ADELANTO EDITORIAL / DESCANSA
Descansa
El medido ejercicio de un saltador chino de trampolín
Daniel LIma 29/01/2015
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Todo comienza con un chasquido, leve, apenas perceptible, que proviene de la parte trasera del cuello.
Alrededor, todo es estruendo, ruidos sordos de golpes, chirridos de metal arañando la superficie del asfalto.
Es la oscuridad de una carretera comarcal, que ahora se ilumina a ráfagas por unos faros que de forma dispersa alumbran a izquierda, derecha, arriba, abajo, a medida que un automóvil sueco –máximo confort y seguridad- de color negro da vueltas sobre sí mismo. Podría ser un corcel negro cabalgando entre la oscuridad con los ojos en llamas, pero todo sucede demasiado rápido para que la escena tenga ningún carácter fantasmagórico, ni siquiera violento. Es una maniobra limpia. Todos los movimientos se producen como una coreografía precisa, o como el medido ejercicio de un saltador chino de trampolín, doble tirabuzón-medio mortal hacia delante-picado. Y la entrada en la piscina se escenifica con casi dos toneladas de hierro empotrándose contra un árbol.
Silencio.
En el interior el coche no ha habido tiempo para reaccionar, ni siquiera para saber qué estaba ocurriendo. Alguna mano se levantó mecánicamente para proteger el rostro de los cristales, en vano. El resto fue comprobar que el cuerpo humano es un saco que se puede golpear y agitar sin que en ningún momento obtenga control sobre sus movimientos. El techo se aplastó sobre la cabeza del ocupante, y en ese momento se escuchó el chasquido. Después hubo muchos más hierros retorciéndose que aprovechaban para aplastar otras zonas del saco inerte, pero el crujido de los huesos al romperse ya no era perceptible.
Unos instantes después del impacto, cuando todo se había detenido, todo ya callado, podía ver aún, aunque borroso, parte de su propio cuerpo, parte de los hierros, puede que incluso parte de los árboles y hierba de alrededor.
Después, todo es blanco.
Daniel de Lima Es matemático, Máster en Gestión y Administración de Empresas, y actualmente se dedica a la Estrategia de Comunicación. Escribe novela, poesía, guión cinematográfico y teatro. Descansa es su tercera novela, tras Aún puedo oler su cuerpo (2.004, March Editor) y 21 de diciembre (2.011, March Editor).
Todo comienza con un chasquido, leve, apenas perceptible, que proviene de la parte trasera del cuello.
Alrededor, todo es estruendo, ruidos sordos de golpes, chirridos de metal arañando la superficie del asfalto.
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Daniel LIma
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