URGENTE
No dejemos que asesinen el periodismo
Necesitamos tu colaboración para cubrir el genocidio desde Gaza, Líbano, Israel y Bruselas
Miguel Mora 26/10/2023
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Al habla Miguel Mora, director de CTXT. Esto no es un artículo. Es más bien una llamada de socorro. O una invitación a implicarse en una aventura periodística y comunitaria poco frecuente.
Como seguramente has visto estas últimas semanas, CTXT está haciendo un gran esfuerzo editorial para intentar cubrir desde el terreno la crisis mundial abierta el 7 de octubre por los ataques de Hamás a Israel y continuada desde el día 8 con los bombardeos de Israel en Gaza.
Hemos tenido la suerte de poder publicar las estupendas crónicas en vídeo y en texto de Marta Maroto, una joven colaboradora de la revista que dejó Madrid en verano para irse a hacer un máster en Beirut, y hemos llegado a acuerdos con el diario independiente israelí Haaretz y con la magnífica revista +972, que publica autores israelíes y palestinos, para traducir algunos de sus artículos al castellano. Puedes ver nuestro especial aquí.
Ahora queremos dar un paso más. Gracias a +972, hemos contactado con un joven periodista freelance y activista palestino, Mahmoud Mushtaha, que vive en Gaza y que ha escrito solo hace unos días este formidable testimonio. Hemos quedado con Mahmoud en que nos enviará varias piezas semanales exclusivas para CTXT desde la franja. “No tengo acceso a Internet todos los días, pero podría mandaros unas tres piezas semanales”, nos contaba esta mañana por whatsapp.
Además, estamos buscando un periodista español o latinoamericano con experiencia en la zona que pueda mandarnos crónicas desde Israel, porque creemos que la criminal ofensiva de Netanyahu solo parará si y cuando la sociedad israelí consiga echarlo finalmente del cargo del que estaba a punto de caer cuando sucedió lo inaudito: un ataque por tierra, mar y aire (parapentes) de Hamás que mató a 1300 israelíes y secuestró a dos centenares más.
Por último, hemos reforzado nuestra presencia en Bruselas con la incorporación como colaborador de lujo de Idafe Martín, un curtido corresponsal ante la UE que acaba de publicar en CTXT una exclusiva silenciada a conciencia por los grandes medios.
Pero la prioridad más urgente es Gaza. Israel ha prohibido a los más de dos mil periodistas acreditados entrar al lugar del crimen porque no quiere que las sociedades de los países que todavía le dan su apoyo conozcan de primera mano las atrocidades que está cometiendo. Gaza ha dejado de ser la mayor cárcel a cielo abierto del mundo y ahora es un campo de concentración, exterminio y desplazamientos forzosos donde malviven sin agua, sin luz, sin combustible y sin alimentos más de dos millones de personas, la mitad de ellos menores de edad.
Mapa político de la Franja de Gaza. / Gustavo Hermoso
Con la excusa de querer acabar con Hamás, las FDI han matado ya a más de 7.000 gazatíes. Más de un tercio de ellos son niños (cifras del 26 de octubre). ¿Cuántos más hará falta matar para que Netanyahu considere saciada su sed de venganza? Parecería prudente, dado el estado mental del líder sionista, no aventurar una respuesta.
Lo que sí sabemos es que una treintena larga de periodistas palestinos y muchos familiares de estos informadores han sido asesinados en Gaza y en Líbano desde que el 8 de octubre Israel ordenó responder al salvaje ataque de Hamás –ese grupo terrorista financiado por Netanyahu para dividir a los palestinos– usando dos armas igualmente criminales: un asedio de estirpe medieval (matar de sed, hambre y enfermedades) y matar lanzando de forma indiscriminada sobre Gaza la tecnología militar más avanzada y letal.
Los informadores palestinos y sus familias se han convertido en uno de los objetivos del genocidio en curso. Israel no quiere testigos, y es lógico. La única democracia de Oriente Medio lleva décadas ejerciendo un colonialismo y un bloqueo feroces contra los palestinos, y ahora está llevando a cabo lo que parece la fase final: un exterminio sistemático de civiles, cuyo objetivo último parecería ser la expulsión definitiva de los palestinos desde su última lengua de tierra no ocupada hasta al desierto del Sinaí.
El reportero de Al Jazeera Wael Al-Dahdouh, informando desde Gaza el 26 de octubre, después de que Israel matara a toda su familia el día anterior.
La Segunda Nakba está en marcha ante nuestros ojos, pero Europa –ciegamente sumisa a Estados Unidos y a su principal socio en la región– todavía no ha sido capaz de asumir la realidad: que Israel es un Estado terrorista y debería ser sancionado por las Naciones Unidas si no se pliega a decretar un alto el fuego inmediato y sigue sin dejar entrar la ayuda humanitaria en Gaza.
Creemos que nuestra obligación moral como periodistas y como ciudadanos es no resignarnos a asistir como meros espectadores a esta catástrofe humana, porque como escribió Sol Gallego-Díaz, si no comprendemos el dolor de los palestinos y no denunciamos su opresión, la degeneración moral de Israel será la nuestra.
Pensamos que es imprescindible que desde CTXT ayudemos en lo posible a dar a conocer la tragedia que está sucediendo desde el terreno. Debo confesarles que nunca pensé que esta precaria revista, fundada en 2015 por 14 periodistas en paro, se fuera siquiera a plantear montar una pequeña red de periodistas para cubrir una guerra lejana. Siempre hemos sido más de contexto que de acción, aunque siempre hemos intentado mantener el mandamiento fundacional que afirma que los artículos de Internacional se escriben desde donde suceden las cosas y por gente que sabe por qué suceden.
