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FICCIÓN POLÍTICA

‘East Side’ y ‘La lección’: dos series que explican el odio israelí hacia los palestinos

La sociedad israelí aún es capaz de cuestionarse sus prejuicios a través de guiones muy poco autocomplacientes, pero la violencia cotidiana que reflejan está profundamente arraigada

Jesús Cuéllar Menezo 16/02/2024

<p>Fotograma de la serie israelí <em>La lección</em>./<strong> Filmin</strong></p>

Fotograma de la serie israelí La lección./ Filmin

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La lección y East Side son dos series israelíes recientes que pueden ayudarnos a comprender el contexto del prolongado conflicto palestino-israelí, que, desde la invasión de Gaza, posterior a los ataques realizados por Hamás en territorio israelí en octubre del año pasado, ha alcanzado niveles de violencia nunca vistos en las últimas décadas. La primera obtuvo el primer premio en Cannes Series 2022 y su joven protagonista, Maya Landsmann, ha logrado varios galardones por su interpretación, dentro y fuera de Israel. La segunda también ha tenido cierto éxito en el país, hasta el punto de que ya está confirmado el rodaje de una segunda temporada. Ambas se pueden ver en Filmin.

Desde dos puntos de vista muy diferentes, ambas series, estrenadas en Kan 11, uno de los canales de la televisión pública de Israel, abordan cuestiones clave de la realidad del país: el racismo antiárabe y la política de expulsión de los palestinos de Jerusalén Este.

La lección, creada por la escritora Deakla Keydar y dirigida por Eitan Tzur, narra la historia de Amir, un carismático profesor de Educación Cívica de secundaria (interpretado por Doron Ben-David, una de las estrellas de la serie Fauda). Para dar cancha a Lian, una descarada y problemática alumna con problemas de autoestima por su sobrepeso, Amir se ve envuelto en una virulenta discusión política en la que parte de los alumnos acaban gritando “¡Muerte a los árabes!” en clase, después de que su compañera proponga que se les prohíba la entrada a las piscinas de los judíos por su supuesto acoso a las mujeres. A partir de ese momento, todo se le va complicando a Amir. Recién divorciado, tozudo y demasiado seguro de sí mismo, el profesor va cometiendo error tras error en la gestión de la agria disputa que se establece entre él y la alumna. Por su parte, Lian logra progresivamente superar sus complejos y empoderarse gracias a la ayuda de Asi, un joven taciturno e irascible, traumatizado por la situación de su hermano mayor, exmilitar incapacitado tras la explosión de una bomba palestina. Asi la incita a colgar un vídeo en internet que muestra a Amir aludiendo a los “crímenes de guerra” cometidos por el ejército israelí y la grabación acabará haciéndose viral. Uno de los momentos cumbre de la serie tiene lugar en un plató de televisión, al que Amir y Lian acuden a debatir y matizar sus respectivas posiciones, aunque esta exposición mediática no contribuya precisamente a aplacar los ánimos.

Esta serie corta (seis episodios de menos de una hora cada uno), inspirada en varios casos reales de profesores israelíes que perdieron sus puestos por expresar opiniones políticas en el aula, afronta desde el primer capítulo el conflicto que da pie a la trama, y lo hace con una valentía y una claridad sorprendentes para un país, Israel, que, a juzgar por las noticias que nos llegan, muestra cada día tendencias más extremistas y antiárabes. Amir, un profesor que en su juventud ha sido soldado en el Líbano, desafía a sus alumnos a ponerse en la piel de los “árabes” de su país (como señala Lina Meruane en Volverse palestina, los judíos israelíes evitan hablar de “palestinos”), marginados dentro de Israel, y lo hace remitiéndose incluso al Holocausto (algo a lo que también se atrevía en 1949 S. Yizhar en la clásica novela Hirbet Hiza, Un pueblo árabe).

Pero La lección, atacando el núcleo del racismo que cada vez ha ido calando con más fuerza en la sociedad israelí, no presenta personajes planos, ni muestra buenos y malos sin matices, porque los defensores de las medidas discriminatorias contra esos “árabes” pueden estar, a su vez, marginados, por su aspecto físico, como Lian, o por su clase social, y critican igualmente a los colonos judíos que viven con más comodidades en kibbutzim cerrados en los que nadie puede entrar. Además, el arrogante Amir también tiene mucho que aprender en su relación con los jóvenes a los que imparte clase, e incluso con sus propios hijos.

La lección no presenta personajes planos, ni muestra buenos y malos sin matices

En una entrevista concedida a la revista Variety, la creadora de la serie, Deakla Keydar, profesora de guion cinematográfico, declaró que, después de presentar la serie en un centro de enseñanza, un alumno árabe se mostró más indignado con la forma en que Amir se dirigía a sus alumnos que con el hecho de que estos gritaran: “¡Muerte a los árabes!”. Cuando Keydar le mostró su sorpresa, el estudiante contestó que esa era una frase que los israelíes de origen árabe escuchaban todos los días y que ya no les sorprendía. La lección muestra precisamente eso: lo integrado que está ese racismo en la vida cotidiana de israelíes de toda condición, y especialmente en la de los más jóvenes, y lo difícil que resulta en la vida cotidiana la coexistencia entre ambos colectivos. Pero también habla del enfrentamiento y las dificultades de comprensión entre adolescentes y adultos, entre padres e hijos, y de la sobreexposición de todos ellos a las redes sociales y los medios de comunicación, que acaban sacando de quicio algo que quizá podría haberse resuelto en el seno de la comunidad educativa. 

