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La India es un país con más de mil millones de habitantes a los que, en general, apasiona el crícket. Es decir, un país de mil millones de habitantes que disfruta con partidos que duran tres o cuatro días seguidos, durante seis horas cada uno. Eso sí, con interrupciones para la comida (lunch) y para el té (tea). Cualquiera pensaría que ser aficionado al crícket le deja a uno completamente invalidado para ser aficionado a cualquier otra cosa, cualquier otro deporte, un poco movidito. Pero no, Inglaterra ha demostrado que hay gente para todo y que, inexplicablemente, el crícket puede convivir con el fútbol.
Se puede imaginar, pues, que una parte de esos mil doscientos cincuenta y dos millones de indios llegue un día a apasionarse por el fútbol. Eso sí que sería un buen negocio. Allí las rivalidades no serían entre unos pocos de millones de habitantes. No, qué va. Allí podría ser entre regiones que andan rondando los ochenta millones de habitantes, cada una, ciudades en las que viven trece, once, nueve millones de personas. Eso sí que sería vender camisetas y bufandas.
Así que conseguir que los indios se apasionen por el fútbol es el sueño de cualquier buen negociante en cualquier lugar del mundo. Hace unos pocos años (2007) se puso en marcha una Liga, con 14 equipos de Primera División y 21 de Segunda, que no despertó la menor pasión. Pero los hombres de negocios no desisten y el pasado mes de octubre arrancó la SuperLiga, otro campeonato en el que solo participan los equipos de ocho ciudades y a la que se han incorporado jugadores europeos y latinoamericanos, en régimen de franquicia.
¿A qué viene todo esto? Pues a cuento de que el primer gol en la historia de la Superliga de la India lo marcó hace nada…¡el Atlético! ¡Sí señor!, el Atlético de Kolkata, que es una franquicia del Atlético de Madrid, porque Miguel Ángel Gil Marín compró un 25% de la sociedad. Kolkata es el nombre indio, pero seguramente es más fácil reconocer la ciudad por su nombre español: Calcuta. El Atlético de Calcuta es rojiblanco y su capitán es Luis García, aquel jugador del Atleti y del Barcelona que fue de los primeros en emigrar a Inglaterra para integrarse en el Liverpool de Rafa Benítez. García tuvo tanto éxito en aquellas tierras que posaba como modelo para la marca deportiva inglesa Umbro. Lamentablemente, una lesión le terminó enviando al fútbol mexicano.
Los comentaristas europeos se han enfadado estos días al descubrir que jugadores como Del Piero, Trezeguet, Capdevilla o Anelka juegan en esa SuperLiga de la India. ¡Qué mal final para grandes jugadores! ¿Por qué? Se trata de un negocio. Si la cosa sale bien, se tratará de un negocio monumental. Cuarenta y cinco mil indios de Calcuta con bufanda rojiblanca (de algodón, claro) van ya todos los domingos a ver al Atlético y medio llenan su gran estadio (el crícket y el fútbol solo se parecen en que cada equipo tiene once jugadores y en que los campos son igual de grandes). Dentro de nada, los seguidores atléticos podremos angustiarnos y sufrir por y con los atléticos indios. Nos espera un futuro parecido, porque el Atleti indio parece haber aprendido un camino igual de tortuoso que el de su “padre”: fue tercero todo el rato hasta que dio el estirón final y … ¡ganó la Liga india!
¿Ya nadie se acuerda de que a los atléticos se les apodó en algún momento en Madrid “los indios” porque se pintaban rayas rojas en la cara y odiaban a los blancos?
La India es un país con más de mil millones de habitantes a los que, en general, apasiona el crícket. Es decir, un país de mil millones de habitantes que disfruta con partidos que duran tres o cuatro días seguidos, durante seis horas cada uno....
Autor >
Soledad Gallego-Díaz
Madrileña, hija de andaluz y de cubana. Ejerce el periodismo desde los 18 años, casi siempre como informadora, cronista política y corresponsal. La mayor parte de su carrera la hizo en El País. Cree que el suyo es un gran oficio; basta algo de humildad y decencia.
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