Europa League
Mendilibar: el triunfo de la normalidad
El técnico vasco, que nunca había tenido la oportunidad de dirigir a equipos con aspiraciones de títulos, ha demostrado en el Sevilla que está preparado para metas más altas
Ricardo Uribarri 14/06/2023
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Al estilo del militar romano Julio César cuando se dirigió al Senado, José Luis Mendilibar (Zaldivar, Vizcaya, 1961) también podría decir en el Sevilla FC aquello de “veni, vidi, vici”. Vino, vio y venció una Europa League con el equipo hispalense por la que nadie daba un duro cuando el pasado 21 de marzo fue anunciado como nuevo técnico con la misión prioritaria de salvar a los andaluces del descenso. No solo ha alcanzado ese objetivo de forma holgada, sino que, además, ha ganado el séptimo título para el club en esa competición tras dejar a rivales muy poderosos en el camino. Y lo ha logrado con la receta que ha empleado durante toda su carrera: buscar la naturalidad y el sentido común tanto dentro como fuera de los terrenos de juego.
Los estudios cinematográficos de Hollywood tienen material con el técnico vasco para rodar una de esas historias de superación que tanto les gustan. El argumento es simple: profesional veterano, que casi siempre ha entrenado a equipos con potencial limitado y especializado en la lucha por la salvación en la máxima categoría o en ascensos de clubes modestos, recibe la oportunidad de su vida: entrenar a una entidad más grande en horas bajas. Y el técnico que no había tenido la posibilidad de dirigir a jugadores con ese nivel, muchos de ellos internacionales y varios recientes ganadores de un Mundial, lleva a la entidad al éxito demostrando que está preparado para aspirar a otras metas.
Pongamos la historia en contexto. El Sevilla pierde en Getafe en la jornada 26 de Liga y se queda a solo dos puntos de los puestos de descenso. Ha sumado cuatro de los últimos 15 puntos en disputa. Los directivos deciden que el técnico argentino Sampaoli no puede continuar. Era el segundo inquilino del banquillo en la temporada tras Lopetegui, que solo estuvo las siete primeras jornadas. Venga quien venga las condiciones laborales son claras: contrato únicamente por dos meses y medio, hasta final de temporada, sin opción a ninguna campaña opcional por objetivos y una retribución económica de apenas 200.000 euros. Los finiquitos de los contratos a Lopetegui (11 millones) y Sampaoli (8 millones) habían dejado las arcas para pocos dispendios. Con esas premisas y un equipo cuesta abajo, hubo entrenadores tanteados por el Sevilla que dijeron que no.
Mendilibar, que venía de dos experiencias negativas al haber descendido con el Eibar y ser despedido con el Alavés tras coger al equipo a mitad de temporada y no poder enderezar el rumbo, vio la oportunidad de volver a los banquillos en un momento en que su carrera pasaba por horas delicadas. Arriesgó porque tenía poco que perder. Y la apuesta no le ha podido salir mejor. En Liga ha dirigido al equipo en 12 partidos, ganando seis, empatando tres y perdiendo tres, de los que los dos últimos han sido al final del campeonato justo antes y después de la final europea, con jugadores reservados y ya tranquilos en el campeonato nacional. De los 28 puntos que tenía cuando llegó ha pasado a los 49. De estar solo a dos puntos del descenso a sacar nueve al antepenúltimo habiendo bajado el acelerador en las dos últimas jornadas.
Y todo eso coronado con un gran premio. Ganar la Europa League dejando en el camino nada menos que a Manchester United, Juventus de Turín y, en la lucha directa por el título, a la Roma de un Mourinho que nunca había perdido una final europea. Con solo siete partidos dirigidos en torneos europeos en toda su carrera (sumando dos en Intertoto con el Athletic) ha levantado un título. No está mal para un técnico que, según dijo él mismo, en tono reivindicativo, cuando afrontaba en Manchester el partido de ida de la eliminatoria de cuartos de final “parece que me ha tocado en la tómbola estar en este partido. Si estoy es porque también he hecho algo que ha gustado a la gente que me ha contratado”.
¿Y cómo ha conseguido este pequeño o gran milagro? Siendo más Mendilibar que nunca. Es decir, aplicando la lógica, simplificando las cosas y ganándose al vestuario. Los jugadores venían de estar con un técnico como Sampaoli cuyo estilo de juego no estaba dando resultado. Riesgo en la salida del balón jugando desde atrás, pases peligrosos al medio centro propio estando de espaldas a la portería rival, jugadores que no jugaban en su sitio más habitual y que no terminaban de entender lo que les planteaba el técnico. Significativa fue la imagen de un papel dado desde el banquillo durante un partido que pasó por varios jugadores con instrucciones tácticas que Acuña, enfadado, terminó arrugando y tirándolo al césped.
