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editorial

La trumpización del PP

Los populares siguen echados al monte y ahora intentan reventar el PP europeo después de que Bruselas se haya negado a comprar sus argumentos contra el gobierno bolivariano

9/05/2023

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Aunque cuentan con el apoyo incondicional de los poderes fácticos (la banca, la gran empresa, la Iglesia, los medios públicos y privados, la judicatura, las fuerzas de seguridad, los altos funcionarios), el PP no da una a derechas. La derecha solo sabe dar el pego cuando están en el Gobierno; en la oposición, resultan ridículos. Sus vaticinios se ven recurrentemente desmentidos por los hechos. Primero pensaron que la “ilegítima” coalición “bolivariana” se desharía a la primera de cambio. Les parecía tan absurdo que las izquierdas se unieran que creyeron que la cosa se resolvería por sí sola. La moción de censura, para ellos, fue un espejismo pasajero. A las pocas semanas de constituido el Gobierno de coalición, llegó la pandemia. Pensaron que el Ejecutivo no resistiría unas circunstancias tan desfavorables y jugaron a una contra sin sentido. Descontaban una hecatombe económica y social como consecuencia del confinamiento y la paralización del país, pero, por primera vez en nuestra historia democrática, la crisis económica no se tradujo en una destrucción masiva de puestos de trabajo. Y, por duro que fuera el golpe, la pandemia no desbarató del todo el desarrollo y ejecución del acuerdo de gobierno. Y así sucesivamente. Llegó la guerra de Ucrania y, de nuevo, pensaron que la crisis del gas ruso y la inflación se lo llevaría todo por delante y el país reventaría. Ahora miran los datos económicos y ya no saben qué decir. España es uno de los países de la UE que más crece y que mejor está conteniendo el alza de los precios.   

Cuanto peor les salen sus planes, más nerviosos se ponen los políticos del PP. Su actual presidente, Alberto Núñez Feijóo, la gran esperanza de una derecha “seria y moderada”, mete la pata en cada intervención que realiza. Quiere transmitir cierta “gravitas” frente a lo que considera la frivolidad e insolvencia de las izquierdas, pero al hombre todo le sale mal. Y encima no consigue transmitir autoridad. Transige frente a las “ayusadas” en Madrid y se pone del lado de Moreno Bonilla ante la salvajada de Doñana. Son los rasgos clásicos de un político sin rumbo, sin criterio y sin futuro. 

La exfalangista tutelada por Aznar y Aguirre se ha erigido de facto en la jefa de la oposición al Gobierno de coalición

Lo que más molesta a Feijóo y al resto de dirigentes del Partido Popular es que las políticas de la coalición diabólica consigan el visto bueno de las instituciones europeas, ya sea con el tope del precio del gas, la reforma laboral, la de las pensiones o la de la vivienda. Bruselas toma los ataques contra el gobierno comunista, filoetarra, autoritario como meras pataletas. El contraste con la realidad es demasiado fuerte. Desesperado, al PP solo les queda extender la responsabilidad a la propia Unión Europea. El presidente fundador debe de estar revolviéndose en la tumba. El Manuel Fraga orgulloso de su etapa de embajador en Londres, que se consideraba un alter ego del Franz Josef Strauss que reinaba en Baviera, el padre de la Constitución, el adalid de un partido que se tenía, sobre todas las cosas, por un partido serio, vería cómo sus sucesores se han convertido en una partido antisistema, practicantes de la algarada mediática continua, no ya contra el gobierno ilegítimo, sino contra la propia UE, ese nido de burócratas bolchevizantes que no se recatan en respaldar al okupa de la Moncloa. 

