No monta tanto
El programa 'Corona de Aragón. Historia y arte', patrocinado por el gobierno aragonés, quiere ofrecer una versión del pasado de esta parte de España opuesta a la que se divulga desde muchas tribunas catalanas.
Sergio del Molino Zaragoza , 12/03/2015
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Empieza una guerra de identidades. Si 2014 fue el año del Tricentenari en el que las instituciones públicas catalanas conmemoraron la derrota habsbúrguica frente al bando Borbón en 1714 (fin de la existencia política de Cataluña como nación soberana, según la historiografía catalanista), este 2015 le toca el turno a la otra versión de la historia. Suponiendo que en España, o en las Españas, siempre hay dos versiones de la historia. Apagados los fastos culturales que acompañaban la fanfarria nacionalista catalana, se encienden ahora los de la aragonesa, que se presenta como la vanguardia de una visión española y supuestamente integradora del pasado. La batalla se libra entre museos y obras de arte. La batalla por la historia, se entiende, que al fin y al cabo es la batalla por la nación. A primera vista, puede parecer una disputa bronca y fuera de lugar, pero es un rasgo de civilización muy notable. Hasta no hace mucho, en este país (sea cual sea este país situado en la Península Ibérica), dirimíamos las diferencias con batallas de verdad, de las de bombas y tanques. Es un progreso sensacional que hayamos trasladado la discusión al ámbito de la historia, el arte y los fastos de interés turístico.
Los reyes Felipe y Letizia inauguraron el martes 10 de marzo en Zaragoza la exposición Fernando II de Aragón, el rey que imaginó España y la abrió a Europa, muestra que en su largo título contiene toda una visión de la historia que no necesita de un catálogo para explicarse. Se puede visitar hasta el 7 de junio en el Palacio de la Aljafería, actual sede de las Cortes de Aragón (el parlamento autonómico) y es el primer gran fasto de un programa patrocinado por el gobierno aragonés que durará hasta 2019 y que, bajo el título de Corona de Aragón. Historia y arte, quiere ofrecer una versión del pasado de esta parte de España opuesta a la que se divulga desde muchas tribunas catalanas. El programa, que se inspira en el ciclo de exposiciones Las edades del hombre, de Castilla y León, es ambicioso, aunque está por ver que pueda llevarse a cabo, ya que el gobierno que lo ha impulsado (presidido por Luisa Fernanda Rudi, del Partido Popular, con apoyo parlamentario del Partido Aragonés) entrará en interinidad tras las elecciones del próximo 24 de mayo. Y quizás el ejecutivo que resulte de esos comicios no comparta el mismo entusiasmo por la historia que está demostrando éste en la fase ultimísima de la legislatura.
Pero, de momento, ya está en marcha la primera gran exposición. En un espacio fabuloso, la Aljafería, el mayor edificio de arquitectura islámica del norte de la Península, residencia de los reyes de taifa zaragozanos y también palacio del homenajeado Fernando cuando visitaba la ciudad. De hecho, una parte del complejo se llama Palacio de los Reyes Católicos, en cuyas estancias se ha instalado buena parte de la muestra. Esta consiste en más de ciento cincuenta piezas llegadas de museos y colecciones de ocho países. Muchas de ellas, de gran valor y nunca vistas antes en España, como el retrato de Isabel y Fernando de autor desconocido perteneciente a la colección de arte de la reina Isabel II de Inglaterra, que ha servido de cartel e imagen de la exposición y se puede ver reproducido estos días en las principales calles de Zaragoza.
Fernando II de Aragón, el rey que imaginó España y la abrió a Europa se presenta como el preludio de los actos de conmemoración del quinto centenario de la muerte del personaje, que falleció el 23 de enero de 1516. Es decir, que queda casi un año para la efemérides. ¿Por qué se inaugura ahora y no en 2016? Los organizadores insisten en que es un preludio para abrir boca a todo lo que está pensado para el año que viene, pero, de nuevo, la fecha del 24 de mayo de 2015 explica mejor las cosas: quizá convenía ponerla en marcha antes de unas elecciones autonómicas ante las que cunde la inquietud y la incertidumbre como nunca antes habían cundido. Una foto con los reyes y un poco de fasto de exaltación de la identidad aragonesa, el orgullo de una región orgullosa que se siente muy a menudo despreciada e insultada por los alardes de su vecino catalán. Cualquier político aragonés sabe que el discurso anticatalán, aunque adopte una forma sutil e implícita, se vende a manos llenas y es quizás una de las pocas cosas capaces de poner de acuerdo a una amplia mayoría de aragoneses.
