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LA COLMENA DE CRISTAL

¡Que vienen los rusos!

Notas sobre lo importante, lo trascendente y otras pamplinas

Ignacio Echevarría 21/06/2024

<p>Pedro Sánchez recibe a Volodimir Zelenski a su llegada al Palacio de la Moncloa, el 27 de mayo de 2024. / <strong>Borja Puig de la Bellacasa (La Moncloa)</strong></p>

Pedro Sánchez recibe a Volodimir Zelenski a su llegada al Palacio de la Moncloa, el 27 de mayo de 2024. / Borja Puig de la Bellacasa (La Moncloa)

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02.05.24

Impresionante este vídeo de Isabel Díaz Ayuso presidiendo la parada militar del 2 de mayo en Madrid. Imposible glosar con palabras su compostura, esa gestualidad aniñada, la expresión tímidamente retadora, como de niña traviesa haciendo la Primera Comunión. Increíble la ceremonia entera, propia de una ópera bufa, o de una adaptación moderna de Ubú rey. Pero más increíble aún es que el Ministerio de Defensa de un Gobierno que se declara de izquierdas haya autorizado, como número estelar del guiñol ayusista, una exhibición de la Patrulla Águila del Ejército y del Espacio que con sus cazas dibujó en el cielo madrileño la bandera de España. Se trata de una gentileza, al parecer, de la siempre inspiradísima y marcialísima ministra Robles, la gran perla de este Gobierno. Por lo visto, nunca antes se había consentido algo así para actos relativos a festejos de ámbito autonómico. ¿Y cuánto habrá costado el regalito? Empezamos bien el mes.

04.05.24

Gran escandalera a propósito de la decisión del ministro Urtasun de suprimir el Premio Nacional de Tauromaquia. En el fuego cruzado de apologías y agravios, cómo no recordar los posicionamientos respecto a las corridas de Rafael Sánchez Ferlosio, que en su día fue muy aficionado a “la fiesta”, hasta el extremo de emplearse como cronista taurino. Corría el año 1980 y desde las páginas de Diario 16, en plena Feria de San Isidro, escribía cosas como ésta: “Confesaré que a mí, personalmente, me gusta ver corridas, pero me tiene sin cuidado el porvenir de semejante institución cultural. No me parece motivo suficiente para conservarla el hecho de que pertenezca a las esencias de la españolez, porque antes habría que justificar que esas esencias deban ser conservadas o averiguar si los españoles deben seguir pareciéndose a sí mismos”. En una de sus crónicas, Ferlosio salía al paso de una polémica suscitada por el efímero ministro de Cultura Ricardo de la Cierva cuando declaró confusamente que los toros eran “anticultura”. La crónica en cuestión se titulaba “Los toros como Antiespaña” y no tiene desperdicio, mucho menos leída al calor de la reciente actualidad. Los escritos de Ferlosio a propósito de los toros constituyen, en su conjunto, una lectura fascinante, con su mezcla de atracción y rechazos, ya desde las agudísimas consideraciones volcadas en Las semanas del jardín (1974). Están todos recogidos en la edición de los Ensayos completos de la que me ocupé en su día (Debate), y El Paseo Editorial tuvo la buena iniciativa de reunirlos monográficamente en un volumen titulado Interludio taurino y otros textos sobre los toros (2022). Pero en los cuadernos de notas de Ferlosio se conservan un montón de apuntes inéditos que algún día habrá que exhumar oportunamente. Con algunos de ellos armó una de sus últimas tribunas, “Patrimonio de la Humanidad”, que dio ocasión a una réplica airada de Mario Vargas Llosa, valedor entonces de Esperanza Aguirre, a la que Ferlosio clavaba una banderilla en su artículo. Éste terminaba con las siguientes palabras: “La corrida de toros revela la inclinación gestual del alma de los españoles, tantas veces gesteros en el café, gesticulantes en la plaza. Mi ferviente deseo de que los toros desaparezcan de una vez no es por compasión de los animales, sino por vergüenza de los hombres”.