¿Qué ha cambiado? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Nos ha dado un delirio de grandeza?
No, es más sencillo y menos pomposo que eso. Por un lado, ha sucedido que las élites políticas occidentales se han contagiado del virus de la extrema derecha y hoy defienden sus mismos ideales e intereses, aunque de momento sin gritar tanto; de tal forma que, en los asuntos y conflictos internacionales, es complicado distinguir a Biden de Trump, a Macron de Netanyahu, a Sánchez de Zelensky.
Esta unanimidad otanista, de rasgos futboleros e irracionales, en la que no caben matices y que convierte a todos los que dudan o aportan contexto histórico en subversivos, putinianos, terroristas o moralmente indecentes, ha ido a más desde la guerra de Ucrania, y ha llegado al paroxismo del cinismo y la doble moral cuando la señora Von der Leyen decidió por su cuenta y riesgo proyectar la estrella de David en el edificio de la Comisión y afirmar: “Nosotros vamos con Israel”. Este integrismo fanatizado que ya no respeta ni las resoluciones de la ONU ni los consensos de los 27 es una línea roja muy peligrosa, pues destruye las instituciones supranacionales y mina la credibilidad de la UE, sus valores, sus estructuras y su autonomía, al convertir a una Unión Política en una irrelevante jaula de grillos.
Mientras tanto, los grandes medios globales y las empresas que los controlan (bancos, fondos buitre, monarquías y jeques corruptos) han cavado aun más hondo en su subordinación al menguante pero todavía inmenso poder de Estados Unidos, y muchos han hecho suya sin el menor rubor (¡incluso la BBC!) la narrativa de la pobre-víctima-potencia-nuclear que lucha contra animales humanos de 0 a 90 años. En el mejor de los casos, los más respetables diarios se refugian en una equidistancia tibia, pero algo mejor disimulada. Desde luego, hay todavía profesionales y especialistas maravillosos, sin ir más lejos en España gente como Fran Sevilla, Olga Rodríguez, Javier Espinosa y otros menos famosos que siguen siendo referentes de un periodismo honesto y comprometido, aunque en ocasiones tengan que luchar a brazo partido contra sus propios medios, o recurrir a las redes sociales para poder hacer llegar su voz autorizada a sus lectores.
De forma que, si los medios libres, pequeños e independientes de verdad no damos ahora un paso al frente y reivindicamos nuestra forma de hacer periodismo allá donde toca hacerlo, ¿cómo podremos seguir respetando nuestro trabajo?
Creo que ustedes saben que, en CTXT, los periodistas trabajan –trabajamos– en absoluta libertad e intentamos no explotar a nadie. Cobramos unos salarios dignos, un poco por encima de lo que marca el convenio, y solo publicamos cuatro o cinco piezas diarias. No hacemos última hora ni publicidad encubierta de Amancio ni ponemos títulos cachi. Pero una cosa es el teletrabajo de mesa camilla y pijama y otra es informar desde zonas de conflicto.
Para poder hacer periodismo con rigor, calidad y dignidad en medio del infierno, los periodistas no pueden sufrir la habitual precariedad económica y material en la que viven desde hace 20 años casi todos los colaboradores a la pieza (también los de Contexto, sería absurdo negarlo). Los periodistas de guerra tienen que contar con las mejores condiciones personales, laborales y de seguridad posibles. Necesitan un seguro, un casco, un chaleco antibalas, móviles, ordenadores, comida, refugios, dinero para contratar ayudantes y conductores para moverse. Y por supuesto tienen que cobrar unos salarios acordes con el riesgo y la nobilísima tarea que están dispuestos a hacer.
Nosotros queremos proteger a los periodistas que se quieren jugar literalmente la vida para contar al mundo lo que ven. Y si no podemos hacerlo a ciencia cierta, renunciaremos con mucho dolor a la empresa y seguiremos dando guerra desde el Saloncito.
Y justamente por eso hemos decidido pedirte ayuda.
Hemos calculado que necesitamos un mínimo de 25.000 euros para poner en marcha el operativo, y unos 25.000 más para poder prolongar la cobertura durante al menos 3 o 4 meses. Este presupuesto se sale con mucho de lo que CTXT puede invertir.
Si conseguimos ese mínimo de 50.000 euros que esperamos recaudar en 40 días, podemos avanzar en la idea, poco a poco, pero con garantías. (En apenas unas horas, hemos recaudado más de 5.000 euros: iremos informando en nuestra portada de los avances diarios), aportados por cerca de 90 donantes.
Si quieres colaborar, puedes hacerlo de dos formas distintas, y complementarias.
1. Suscribiéndote a CTXT en esta página (si no estás suscrito aún): https://agora.ctxt.es/suscripciones/
2. Haciendo una donación por la cantidad que desees, a través de dos vías:
1. Si puedes aportar desde 1€ hasta 50€, pincha aquí (pagos por PayPal o tarjeta, no necesitas login).
2. Para donar desde 50 euros en adelante, inicia sesión en agora.ctxt.es y paga por Bizum, Tarjeta o Paypal aquí:
Al habla Miguel Mora, director de CTXT. Esto no es un artículo. Es más bien una llamada de socorro. O una invitación a implicarse en una aventura periodística y comunitaria poco frecuente.
Como seguramente has visto estas últimas semanas, CTXT está haciendo un gran esfuerzo editorial para...
Autor >
Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí