Analectas es una palabra rarísima que significa florilegio, otro término que tampoco es muy común. En definitiva, se trata de una colección de trozos selectos de obras literarias.  Los únicos que realmente saben lo que significa “analectas” y que utilizan esa palabra son los chinos. Sí, los chinos porque una de las obras más conocidas del gran Confucio (551-479 A.C) se titula así.  Es una obra tan famosa que la mayor empresa china de propiedades, música, cine, centros comerciales y parques de atracciones, un monstruo que se llama Wanda Group, exige a sus empleados que la conozcan y cultiven. No es ninguna excentricidad. Como verán, contiene consejos muy sensatos y, algunos, muy agradables para una empresa. Y además, el Wanda Group tiene también editoriales a las que les encanta vender medio millón de libros a su medio millón de empleados.

Wanda Group es la empresa que fundó y que dirige un caballero al que le gusta el fútbol y que acaba de sacar el carnet de socio del Atlético de Madrid. Un abono de oro, podríamos decir, porque llega acompañado de una inversión de 45 millones de euros. Wang Jianlin tiene 60 años y se supone que ocupa el número 26 entre las personas más ricas del mundo, según el Hurun Report. (Hurun, para que lo sepan) es el nombre chino de Rupert Hoogewerf, un luxemburgués, avispado ex contable de Arthur Andersen, que se licenció en chino y japonés y ahora hace sus propios y apreciados rankings en China, con tanto éxito que hasta le permiten usar nombre chino.

Volviendo a nuestro camarada atlético, es miembro del Partido Comunista Chino desde 1976, pero eso solo quiere decir que se lleva bien con el Gobierno de Pekín, cosa imprescindible para que no peligren sus inversiones, dentro y fuera, y para que no se tenga que dar nunca de baja en la peña.    

Las Analectas de Confucio no es el único libro que Wang Jianlin obliga a leer a sus empleados. Una vez al año, el gran patrón recomienda un nuevo título generalmente sobre superación personal y esas cosas, pero también de cultura clásica china. Y sus trabajadores, disciplinadamente, lo compran, aunque parece que solo lo leen quienes quieren, o creen, que pueden ascender.

La cuestión es si los empleados del Atleti pueden ser considerados empleados de Wang Jianlin, dado que ahora posee el 20% de la empresa, o Sociedad Anónima Deportiva. Se supone que Enrique Cerezo lo negará firmemente. Es una pena porque, desde su punto de vista, por lo menos, las dichosas Analectas serían una lectura estupenda para Simeone y los suyos. A ver: “En la conversación con un superior hay que atender a tres cosas: hablar antes de que te inviten a ello es una indiscreción; no hablar cuando te preguntan es una falta de educación. Y hablar sin atender a la disposición del humor del superior es un suicidio (una ceguera)”. Claro que Confucio no carecía de sentido del humor: “Si un pájaro te dice que estás loco, debes estarlo. Los pájaros no hablan”.

Lo mejor del acuerdo con el Wanda Group es la proliferación de jugadores chinos bien instruidos que vamos a ver por el Calderón. Los jefes del Atleti dicen que van a impulsar el fútbol en China, construyendo escuelas y campos de entrenamiento. Seguro. Pero de momento, el señor Wang enviará cada año a Madrid a sus jóvenes para que reciban entrenamiento y formación. Si todo sale bien, para 2017 Wang prevé invertir 20 millones de euros anuales en el desarrollo de 180 jugadores chinos en España. Así que los alevines de Vallecas, Getafe o Fuenlabrada tendrán que espabilar. Sus colegas chinos vienen con los florilegios bajo el brazo.