Tras recorrer sus orígenes como descendiente de dos dinastías, una castellana y otra aragonesa (y nexo de ambas coronas y forjador de España, por tanto, según la actualización del relato de los Reyes Católicos como primeros gobernantes de un país que hasta entonces eran varios), echar un vistazo a su mundo y sus relaciones (Maquiavelo, Colón, etcétera) y detenerse en un par de salas a revisar su sentimiento religioso (que por algo le llamaban el Católico), la exposición termina en la recreación de la sala del Incendio del Borgo del Vaticano, donde Rafael pintó al rey aragonés como uno de los cinco pilares de la cristiandad.
Comisariada por Carmen Morte y José Ángel Sesma, catedrática y catedrático emérito, respectivamente, de la Universidad de Zaragoza, la muestra viene a decirle al visitante, y en especial a las autoridades catalanas, que no monta tanto, que no da igual una versión de la historia que otra. Los textos son cuidadosos y no caen en tópicos superados por la historiografía moderna. La expresión Reyes Católicos o el apelativo Fernando el Católico están sutilmente obviados en favor de Isabel y Fernando o de Fernando II de Aragón. Tampoco hay exaltación de la iconografía imperial de la que abusó el franquismo, con sus águilas, yugos y flechas. Los comisarios han tenido cuidado de presentar una visión historiográficamente sensata y con un gusto acorde con la sensibilidad democrática contemporánea. Pero el tono, al fin, es el de una exaltación. Desde el título hasta la última sala. No se incide en las sombras de un rey que, entre otras cosas, firmó el decreto de expulsión de los judíos en 1492 o dio alas y un poder omnímodo a uno de los personajes más siniestros de la historia europea, el inquisidor general Tomás de Torquemada. Aquí se presenta a un Fernando estadista, integrador y aplaudido universalmente. Un aragonés cabal, glosado con benevolencia e ingenio por otro aragonés genial, Baltasar Gracián. Como diría Scorsese, uno de los nuestros.
Aragón combate a Cataluña con sus mismas armas: una historia a la medida de las necesidades políticas de quien monta el fasto. Si en Cataluña se ha manipulado el relato hasta extremos ridículos para justificar la existencia de una nación oprimida, en Aragón se empieza a hacer lo propio retomando la idea de una España unitaria que tampoco se corresponde con lo que las investigaciones históricas más recientes han averiguado. El programa Corona de Aragón. Historia y arte (que consta de tres grandes exposiciones más hasta 2019) se presentó en diciembre de 2013, cuando ya había pasado la mitad de la legislatura actual en Aragón. Curiosamente, se planeó poco después de que la Generalitat de Catalunya hiciera público su programa de festejos independentistas para 2014. No es una locura interpretar este plan como la contraofensiva cultural del Partido Popular al soberanismo de CiU y Esquerra. Y quizá, como ya he dicho, sea motivo de orgullo y celebración: la España que antes discutía con bombarderos alemanes y tanques soviéticos ahora discute con exposiciones, documentales, libros de ensayo y ciclos de conferencias. Podrá gustar más o menos el uso político de la historia, pero no hay que solicitar la intervención de la Cruz Roja al final del combate. Algo es algo.
Ya lo dijo alguien: no hay nada que cambie más que el pasado.
Sergio del Molino ha publicado recientemente Lo que a nadie le importa (Literatura Random House, 2014) y es autor también de La hora violeta (Mondadori, premio Ojo Crítico y premio Tigre Juan 2013) y Malas influencias (Tropo Editores, 2009), entre otros libros.
Empieza una guerra de identidades. Si 2014 fue el año del Tricentenari en el que las instituciones públicas catalanas conmemoraron la derrota habsbúrguica frente al bando Borbón en 1714 (fin de la existencia política de Cataluña como nación soberana, según la historiografía catalanista), este...
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Sergio del Molino
Juntaletras. Autor de 'La mirada de los peces' y 'La España vacía'.
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