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El triunfo de Syriza en las eleciones griegas es una victoria triple: de la esperanza, de la gente, del cambio. Uno: la esperanza para Europa es que la izquierda de verdad existe todavía, y puede llegar a gobernar. Dos: la gente, los griegos, el pueblo, no han caído en la resignación, en la xenofobia o el patrioterismo de tercera sino que han preferido la solidaridad, la redistribución, la igualdad. Tres: el cambio interpela antes que a nadie a François Hollande, a Matteo Renzi y al PSOE, entregados a la fe neoliberal y al dictado de las entidades financieras; quedan seriamente advertidos por el resultado del PASOK: si siguen por ese camino y niegan, con Margaret Thatcher, que otra política es posible, serán relegados a la irrelevancia o a la desaparición.
Más allá del golpe a la socialdemocracia de cartón piedra, la victoria de Syriza deja una lección histórica muy profunda. Aunque sea a lomos de la desesperación, el dolor y la angustia creados por las políticas de austeridad impuestas por la canciller Angela Merkel, por la Troika y por la corrupción de la clase política, el péndulo de la Historia ha vuelto a girar: el capitalismo sádico –según lo define el finés Aki Kaurismäki- pensaba que tras la caída del muro el enemigo había sido vencido y que cualquier experimento era posible. 25 años después, el pueblo griego ha avalado en las urnas que un partido de izquierda de verdad vuelva a gobernar un país. Contador a cero.
La noticia es pésima para las élites europeas, y en concreto para las de nuestro país, empezando por el corrupto partido que dirige el Gobierno. Esta pobre gente vive en estado de pánico e histeria permanente –basta ver ciertos titulares de la prensa patria hoy, identificando democracia con agitación y Grecia con desgracia-. Algunos preclaros millonarios hispanos han empezado a llevarse sus caudales al extranjero temiendo que la presunta revolución bolivariana de los descamisados de Podemos acabe cuajando e imponga tasas inaceptables a sus grandes fortunas.
Desde hoy, las imágenes vividas en Francia con la llegada de Mitterrand y en España a la muerte de Franco –siempre volvemos a Berlanga y Azcona, y a Valle-Inclán- se harán, suponemos, más frecuentes. Pero que no cunda el desánimo: hace tiempo que todos sabemos que los intereses de nuestras élites chocan con los de los trabajadores. Y, por otro lado, muchas grandes empresas llevan décadas ocultando sus beneficios en paraísos fiscales, y ya son responsables del 72% del fraude fiscal. Así que ya saben: Syriza somos todos. Y como decía el maestro Morente, estamos vivos de milagro. Sobre todo, ellos.
El triunfo de Syriza en las eleciones griegas es una victoria triple: de la esperanza, de la gente, del cambio. Uno: la esperanza para Europa es que la izquierda de verdad existe todavía, y puede llegar a gobernar. Dos: la gente, los griegos, el pueblo, no han caído en la resignación, en la xenofobia o el...
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Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
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