Escalada
El fenómeno Dawn Wall
Jordi Pastor 5/03/2015
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Hace siete años, Tommy Caldwell, uno de los mejores escaladores que han pasado por el valle de Yosemite, la meca americana de la escalada, torció el gesto al volver a casa. Había empezado a tantear en libre el Dawn Wall, el paño de roca más liso y difícil de El Capitán, la famosa mole granítica del parque californiano, pero las primeras impresiones arrojaban pocas posibilidades de éxito.
Caldwell bajó de la pared cuestionándose si realmente era posible escalar aquello en libre, es decir, sin más ayuda para progresar que un calzado adherente para los pies y algo de magnesio para secar el sudor de las manos, ya que la cuerda que une a ambos escaladores en este estilo de ascensión solo se usa para garantizar su propia seguridad: evita que se precipiten al vacío en caso de caída. Y hubo muchas.
Dos años después de tan desasosegante comienzo entra en juego Kevin Jorgeson, atraído por la audacia y la visión de Caldwell. Es un escalador atípico para este proyecto. No tiene experiencia previa en grandes paredes y, de hecho, proviene del búlder, la antítesis a la escalada en estos inmensos muros: se trata de una especialidad que busca la máxima expresión de la técnica y la gestualidad en secuencias de pocos movimientos y rocas de poca altura que se escalan sin cuerda. Un velocista lanzado a un ultramaratón. Pero Caldwell busca un compañero y la mezcla acaba funcionando. Ese mismo otoño (2009) el dúo resuelve muchos de los tramos de la ruta (tiene más de 900 metros de recorrido) y comienza a asediar ya la sección más dura: una delicada travesía con agarres tan leves y precarios que apenas parecen dibujados en la pared.
Con un nuevo brillo en los ojos, Caldwell y Jorgeson acuerdan regresar cada otoño a Yosemite, es la mejor época del año para escalar en el valle hasta que entran los rigores invernales y el parque se tiñe de blanco. Van encadenando avances y contratiempos. Kevin se daña seriamente un tobillo en 2011 al chocar contra el muro de granito en una caída. El dichoso movimiento es infernal: a unos 400 metros del suelo, hay que saltar despegando los pies de la pared antes de que las manos se agarren a algo. Ese "algo" es un cortante filo en el que apenas entran las yemas de los dedos.
Las temporadas van pasando (2012, 2013…) y el tramo que concentra las mayores dificultades de la pared sigue resistiéndose. Mientras ellos están convencidos de sus posibilidades, otros conocidos alpinistas y escaladores recelan. El canadiense Will Gadd, amigo de Caldwell, asegura: "Visto desde fuera, aquello comenzaba a parecer una misión imposible". Incluso potentes especialistas como el californiano Chris Sharma, invitados a sumarse a la expedición, tampoco logran resolver las secuencias más duras de Dawn Wall.
27 de diciembre de 2014. Con un invierno extrañamente cálido en Yosemite, Caldwell y Jorgeson deciden lanzar el asalto definitivo a Dawn Wall. Ha llegado el momento esperado por ambos: escalar la Pared del Amanecer desde el suelo hasta la cima y no de cualquier manera. Se comprometen a llegar a la cumbre de El Capitán solo después de haber encadenado en libre toda la vía, escalando sin artificios, con sus manos desnudas, sus adherentes pies de gato y, sobre todo, con una determinación a prueba de bombas (y de caídas). La apuesta, además, es lograrlo como un verdadero equipo: alternándose meticulosamente en cada tramo de la pared al frente de la cordada. De esta forma, al culminar la ascensión, cada uno de ellos habrá liderado la mitad de la ascensión, asumiendo a partes iguales la dificultad técnica y el riesgo de volver a caer muchos metros sobre el vacío confiando en que la cuerda que los une cumpla su función.
La progresión inicial es rápida. Celebran Nochevieja y Año Nuevo en sus tiendas-hamacas, pero no están solos. Conforme avanzan, una multitud se agolpa cada día en la pradera situada frente a El Capitán, equipados con prismáticos y teleobjetivos. Se crea un efecto llamada. La carretera de acceso al Valle de Yosemite, uno de los parques nacionales estadounidenses que más turistas atrae durante todo el año, pasa justo por delante.
Ahí arriba, los fotógrafos que filman y retratan buena parte de la ascensión conviven con los escaladores, además de facilitar el aprovisionamiento de agua y víveres. Pero la expectación y el seguimiento crecen sobre todo en las redes sociales: Caldwell y Jorgeson tuitean y comparten diariamente sus impresiones y progresos a través de sus iPhones y se desencadena el fenómeno #Dawnwall.
Las imágenes de ambos escalando de noche a la luz de sus linternas frontales, aprovechando el benévolo invierno en el valle, se convierten en virales. Tiene su lógica: con el frío nocturno las manos sudan menos, la roca está más seca y resulta más sencillo agarrarse a los minúsculos relieves de las secuencias más complejas de la vía. Desde cualquier rincón del mundo con conexión a Internet se asiste al momento crítico de la ascensión: Jorgeson se ha atascado en la compleja sección intermedia, mientras que Caldwell la resuelve con rapidez y aguarda paciente a su compañero. La piel de sus yemas no da para más, está destrozada. Incluso instauran un riguroso ritual para aplicarse crema regeneradora en los dedos cada cuatro horas; indefectiblemente, estén despiertos o dormidos. Los días pasan y la tensión crece: Jorgeson no avanza.
Después de una semana de intentos, caídas y periodos de descanso, de ¡siete días! colgados en el mismo punto de la pared, Kevin logra resolver, sin caerse, el tramo más difícil de la escalada. ¡Vía libre!
El 14 de enero, 19 días después de haber despegado los pies del suelo, los dos escaladores caminan al fin por la cima de El Capitán. Allí aguardan sus parejas, amigos, familiares y un nutrido grupo de medios informativos que, cual reality-show, graban toda la escena: el descorche del champán, los abrazos, las risas y las declaraciones emotivas. "Espero que esto inspire a la gente a encontrar sus propios retos, sus propios Dawn Wall", Jorgeson dixit después de haber escalado la vía de pared más dura del mundo.
Curiosamente, la primera cordada que surcó por primera vez este muro de El Capitán en 1970, formada por el mítico Warren Harding y Dean Caldwell (nada que ver con Tommy), también levantó una polvareda mediática: cámaras al pie de la pared, portadas en diarios de tirada nacional, champán (y pollo frito) en la cumbre y entrevistas en televisión a los primeros del Dawn Wall.
Pero aunque 45 años después la gran pregunta de la prensa generalista sigue siendo la misma, "¿por qué?" (así comenzó la entrevista a Jorgeson y Caldwell en el late night show de Ellen DeGeneres), algo ha cambiado esta vez: el reconocimiento conjunto que medios generales y prensa especializada le han dado a una actividad de semejante envergadura. La tiene: ninguna otra ruta, ni en El Capitán ni en todo el mundo, concentra semejante cúmulo de dificultades. Incluso el mismísimo presidente Obama se animó a felicitarlos vía Twitter. What else…?
Hace siete años, Tommy Caldwell, uno de los mejores escaladores que han pasado por el valle de Yosemite, la meca americana de la escalada, torció el gesto al volver a casa. Había empezado a tantear en libre el Dawn Wall, el paño de roca más...
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Jordi Pastor
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