East Side, por su parte, afronta también un espinoso asunto, el de la progresiva expulsión de los palestinos de sus propiedades en Jerusalén Este, la zona de la ciudad que, según los difuntos Acuerdos de Oslo, tendría que ser la futura capital del Estado palestino. Con ritmo de thriller y un tono más comercial que La lección, East Side muestra los despiadados tejemanejes de un exmiembro del espionaje israelí, Momi (Yehuda Levi), que ahora se dedica a ejercer de intermediario para ricas asociaciones judías entregadas a la compra, a buen precio, pero con graves extorsiones en caso de resistencia, de propiedades de palestinos en la ciudad vieja de Jerusalén.

Según una ley promulgada en 1973 (la llamada en inglés Absentee Property Law), los judíos que puedan demostrar un vínculo previo a 1948, fecha de la independencia de Israel, con el propietario judío de cualquier inmueble de la ciudad santa, podrán reclamar su propiedad. No así los árabes, que de facto tienen prohibido adquirir propiedades en otras partes de la ciudad que no sean el Este y que tampoco pueden reclamar las que sus antepasados tenían en territorios de los que fueron expulsados durante la Nakba (expulsión masiva de población palestina tras la independencia de Israel).

En este complejo escenario se desarrolla la historia de Momi, empeñado en sacar el máximo partido a sus despiadadas actividades para conseguir que su hija, que padece un trastorno del espectro autista, entre en las fuerzas armadas (el ejército de Israel tiene un programa para personas con autismo). Pero Momi, moviéndose como pez en el agua entre judíos y árabes, no solo se aprovecha de palestinos agobiados por las deudas que deciden vender sus casas sin saber que van a parar a judíos, también intenta hacerse con estratégicas propiedades del patriarcado ortodoxo griego de Jerusalén, uno de los principales terratenientes de la ciudad (afectado en 2004 por un escándalo de venta ilegal de inmuebles, en el que en parte se ha basado esta serie).

East Side, dirigida, al igual que La lección, al gran público israelí, no duda en mostrar a las claras las presiones ilegales a las que se ven sometidos los palestinos para vender sus casas, pero no menciona el “debilitamiento de los derechos de residencia” de los propietarios árabes de la ciudad a manos del Estado israelí, denunciado por organismos como Human Rights Watch, ni que desde 1967 dicho Estado, propietario de más de más del 90% del territorio del país, comenzó a anexionarse territorios en Jerusalén Este. Sin embargo, sí refleja de forma explícita la brutalidad con la que actúan las fuerzas de seguridad palestinas, que amenazan de muerte a quienes venden sus propiedades a judíos, aunque sea sin saberlo. De hecho, desde 1997 la legislación palestina condena a la pena capital, por alta traición, a quienes lo hagan, aunque ese veredicto no suele cumplirse, pero sí implica largas penas de cárcel. Lo que parece indudable es que la población árabe de Jerusalén Este, al igual que la palestina en los territorios ocupados, también sufre abusos por parte de fuerzas policiales y milicias palestinas, tal como han denunciado diversas películas palestinas como Omar de Hany Abu-Hassad, Los informes sobre Sarah y Saleem, de Muayad Alayan o Gaza, mon amour, de los hermanos Nasser.

Tanto La lección como East Side describen un Israel bastante opresivo

Tanto La lección como East Side describen un Israel bastante opresivo, sobre todo para la población no judía (incluida la cristiana ortodoxa), pero también para los judíos que de algún modo cuestionen la ideología dominante. En ambas se constata igualmente la omnipresencia del ejército en la vida civil y los peajes que le impone. Todos los ciudadanos israelíes, salvo los árabes, deben cumplir obligatoriamente casi tres años de servicio militar y las Fuerzas de Defensa Israelíes visitan con frecuencia los institutos para reclutar a jóvenes de ambos sexos, aunque, como se afirma en uno de los capítulos de La lección, citando fuentes castrenses, “uno de cada dos israelíes no se ha alistado o no ha completado el servicio militar”.

A la hora de retratar la sociedad de Israel, estas dos series de éxito en el país prácticamente no abordan el hecho de que el Estado judío ejerce un brutal control colonial sobre Gaza y Cisjordania (una realidad de la que prácticamente ninguna película palestina puede escapar). En La lección, Asi, el amigo radical de Lian, traumatizado por la discapacidad de su hermano, grita enfurecido “¡Palestina es mía!” a unos jóvenes árabes desconocidos, y esta es la única mención directa a Palestina que aparece en ambas series.

Hoy resulta prácticamente imposible atisbar un futuro que dé paso a una relación de coexistencia pacífica

Estas dos interesantes obras dejan en el espectador un regusto agridulce. Por una parte, parece que la sociedad israelí aún es capaz de cuestionarse sus prejuicios más peligrosos y rechazables a través de guiones muy poco autocomplacientes que no solo llegan al gran público, sino que incluso son valoradas y premiadas dentro del país. Pero, por otra parte, se diría que los prejuicios y la violencia cotidiana que reflejan están profundamente arraigados en su sociedad, y hoy por hoy resulta prácticamente imposible atisbar un futuro que dé paso a una relación de coexistencia pacífica entre ambas comunidades. 

La lección y East Side son dos series israelíes recientes que pueden ayudarnos a comprender el contexto del prolongado conflicto palestino-israelí, que, desde la invasión de Gaza, posterior a los ataques realizados por Hamás en territorio israelí en octubre del año pasado, ha...

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