1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

CTXT necesita 3.000 suscriptores más para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

Ofer Cassif / Miembro del parlamento isreaelí

“Netanyahu es un psicópata pirómano que solo quiere permanecer en el poder”

Leena Dallasheh 20/10/2023

<p>Ofer Cassif en una manifestación en el barrio de Sheij Yarrah (Jerusalén Este) en 2022. / <strong>Wikimedia Commons</strong></p>

Ofer Cassif en una manifestación en el barrio de Sheij Yarrah (Jerusalén Este) en 2022. / Wikimedia Commons

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

[Nota: esta entrevista se publicó en mayo de 2021. En ella, el parlamentario israelí Ofer Cassif alude a la escalada de violencia provocada por la expulsión de familias palestinas de Jerusalén Este. En esa ocasión, los bombardeos israelíes dejaron 253 muertos en Gaza. En Cisjordania murieron 11 palestinos por disparos del ejército israelí durante las protestas y en Israel los cohetes de Hamás mataron a 13 personas. Esta escalada, como la actual, se produjo en un momento de debilidad política del primer ministro Netanyahu. Hoy en día, Cassif sigue siendo miembro de la Knéset (parlamento de Israel) y mantiene una postura firme contra la ocupación y el castigo a la población de Gaza.]

Ofer Cassif (1964, Rishon LeZion, Israel) milita desde hace décadas. Fue el primer israelí en ir a la cárcel por negarse a prestar servicios durante la Primera Intifada en los territorios ocupados. En esa misma época –siendo todavía muy joven– se unió al Partido Comunista y se desempeñó como asistente parlamentario de Meir Vilner, una de las figuras más importantes del partido.

En su columna de Haaretz, el destacado intelectual de izquierda Gideon Levy describió a Cassif como “una persona muy importante” y un “izquierdista de nuevo tipo en la Knéset”, al que no le tiembla la voz cuando hay que sostener una posición decididamente antisionista.

El radicalismo de Cassif lo convirtió en uno de los blancos de la violencia policial y las amenazas de muerte. Esto, dice Cassif, no le ocurre solo a él. La violencia colonial de Israel se vuelve cada vez más contra los judíos que critican a Benjamín Netanyahu y las políticas de ocupación.

Cassif conversó con Leena Dallasheh sobre la reciente escalada de violencia, el actual impasse político en Israel y la campaña de Netanyahu para mantener el control del país. Comentó también cuáles son las perspectivas de su partido para terminar con el conflicto y puso énfasis en la prioridad de terminar con la ocupación como un primer paso hacia una solución justa, que también debería incluir el derecho de los refugiados a retornar al país y garantías democráticas para los palestinos que viven en Israel.

Podríamos empezar con un breve panorama de la situación desde el cese de hostilidades entre Israel y Hamás.

Mientras la ocupación continúe, el cese de hostilidades no cambiará mucho la situación. Por supuesto, es muy significativo para las personas que sufrieron directamente el derramamiento de sangre que se produjo durante estos días. Pero en cuanto al panorama general, no cambió nada. No parece que el gobierno de Israel, específicamente Netanyahu y sus matones, estén dispuestos a cambiar en lo más mínimo. Y si cambian algo, me temo que será para peor. En este sentido, se siente mucha tensión en el aire, especialmente en lugares como el Jerusalén Este ocupado, el sur de Israel o los territorios ocupados. En esas áreas no se aprecia ninguna diferencia profunda desde el cese de hostilidades.

Unos días atrás twitteaste: “Netanyahu inició el ataque para sostener su posición. Debemos decir esto en todas partes y en todos los idiomas”.

Esto se vincula con la próxima pregunta que me gustaría plantearte, ligada a la temporalidad de esta última ronda de violencia. Como dijiste, la situación encaja en un patrón histórico más amplio, pero esta última escalada parece estar relacionada con el impasse político de Israel, especialmente con que Netanyahu no logró formar gobierno y que su posición en este momento es bastante débil. ¿Podrías decirnos algo sobre este aspecto del conflicto?

Netanyahu es un psicópata pirómano. No soy el único que piensa así. Mucha gente que no es de mi espacio político estaría de acuerdo.

