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En 2012, RTVE y Filmoteca Española presentaron la digitalización del noticiero NO-DO, un patrimonio audiovisual público clave para entender cómo la dictadura franquista y los primeros gobiernos en democracia dirigían la mirada y, por lo tanto, el imaginario de los españoles tanto al interior como al exterior de sus fronteras. Hasta entonces el fondo sólo era accesible en la sede física de la Filmoteca, y su uso (tanto comercial como sin ánimo de lucro) celosamente controlado por el entramado burocrático del cual depende. La digitalización del archivo parecía indicar una apertura en la concepción de lo público audiovisual, pero el hecho de que el material tan sólo pueda ser visionado en streaming (acceso) pero no descargado (uso), plantea la necesidad de entender el archivo público como entidad instituyente, en lugar de cómo cementerio audiovisual instituido
Como sugieren Rafael R. Tranche y Vicente Sánchez-Biosca en NO-DO. El tiempo y la memoria (Cátedra, 2000), el hecho de que el NO-DO documente audiovisualmente gran parte de la dictadura implica que dichas imágenes guardan sus múltiples interrogantes, siendo el más acuciante el por qué de su dilatación en el tiempo. Es por tanto necesario interrogar estas imágenes desde la interpelación creativa, permitiendo que las respuestas salgan a la luz tras décadas de existencia subterránea.
Ya en los primeros segundos del noticiero, el cuatro de enero de 1943, se relacionan las palabras (el discurso) paz, progreso, trabajo, pueblo y caudillo con el imaginario del régimen franquista, más concretamente con el palacio de El Pardo, el lugar de residencia del poder. Sobre un plano de Franco firmando papeles, se recuerda al público el “deber de los españoles de imitarle... Cada uno en su esfera de acción y de trabajo ha de seguir esta línea de conducta... en beneficio de nuestra nación y nuestro pueblo”. El NO-DO establece desde sus inicios una función adoctrinadora de la colectividad, a través de la repetición de una serie de símbolos (el orden militar, el crucifijo, la bandera, el caudillo, etc) que todavía sobreviven en el imaginario colectivo.
El NO-DO establece desde sus inicios una función adoctrinadora de la colectividad, a través de la repetición de una serie de símbolos
Evidentemente, el Ministerio de Cultura y RTVE son plenamente conscientes de la importancia histórica del NO-DO, y han dedicado ingentes recursos y tiempo a catalogar, preservar y digitalizar el fondo. El problema radica más bien en lo que a la supervivencia de este imaginario se refiere, ya que la mentalidad institucional -de momento- plantea el archivo como instituido, como contenedor de una realidad histórica que ha quedado atrás y que no ha de mezclarse con el presente. En definitiva, se propugna una concepción de lo público digital como acceso y verificación, en lugar de aceptar también la vertiente creativa y abierta del archivo, aceptando, como menciona Jorge Bielinsky, que cualquier documento encierra una parte del imaginario, y que interrogándolo se abandona “un imaginario acotado (y ya constituido) para deslizarse hacia sus formas de producción: hacia lo constituyente”.
Un imaginario acotado
Con el actual sistema de streaming se garantiza el acceso abierto a las imágenes del NO-DO, pero se impide sin embargo la descarga legal de unos contenidos que son públicos a todos los niveles; su producción corrió a cargo del Estado, tiene un interés cultural colectivo innegable y su conservación, catalogación y digitalización han sido costeadas con dinero del contribuyente. ¿Por qué no se ofrece entonces su descarga libre y gratuita a disposición del ciudadano?
Por un lado, el NO-DO es un negocio lucrativo para las arcas públicas, ya que la cesión de uso de imágenes está regulado por decreto, concretamente en el BOE número 77 de 2006. Es cierto que se distingue entre un uso comercial y otro cultural o de carácter público, pero asumir que un ciudadano inquieto, con ganas de experimentar con su imaginario histórico, pague 4,5 euros por cada segundo de metraje resulta absurdo. Esta ceguera ante el verdadero valor que tiene el patrimonio cultural, lo que Nuncio Ordine denomina la utilidad de lo inútil, o el archivo como “tesoro que la colectividad debe preservar con celo a toda costa” es ciertamente preocupante, sobre todo cuando se propugna desde estamentos públicos.
Pero la mercantilización del NO-DO no es la única causa que sugiero tras la actitud del Ministerio de Cultura. También está la relación entre archivo y poder, en relación a la cual Jacques Derrida nos recuerda que cuanto más restringido esté el acceso y la participación en el archivo, menos democrático será el imaginario colectivo. En este sentido, el concepto de streaming tan sólo aprueba la prerrogativa del acceso, pero obvia por completo el de la participación. No se permiten los comentarios de los usuarios, y el elemento participativo queda reducido a la función de compartir el vídeo a través de las redes sociales. El documento histórico se convierte entonces en anécdota, difícilmente en reflexión, fomentando así una sociedad desmemoriada, pero no en el sentido de que carezca de relación con las imágenes del pasado, sino en que ésta relación es pasiva, breve y superficial.
Hoy en día se habla mucho de la necesidad de una nueva realidad, un nuevo horizonte sociopolítico que supere el agotado discurso actual. Propongo hacer caso a Josep M. Català cuando sugiere que “la nueva realidad hay que pensarla, gestionarla y conducirla desde la imaginación”. Un buen lugar por donde comenzar es reclamar el (des)control del archivo público, permitir su libre uso creativo para que el ciudadano examine críticamente la memoria audiovisual oficial. Sólo así podremos comprender cómo se instituyó el imaginario sociopolítico que intentamos dejar atrás, para después empezar a instituir, sin clausurarlo jamás, un presente y un futuro en perpetua reinvención.
Tres ejemplos de uso creativo de archivos públicos:
Raza Remix (Manel Bayo, 2010).- Delirante y divertida revisión mediante postproducción digital de Raza, la infame película con guión de Franco.
El Perro Negro (Péter Forgács, 2005).-Una visión compleja de la guerra civil mediante archivos ignorados por la historia oficial.
Le fantôme de l'opératrice (Caroline Martel, 2006) .- Los fantasmas del progreso industrial emergen de archivos corporativos de los años 40’ y 50’, algunos disponibles en The Internet Archive (archive.org)
En 2012, RTVE y Filmoteca Española presentaron la digitalización del noticiero NO-DO, un patrimonio audiovisual público clave para entender cómo la dictadura franquista y los primeros gobiernos en democracia dirigían la mirada y, por lo tanto, el imaginario de los...
Autor >
Enrique Fibla
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