06.05.22

Los escritos de Ferlosio a propósito de los toros constituyen, en su conjunto, una lectura fascinante

Aunque este mes de mayo no está siendo particularmente caluroso, el verano apunta, y como cada año las indumentarias se aligeran y exponen a la luz zonas de la piel que llevan meses tapadas. Por lo que toca a las mujeres, brazos y piernas y hombros y escotes y cinturas se sacan a relucir, y la piel aún no curtida por el sol acusa su propio desnudamiento. Hay algo de intimidad al descubierto en esta palidez de pronto exhibida, que enciende y escandaliza las miradas rijosas (“escándalos de nieve”, decía el padre Benito Jerónimo Feijoo para referirse a los pechos de las mujeres). La cosa guarda una remota semejanza con el efecto que produce una oveja recién esquilada. Con esta peregrina asociación latiéndome en la cabeza, llamó mi atención el siguiente pasaje de Viaje a la Alcarria, de Camilo José Cela: “Unos trasquiladores, muralla adentro, pelan ovejas en una cuadra que da a la calle. El vellón sale entero, como una camiseta, lleno de grasa, y las ovejas se quedan en cueros vivos, flacas, ventrudas, desgarbadas. Unos niños miran, viciosamente, mientras sonríen en silencio. El ver trasquilar ovejas, en una cuadra más que tibia, ardorosa, y llena de un olor acre, profundo, es sin duda un espectáculo adormecedor, una incitación ancestral que ayuda a poner los mocitos en sazón cuando, sin pararse a ver por qué,se mezclan la cachondería y la crueldad en un remoto, inconfesable hervor de la sangre”. Qué trazas se da siempre Cela para detectar los elementos más primitivos, más animales del sexo y cuanto lo rodea. El ingrediente de crueldad que Cela detecta en la escena me lleva, por cierto, de nuevo mediante una peregrina asociación, a recordar las terribles fotos de Robert Capa tomadas en la localidad francesa de Chartres en 1944. En ellas se ve a una multitud vejando a una muchacha a la que acaban de rapar la cabeza por haber mantenido relaciones con un soldado de las fuerzas de ocupación alemanas. La muchacha lleva un bebé en brazos, y sólo lo mira a él, sólo a él, tratando así de abstraerse de las risas y los escarnios de las mujeres que la escoltan y la increpan.

08.05.24

¿Por qué demonios se está extendiendo a toda prisa la costumbre de hablar por teléfono dando volumen a la voz del interlocutor? Trato educadamente de corregir este estúpido uso toda vez que –con frecuencia creciente– me incordia, y sólo cosecho perplejidades y enfados. Esto de hacer pedagogía social me va a costar cualquier día un disgusto.

14.05.24

Al menos una vez a la semana converso con Gonzalo Torné para ver cómo empujamos juntos el Ministerio de CTXT. Un pretexto como cualquier otro para intercambiar ideas y observaciones, y reírnos juntos de algunas cosas. Por ejemplo, de la alarmante proliferación, entre el establishment cultural, de actitudes y retóricas comparables a las que, hace nada menos que cuarenta años, Rafael Sánchez Ferlosio denunciaba y ridiculizaba en una tribuna justamente famosa. El caso es que, entre jerarcas culturales lo mismo que entre escritores y artistas de toda laya, se aprecia una cada vez más sonrojante ausencia de pudor, una frivolidad cada vez más desinhibida. Sirva este introito para encuadrar una de las primeras iniciativas del flamante director del Museo Reina Sofía, Manuel Segade. Ni corto ni perezoso, se ha apresurado a suscribir un acuerdo con la Asociación de Creadores de Moda de España (ACME) para renovar el vestuario de los vigilantes del museo. Con este propósito, la ACME convocó un concurso que ha ganado la firma barcelonesa Lola Casademunt by Maite, “habitual de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid”. Copio los datos de la noticia tal y como la transmite la agencia EFE. Lola Casademunt ganó el concurso  “con una propuesta de aires orientales, una colección de prendas sin género, que incluye un abrigo acolchado en color negro con un adorno en el cuello que simula una bufanda, una chaqueta con pliegues orgánicos como si de un origami se tratase, camiseta con el logo corporativo en blanco, pantalones de corte culotte y deportivas fabricadas con ecopiel. Una estética nipona que se acompaña con un pañuelo en un satén bicolor, unos uniformes ‘cómodos, versátiles y sofisticados’, según la creadora”. Por su parte, Manuel Segade ha valorado la capacidad del diseño de Casademunt para adaptarse a todo tipo de cuerpos, “generando al mismo tiempo un volumen interesante y una silueta singular que será muy bien percibida en las salas”. De los atuendos ideados por Casademunt le gusta a Segade, muy particularmente, el “toque asiático y acento urbano, muy adecuado para un museo de arte contemporáneo”. La diseñadora añade que sus propuestas son siempre “una simbiosis entre arte y moda, dos disciplinas que se combinan a la perfección a través de estas prendas en las que destaca la elegancia y la sobriedad”. La firma Lola Casademunt by Maite “es una empresa de moda y accesorios femenina que cuenta con más de 23 tiendas propias, y tiene también presencia en mercados internacionales como Europa con más de 550 puntos de venta”. Todo ideal, como puede verse. Y muy oportuno, en estos tiempos de abundancia. ¡Vayamos todos al Reina Sofía para ver los nuevos uniformes! Me imagino la cara de circunstancias de los pobres vigilantes obligados a disfrazarse de judocas o de camareros de restaurante japonés de postín, luciendo su “volumen interesante” y su “silueta singular”. Bien por Segade, aficionado él mismo a las indumentarias sofisticadas, sin género, de aires asimismo “orientales”, por decir algo. Qué gran y esperada iniciativa la suya, qué prometedora de los rumbos de su gestión. El exministro Iceta debe de estar contentísimo.