En los orígenes del PP, el espejo en el que se miraban todas las mañanas eran los templados tories británicos y los democristianos germanos de la CDU, arquetipos tan devotos del orden como dotados de un acendrado sentido de estado. Ahora la imagen que refleja el segundo partido español es la del Fidesz húngaro, o cualquiera de esas formaciones con un pie en el conservadurismo más rancio y el otro en el neofascismo sin complejos, fuerzas cuyas agendas se limitan a mantenerse en el poder o regresar a él a costa de lo que sea, ya sea asaltando sedes parlamentarias, montando policías políticas para perseguir a los adversarios, secuestrando el gobierno del poder judicial o usando la Constitución a capricho. Recordemos que el PP de Aznar echó del Partido Popular Europeo al PNV para fichar a Berlusconi. Ahora, el PP de Feijóo se ha convertido en un caballo de Troya que va inoculando los virus de la intransigencia y del euroescepticismo más estéril en el Grupo de los conservadores de Bruselas.  

El drama para el país, y también para Europa, es que esa inoperancia, esa incompetencia, esa traición profunda al ideario liberal que dicen defender, esa crispación tan exagerada, todo esto apenas tiene efectos negativos en los sondeos electorales. Al revés, el voto tradicional movilizado por el catolicismo de los negocios, la defensa de los intereses de los ricos, la alergia a los impuestos, la desregulación y el odio a las izquierdas y a los nacionalismos periféricos, se va reforzando en estos tiempos de bulocracia con el componente trumpista. En esto juegan un papel fundamental unos medios de comunicación indecentes y para-golpistas, que no tienen pudor alguno en actuar como una corporación al servicio de la mentira. Esto, unido a la pujanza de las redes sociales, y a la proliferación de tabloides digitales y de grupos de whatsapp controlados por la ultraderecha, y sumado al control de las televisiones privadas y públicas, otorga al PP y a su escisión de extrema derecha un potencial electoral enorme. 

Si el PP arrasa en Madrid, recupera Valencia y acaba volviendo a la Moncloa, una parte enorme de responsabilidad será de las izquierdas

Así, las encuestas muestran que el trumpismo desaforado de la presidenta madrileña, la marioneta favorita de Florentino Pérez y de otros oligarcas, aparece en el horizonte inmediato como el mayor activo político de la derecha para asaltar primero Madrid y después el Gobierno nacional. Mientras Feijóo pena para convertirse en un candidato fiable, capaz de ganar a Sánchez con una mayoría suficiente sin el apoyo de Vox, la exfalangista tutelada por Aznar y Aguirre se ha erigido de facto en la verdadera jefa de la oposición al Gobierno de coalición. El nivel de éxito de este proceso acelerado de trumpización madrileña se irá conociendo en las próximas semanas y meses. 

Pero las cosas no pintan nada bien. Y solo cabe lanzar un último aviso a las formaciones de izquierdas, tan superiores moralmente, que llevan meses entretenidas en unas (no) negociaciones y unos amagos de reconciliaciones que parecen diseñados por su peor enemigo. Si el PP arrasa en Madrid, recupera Valencia y luego acaba volviendo a la Moncloa aupado en las torpezas de Feijóo, la barbarie cultural de Ayuso y la irrelevancia de Abascal, una parte enorme de responsabilidad será de las izquierdas. En el póquer se dice que, si te sientas a la mesa y no sabes quién es el primo, el primo eres tú. Aquí es parecido. Solo será posible evitar que el PP recupere el poder si las izquierdas acometen lo antes posible su tarea más elemental: presentarse unidas.  

Aunque cuentan con el apoyo incondicional de los poderes fácticos (la banca, la gran empresa, la Iglesia, los medios públicos y privados, la judicatura, las fuerzas de seguridad, los altos funcionarios), el PP no da una a derechas. La derecha solo sabe dar el pego cuando están en el Gobierno; en la oposición,...