Ehud Olmert, anterior primer ministro de Israel, que no es precisamente un izquierdista, advirtió hace aproximadamente dos semanas de que Netanyahu iniciaría “un incendio”, específicamente en Jerusalén, para mantenerse en el poder. Lo dijo dos o tres días antes de que comenzara esta escalada de violencia. Dan Jalutz, anterior teniente general de la Fuerza Aérea Israelí –evidentemente, tampoco estamos frente a un izquierdista– dijo algo muy parecido. Y ayer o antes de ayer, en el periódico Maariv, se publicó un artículo que afirmaba que muchas personas en el Likud, partido de Netanyahu, dicen que el actual primer ministro quiere que el conflicto continúe para mantenerse en el poder, y que considera que, si Israel ingresa en una quinta ronda de elecciones, la escalada de violencia favorecerá su posición.

Efectivamente, pienso que es una especie de estrategia. Como dije, Netanyahu es un psicópata pirómano y una de las principales características de los psicópatas es que no les importa nadie. Netanyahu solo quiere permanecer en el poder, en gran medida porque no quiere ser encarcelado [por corrupción].

De nuevo, no se puede ignorar la posibilidad de que el comienzo de esta escalada haya estado directamente vinculado a la pérdida del mandato de gobierno de Netanyahu frente al líder de la oposición, Yair Lapid. Netanyahu sentó las bases para esta escalada durante mucho tiempo: en 2019, le ordenó a la policía que colocara rejas en Bāb al-ʿĀmūd, la Puerta de Damasco, a sabiendas de que suscitaría una gran controversia porque se trata de un lugar tradicional donde se reúnen los palestinos jóvenes después del ayuno. Ordenó la construcción de las rejas sabiendo la furia que ocasionaría y lo hizo a propósito.

También está el proyecto de limpieza étnica de largo plazo en Sheij Yarrah (aunque no es el único barrio afectado). De hecho, esta limpieza étnica alcanzó niveles mucho más brutales durante los días previos a la escalada.

Hay quienes piensan que Itamar Ben-Gvir, miembro de extrema derecha de la Knéset y dirigente de la ocupación, es responsable por incitar a la violencia en Sheij Yarrah, pero yo creo que el verdadero responsable es Netanyahu. Para mí, Ben-Gvir es solo un delegado. Ben-Gvir fue a Sheij Yarrah e instaló sus oficinas en el corazón del barrio palestino, frente a las casas que serán desalojadas y traspasadas a los judíos. Creo que lo que hizo Netanyahu fue darle los fósforos a Ben-Gvir para que inicie el incendio.

Dos días antes de que Hamás empezara a lanzar los misiles, Netanyahu le dijo a Ben-Gvir: “Hay que abandonar Sheij Yarrah. Si no, Hamás lanzará misiles en Jerusalén”.

Habría que estar ciego para ignorar el vínculo causal entre las acciones de Netanyahu y la escalada de violencia

Para los palestinos, especialmente para los musulmanes, la ocupación de la mezquita de Al-Aqsa fue la gota que colmó el vaso. Lanzaron granadas contra la mezquita siguiendo las órdenes de Netanyahu. Y, por supuesto, el otro momento clave fueron las enormes movilizaciones de los denominados “judeonazis”. Los grupos judíos de extrema derecha Lehava y La Familia patrullaban las calles de Jerusalén buscando palestinos y judíos de izquierda para golpearlos y someterlos a todo tipo de vejaciones.

Directa o indirectamente, Netanyahu fue el responsable de todo. Estos acontecimientos se desarrollaron justo antes de que Hamás comenzara a lanzar misiles a Jerusalén. Habría que estar ciego para ignorar el vínculo causal entre las acciones de Netanyahu y la escalada de violencia que se vivió.

No tengo dudas de que Netanyahu es responsable del derramamiento de sangre, especialmente en Gaza, aunque no debemos ignorar que también murió gente en Israel. Cuando mueren niños se me parte el corazón.

Por supuesto, Israel está matando palestinos desde la Nakba. Pero probablemente esta es la primera vez que la mayoría de la sociedad –por supuesto, nunca todos los israelíes– legitima la matanza.

