la propaganda en modo turbo y aprieta el control del discurso. Al periodismo, un relato que no sale directamente del Estado, que, como dice Guillem Martínez, puede salir de cualquier sitio, se le ponen las cosas difíciles. Y en esas estamos.
El uso de la fuerza bruta es una de las cosas de las que se encargan más claramente los Estados, con mayor o menor entusiasmo. En la época actual, las guerras suelen ser, de forma directa o indirecta, cosa suya. También las fronteras. La geopolítica es la explicación de las acciones de los Estados y de cómo se relacionan entre sí, siguiendo su propia lógica. Es muy importante conocerla. Pero no es la explicación completa del mundo. O eso quiero pensar.
La geopolítica, las cosas que hacen los Estados, es, sin duda, uno de los peores temas de conversación posibles con alguien que acabas de conocer. No se me ocurre ninguno claramente peor. Al igual que el fútbol, es un asunto que divide y levanta pasiones y, a diferencia de este, tiene un impacto real y profundo en la vida y en la muerte.
Ustedes no son gente a la que acabo de conocer. Son la comunidad de CTXT, así que entenderán que les hable de estas cosas tan obscenas.
Pienso que la idea de que Estados Unidos y sus aliados van defendiendo la democracia y los derechos humanos por el mundo, de que esa motivación guía sus actos, no se sostiene en absoluto.
Pienso que la idea, más prochina, de que no hay que meterse en los asuntos de las otras culturas (de los otros Estados), ni tratar de encajarlos en nuestros propios marcos, es más fácil de comprender desde un punto de vista lógico, más adaptada a la situación actual del mundo, pero tampoco es ninguna maravilla.
Las diferencias ideológicas son, entre otras muchas cosas, diferencias de prioridades. Elecciones en dilemas reales o figurados. ¿La propiedad privada o la vida de alguien? ¿Una vida más libre o más previsible? ¿Mantener el estatus o algo mejor para todos? Estas cosas nunca se plantean de forma explícita.
Anton Jaeger dice que la política ha vuelto a la vida cotidiana, que está por todas partes, pero lo que no ha vuelto, por ahora, es la capacidad de organización. Así que invocamos fantasmas todo el rato. Y hablamos mucho de geopolítica.
El miércoles que viene es 8 de marzo. Recuerdo el 8-M de 2018. Yo estaba en mi ciudad, donde más fácilmente identifico las caras y las historias, y fue emocionante. Ahora sé que hubo muchísimo trabajo detrás de eso, pero entonces a mí, que estoy muy fuera, la sensación me pilló por sorpresa.
El feminismo ha sido el movimiento de masas más importante de los últimos años. Lo que ha habido después del 15-M. Tiene mucho que celebrar: más derechos reconocidos, un cambio cultural. Pero estamos cansadas.
El jueves un taxista me dijo que se había informado y que, si una de las bombas atómicas rusas más modernas cayera sobre la base estadounidense de Rota, toda Andalucía sería destruida. “¡A ver por qué tienen una base ahí esos gilip****s!”, añadió. Y se partió de risa.
La conclusión de esta carta es absolutamente ninguna. Son pensamientos esparcidos sin más, como un chicle aplastado debajo de la mesa, una servilleta de papel convertida en avioncito, un euro entregado porque sí, una frase escrita a boli en la puerta del váter, una patada a las hojas secas.
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En la carrera de Periodismo (esa cosa), un profesor nos dijo que durante la guerra de Vietnam sucedió algo excepcional: el periodismo logró imponerse a la propaganda estatal en la opinión pública estadounidense. El profesor atribuía este hecho a una serie de cambios sociales...
Autora >
Elena de Sus
Es periodista, de Huesca, y forma parte de la redacción de CTXT.
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