CRÓNICA HIPERBÓREAS
Feijóo y el déjà vu
La esencia de la estrategia feijoana es la demolición personal del adversario, aprovechando que los entornos familiares no suelen tener el blindaje de alguien que ha decidido dedicarse a la política
Xosé Manuel Pereiro 26/04/2024
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Tengo personas amigas, sin ser ellas del PSOE, ni irles ni venirles para sus perspectivas laborales, que apenas han logrado dormir la noche después de que Pedro Sánchez anunciase vía epistolar que deshojaría la margarita de su dimisión durante el fin de semana, y que el lunes conoceríamos qué había decidido. Y amigos al borde del ataque de nervios, echando mano de las reservas de ansiolíticos. Yo también sufrí esa mezcla de excitación e incredulidad inherente a ser testigo, aunque pasivo, de los momentos históricos claves (“¿dónde estabas tú el 24 de abril de 2024?”). En mi caso, la epifanía adoptó la forma de déjà vu.
No, no recuerdo –ni nadie, salvo que quede vivo alguien contemporáneo de Amadeo de Saboya– una dimisión, consumada o en grado de tentativa, de tal calibre (la de Adolfo Suárez fue, entre otras cosas, porque se le deshacía el partido, cosa que aquí no pasa). Lo que me vino a la memoria son los métodos utilizados y cómo empezó todo. Se están sacando a relucir los casos de Lula y Dilma Rouseff, de Podemos, de Antonio Costa o de Mónica Oltra. En todos ellos se han concatenado tres factores: una clase política demagoga que incita (“los autores intelectuales”, según la novedosa figura jurídica ideada por José María Aznar); unos medios que ponen en marcha la máquina del fango y unos jueces (y/o fiscales, dependiendo de cada sistema judicial) que lo afinen (según el método que pergeñaron un ministro del Interior y el director de una oficina antifraude). Pero en mi déjà vu quien aparece es Alberto Núñez Feijóo. Él ni siquiera necesitó la tercera pata del banco.
Galicia. Corría el Año del Señor de 2009, salvo que el Señor (Fraga) había sido derrotado cuatro años antes y rumiaba su exilio en el Senado. El Gobierno de coalición de PSdeG y BNG convocaba las elecciones para marzo, y se producía una conmoción en la fuerza mediática. El principal diario, y el único con lo más parecido a una cobertura gallega, despachaba todos los días en portada el caso de una pobre anciana (en ocasiones ancianos) que llevaba meses esperando que en la vicepresidencia de Igualdad (del BNG) reconociesen su grado de dependencia. En algún diario madrileño apareció una foto del vicepresidente Anxo Quintana en el yate de un gran empresario de la construcción. La imagen era antigua y había salido algún año antes en la sección veraniega de un diario local, pero el PP y los medios afines (casi todos), y por supuesto los militantes más auténticos del BNG, consideraron un escándalo que el líder del nacionalismo de izquierdas pisase un yate.
Durante la campaña, en los mítines de Feijóo (que obviamente sabía de sobra con quién había navegado, pero no que las fotos de su relación con un narco se harían públicas) aparecían imágenes del yate cubriendo los asientos. Quintana hizo la suya afrontando los terribles dolores de una artritis psoriásica, las vicisitudes de una separación conyugal y las acusaciones nada veladas de que maltrataba –él, el vicepresidente de Igualdad– a su mujer. El pasado miércoles 24, un tuit recordaba uno de aquellos titulares, las declaraciones del presidente provincial del PP y de la Diputación de Ourense (la del líder nacionalista), José Luis Baltar: “Baltar niega que llamase a Quintana maltratador, pero dice que ‘cuando se molesta es que algo hay’”. Lo que pasa es que hay gente con muy poco aguante. El BNG perdió un diputado, y con él, el gobierno.
Tiempo después se supo que el editor de aquel periódico influyente que sacaba a los ancianos desatendidos en portada le había exigido al vicepresidente que anulase el concurso eólico que había promovido la parte nacionalista del gobierno y lo acomodase a sus pretensiones, o que se atuviese a las consecuencias. “Una cosa es tener el gobierno y otra tener el poder”, resumía después Anxo Quintana. La tercera edad desamparada desapareció para siempre de las portadas.
En resumen, en el método Feijóo, el concurso de un juez que use la ley como las chaquetas con mangas de quita y pon, dependiendo del tiempo y las circunstancias, no es condición necesaria. La esencia de la estrategia feijoana es la demolición personal del adversario, aprovechando que los entornos familiares no suelen tener el blindaje de alguien que ha decidido dedicarse a la política. Seguro que les suena: “Tiene usted una familia preciosa…”. El juez que obedece desde su puesto de práctica impunidad los deseos de Aznar (“que cada uno haga lo que pueda”) y/o quiere complacer a su hija concejala ha sido la gota de agua, pero el vaso ya estaba a rebosar por el fango que escupían las cloacas.
Feijóo anunció que si fuese presidente –es decir, cuando de verdad le apetezca– se cuidará muy mucho de que su pareja no ande metida en relaciones con empresas
En su faceta de adalid de la regeneración democrática que se avecina, Feijóo anunció que si fuese presidente –es decir, cuando de verdad le apetezca– se cuidará muy mucho de que su pareja no ande metida en relaciones con empresas. Supongo que lo dice como propósito de la enmienda, porque cuando fue presidente de Galicia, su hermana Micaela ascendió vertiginosamente en el escalafón de Eulen hasta ser delegada en el Noroeste gracias a unas adjudicaciones récord de la Xunta. De 2019 a 2023, la administración autonómica, organismos públicos y corporaciones locales, le dieron cerca de cinco millones de euros en contratos a dedo a la que sin duda debe ser la empleada de la década de Eulen. Y el entorno familiar o afectivo de Isabel Díaz Ayuso no fue el único donde crecieron los emprendedores a raíz de la pandemia. Universal Support, una empresa de telemarketing del cuñado del líder regeneracionista fue, según el Consello de Contas, la más beneficiada en Galicia de los fondos de contingencia creados por el Gobierno para luchar contra la pandemia. La Xunta de su cuñado le adjudicó por vía de urgencia contratos por más de 15 millones de euros.
Cuando la faceta de navegante de Feijóo se hizo pública –fuera de Galicia– alguien le reprochó que hubiese utilizado la imagen de Quintana cuando él era consciente de que tenía compañías mucho más peligrosas, el líder conservador negó la mayor: “Yo no sabía que se estaban usando”. Cuando algún periodista tenga un arrebato profesional y se le ocurra preguntarle por esas relaciones familiares, Feijóo responderá que esas decisiones no las tomaba él, sino unos funcionarios, o que en Galicia los apellidos Núñez y Feijóo son más o menos corrientes, o que uno no se puede divorciar de su hermana, o que alguien decide unirse con su pareja, no con el resto de su familia. O se quedará, como suele hacer, con cara de palo esperando la siguiente pregunta. Nunca llovió que no escampara, salvo que llueva fango.
Tengo personas amigas, sin ser ellas del PSOE, ni irles ni venirles para sus perspectivas laborales, que apenas han logrado dormir la noche después de que Pedro Sánchez anunciase vía epistolar que deshojaría la margarita de su dimisión durante el fin de semana, y que el lunes conoceríamos qué había decidido. Y...
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Xosé Manuel Pereiro
Es periodista y codirector de 'Luzes'. Tiene una banda de rock y ha publicado los libros 'Si, home si', 'Prestige. Tal como fuimos' y 'Diario de un repugnante'. Favores por los que se anticipan gracias
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