Yeshayahu Leibowitz acuñó el término “judeonazis” hace cuarenta años. Cuando le preguntaron “¿Cómo puede decir eso? ¿Cómo se atreve a utilizar ese término? No vamos a construir cámaras de gas ni a implementar un proyecto de exterminio masivo”, respondió dos cosas. Primero, dijo, “Si la única diferencia entre ustedes y los nazis es que no van a construir cámaras de gas, estamos en grandes problemas”. Y luego dijo algo que es más importante para nuestra conversación: “Tal vez no construyan cámaras de gas ni implementen un plan de exterminio masivo, pero la mentalidad social que domina Israel podría llevarlos a eso”.

Esto es exactamente lo que quiero decir: Netanyahu convirtió esta mentalidad “judeonazi”, según el término de Leibowitz, en un discurso hegemónico. Esto es muy peligroso. El asesinato, no solo de palestinos, sino también de gente de izquierda, está ganando un nuevo tipo de legitimidad. Hay una movilización enfrente de mi casa que exige que me expulsen de la ciudad en la que vivo. Alguna gente escribió en las redes sociales que los aviones enviados a bombardear Gaza deberían arrojar las bombas sobre mi casa. Netanyahu no solo habilita este tipo de discursos y acciones, sino que los incentiva.

El mundo debe entender que Netanyahu se comporta como un psicópata frente a los palestinos, pero también frente a cualquiera que lo critique. Si uno critica a Netanyahu, se convierte en un traidor y hace no mucho tiempo la traición se castigaba con pena de muerte en Israel.

Me gustaría que te explayaras un poco sobre la idea de que el movimiento de ocupación dirigido por Ben-Gvir y sus socios está incursionando más allá de la frontera de 1948.

Desde hace muchos años –pero, de nuevo, especialmente bajo el gobierno de Netanyahu– los colonos que viven en los territorios palestinos ocupados –que Israel ocupó en 1967– se creen “amos y señores de la región”. Se consideran a sí mismos amos y señores en el sentido de que no están dispuestos a someterse a ninguna regla. En los territorios ocupados ellos asesinan palestinos, queman sus campos y cortan sus árboles. Arrojan piedras y disparan a matar. La ley no parece aplicarse a sus actos.

Los colonos asesinan palestinos, queman sus campos y cortan sus árboles. La ley no parece aplicarse a sus actos

Leibowitz, a quien mencioné antes, escribió un artículo de septiembre de 1967, pocos meses después de que comenzara la ocupación. Dijo entonces que la ocupación iba a penetrar y destruir al Estado de Israel como a cualquier otro sistema colonial. No lo dijo porque haya sido un profeta. Es lo que enseña la historia.

De nuevo, esta actitud colonialista empezó a desarrollarse ahora al interior de Israel. Estos fanáticos hacen todo lo que mencioné antes sin enfrentar ningún tipo de represalia, mientras el primer ministro se refiere a ellos como si fuesen pioneros y héroes. Con el tiempo, terminan dirigiendo esa misma violencia también contra los judíos.

Mi amigo, [el rabí] Arik Ascherman, fue violentamente atacado por los colonos. Si se les permite atacar a los palestinos, ¿por qué no pueden hacer lo mismo con un activista por los derechos humanos no palestino, aun si es judío?

Estos colonos construyeron sus propios “nidos” en las denominadas “ciudades mixtas” como Acre, Jaffa, Haifa y Lod. Por supuesto, no están ahí con la perspectiva de construir buenas relaciones con sus vecinos palestinos. Su intención es sustituir a esos vecinos nativos. Entonces, el potencial para la explosión está ahí desde hace mucho tiempo.

Lugares como Lod, Jaffa y Acre son las semillas de esta explosión. Solo faltaban las circunstancias adecuadas. Esta atmósfera de tipo KKK penetró en Israel a causa de la ocupación y de las políticas del primer ministro. Netanyahu dijo que no permitirá que los árabes realicen pogromos contra los judíos, pero no dijo ni una palabra sobre los linchamientos que cometen los judíos. Esto implica que está bien cuando ellos lo hacen.

Quiero ser muy claro y enfatizar que la violencia contra los civiles es algo que mis amigos y yo rechazamos absolutamente. No importa si son palestinos contra judíos o judíos contra palestinos. Estamos en contra de esta atmósfera de linchamiento al estilo KKK que avanza en Israel a causa de la ocupación, específicamente a causa de las políticas del primer ministro. El que nos opongamos a la violencia contra los palestinos, no implica que apoyemos la violencia contra los judíos, ni viceversa.

