MALOSERÁ
No fue para tanto
En España las mujeres no solo deben probar que han sido agredidas, también deben acreditar si saben ser la víctima perfecta
Antón Losada 21/02/2025

El momento durante la entrega de medallas en el que Rubiales agrede a la jugadora Jennifer Hermoso. / RTVE
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
El juicio contra Luis Rubiales y otros cuatro altos cargos de la Federación española de fútbol, por los delitos de agresión sexual y coacciones contra Jenny Hermoso, ha tenido la virtud de sacar del armario y meter en la conversación pública la violencia sexual sistémica que tantas mujeres han soportado y soportan en sus entornos laborales y profesionales. La sentencia que condena a Rubiales a la pena mínima de multa por agresión sexual y absuelve a los demás acusados va a tener el efecto de meterla debajo de alfombra.
Al magistrado de la Audiencia Nacional, José Manuel Clemente, el relato de la víctima le parece creíble en todos sus extremos. Igualmente considera probado que se produjeron presiones de manera planificada y sistemática, amenazando a la víctima y a su entorno más próximo desde posiciones de superioridad jerárquica, económica y profesional. Dicho de otra manera, se trataba de amenazas que implicaban graves consecuencias para el futuro profesional de la amenazada, pronunciadas por personas que tenían entonces el poder y la voluntad para ejecutarlas sin temor alguno a las consecuencias.
Sobre semejantes fundamentos una sentencia condenatoria de mayor alcance parecía la consecuencia lógica. Pero, entonces, entró en acción el principio que ha mantenido décadas encerrados en el armario este tipo de abusos y ahora lo va a meter bajo la alfombra. Se trata del principio de “No fue para tanto”, que no constituye una razón jurídica que se enseñe en las facultades de Derecho, pero opera con la misma o mayor fuerza.
Para el juez no fue un beso forzado valiéndose de la prevalencia de su condición de presidente y superior profesional de la jugadora, sino que supuso “un acto reprochable que es realizado por el sujeto activo dentro de la euforia de la celebración de haberse conseguido la Copa del mundo, éxito sin precedente en el fútbol femenino español”. Ya lo saben señoras y señoritas, si mañana su jefe les arranca un beso, les soba un pecho o les mete la mano por debajo de la falda en la fiesta de Navidad, o celebrando un éxito profesional, o en la boda de un compañero, o porque les haya tocado la lotería, no será abuso; se tratará de algo reprobable, pero fruto de la euforia. O sea, que no fue para tanto.
Como prueba de no haber sido para tanto, argumenta el juez que la víctima celebró con total autonomía, incluso con entusiasmo y dedicación, la conquista de tan histórico logro. Al parecer, en los delitos sexuales, la víctima ha de acreditar un comportamiento que responda a los estándares masculinos de cómo debería conducirse una mujer que sienta haber sido mancillada en su virtud. Así que ya lo saben, señoras y señoritas, si después del tocamiento no toman los hábitos, no se atiborran a pastillas para la depresión, no visten cilicio y no descuidan su aspecto, será porque no fue para tanto.
Sostiene también el juez en su sentencia que las presiones no tuvieron el suficiente grado de intensidad o violencia para cumplir con los requisitos del tipo penal de la coacción. Las presiones fueron sistemáticas, planificadas y organizadas con la evidente violencia que implica la intimidación con severas consecuencias profesionales y económicas. Pero, de nuevo, el principio no fue para tanto vuelve a entrar en acción. A fin de cuentas, a nadie le arrancaron las uñas, o le secuestraron para intimidarlo con luces y gritos bajo una capucha, o le doblaron el brazo hasta retorcerlo de dolor. Se trató más bien de un conjunto o serie de ofertas que no se podrían rechazar. Vito Corleone también habría sido absuelto por la Audiencia Nacional, o despachado con una multa menor.
El principio de “No fue para tanto” no solo funciona en el ámbito judicial. Opera aún con más vigor en los ámbitos político o social. Ahí tiene el caso de la Iglesia Católica y su trato hacia las víctimas de agresiones sexuales y hacia sus depredadores. Un traslado discreto a una parroquia donde la gente no se quejase tanto y dos avemarías para el niño o la niña, que no fue para tanto. O los casos que han ido apareciendo en organizaciones políticas y con líderes políticos que predicaban el respeto a las mujeres, pero supuestamente también se dejaban llevar por la euforia de un mitin que había quedado muy energético, o un acto de partido que había generado buenas vibraciones. Una retirada con honores y un abrazo solidario, que no fue para tanto, que las víctimas no se comportaron como debe hacerlo una víctima que realmente merezca ser protegida. En España las mujeres no solo deben probar que han sido agredidas, también deben acreditar si saben ser la víctima perfecta.
El juicio contra Luis Rubiales y otros cuatro altos cargos de la Federación española de fútbol, por los delitos de agresión sexual y coacciones contra Jenny Hermoso, ha tenido la virtud de sacar del armario y meter en la conversación pública la violencia sexual sistémica que tantas mujeres han...
Autor >
Antón Losada
Profesor Titular de Ciencia política y de la administración en la USC. Doctor europeo en Derecho por la USC. Máster en Gestión pública por la UAB. Escritor y analista político. Padre de Mariña.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí