‘Mongolia’ conquista España
Vicente S. Font 12/02/2015
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El primer objetivo de alguien que quiere escribir un artículo sobre una revista es visitar su redacción. Pero Mongolia no tiene redacción. Hasta en eso es diferente. "Cada uno trabaja desde su casa y tenemos una reunión semanal y otra mensual", cuenta Gonzalo Boye, abogado y editor de la publicación. La revista satírica Mongolia nació hace tres años. Fue una idea de Rapa Carballo, Darío Adanti y Eduardo Bravo a la que se sumaron Edu Galán, Pere Rusiñol y el propio Boye. ¿Sus referentes? Muy diversos: desde la revista argentina Barcelona, pasando por la chilena The Clinic, la francesa Le Canard Enchaîné, la estadounidense The Onion o las españolas Papus y Hermano Lobo, ya desaparecidas.
¿Cómo es el proceso de elaboración de un número de Mongolia? "Se reúnen cada semana, van viendo la realidad, unos hacen la parte satírica y otros hacen el Reality News [reportajes de investigación]. A mí se me comentan los temas y cuando están los reviso para que no haya ningún problema legal. Todos tienen autonomía total, yo no soy un director al uso que establece los contenidos. Cada uno respetamos nuestras áreas", explica Boye.
Porque, además de por el humor, Mongolia también se caracteriza por sus investigaciones y exclusivas, desde los correos electrónicos de Iñaki Urdangarin a los trapos sucios de los medios de comunicación en la sección Perro come perro, "una de las más importantes", según Boye, "porque ayuda a los lectores a ver por qué un medio de comunicación determinado dice una cosa en lugar de otra o cuenta unas cosas y no otras".
Apuesta por el papel y el humor inteligente
A pesar de ser muy activa en las redes sociales (sus comentarios en Twitter no tienen desperdicio), Mongolia optó desde un principio por editar en papel y, además, con un diseño llamativo. "Era una apuesta estética y tenía que ser en papel", afirma rotundamente el editor. Y, además, en formato periódico y con el tipo de papel de los diarios: "Es un diseño exitoso y un formato muy agradable y fácil de manejar. El papel no está muerto, todavía es esencial y es un complemento, un aparte de un todo más grande que es el derecho a la información, a la sátira y a la crítica". Unas críticas que lanzan contra todo y todos, sin dejar títere con cabeza. El límite lo ponen "en el buen gusto y en el Código Penal".
— El buen gusto, depende para quién.
— El buen gusto para cualquier persona inteligente.
Touché.
Y por si no había quedado claro, remata: "Nosotros no hacemos humor para bobos; de hecho, no tenemos ninguna suscripción en las altas esferas de la política". Y es que hoy en día, inmersos en una corriente de exagerada corrección política, es difícil encontrar publicaciones con un humor tan ácido como Mongolia. "Lo políticamente correcto va de la mano de lo que es una forma de reconducir a la gente hacia un lenguaje que no moleste, y si no molesta no tiene peligro. Creemos que no hay nadie intocable mientras se haga con rigor periodístico y en aras del derecho a la información".
Algunas de sus portadas no dejan indiferente a nadie y son ya míticas, como la que anunciaba "El Rey podría violarte" o aquella en la que, sobre una foto de la infanta Cristina, un juego de palabras y tipografía dejaba ver las palabras "HIJA DE PUTA" (aunque la portada era a doble página y en la contraportada había un IN que cambiaba todo el significado). "Son portadas antológicas", cree Boye. Respecto a los problemas legales, el editor afirma que sólo han tenido "amagos". Él es el encargado de revisar todos los contenidos y lo tiene claro: "Cualquiera que se enfrasque en una pelea con nosotros tiene todas las de perder".
La financiación
La revista apenas tiene publicidad y se financia casi por completo con las ventas, a diferencia de la mayoría de medios, que no pueden subsistir sin anunciantes. De nuevo, Mongolia marca la diferencia. La revista tiene una tirada de 40.000 ejemplares y 3.000 suscriptores que cada mes la reciben en casa. ¿Se gana dinero? "La pregunta en los negocios de prensa es, más bien, si da pérdidas, y Mongolia no las da", señala el editor, y añade: "Hemos tenido una política muy espartana de autocontención de los gastos para que no superen a los ingresos y el año pasado tuvimos un beneficio modesto".
Ellos continúan trabajando. Actualmente están regalando informaciones que publicaron en noviembre sobre Ignacio González y el Canal de Isabel II, "que como es un gran anunciante los medios no se atreven con ellos", y siguen con las actividades complementarias a la revista, como el espectáculo de humor Mongolia, el musical, que está recorriendo España. No había nada parecido en el mercado editorial español y ha supuesto un soplo de aire fresco. "Mongolia ha hecho historia, y ahora esperamos no ser historia", concluye Gonzalo Boye.
El primer objetivo de alguien que quiere escribir un artículo sobre una revista es visitar su redacción. Pero Mongolia no tiene redacción. Hasta en eso es diferente. "Cada uno trabaja desde su casa y tenemos una reunión semanal y otra...
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