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La tranquila villa de Chancay, en la costa del Perú, tiene origen colonial, pero no despegó para ser una gran urbe. Su población, volcada al mar rico en pesca, nunca pasó de los 70.000 habitantes. El valle cercano, ubicado a escasos 83 kilómetros al norte de Lima, bañado por el río del mismo nombre, procrea cultivos de frutales, maíz, algodón. Y aunque el comercio y el transporte ya le habían dado un tono más urbanístico, mantenía su aspecto de pequeña ciudad apacible con pobladores que viven todos de su trabajo en el campo, la pesca o el comercio.
Todo eso ha cambiado, y de golpe. En noviembre, Chancay recibirá la visita de nada menos que el presidente de China, Xi Jinping, para inaugurar uno de los puertos comerciales más grandes del mundo y, sin dudas, el mayor de América del Sur.
En noviembre, Chancay recibirá la visita de Xi Jinping para inaugurar uno de los puertos comerciales más grandes del mundo
Porque Chancay tenía algo adicional que un ojo avizor reconoció: la naturaleza quiso que la profundidad del mar en la bahía sea de 17,8 metros, con una pendiente pronunciada; es decir, una profundidad natural inigualable. La costa chancayana tiene, además, una configuración geográfica capaz de ofrecer protección natural a los navegantes, suelos muy estables, ideales para construir sin mayores riesgos de deslizamientos. Es, asimismo, una bahía muy amplia, y por si faltara más, se encuentra muy lejos de grandes concentraciones urbanas que limiten su expansión. Todo lo necesario, único en la costa del Pacífico sudamericano –aparte de Corío, también en Perú, que ya mencionaremos–, para el desarrollo de un puerto de grandes dimensiones.
Así, el empeño de capitales peruanos que no podían con la gran empresa se topó con el interés de capitales chinos de una gran administradora de puertos, Cosco Shipping Ports, que no escatimó recursos para construir, en Chancay, ese megapuerto ampliamente automatizado, capaz de recibir a los buques portacontenedores más grandes del mundo, de albergar miles de contenedores de los de mayor tamaño, los de veinte pies, y atender a varias de esas enormes embarcaciones, simultáneamente, en quince muelles, protegidos por espigones.
¿Por qué le interesa a China?
La presencia de Xi Jinping en Chancay coincide con el encuentro de jefes de Estado y de gobierno de APEC (Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico), que tendrá lugar en Lima.
APEC está integrado por Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Corea, Chile, China, Estados Unidos, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Rusia, Singapur, Taiwán y Tailandia, es decir, el 50% de la población del planeta, el 56% de la producción mundial y donde transcurre el 46% del comercio global. Brasil, con Perú en el camino, se suma a ese comercio.
Recibidas con satisfacción en los países que las acogen, las grandes infraestructuras chinas van consolidando su fortaleza económica, política y militar
Desde que China anunciara su gran proyecto de relanzar la mítica ruta de la seda, que unía buena parte de Asia con Europa y con África, hace poco más de diez años, la impresionante capacidad de capital de que dispone ese país le ha permitido avanzar aceleradamente en la construcción de autopistas, ferrocarriles, puertos, navíos, vías marítimas, gasoductos, oleoductos y todo tipo de infraestructura necesaria, incluyendo grandes proyectos extractivos que, al mismo tiempo que se reciben con satisfacción en los países que los acogen, van consolidando su fortaleza económica, política y –también– militar, pero sin disparar una bala.
El imperialismo chino de la billetera abundante, respaldado por instituciones financieras propias que le hacen el juego al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, es –comprensiblemente– más atractivo que aquel otro que se propone con la velada amenaza de los marines ante una negativa.
Así, Chancay será un hub logístico fundamental para la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda china en América Latina. Todo o casi todo lo que provenga de Sudamérica, y venga a Sudamérica, en el comercio con Asia, pasará por Chancay. Por su lado, China garantizará su seguridad energética e industrial, facilitando la importación de petróleo, gas natural y minerales, en particular el cobre, desde América Latina.
Ambiciones, dificultades y más
Parte del complejo del megapuerto lo constituyen los proyectos de comunicación con el resto del continente. Así, desde Brasil partirán tres ramales que cruzarán por el norte, el centro y el sur del Perú, hacia la costa peruana.
Desde una perspectiva empresarial y de desarrollo convencional, son proyectos impresionantes y muy atractivos. Brasil ha exportado a China por el valor de 122.000 millones de dólares solamente en 2023. Y el total del intercambio mutuo sumó 181.000 millones de dólares.
Pero el Perú ya ha sufrido, desde los años sesenta del siglo pasado, las consecuencias terribles de grandes vías de penetración amazónica hechas sin precaución alguna.
Los riesgos de deforestación –en Perú y Brasil– de grandes extensiones de Amazonía, la afectación tanto a la biodiversidad como al clima, los suelos y las fuentes de agua, la fragmentación de los hábitats naturales que serán interrumpidos por la infraestructura vial, el aislamiento de grandes poblaciones de fauna y flora dificultando procesos migratorios, serán inevitables. Agreguemos las emisiones de gases de efecto invernadero.
Las comunidades indígenas y otras poblaciones asentadas verán dañadas sus tierras y alterados negativamente sus modos de vida
Todo ello, además, debe afectar a las comunidades indígenas, y a otras poblaciones asentadas, que verán dañadas sus tierras y alterados negativamente sus modos de vida.
Las vías de penetración existentes han facilitado la invasión de personas dedicadas al tráfico de tierras para cultivo intensivo inapropiado para la Amazonía, y actividades ilícitas como la tala ilegal o la minería ilegal. Además de grandes empresas que operan sin control alguno. Esos son, hoy en día, los principales causantes de la deforestación amazónica. Y de la inseguridad que reina y que ya ha acarreado el sacrificio de defensores ambientales, pobladores que protegen sus tierras del despojo y la destrucción.
El economista Hugo Cabieses, de gran compromiso con la Amazonía, menciona que se puede unir la Gran Ruta de la Seda con el Qhapac Ñam, que es un camino ancestral andino de norte a sur, además del Camino Peabirú, de cuatro mil kilómetros de senderos, que unió el Pacífico con el Atlántico, al menos 1.500 años antes de la llegada de los Incas. Estas reflexiones permiten pensar, adaptándose a la modernidad, en el uso alternativo de vías naturales, ya reconocidas, con múltiples medios que permitan al menos aminorar los efectos del faraónico proyecto.
No olvidamos, entre otras obras necesarias, una línea ferroviaria de norte a sur de la costa peruana, que será un complemento indispensable.
Corrupción y saqueo
Los antecedentes de las empresas chinas por el cuidado del ambiente no son nada buenos, tampoco los que se refieren al trato con las comunidades locales. Según el Centro de Recursos Sobre Empresas y Derechos Humanos (BHRRC, por sus siglas en inglés), lo más probable es que, tratándose de empresas chinas, generalmente se produzcan abusos en “países con una gobernanza más débil y donde las inversiones chinas son dominantes”. Es el caso del Perú, con una clase dirigente tradicionalmente distanciada de la suerte de las mayorías, y que hoy, peor aún, tiene a uno de los gobiernos más débiles y corruptos de su historia.
De hecho, el BHRRC afirma que, con respecto a violaciones de acuerdos, “Myanmar tiene el mayor número de denuncias registradas, seguido por Perú, Ecuador, Laos, Camboya e Indonesia. China es el socio comercial más importante en todos estos países”.
Sin dudas, si hubiera un gobierno decente y responsable en el Perú, dados los antecedentes de violación de acuerdos con las comunidades por parte de mineras chinas, este tendría más cuidado en el manejo de los permisos y proyectos con empresas de ese país.
No es el caso. En este mismo momento, flotas pesqueras chinas en el mar peruano no solo pasan por alto las restricciones de pesca en el litoral, sino que lo hacen sin el menor cuidado. Esto ha llevado al empobrecimiento de los pescadores artesanales. Lo grave es que, a pesar de las denuncias de los afectados, las naves piratas son atendidas en los astilleros peruanos libremente, incluyendo a los astilleros de la Marina de Guerra. No hay mucho que pensar para suponer lo que puede estar ocurriendo.
Adicionalmente, un informe reciente de la revista Ojo-Público da cuenta de la serie de irregularidades que han terminado por otorgar a la empresa Cosco Shipping Ports Chancay Perú la exclusividad de los servicios esenciales del puerto de Chancay, algo que contradice todo el predicado sobre la libre competencia. Lo más llamativo es que, al no haber ley que regulara al respecto, y ante serias objeciones administrativas a esa exclusividad (que durará nada menos que 30 años), el Congreso de la República aprobó, tras varias visitas de directivos de la empresa y con la rapidez que se esperaría para otros casos más urgentes, la Ley N° 32048, que establece la posibilidad de que “los puertos privados de uso público puedan prestar servicios esenciales de manera exclusiva”. Es decir, ni se guardaron las formas. Y listo. A otra cosa.
El pasado y el presente
Hay países en el mundo, como el Perú, donde resulta difícil cavar sin encontrarse con huellas arqueológicas valiosas. Eso ha obligado a dictar normas muy precisas para lograr las autorizaciones que permitan proceder a cualquier edificación.
La costa norte peruana fue otrora poblada de bosques extensos que permitieron el desarrollo de importantes procesos políticos y culturales: Chavín, Sicán, Mochica, Chimú. Uno de estos procesos, de menor extensión territorial, pero no por ello menos importante, es el conocido como cultura Chancay, que ocupaba lo que son hoy varias provincias al norte de Lima, incluyendo los terrenos en los que se levanta el megapuerto.
Antiguas investigaciones en la zona alrededor de la ciudad de Chancay revelan la existencia de “áreas con estructuras públicas”. Sin embargo, la obra del puerto, ubicada en la misma zona geográfica de la cultura Chancay, no ha tenido mayores observaciones del Ministerio de Cultura, y allí está, lista para inaugurar su primera etapa.
La ministra de Cultura declaró que “como parte de la gestión del ministerio, un equipo técnico se encargará de la revisión de las piezas o fragmentos encontrados durante el proceso de construcción del terminal marítimo, con la intención de construir un museo que muestre la riqueza cultural de la región”.
A confesión de parte, relevo de pruebas. El daño ya está hecho. ¿Habrá voluntad para cuidar lo restante?
Los vecinos de Chancay vs. la gran geopolítica
El megapuerto de Chancay ocupa un área de aproximadamente mil hectáreas. Una extensión considerable. Comprende la zona operativa portuaria, con muelles, espigones, canales acuáticos de acceso y áreas de almacenamiento. Asimismo, el complejo de ingreso, con antepuerto vehicular, puertas de ingreso, áreas de inspección y las oficinas administrativas. Estos dos componentes están alejados, pero unidos por un túnel subterráneo que, en buena parte de su trayecto, recorre el subsuelo de la ciudad de Chancay, con una longitud aproximada de 1.800 metros.
La construcción del túnel, de pasos a desnivel, el proyecto de ferrocarriles y otros mecanismos de traslado de productos, y sobre todo viaductos para minerales, la expropiación de predios y los ruidos provenientes no solamente de las obras, sino de la próxima operatividad del puerto, tienen muy preocupados a los vecinos que, por ahora, no ven beneficio alguno en el proyecto.
Hace un año, vecinos de Chancay tomaron las instalaciones de Cosco Shipping porque la construcción del túnel había destruido varias viviendas
De hecho, hace un año, vecinos de Chancay tomaron las instalaciones de la empresa Cosco Shipping porque la construcción del túnel había destruido varias viviendas. Pero el gran drama de los menos fuertes, como presos del destino, es –para los que toman las decisiones– el minúsculo problema de quienes ya perdieron el control de su territorio.
Y la cosa va lejos. Medios occidentales, como el británico The Telegraph, dicen sobre el puerto de Chancay que “los expertos advierten que, como todos los proyectos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (nombre oficial de la Gran Ruta de la Seda), debe, según la ley china, ser técnicamente capaz de servir también al Ejército Popular de Liberación, que incorpora a la marina china. (…) El creciente poder que la Franja y la Ruta le han dado a Beijing se produce mientras China fortalece su cooperación militar con Rusia, incluso cuando Moscú redobla su guerra de agresión en Ucrania”.
En realidad, se trata de una preocupación simétrica a la que deben generar, en chinos y rusos, las más de 800 bases explícitamente militares que tienen los Estados Unidos en el mundo.
Pero los norteamericanos no se quedan tranquilos. La bahía de Corío, en la región de Arequipa, Perú, es la única que tiene capacidades equivalentes a Chancay en el Pacífico Sur. Cuenta con una ubicación estratégica en la costa, gran amplitud y una profundidad natural de 17 metros, lo que permite el arribo de buques de gran tamaño. Los Estados Unidos ya pusieron los ojos en Corío. Aún a nivel de proyecto, sin los grandes inversores a la vista, las conversaciones sobre Corío están en marcha. Nos cuenta un testigo que en un breve encuentro casual entre el presidente Biden y la presidenta Boluarte, hace un año –que esta vendió falsamente como encuentro oficial–, Biden fue cortés, entendió el desatino, pero aprovechó para decirle a Boluarte solo tres palabras: “Corío is ours”. Sea o no cierta la anécdota, sin duda refleja la auténtica preocupación del gigante del norte.
P.D.: Al momento de redactar este texto, grandes movilizaciones populares se suceden en Perú. La inseguridad ciudadana, y la inacción y casi complicidad del gobierno y el kongreso con la situación extrema a que se ha llegado, es el motor unificador. Los políticos a cargo ni se inmutan ante el descontento. Y hoy la amenaza popular plantea boicotear el encuentro de jefes de Estado y de gobierno de APEC, si el kongreso no destituye a Boluarte (lo que significaría elecciones generales anticipadas). De pronóstico reservado…
La tranquila villa de Chancay, en la costa del Perú, tiene origen colonial, pero no despegó para ser una gran urbe. Su población, volcada al mar rico en pesca, nunca pasó de los 70.000 habitantes. El valle cercano, ubicado a escasos 83 kilómetros al norte de Lima, bañado por el río del mismo nombre, procrea...
Autor >
David Roca Basadre
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