15.05.24

Tengo una pésima memoria, más aún en lo relativo a mi infancia, que discurrió rodeada por toda una tribu de hermanos. Mi memoria infantil es coral, me resulta muy difícil segregar mis propios recuerdos de los de mis hermanos, unos y otros amasados a través de los años en un mismo relato. A pesar de lo cual, juro solemnemente acordarme de los días del estreno en Barcelona –sería en 1967 o 1968, estimo– de la célebre comedia norteamericana ¡Que vienen los rusos! (1966), dirigida por Norman Jewison. Estaba yo en casa de mis abuelos paternos, y escuché a mis tíos comentar la película, cuyo título contribuía a agitar los fantasmas cultivados por mi imaginación a raíz de tantas tertulias de sobremesa en que unos y otros no se abstenían de echar una y otra vez leña al fuego del infierno que ardía en la Rusia soviética. ¡Que vienen los rusos! Por mucho que cueste creerlo, crecí atenazado por este miedo. Lo he recordado al leer hoy en La Vanguardia una entrevista con el pensador y expolítico canadiense Michael Ignatieff, último Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Su titular reza: “Si Putin gana en Ucrania no creo que en 25 años haya una Europa”. Otro de los viejos intelectuales liberales enrolado en la “cruzada” democrática contra Rusia, con soflamas que dejan cortas las que aterrorizaban mi infancia. “Estamos en guerra. Los europeos están muriendo. La cuestión es si la guerra se extenderá. Si no detenemos a Putin en Ucrania, no podemos estar seguros de la seguridad del resto de Europa. Hay que detenerlo aquí. Decirle que no se pueden cambiar las fronteras en este continente por la fuerza. Y si lo intentas, te detendremos. Si logra violar la soberanía de un Estado europeo y aplastar una democracia, a 50 millones de personas que quieren vivir en libertad como lo hacen los españoles, no creo que dentro de 25 años haya una Europa”. ¿No hay nadie que le sugiera a Ignatieff echar un vistazo al menos a los artículos que en esta revista publica Rafael Poch sobre la guerra de Ucrania? Le haría un favor. Quien hace tales declaraciones es el mismo que, poco antes, en relación a la creciente polarización de la política española, comenta: “Para algunos, es un retorno de la guerra civil reprimida, de las divisiones internas de la sociedad. No lo creo. España ha tenido 50 años de fantástico éxito desde el fin del régimen de Franco. Es una de las grandes historias de éxito europeas”. Un lince.

¿No hay nadie que le sugiera a Ignatieff echar un vistazo al menos a los artículos de Rafael Poch sobre la guerra de Ucrania?

Ya puesta a rodar la memoria, rescato otro recuerdo de infancia, este más bien de adolescencia. Sería por los primeros años setenta. Yo cursaba bachillerato en el colegio de la Salle Bonanova, en Barcelona. Ese año teníamos como tutor al hermano Busqued, de la vieja guardia. Un anciano pirado que nos imponía el rezo del rosario y que un día llegó a clase provisto –lo juro– de unos impresos que distribuyó entre todos nosotros y que debíamos cumplimentar y firmar. Se trataba de una campaña de recogida de firmas dedicada a pedir, no sé a qué tipo de instancia, la conversión de Rusia al cristianismo, invocando la intercesión de la Virgen María. Recuerdo como si fuera hoy el respeto y la admiración que sentí por el único compañero de clase –Olivé se apellidaba– que le dijo al hermano Busqued que él no pensaba firmar eso. A mí ni se me había pasado esa posibilidad.

17.05.24

Distraídos venceremos, tituló el poeta brasileño Paulo Leminski su libro quizá más conocido. Me lo recuerda una amiga justo cuando acabo de leer, citada en una entrevista a Bruno Latour, esta frase del historiador francés Paul Veyne: “Las grandes transformaciones son tan sencillas como el movimiento que hace alguien que duerme para darse la vuelta en la cama”. No sé bien si hacer una lectura optimista o pesimista de estos dos enunciados.

¡Paul Veyne! Hace más de treinta años había dejado yo mi trabajo en Tusquets Editores y me había lanzado a la intemperie en que subsiste el proletariado editorial realizando todo tipo de trabajos: informes de lectura, correcciones tipográficas, traducciones del francés… Estas últimas me las procuraba sobre todo Alberto Cardín, que tenía buenos contactos con la editorial Júcar. Uno de los primeros libros que Júcar me encargó traducir fue Le pain et le cirque (1976), de Paul Veyne, un monumental estudio sobre el evergetismo en la antigua Roma. Se conoce por evergetismo (de evergeta, ‘bienhechor’) el complejo y competitivo sistema de dádivas que las grandes fortunas de Roma distribuían entre la plebe a efectos de ganarse su favor y consolidar su prestigio. Podría contarles cosas asombrosas acerca de esta práctica, ya común en la Grecia clásica, y que sobrevive en cierto modo en la arraigada tradición estadounidense del mecenazgo y, más subliminalmente, en los mecanismos que rigen los grandes medios de comunicación de masas, el deporte y, en general, todas las herramientas indirectas de control social. El caso es que, cuando estaba a punto de finalizar la interminable traducción de Le pain et le cirque (¡ochocientas páginas!) se me fundió el ordenador –era el primero que tenía– y hube de repetirla palabra por palabra. Para más inri, la traducción nunca llegó a ver la luz (quiero pensar que no por culpa de mi labor) y ese libro extraordinario, supongo que debido a su extensión disuasoria, permanece aún hoy inédito en castellano. Muchos años después un amigo editor me propuso publicar mi vieja traducción, pero para entonces yo ya había perdido los archivos correspondientes. Nunca he sido bueno para los negocios.

18.05.24

“Dudé durante horas / antes de matar al bicho. / Al final, / era un bicho como yo, / con derechos, / con deberes. / Y, sobre todo, / incapaz de matar un bicho, / como yo” (Paulo Leminski).

22.05.24

Cansado de currar, me conecto un rato al debate parlamentario que se emite hoy en directo. Tengo suerte: acaba de hablar Errejón y sube al estrado Gabriel Rufián. Me gusta el estilo de Rufián. Agradezco que apenas eche un vistazo a sus papeles. Esa sensación de peligro que siempre genera. Esa forma tan suya de interpelar, de tocar las narices, de irritar sin acaloramiento ni violencia, siempre con tranquilidad, con sorna soterrada. Uno lo escucha pensando que allí puede pasar algo, por muy previsible que sea el marco de su discurso. Por cierto: para cuándo la prohibición de los móviles en el Congreso, mucho más urgente que en los colegios. Para cuándo la prohibición de leer lo que va a decirse, todo lo más llevar una carilla con notas. Si usted no sabe decir lo que se propone decir, oposite a funcionario o a cuadro de partido, pero no sea diputado.

25.05.24

Polémica en Barcelona a propósito del cierre del Park Güell durante dos días, para la presentación de la Colección Crucero 2025 de Louis Vuitton. El alcalde Collboni hace oídos sordos a las quejas de los vecinos y de un sector de la ciudadanía, dado que está previsto que el impacto económico del desfile en la ciudad ronde los 400 millones. Muy comprensivo, Pietro Beccari, director general de la marca, declara: “Por supuesto, si hay alguien en la ciudad que no quiere turistas, entiendo las críticas. Pero si no, creo que también pone en escena la importancia cultural de Barcelona en el mundo, habrá miles de búsquedas en Google sobre Gaudí, porque hay hermosas imágenes de los mosaicos y el parque”. Justo lo que nos hacía falta a todos. Preguntado acerca de qué puede hacer alguien tan influyente como Bernard Arnault, el dueño de Vuitton, por este mundo en crisis, Beccari responde: “Nadie necesita un bolso Louis Vuitton para vivir, nadie. Pero mucha gente necesita un bolso Louis Vuitton para ser más feliz, para estar más motivado, para inspirarse, así que creo que eso es lo que podemos hacer nosotros. Y tratamos de hacerlo lo mejor posible”. Algo así debe de ser lo que entiende Collboni por obra social.

27.05.24

“Lo más importante y trascendente es ayudar a Ucrania lo más rápido posible”, ha declarado Pedro Sánchez tras reunirse con Zelenski e informar de que España ayudará a Ucrania con más de mil millones en ayuda militar, solo en este año 2024. Porque sin duda ayudar a Ucrania es “lo más importante y trascendente”.