Desafortunadamente, los medios en Israel son muy parciales. Buscan generar la impresión de que hay una división entre palestinos y judíos. Esto no es verdad. La división no es entre judíos y palestinos en Israel ni en ninguna parte. Es entre aquellos que creen en la supremacía judía y aquellos que apoyan la igualdad y la democracia.

Aludiste al sistema colonial que está detrás del Estado de Israel. En ese marco, ¿cómo situar tu propio proyecto político y el de la Lista Conjunta?

Lo más importante en este momento es terminar completamente con la ocupación de 1967. Este es el cáncer que afecta al cuerpo de nuestra sociedad. Muchas de las cosas que vivimos durante estas semanas son el resultado natural de esa ocupación.

Este proyecto colonial debe ser desmantelado inmediatamente. Aquí acuso a la comunidad internacional por guardar silencio durante tantos años y no hacer nada. Quienes guardaron silencio también son, en gran medida, culpables por el agravamiento actual de la situación y la escalada de violencia, porque no hicieron nada serio para terminar con la ocupación.

Está claro que si la comunidad internacional uniera fuerzas y le dijera a Israel, “Se terminó la ocupación, deben iniciar las negociaciones ya mismo”, la cosa cambiaría. La verdad es que Israel no puede sobrevivir sin apoyo internacional.

Quiero que Israel sobreviva, pero quiero que sea una sociedad democrática y justa, no la entidad colonialista y racista que es

Para dejarlo en claro, quiero que Israel sobreviva, pero quiero que sea una sociedad democrática y justa, no la entidad colonialista y racista que es. Mi lucha no es contra el Estado de Israel. Es contra las políticas que hacen de Israel un Estado racista y colonialista.

Entonces, lo primero que debería hacerse es terminar completamente con la ocupación de 1967, mediante el establecimiento de un Estado Palestino independiente y soberano en Gaza y en la Ribera Occidental, que tenga a Jerusalén Este como capital. También debemos encontrar una solución para los refugiados palestinos que siga las definiciones de las Naciones Unidas sobre el derecho a retorno. Esto es lo primero.

En segundo lugar, hay que plantear que el Estado israelí –sea cual sea el nombre que asuma– debe convertirse en un Estado realmente democrático, sin ninguna diferencia entre sus ciudadanos en función de sus orígenes étnicos, nacionalidad, religión o cualquier otro rasgo. Me impacta cuando muchas autoridades de los Estados más diversos del mundo se refieren a Israel como una democracia. Todo el mundo sabe que la democracia moderna se funda en un principio básico que es la igualdad.

Podemos debatir qué significa exactamente la igualdad y hasta dónde debe llegar. Como comunista, por supuesto, pienso que debe incluir la igualdad en términos sociales y económicos. Pero el mínimo que se requiere para hablar de democracia en términos modernos es la igualdad ciudadana, y el Estado de Israel no garantiza ni siquiera eso.

Todo el mundo dice: “Sí, pero miren, los palestinos que viven en Israel son ciudadanos”. Frente a esto respondería dos cosas: en primer lugar, no es del todo cierto, porque existe una enmienda a la legislación de la Knéset de 1985 que impide que se postule a elecciones cualquier lista electoral que no acepte el carácter judío del Estado. Es verdad que muchas veces las Cortes permitieron que algunas listas, con cierta perspectiva crítica, participasen de las elecciones, pero formalmente la ley no permite que se ponga en cuestión el carácter judío del Estado.

En Sudáfrica el Estado se definió constitucionalmente como un Estado de personas blancas. En Israel, el Estado se define como un Estado judío

No es muy distinto del caso de Sudáfrica. Por supuesto, hay matices. Pero en términos sustanciales, no hay ninguna diferencia, porque en Sudáfrica el Estado se identificó y se definió constitucionalmente como un Estado de personas blancas. Y ni siquiera un blanco podía cuestionar ese principio. En Israel, el Estado se define como un Estado judío, aun si en términos abstractos dice ser un Estado democrático. Pero es simplemente una contradicción en los términos.

De nuevo, es una farsa decir que hay igualdad ciudadana en Israel. Israel no tiene una Constitución formal. Las leyes fundamentales de Israel dividen y distinguen entre judíos y no judíos, especialmente en el caso de los palestinos. Esto no es solo un asunto legal: es una cuestión social.

Recordemos que en 2015, durante la tarde de las elecciones [en las que la Lista Conjunta estaba ganando muchos votos entre los árabes], Netanyahu advirtió que las oenegés de izquierda llevaban a los árabes en autobuses y estos invadían “las urnas en masa”. Esto significa, por un lado, que en términos formales y legales los árabes en Israel pueden votar; pero, por otro lado, significa que su voto no es el mismo que el de los judíos. Entonces, en muchos sentidos –en términos legales, y especialmente en términos de cultura política– Israel no es una democracia, es una etnocracia.

Hay quienes podrían pensar que hay una contradicción en este planteamiento porque, por un lado, tu análisis utiliza un marco colonial y destaca las semejanzas con el apartheid de Sudáfrica. Pero, por otro lado, tu propuesta parece mantenerse en la línea de los dos Estados elaborada por Yabha y por el Partido Comunista. Muchas personas piensan que esta perspectiva no es viable en la actualidad. ¿Qué dirías frente a esas objeciones?

Es un viejo debate que resurgió en los últimos años. Diría dos cosas. En primer lugar, en términos de principios, apoyamos la solución de los dos Estados porque el pueblo palestino nunca dispuso de derecho a la autodeterminación y este es un postulado que nosotros mantenemos, siguiendo la tradición de Lenin (antes del Tratado de Brest-Litovsk). Consideramos que el pueblo palestino debe tener el derecho a la autodeterminación y a un Estado independiente y soberano.

El pueblo palestino debe tener el derecho a la autodeterminación y a un Estado independiente y soberano

En tiempos de Lenin, hubo debates en torno a la autodeterminación de los ucranianos, por ejemplo, a los que Lenin apoyaba. Y explicó que, para que cesen las hostilidades entre dos pueblos en guerra, la autodeterminación y la libertad nacional es un deber. No hay ninguna posibilidad de conquistar el socialismo en un país en el que existen hostilidades entre dos pueblos. Y esto es lo que planteamos: la autodeterminación nacional del pueblo palestino no es solo un medio para construir una alianza nacional, sino que es también un medio para promover una sociedad socialista.

Hay dos motivos por los que apoyamos la solución de los dos Estados (y, por supuesto, apoyamos también los derechos nacionales de la minoría palestina en Israel). Nuestro apoyo a la solución de los dos Estados se funda en esos dos principios: la autodeterminación y la creación de una sociedad socialista. No debemos olvidar que los palestinos son nativos.

Ahora bien, no conozco a nadie en mi entorno que rechace ideológicamente la solución del Estado único. Pero todos consideramos que, en las circunstancias actuales, se convertirá en otro apartheid. No será un Estado democrático, porque el poder está en manos de la mayoría judía.

Y aun si no hubiera una mayoría numérica, seguiría siendo un problema. Asumamos hipotéticamente que mañana tenemos un solo Estado, dividido aproximadamente a la mitad (entre el río Jordán y el Mediterráneo, con un número más o menos igual de judíos y palestinos). Entonces, ¿quién controla los recursos? ¿Quién controla las armas? ¿Quién controla todo? La comunidad judía. Y no estoy hablando de individuos: es la comunidad judía.

Esa situación no llevará a ninguna forma de igualdad ni a un Estado democrático; llevará a otro régimen de apartheid. Digo que estas es “nuestra perspectiva”, porque no soy yo quien debe decirles a los palestinos qué deben y qué no deben hacer. Esto es algo en lo que acordamos los palestinos y los judíos de mi partido.

Pensamos que, políticamente, la solución del Estado único pondrá en riesgo los intereses de los palestinos, dadas las circunstancias actuales. Pero, en el largo plazo, asumiendo que existan dos Estados y que se trate de algo consentido, nadie rechaza la posibilidad de reunirlos en un Estado federado común. No nos oponemos a nada de esto.

La mayoría de los comunistas de nuestra región –palestinos y judíos– apoyan la solución de los dos Estados desde mediados de los años 1940.

Comunistas judíos, no palestinos.

No, eso no es cierto. También los palestinos. Se desarrolló el debate entre los comunistas árabes Imil Habibi, Emile Touma, Tawfiq Tubi y otros.

Pero eso fue en 1948.

No, no, el debate comenzó un poco antes. Por supuesto, la posición obedecía en gran medida a los intereses de la Unión Soviética. Pero, en términos históricos, desde antes de 1948 la mayoría de los comunistas, no quiero decir todos, apoyan la solución de los dos Estados. Desde los años 1970, el Frente Democrático por la Liberación de Palestina apoya la solución del Estado único. El comunista jordano Nayef Hawatmeh me dijo: “Sí, siempre apoyamos la solución del Estado único y siempre lo haremos. Pero no rechazamos la posibilidad o la necesidad de una solución de dos Estados en la transición hacia una situación de Estado único”.

Ahora bien, el Partido del Pueblo Palestino, comunista, dice: “Sí, todavía apoyamos la solución de los dos Estados, pero también contemplamos en el largo plazo la solución de un Estado único federado, luego de un período de dos Estados”.

Entonces, de nuevo, para resumir: apoyamos la solución de los dos Estados, pero no rechazamos que en el futuro pueda desarrollarse un Estado único.

Una última pregunta: ¿qué cabe esperar luego de este impasse?

Debemos continuar la lucha. Como dije antes, debemos luchar por la liberación palestina y contra la ocupación, que se está volviendo cada vez más brutal. Y, por otro lado, debemos luchar por la igualdad en el interior del Estado de Israel. Ese es el camino. No darnos nunca por vencidos, no rendirnos. No suelo citar a Churchill, pero…

----------------------

Esta entrevista se publicó originalmente en Jacobin.

Leena Dallasheh es profesora adjunta de Historia en la Universidad Estatal de Humboldt (Alemania).

Traducción de Valentín Huarte para JacobinLat.

[Nota: esta entrevista se publicó en mayo de 2021. En ella, el parlamentario israelí Ofer Cassif alude a la escalada de violencia provocada por la expulsión de familias palestinas de Jerusalén Este. En esa ocasión, los bombardeos israelíes dejaron 253 muertos en Gaza. En Cisjordania murieron 11 palestinos por...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autora >

Leena Dallasheh

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. juan-ab

    En el artículo “Los palestinos hablan el lenguaje de la violencia que Israel les enseñó” (Rebelión, 10.10.23), del periodista -este sí digno de ese nombre- estadounidense Chris Hedges leemos: “El filósofo israelí Yeshayahu Leibowitz, a quien Isiah Berlin llamó “la conciencia de Israel”, advirtió de que si Israel no separaba Iglesia y Estado engendraría un ‘rabinato’ corrupto que deformaría el judaísmo hasta convertirlo en una secta fascista. “El nacionalismo religioso es a la religión lo que el Nacionalsocialismo fue al socialismo”, decía Leibowitz, que falleció en 1994. Él predijo que “los árabes serían los trabajadores y los judíos los administradores, inspectores, funcionarios y policía, especialmente la policía secreta. Un Estado que gobierne sobre una población hostil de un millón y medio o dos millones de extranjeros tendría que convertirse necesariamente en un Estado policial, con todo lo que eso implica para la educación, la libre expresión y las instituciones democráticas. La corrupción que impera en todo régimen colonial prevalecería también en el Estado de Israel. La administración tendría que suprimir la insurgencia árabe por un lado y adquirir colaboracionistas árabes por el otro. También hay buenas razones para temer que las fuerzas de defensa de Israel, que hasta ahora eran un ejército del pueblo, degenerarían al convertirse en un ejército de ocupación, y sus comandantes, que se habrían convertido en gobernadores militares, se parecerían a sus colegas de otras naciones”. Leibowitz preveía que la ocupación prolongada de Palestina generaría inevitablemente “campos de concentración”. “Israel –afirmaba– no merecería existir, y no valdrá la pena salvaguardarlo”. La próxima etapa de esta lucha será una campaña israelí de matanzas a gran escala en Gaza, que ya ha comenzado. Israel está convencido de que mayores niveles de violencia aplastarán finalmente las aspiraciones palestinas. Israel se equivoca. El terror que Israel inflige es el terror que obtendrá.”

    Hace 10 meses 11 días

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí