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Una devaluación de la moneda dos días después de asumir. Un protocolo antipiquetes que no se adecúa a los estándares internacionales de derechos humanos. Un decreto sin necesidad ni urgencia que desregula la economía y cambia las leyes del funcionamiento del país. Un proyecto de ley inabarcable y regresivo que no tuvo éxito ni en el pleno de los parlamentarios aliados y que el gobierno tuvo que retirar de la discusión. Hace apenas dos meses que Javier Milei asumió la presidencia en Argentina, pero el daño que ya causó a la clase trabajadora es mayor incluso –según estimaciones de algunos gobernadores– al que generó en sus cuatro años de gobierno su aliado en la derecha local, el empresario Mauricio Macri.
Mucho se habló ya de las causas de su triunfo por sobre el candidato del peronismo y del surgimiento de la gran base social que lo apoya y que hasta hace unos meses parecía oculta en la sociedad. Liberal en lo económico, conservador en lo político, autoritario en lo social. Las preguntas ahora giran en torno a si el ultraderechista logrará efectivamente consolidar un “movimiento popular de derecha” o si sus votantes perderán tarde o temprano la esperanza inicial. ¿Saldrán ellos también a la calle a protestar por la vulneración de sus derechos? ¿Podrá Milei contener el descontento de una sociedad empobrecida y con un hartazgo sideral?
Magdalena Chirom (Buenos Aires, 1990) es socióloga, especialista en comunicación política y coordinadora de la consultora Disputar. Antes de las elecciones hizo varios estudios focales e identificó que los votantes “libertarios” tenían fe, además de bronca. Ahora, a dos meses de la asunción, utiliza la metáfora del ciberanzuelo o clickbait, ese titular sensacionalista que te hace pinchar en el enlace para encontrar un contenido a menudo decepcionante, y le dice a CTXT que “la dimensión material de la vida de las personas es clave para la consolidación del gobierno” y que, si las cosas no cambian, en marzo la situación de La Libertad Avanza se va a complicar.
¿Cómo viste estos primeros dos meses de Milei?
Hay mil rasgos de acuerdo a la óptica en que lo mires, pero quiero destacar uno particular que es lo que para mí se denomina “el gobierno bait”. Incluso, se puede ir más allá y preguntarse si no se quiere construir un “populismo bait”. Su principal fuerza, con la que llegaron al gobierno, es la viralidad que logran en redes sociales con sus comentarios, intervenciones y propuestas. A partir de la utilización de la provocación estratégica, que consiste en hacer algo por fuera de lo políticamente correcto o lo esperable para generar una reacción tan grande que haga crecer el mensaje, fueron expandiendo sus ideas, sumando apoyos y corriendo el límite del debate. Por supuesto esto fue posible gracias a un contexto de crisis económica y política profunda que podemos reponer en otro momento. Esto no es nuevo, es el ABC de la alt-right en todo el mundo. Lo que creo que es más novedoso es que, por el momento, pareciera que piensan que el gobierno puede sostenerse casi únicamente en esta fuerza y, por ende, esa es la unidad de medida principal que toman para evaluar el éxito de sus políticas. Sin ir más lejos, Milei está obsesionado con las métricas de sus redes. Por supuesto también está el apoyo de las multinacionales y los grandes empresarios, pero este apoyo, como sabemos, así como llega se puede ir si ve que no hay condiciones de gobernabilidad.
La construcción de un enemigo es parte de cualquier discurso político transformador, la de Milei es típica del fascismo
¿Qué característica tiene ese “Gobierno bait”?
Creo que se puede dividir en tres categorías: discurso bait, represión bait y gobernabilidad bait. El discurso bait es un discurso pensado exclusivamente para ser viral y consolidar a los propios. No busca generar consensos, ampliar el público al que se le habla. Refuerza constantemente quiénes son los enemigos: “la casta”, “los zurdos”. No es un discurso con características de comunicación de gobierno ni parece buscar serlo. Llamo represión bait a dos maneras de disciplinar la protesta social mediante la comunicación. Por un lado, con la espectacularización de la represión. El gobierno festeja la violencia contra “los zurdos” y por momentos hasta se divierte con ella. Busca que la represión sea viral y así generar un efecto disciplinador. La otra manera, que es la más novedosa, es la represión vía redes sociales mediante el doxxeo y el hostigamiento. Por último, la gobernabilidad bait implica buscar que tu sostén principal sea la propia fuerza que generan las redes sociales. Acá un elemento interesante es que, al menos por ahora, el gobierno no logró ninguna muestra de apoyo social masiva en las calles. Ante la carencia de esa foto, la masividad se “muestra” mediante la creación de imágenes de inteligencia artificial en donde se ve a un león (Milei) rodeado de miles de personas. Esto se diferencia fuertemente del resto de los proyectos de ultraderecha como el de Bolsonaro o Trump, que lograron tener su propia base movilizada. Veremos si esto se mantiene así y el apoyo traspasa las pantallas o si la crisis económica impacta demasiado rápido como para permitírselo.
Respecto a la construcción del enemigo, ¿cuál es la estrategia de Milei? Pareciera tener una fijación con el socialismo en un sentido muy amplio…
La construcción del enemigo en Milei es clave para que funcione su relato completo. El llamado a despertar leones para recuperar la libertad no funciona sin enojarse con quien “quita” esa libertad. En su caso, ese enemigo es la política tradicional. Si bien la construcción de un enemigo es parte necesaria de cualquier discurso político transformador, la de Milei es, y hay que decirlo con todas las letras, típica del fascismo. Aparecen la obsesión con los “zurdos”, la violencia y el ensañamiento con quienes piensan diferente.
El gobierno festeja la violencia contra “los zurdos” y por momentos hasta se divierte con ella
Antes de Milei se hablaba de una grieta entre el peronismo y antiperonismo, o entre kirchnerismo y antikirchnerismo. A juzgar por estos dos meses, ¿crees que eso persiste o tenemos que hablar de una post grieta entre otras cosas?
La grieta kirchnerismo-antikirchnerismo es todavía utilizada, al menos en términos de discurso, por el partido que fundó Macri, el PRO, y algunos sectores de Juntos por el Cambio, la alianza que integra. Pero si se observan los comunicados principales de La Libertad Avanza, la coalición de Milei, la pelea es con la “casta”, que es una categoría más amplia. A mi parecer se está formando una nueva grieta, pero creo que es pronto para dar respuestas cerradas sobre estos temas.
Votantes en foco
En la previa de la elección, ¿qué diferencia notaban en los grupos focales que realizaban entre quienes votaron luego a Milei y quienes se inclinaron por la opción del peronismo?
En la entrevista grupal, una de las preguntas que hacíamos era cómo se sentían las personas respecto a la elección que se venía. Algunos nos decían que estaban muy angustiados, preocupados, que tenían incertidumbre, que estaban enojados. Otros que tenían fe, que tenían ganas de votar. Con el desarrollo de los encuentros nos fuimos dando cuenta de que lo que tenían en común estos últimos era que querían que Milei ganara la elección, mientras que los primeros se identificaban más con el peronismo o por lo menos ya habían votado a esa fuerza en otra oportunidad. Esa gente estaba más angustiada, no veían la luz al final del túnel. Los únicos que sí la veían eran los que votaban a Milei.
Milei busca que la represión sea viral y así generar un efecto disciplinador
¿Y esa fe en qué se basaba?
Diría que era un estado emocional en el que se encontraban esas personas, que me parece más significativo que simplemente decir que creían o no creían en algo. Sobre todo había esperanza en la idea de que, por fin, según entendían, iba a haber un cambio. Ellos percibían que hacía muchos años, al menos ocho, era todo lo mismo. Varias de esas personas tenían una opinión positiva de [la expresidenta] Cristina Fernández de Kirchner, pero veían que en ese momento estaban todos los políticos peleándose entre sí mientras ellos cobraban cada vez menos salario y todo era más difícil. Milei aparecía entonces como alguien que podía romper la rueda, mejorar la economía, permitirles volver a proyectar. Era muy sorprendente pero una parte grande se sabía de memoria el programa de Milei. Tenían muy en claro sus propuestas y les gustaba que no fuera un “político profesional”.
¿Esa fe que tenían/tienen los votantes de Milei era/es colectiva? ¿O estamos en una época de lo individual?
Una de las narrativas principales con las que Milei llega al poder es que hay un sujeto colectivo que tiene que enfrentarse al poder para conseguir su libertad. Después vamos a discutir el contenido de ese sujeto colectivo, pero me parece importante decir que ese esquema es muy parecido al esquema de utopías que se construyó desde la izquierda y desde el peronismo en otro momento. Eso es importante verlo para comprender por qué hay un núcleo que cree en sus ideas. Yo creo que no hay dudas de que Milei llega al gobierno con un nuevo “nosotros”, al menos entre esa gente más convencida. Por eso no me convence la idea de que su gobierno sea el resultado de un profundo individualismo, aunque exista, porque creo que no nos permite analizar la complejidad del fenómeno. Después están los límites, quién queda afuera y quién adentro. Pero me parece que eso en todo caso va a estar un tiempo en movimiento.
Escribiste que “la historia indica que aquellos movimientos que surgieron como catalizadores de la bronca pueden politizarse y convertirse en ideología”. ¿Creés que en Argentina se puede estar gestando un movimiento popular de derecha?
Creo que está por verse. La lógica de construir poder de Milei va en esa dirección y se ve un arraigo social de sus ideas que no se veía desde hace tiempo en espacios por fuera del peronismo. Pero si sus ideas se traducirán en un movimiento popular que las defienda, o si se desarma porque era más bien líquido, frágil, creo que está por verse. Hay que estar atentos a los signos de alarma.
Una devaluación de la moneda dos días después de asumir. Un protocolo antipiquetes que no se adecúa a los estándares internacionales de derechos humanos. Un decreto sin necesidad ni urgencia que desregula la economía y cambia las leyes del funcionamiento del país. Un proyecto de ley inabarcable y regresivo que no...
Autora >
Paula Sabatés
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