30.05.25

“Y entonces fui al ángel y le dije que me diera el librito. Y él me dijo: Tómalo y devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel. Tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré, y fue en mi boca dulce como la miel; y cuando lo comí, me amargó las entrañas” (Apocalipsis 10:9).

02.06.24

Otra vez la Feria del Libro de Madrid. Qué poco me gustan las ferias, de lo que sea. Tanto menos si, como las del libro, se rebozan de fraseología ecuménica y humanista. Por debajo de ella, los objetivos son, cómo no, vender, vender, vender. Y no sólo eso, también crecimiento, crecimiento, crecimiento. Batir récords de ventas, de visitantes. A costa de lo que sea. Las bocas, eso sí, llenas de la palabra CULTURA. Sin dejar por eso de estar atentos a si viene o no la reina a dar su tradicional paseíllo, escoltada por el alcalde Almeida, por el ministro Urtasun, por la delegada Marta Rivera de la Cruz, por la concejala Andrea Levy... La flor y nata. Cultura, cultura. “El año pasado llegamos a los once millones de facturación y al millón y medio de visitantes”, explica jactancioso Daniel Fernández, eficiente y siempre jovial presidente de la Federación del Gremio de Editores de España. Este año, a por más. ¡A por más! Cultura, cultura. Y para que quede claro de qué hablamos cuando hablamos de cultura, el tema vertebral de esta 83ª edición de la feria es el deporte. “El deporte ilumina la Feria”: tal es el estupendo eslogan que abanderan este año los organizadores. Crecen las ultraderechas en todo el mundo, se juega a la guerra nuclear en Ucrania, llueven bombas sobre Gaza, millones de personas se hallan al borde de la hambruna en Sudán, pero a la industria del libro no le corresponde ocuparse de estas cosas, adónde íbamos a parar. Lo suyo es la cultura, qué demonios. Por eso trae como invitado de honor al periodista y divulgador francés Pierre Assouline, que participa con Leila Guerriero y el exfutbolista Miguel Pardeza en una mesa redonda sobre “Lectura y deporte”. Y, ya que se pasea por Madrid, compiten por entrevistarlo unos y otros. De origen sefardí, Assouline aprovecha para decir que lo que está pasando en Gaza es “muy triste”, sí, muy triste... Pero, ¡ojo!: “Es consecuencia de otra guerra, que duró un día y que pasó el 7 de octubre. 1.200 judíos muertos. El equivalente en España hubieran sido decenas de miles de muertos”. ¡Imagínense! De ahí que el bueno de Assouline, muy contrariado, declare sentirse “muy triste” también “por la postura del Gobierno español con el conflicto de Gaza”. Y añada, tristísimo: “Yo voto a la izquierda, y voté a Pedro Sánchez [Assouline tiene la nacionalidad española]. Pero estoy muy decepcionado”. Se diría que Sánchez y Yolanda Díaz pretenden, como él dice, “la supresión de Israel”. Pero lo que a Assouline le preocupa más que nada es “el creciente antisemitismo desatado en Europa y en Estados Unidos”, que atribuye a dos “culpables”: “Por una parte, el activismo virulento de extrema izquierda, y luego el activismo de los Hermanos Musulmanes, que están muy bien organizados. Esa conjunción ha creado, por ejemplo, el boicot de la universidad occidental. Estoy muy inquieto con la situación”. Lo de Assouline es un no vivir, ya que, por si todo esto no fuera suficiente, le preocupa también, dice, “la muerte del espíritu crítico”. Y sobre todo un dato verdaderamente terrible (que su agudo espíritu crítico le mueve a destacar muy por encima de la masacre de 36.000 palestinos): “El antisionismo ha adoptado por completo la retórica del antisemitismo: el 7 de octubre ha liberado el antisemitismo en el mundo, que estaba agazapado”. Ya de paso, el mismo Assouline, siempre con infinita tristeza, se pronuncia contra la Ley de Amnistía.

Llueven bombas sobre Gaza, pero a la industria del libro no le corresponde ocuparse de estas cosas, adónde íbamos a parar

04.06.24

“La interrupción, la incoherencia, la sorpresa son las condiciones habituales de nuestra vida. Se han convertido incluso en necesidades reales para muchas personas, cuyas mentes sólo se alimentan de cambios súbitos y de estímulos permanentemente renovados. Ya no toleramos nada que dure. Ya no sabemos cómo hacer para lograr que el aburrimiento dé fruto. Entonces, todo el tema se reduce a esta pregunta: ¿la mente humana puede dominar lo que la mente humana ha creado?” (Paul Valéry).

05.07.24

Algo saturado de Kafka, con el que llevo ocupado demasiado tiempo, me zambullo en una gruesa biografía de Constantino Kavafis, al hilo de la cual releo toda su poesía. No he dejado de revisitarla ocasionalmente desde el deslumbramiento y la devoción que –a mí como a tantos– me despertó cuando era joven. Me preguntaba si ha envejecido o, sencillamente, ha caducado. De un buen puñado de poemas no cabe decir eso en modo alguno. De los demás, sí es cierto que a veces hay que atravesar capas y más capas superpuestas de malas imitaciones, de ecos estridentes, de amanerados pastiches para rescatar la nota original, genuina. Se diría que no cabe pensar en dos escritores más alejados entre sí que Kafka, el judío praguense de ideales ascéticos y conciencia atormentada, y Kavafis, el alejandrino refinado, cultivador de un helenismo recalcitrante y decadentista, erigido en paradigma del Eros gay. Pero, imbuido aún de Kafka, no puedo dejar de establecer conexiones entre él y Kavafis. La vida de éste abarca completa la de aquél. Nacido en 1863, Kavafis murió en 1933; mientras que Kafka, nacido en 1883, falleció en 1924. Fueron, pues, en un sentido íntegro, contemporáneos, por mucho que cueste visualizarlos como tales. Los dos trabajaron la mayor parte de su vida en un puesto funcionarial: Kafka, en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo de Praga; Kavafis, en una oficina gubernamental dependiente del Ministerio de Obras Públicas de Egipto. Los dos fueron escritores en una lengua culta y minoritaria en relación a su entorno: el alemán entre checos, en el caso de Kafka; el griego entre árabes, en el caso de Kavafis. Los dos, muy reservados a la obra de publicar, alcanzaron en vida una considerable pero restringida reputación, que se disparó después de su muerte. En cuanto a sus temas, obsesiones, motivos... cabe decir poco, siendo el uno narrador y el otro poeta, y habiéndose formado los dos en tradiciones completamente distintas, por no decir divergentes. Así y todo, conforme al mecanismo asociativo de lo que Dalí llamaba “método paranoico-crítico”, mi oído reconoce leves sintonías entre ambos escritores, obvias en algunos apólogos kafkianos que tiene por asunto los mitos clásicos; más sutiles en unos contados poemas de Kavafis, como éste de 1896, titulado “Murallas”:

Sin consideración, sin piedad, sin recato,

grandes y altas murallas en torno mío construyeron.

Y ahora estoy aquí y me desespero.

Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino;

porque afuera muchas cosas tenía yo que hacer.

Ah, cuando los muros construían, cómo no estuve atento.

Pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.

Imperceptiblemente, fuera del mundo me encerraron.

07.06.24

“Sentir la pulsación vital de las luchas colectivas, reivindicaciones y manifestaciones genera una intensa emoción poética.” Lo dice Alba E. Nivas en una estupenda entrevista que le hace Esther Peñas y que se publica hoy en el Ministerio de CTXT. Se habla mucho, en estos últimos tiempos, de reinventar el imaginario de la izquierda, de proponer una alternativa al monopolio de la imaginación que detenta el capitalismo. Pero a la espera de que eso tenga lugar, me pregunto si no cabría explotar mejor esa “intensa emoción poética” de la que habla Nivas. Digo “mejor” porque sin duda se ha explotado, y se sigue explotando, a menudo incurriendo en el kitsch del buenismo. Pero todos hemos experimentado esa genuina emoción poética en libros, poemas, canciones, películas que han sabido pulsarla adecuadamente. La sentimos también, epifánicamente, en momentos muy concretos de nuestra vida ordinaria, o al leer según qué noticias en la prensa. Esa “intensa emoción poética” es una potente herramienta de concienciación, de movilización y de transformación que sospecho que la izquierda ha infravalorado e infrautilizado. La apresurada anatemización del realismo socialista (variante kitsch de un realismo crítico y social que, pese a la condescendencia de que suele ser objeto, sigue arrojando frutos espléndidos) parece haber disuadido para siempre a una inmensa mayoría de escritores y artistas temerosos de amagar siquiera una épica positiva de la resistencia, del combate. Si bien novelistas tan distintas y tan solventes como Belén Gopegui o Ali Smith no han dejado de experimentar atrevidamente vías por las que reformularla. Pero la cultura dominante parece haber impuesto una nota elegíaca, cuando no trágica, a todo amago de representación de “luchas colectivas, reivindicaciones y manifestaciones”. Se diría que sólo cabe hacerla desde la ética de la derrota y la estética del fracaso. Pero nada dice que tenga que ser así. Y entretanto, qué desperdicio.

08.06.24

“Somos mucha gente, Ana. Cambiaremos tu vida.”

(Mensaje dejado por sus alumnos a su maestra en un colegio público de Madrid.)

09.06.24

Leo que la Feria del Libro de Madrid sirvió de marco a una charla con el multipremiado escritor ruso Mijaíl Shishkin sobre su libro Mi Rusia (Impedimenta). En la entrevista que concedió poco antes a El País, y que se publicaba ayer, Shishkin lanza, también él, sus tronantes avisos sobre la amenaza rusa para Europa, señalando a Putin como la encarnación misma del diablo. Y advierte, desolado: “Hubo líderes blandos que quisieron apaciguar a Hitler y gracias a aquello llegaron otros fuertes capaces de frenarle. Hoy no veo esos líderes, ni siquiera Macron. Ni Biden ni Trump van a poder vencer en esta guerra para salvar la democracia”. ¡Y dale! Por lo demás, si los vencedores han de ser Macron o Biden o Trump, no sé si vale la pena ganar esa guerra.

10.06.24

Cuando todavía se comenta en las redes la ostentosa –y bochornosa– exhibición, por parte de los “Javis”, del casoplón que se han hecho construir en Madrid, llama mi atención la fotografía con la que ilustra Enric Juliana uno de sus análisis políticos para La Vanguardia. En ella se ve a un demacrado, casi espectral, Fabio Mcnamara, antigua estrella de la Movida madrileña, besando un rosario durante una de las ya tradicionales concentraciones de beatas, sacristanes e iluminados en la calle Ferraz. ¿De aquellos polvos estos lodos? Cualquiera lo pensaría, observando la deriva de fantoches como Alaska, Mario Vaquerizo, Nacho Cano y tantos otros. No es cuestión de generalizar, pero sí de preguntarse –como invita a hacer Jordi Basté en una de sus columnas, también para La Vanguardia– si existe algún tipo de malentendido en el concepto que muchos se hacen de qué cosa sea la izquierda, confundiendo los planos de la ética y de la moral. Ya las derivas reaccionarias o fascistoides en que incurrieron no pocos de los representantes de las vanguardias históricas debería servir de advertencia: la provocación, el descaro, el espíritu transgresor, las costumbres “licenciosas”, las “conductas impropias” sólo de forma muy tangencial tienen que ver en algo con la izquierda. Otra cosa es que la izquierda haya abanderado la lucha por el derecho al matrimonio homosexual, la defensa de la diversidad, del colectivo LGTBI+ y tantos otros frentes en los que, de un tiempo a esta parte, ha conseguido avances mucho más palpables que en las políticas más ampliamente sociales. Pero de eso no se desprende que quienes abrazan cualquiera de esas “causas” sean exponentes de la izquierda, tanto menos si han acabado integrándose y triunfando en el marco de la cultura pop. Lo mismo da que hayan bebido de las contraculturas del signo que sea. Ni la contracultura, ni la subcultura, ni la marginalidad son patrimonio de la izquierda. Ser de izquierdas implica, entre otras cosas, comprometerse o al menos manifestarse a favor de una mayor justicia social, de una redistribución de la riqueza, lo que implica cierto pudor a la hora de hacer pública ostentación de lujo y de privilegios. En este sentido, el vídeo en que los Javis muestran su casa millonaria es toda una declaración de principios. O de finales. La repelente fraseología empleada por ellos mismos en tantas entrevistas, como en sus discursos cuando la recogida de los premios Goya, nada tiene que ver con la izquierda y sí con la más rancia ideología de la “superación”. A propósito de la Veneno decían en una vieja entrevista: “Ser visible es un acto político”. Y sin duda lo es, también cuando lo que se hace visible es una casa como la que ellos enseñan tan contentos.

11.06.24

“Nos negamos a escuchar a un orador vestido de camuflaje. El mandato de Zelenski ha expirado. Ahora solo ocupa el cargo como presidente de guerra y de mendicidad. Pero Ucrania no necesita ahora un presidente de guerra; necesita un presidente de paz que esté dispuesto a negociar para que cesen las muertes y el país tenga un futuro”. Son palabras del comunicado emitido por Alice Weidel y Tino Chrupalla, copresidentes de la formación ultraconservadora AfD, Alternativa para Alemania, para justificar el que sus diputados abandonaran el hemiciclo del Bundestag cuando Zelenski se disponía a intervenir, con su ya característico atuendo. También abandonaron el hemiciclo los diez parlamentarios del partido izquierdista Alianza Sahra Wagenknecht por la Razón y la Justicia (BSW), tras acusar a Zelenski de estar “contribuyendo actualmente a promover una espiral de escalada altamente peligrosa”, advirtiendo que “al hacerlo, acepta el riesgo de un conflicto nuclear”. No me tranquiliza suscribir posicionamientos que comparte la extrema derecha, y por supuesto que desconfío de sus motivaciones también en este punto (que sin duda no son las mismas que las de Alianza Sahra Wagenknecht), pero ante la ceguera suicida de la Europa atlantista, cualquier pronunciamiento en favor de la paz me resulta bienvenido, y mil veces preferible a la abominable imagen de un sonriente Olaf Scholz fotografiándose al lado tanto de Zelenski como de Netanyahu.

12.06.24

¡Bingo! La Comunidad de Madrid ha sido distinguida con el Premio Especial a la Gestión Sanitaria que concede el suplemento ‘A tu Salud’ del diario La Razón. El premio lo ha recogido la presidenta Ayuso, que ha aprovechado para recordarnos a todos que “ningún esfuerzo merece más la pena que el cuidado de la salud”. A lo que ha añadido: “Todos los españoles saben que cuando tienen un verdadero problema de salud, pueden acudir a la sanidad en Madrid, donde se les acoge con los brazos abiertos”. Como decía el excursionista aquel, colgado de un precipicio, en el chiste que contaba Eugenio: “Vale, sí, gracias, pero ¿hay alguien más?”.

13.06.24

Por otro lado, todos los españoles saben también que, si tienen un verdadero problema de vivienda, y la fortuna de disponer de 200.000 euros, pueden ir a Madrid y comprarse un coqueto ático con terraza como el que tan gentilmente nos invitan a visitar en este vídeo.

15.06.24

“La gloria de las mujeres consiste en carecer de ella” (Tucídides, II, 45, 2). Ya en la Antigüedad esta frase suscitó controversias (Plutarco polemizó con ella en Virtudes de las mujeres). Y es fácil imaginar las aprensiones a que da lugar en el marco de la lucha feminista. Pese a lo cual, cabe postular una interpretación positiva e incluso subversiva de estas palabras, así sea ignorando las intenciones de su autor. Surgiría de una suspicacia radical hacia el concepto mismo de gloria, al menos tal y como ha sido concebida fundamentalmente por mentalidades como la del mismo Tucídides. Su marco teórico podría ser el concepto de historia y de cultura acuñado por Walter Benjamin en sus famosas tesis de 1940. A las que bien podría servir de coda este “artefacto” de Nicanor Parra: “Primera condición de una obra maestra: pasar desapercibida”.

17.06.24

Harold Flender: La mayor parte de su obra trata sobre personas sin poder, sin país, sin nacionalidad, sin afiliación política y sin ni siquiera la posibilidad de elegir su ocupación; y, a pesar de ello, se comportan de acuerdo con un elevado sentido de la moral y muestran una fe muy intensa. ¿Insinúa con ello de alguna manera que los judíos salieron ganando al ser sometidos a restricciones y discriminación?

Isaac Bashevis Singer: Creo que no hay duda de que el poder es una gran tentación, y que aquellos que están en el poder acaban cometiendo injusticias tarde o temprano. Los judíos tuvieron la suerte de no tener ninguna forma de poder durante dos mil años. Aunque también abusaron del poquísimo poder que tuvieron durante ese tiempo, al igual que cualquiera en una situación de poder. Pero el caso es que, durante dos mil años, tuvimos la bendición de una falta casi absoluta de poder, por lo que nuestros pecados nunca fueron tan grandes como los de aquellos que tenían poder de verdad y podían decidir sobre la vida y la muerte de otros. (Entrevista de The Paris Review, 1968).

19.06.24

La noticia de hoy es que Noam Chomsky no ha muerto. Cada vez más, las buenas noticias terminan siendo ésta: que aquello que está por ocurrir, no ha ocurrido aún.

02.05.24

Impresionante este vídeo de Isabel Díaz Ayuso presidiendo la parada militar del 2 de mayo en Madrid. Imposible glosar con palabras su compostura, esa gestualidad aniñada, la expresión...

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Autor >

Ignacio Echevarría

Es editor, crítico literario y articulista.

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4 comentario(s)

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  1. Marcoafrika

    Magistral

    Hace 5 días

  2. juan-ab

    Como la sorpresa del roscón (en un roscón por momentos un tanto revenido), el diario de I.Echevarría siempre resulta muy gratificante.

    Hace 6 días

  3. gerardo

    Siempre es un placer leerte, Ignacio. No es adulación gratuita, es un hecho verificable. Que sigas bien. Un saludo.

    Hace 6 días

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