Llega la campaña electoral y como fruta de temporada brotan ETA y Venezuela. Si están hartos de estos cítricos no culpen al pobre mensajero, miren al empresario agrícola, insistente como él solo. Aunque la cosecha no fue buena en citas anteriores y con ETA y Venezuela, Venezuela y ETA, perdió la derecha el Gobierno y sucesivas elecciones a pesar de llenar Colón, recurrir a los fetiches de siempre parece un asunto casi de superstición. Una conexión espiritual basada en la ancestral creencia del por si acaso. Como el ateo que compra un coche de segunda mano, encuentra en la guantera la estampa de la Inmaculada Concepción y la deja ahí porque mal no va a hacer. El Partido Popular y –valga la redundancia– los medios de comunicación sacan por enésima vez los amuletos.

Ayuso, embajadora del trumpismo en España a la que no parecen pesarle ni las cuentas pendientes en las residencias, ni los trapicheos de su hermano, ni el desguace de la sanidad pública –quien tiene televisiones a sueldo tiene un tesoro–, vio las encuestas que le otorgaban una cómoda mayoría absoluta y decidió celebrarlo como la cosa merecía, que es hablando de los problemas de los madrileños, esto es, acusando a Zapatero de connivencia con la ETA un lunes por la tarde. En una entrevista con el compañero Fernando Berlín el expresidente del Gobierno, que vivió el alto el fuego definitivo de ETA, resaltó lo positivo de que, donde antes había pistolas, ahora hubiese un partido como Bildu que no sólo rechaza la violencia, sino que además participa con normalidad de las instituciones. Es lo que siempre se le exigió a la izquierda abertzale, insistía el expresidente. En traducción al ayusés: Zapatero dice que el terrorismo sale rentable para que los terroristas entren al Parlamento, mensaje del que se hacen eco diarios estrechamente ligados a las subvenciones de la presidenta madrileña titulando hoy que “Zapatero reconoce que le prometió a ETA entrar en las instituciones”. Asunto tratado, cómo no, en el programa de Ana Rosa Quintana, porque a quién le importa hoy la okupación de tu casa cuando bajas a por el pan con ETA acechando.

De Telecinco a Antena 3 sólo hay dos golpes de mando a distancia, un trayecto de un microsegundo que uno puede recorrer si quiere escapar del estupor de tener que aguantar, con estos calores, debates sobre la ETA desaparecida hace más de una década. Llegando a la “tele abierta”, uno encontrará un exótico panorama. Exótico y tropical porque, desde el telediario, conectaremos con Venezuela para que nos cuenten cómo Nicolás Maduro llamaba a una ley de regulación de artículos de primera necesidad hace unos años “Ley de precio justo”. Justo como Podemos pretende llamar a esos supermercados públicos que apuesta por abrir para combatir la inflación y la especulación alimentaria. Supermercados de Precio Justo. Demasiadas casualidades, ¿no lo creen? A la espera de que un juez de la Audiencia Nacional ordene la exhumación del cuerpo de Joaquín Prats para ver si estaba metido en el ajo, los amuletos, funcionen o no, vuelven a estar sobre la mesa.