No resulta fácil encontrar en el mundo del fútbol a un profesional que caiga bien de forma unánime. Eso ha pasado con Mendilibar
Frente a esto, el plan de Mendilibar estaba claro: fútbol sencillo, minimizar riesgos, nada de jugar desde la portería propia dando pases, alejar al equipo de su área, ataques verticales, buscar de manera rápida las bandas y aprovechar que tenían un delantero alto y potente como En-Nesyri para meter centros desde la banda a intentar el remate. Y si no se consigue, presionar para ganar el rechace y empezar otra vez. “Lo que exigimos a la gente no son raíces cuadradas, son sumas y restas, y si lo haces bien tienes mucho ganado. Los jugadores han visto que la sencillez también da resultados”, confesó en una rueda de prensa.
Y todo esto sin necesidad de utilizar tecnologías de última generación ni programas algorítmicos. Les da más importancia a las sensaciones que a las estadísticas. En una entrevista en El País él mismo se definía como “el anti entrenador moderno. No voy con la tableta debajo del brazo ni estoy delante del ordenador todo el día. Hoy vas a dar una charla y te empiezan a hablar de intervalos y cosas raras que nunca he escuchado en mi vida… ¿De qué me están hablando, de fútbol o de qué?”
No resulta fácil encontrar en el mundo del fútbol a un profesional que caiga bien de forma unánime y que un éxito suyo sea recibido con alegría y alabanzas por casi todos los aficionados, sean del equipo que sean. Eso ha pasado con Mendilibar y habla de lo que transmite como persona. “Con tanto piropo me siento gilipollas. 20 años en Primera y parece que no me conocía nadie”, reconocía en una entrevista en Relevo. El técnico vasco no engaña. Es como aparenta. Una persona que va de frente, que dice las cosas claras, campechano, que prefiere el chándal a los trajes caros, cercano con los jugadores, sencillo, que huye de sofisticaciones y extravagancias.
Muchos de los jugadores que han estado a sus órdenes reconocen que entrenar con él es toda una experiencia por la intensidad que exige y por su implicación en el trabajo. Una de las anécdotas que más recuerdan es la de la “volata”, como la llama el técnico, pero que en realidad es una voltereta, la que exige dar a los jugadores cuyos remates en los ensayos no van ni cerca de la portería. De hecho, en el césped del Sánchez Pizjuán, en la fiesta por la celebración del título, los jugadores le obligaron al míster a que la hiciera entre el jolgorio general.
El éxito de Mendilibar demuestra dos cosas: que para triunfar en la élite no hace falta alejarse de la humildad y las cosas simples y que en los clubes más modestos hay entrenadores que pueden conseguir también grandes cosas si les dan la oportunidad. Por eso, tantos compañeros de profesión se han visto, de alguna manera, recompensados por su triunfo. Porque se ven reflejados en él. Después de 15 años como futbolista, militando en el filial del Athletic, Logroñés, Sestao y Lemona, sin superar la Segunda División; y con una trayectoria en los banquillos de casi 30 años, con más de 800 partidos, iniciada en el modesto Arratia, desde donde fue pasando por el Bilbao Athletic, Aurrerá, Lanzarote, Eibar, Athletic, en el que no tuvo suerte y apenas estuvo 10 partidos, Valladolid, Osasuna, Levante, donde no le salieron las cosas y solo aguantó ocho encuentros, de nuevo Eibar con grandes resultados en las seis campañas que estuvo, y Alavés antes de llegar al Sevilla. Una carrera con luces y sombras, pero en la que puede presumir de haber sido campeón en Preferente (Arratia, 1996), Tercera (Basconia, 1998), Segunda “B” (Lanzarote, 2004) y Segunda (Real Valladolid, 2007). “Solo me queda ganar un título en la élite. Me gustaría saber que se siente”, confesaba en una entrevista. Pues a tus 62 años ya lo sabes, Mendi.
Al estilo del militar romano Julio César cuando se dirigió al Senado, José Luis Mendilibar (Zaldivar, Vizcaya, 1961) también podría decir en el Sevilla FC aquello de “veni, vidi, vici”. Vino, vio y venció una Europa League con el equipo hispalense por la que nadie daba un duro cuando el pasado 21 de marzo fue...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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