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Al PP (Partido Pichi) le falta pudor y le sobra casticismo. Sólo así se entiende que llevemos unos años rodeados de eufemismos, frases hechas, lugares comunes y expresiones chulescas que serían (de hecho, son) motivo de enormes risas en redes sociales y tertulias de bar si no fuera porque esconden una escasez de escrúpulos sin precedentes. Y con temas no precisamente banales. Hablamos de política, de Estado de Derecho, de decisiones que afectan a esa democracia en la que estamos instalados, mal que bien, desde hace ya unas décadas.
El último en hablar ha sido el director de la Agencia Tributaria, al que no se le ha ocurrido otra cosa que, en medio de una comparecencia en el Congreso de los Diputados, referirse a un tema tan serio como la amnistía fiscal con el término de “repera patatera”. Uno escucha el corte una y otra vez y se imagina al señor utilizando otros términos como “mover el esqueleto” y “tomarse un combinado”. Pero no es la hora del vermú, Santiago Menéndez. Estaba usted en el Congreso, un lugar en el que no debería haber hueco para la chulería ni para el Candy Crush.
La amnistía fiscal debería aparecer en los libros de historia económica y también en el de malas prácticas. Para empezar, esa complacencia, ese “pelillos a la mar” con el que no hizo bien los deberes y no se descargó el programa PADRE. Esa actitud casi paternalista que perdona la chiquillada. Van por ahora 715 ‘chiquillos’ que se aprovecharon del asunto. Y el padre de todos ellos, Cristóbal Montoro y ministro de Hacienda, sigue sin dar explicaciones de este asunto que enturbia todo: porque consolida la enorme desigualdad entre los contribuyentes y porque ejemplifica que la línea que divide los poderes es inexistente (¿Por qué sabe el Gobierno el nombre de los amnistiados?).
Los amnistiados. Los 715 ‘hijos’ de Montoro. La privacidad y el falso pudor que argumenta el Gobierno y algunos medios para no ponerles nombre y apellidos son, cuando menos, hirientes. Sobre todo cuando los nombres filtrados son conocidos. La repera patatera. Rodrigo Rato, Jordi Pujol Ferrusola, Luis Bárcenas y media trama Gürtel. Que ahora algunos pidan que no se haga pública por sus efectos políticos devastadores es de un cinismo que asusta. Necesitamos saber. Tenemos derecho a conocer sus nombres, igual que Hacienda lo sabe casi todo de nosotros. Quid pro quo.
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, dijo que se enteró de la detención de Rato por la prensa. Y que esa mano en la nuca, que es pura semiótica, le provocó un gran disgusto. También tuvo tiempo el 22 de abril para defender en el Congreso la amnistía fiscal de su ministro y la opacidad de las listas. En nombre de la ley y de los 124.000 millones de euros recaudados. Todo vale, le vino a decir a Pedro Sánchez, ante la pregunta del líder socialista, que aún no se ha recuperado de lo de Antonio Machado, el ilustre poeta soriano, soriano de un patio de Sevilla. Por si acaso, Soraya Sáenz de Santamaría recordó a los presentes que el PSOE también tuvo sus amnistías fiscales. Y no una, sino dos. Y sí, eran también opacas, pero “sin control”. “Nada controlao”, según el diccionario Mariano.
Antes de abrazarnos a las farolas y tirarnos a las calles hemos preferido incorporar al vocabulario lo de “ese señor del que usted me habla”, “me voy a ir porque estoy muy cansao”, “Luis, sé fuerte”, “nos ha faltado piel” y ese jardín en diferido en el que se metió María Dolores de Cospedal y del que aún no ha logrado salir. Y no podemos, no debemos sino ser implacables. Látigo al latiguillo. Y al voto.
Al PP (Partido Pichi) le falta pudor y le sobra casticismo. Sólo así se entiende que llevemos unos años rodeados de eufemismos, frases hechas, lugares comunes y expresiones chulescas que serían (de hecho, son) motivo de enormes risas en redes sociales y tertulias de bar si no fuera porque esconden una escasez de...
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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