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3 comentario(s)

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  1. Marcoafrika

    Me parece razonable la crítica al desbarajuste de la izquierda y el llamamiento para que se unan de una vez. Pero...y es un “pero” muy gordo, hay algo evidente que el artículo ha pasado por alto: ¿No tendrá una gran responsabilidad del nerviosismo de la derecha, la ocupación de su espacio por un partido, el PSOE, que hace tiempo dejó de ser izquierda e incluso socialdemócrata para defender con artimañas o sin ellas al capitalismo y neoliberalismo más atroz?. ¿Y los votantes no pensarán que para ese viaje no hacen falta alforjas y mejor votar a los lobos genuinos para que las gallinas sepan distinguir?.Tiempos de ignominia nos esperan.

    Hace 10 meses 18 días

  2. victor1

    Gracias Fernando por el vídeo.. tan mordaz como descriptivo. Al verlo me invadió la pesadumbre. Sumar ha conseguido exactamente lo contrario de lo que predica su nombre y las intenciones que tanto aireaba desde su anuncio Yolanda Díaz: Restar y mucho las expectativas de la izquierda. Y lo ha hecho con tanta eficacia que plantea varias preguntas inquietantes. 1 Si Yolanda Díaz simpatizaba con Más País, ¿cómo es posible que se la aupara desde Podemos para que acabara capitalizando tu imagen líder de socio de gobierno frente a la opinión pública, aún más que Ione Belarra? ¿De verdad que desde Podemos no se vio venir lo que iba a ocurrir después? 2 Viendo el asombroso currículum de Yolanda Díaz es muy improbable que el origen de Sumar sea fruto de alguna trama del Psoe o incluso de los adversarios de Podemos como Más País, Compromís, Equo o incluso, poniéndonos conspiranóicos, del mismísimo PP... sin embargo el resultado que estamos viendo, siguiendo el clásico razonamiento latino para resolver intrigas ¿quid bono? o quid prodest ? nos dice que son ellos los grandes beneficiarios del tinglado Sumar. Para una serie de Netflix tendría sentido pero cuesta creerlo... Otra opción que podría explicarlo es la posible ingenuidad de Yolanda Díaz al haber tragado el anzuelo de una trama que desconocemos. De nuevo suena muy inverosímil que alguien con su currículum vital sea así. Confieso no tener respuestas.. Y es que ni siquiera, la propia entrevista con Évole tampoco despejó muchas dudas: Yolanda se mostró insegura y extrañamente torpe con sus respuestas. Casi hasta infantil fueron la idealización que proclamaba de ella misma frente a los demás: siempre los que hacían ruido, los que gritaban, los machistas del golpe en la mesa, los que insultaban... ¿ Cómo alguien de su experiencia pudo ser tan torpe y negligente con lo que nos estamos jugando? Pero volvamos al tema central: lo natural, lo sensato, lo lógico hubiera sido montar una plataforma Sumar desde Podemos hacia el resto de las formaciones más pequeñas. Y desde el otro lado, lo sensanto como formaciones de inquierdas que dicen ser, sería antemponer el bien común de las políticas de izquierdas (como ha hecho tantas veces Podemos) al beneficio electoral cortoplacista como han demostrado Más País y Compromís con claridad al retrasar cualquier pacto a después de las autonómicas. Y frustra ver que ni siquiera en medios de izquierdas como este no se presione y se acuse con claridad a estas formaciones para que sean ellas las que den la mano. En este sentido el vídeo de Polonia es lo más acertado que he visto en el diagnóstico. Pero hacen falta más voces en los medios. Ahora sin duda son muchos los responsables de esta situación pero quien se lleva la palma es la cabeza visible de Sumar, Yolanda Díaz, quien debería mover ficha ya, con decisión, para recomponer el destrozo que ha provocado su gestión.

    Hace 10 meses 18 días

  3. Fernando

    Además del editorial se puede ver el programa de TV3, Polònia, dedicado a las izquierdas, que además de risas también sirve para reflexionar sobre si han sido acertadas algunas estrategias .::: https://www.ccma.cat/tv3/alacarta/polonia/polonia-partidos-rojos/video/6218522/

    Hace 10 meses 19 días

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