La cosa arranca fuerte: Ryley Walker. Este tipo es un fiera, un talento puro. Love Can Be Cruel es un tema de su segundo disco, que acaba de publicar hace apenas un mes, en el que le arropa una banda compuesta por los músicos más sobresalientes de la escena jazz y noise de Chicago, una auténtica delicia que toca todos los palos, y crece con cada escucha.

A continuación, Steve Gunn; otro contemporáneo, otro guitarrista de la nueva hornada de fingerpickers estadounidenses que busca unir tradición y vanguardia. Lurker es una canción que se deleita en la repetición, y se paladea hasta el último segundo en la voz arrastrada de Gunn.

Jack Rose es el padrino de toda esta generación. El malogrado Rose, que murió de un repentino ataque al corazón en 2009 con tan solo 38 años, era el heredero directo de John Fahey, la promesa del neo-primitivismo, y en Kensington Blues está en su cumbre.

Le sigue Tim Buckley, el verdadero enfant terrible de la movida del folk jazz psicodélico de los 60 y 70 en EE.UU., y padre del mítico Jeff, que seguiría sus pasos en el mundo de la música en los 90. Nobody Walkin' es una de las canciones del disco Lorca, una suerte de homenaje avant-garde al poeta de Granada.

Buffy Sainte-Marie es una de las grandes desconocidas de esa ola psych-folk de mediados de los años 60, a pesar de ser una de las voces más innovadoras y rompedoras del panorama, y ser dueña de una tesitura vocal aterciopelada pero rasgada que le confiere ese carácter hipnótico y atávico a su música.

En una liga mucho más experimental se encuenta la música de Sandy Bull, un auténtico outsider que exploró múltiples géneros dentro del ámbito de los instrumentos de cuerda. En Carnival Jump el escogido es el laúd, del que llegó a ser un reconocido experto.

Roy Harper, 'the Sophisticated Beggar', el más alucinógeno y heterodoxo de los cantautores folk de los 60 en el Reino Unido, es poseedor de una lírica atribulada y viva, además de un particular estilo desgarbado en la guitarra: sus dos señas de identidad, más evidentes que nunca en esta canción del disco homónimo.

El recientemente fallecido John Renbourn fue una de las figuras destacadas del movimiento folk en Inglaterra en los 60. Fundador, junto a Bert Jansch de los míticos Pentangle, banda esencial de ese estilo, publicó muchos discos en solitario; entre ellos, The Lady And The Unicorn es uno de los más experimentales e interesantes por su aproximación a sonoridades no occidentales y a la instrumentación barroca.

Dance of Death fue la canción que me enganchó a John Fahey y al primitivismo, y una de las canciones con más variedad de paisajes de su discografía, en la que hace un repaso de sus distintas obsesiones musicales. Fahey es el dios de la guitarra acústica, por su expresividad e innovación en un terreno que prácticamente inventó él.

Fairport Convention fue otra de esas bandas centrales del movimiento folk británico, y cantera de muchos de los grandes talentos musicales de esa hornada, como Sandy Denny o Richard Thompson. Una de sus apuestas fue por la recuperación de canciones medievales inglesas de amor cortés, murder ballads y composiciones populares, actualizándolas a un sonido más folk-rock. Matty Groves es una de ellas, y una auténtica apisonadora sónica en la que la banda suena mejor que nunca.

La banda-comuna escocesa The Incredible String Band fue uno de los ejercicios de libertad sonora más arriesgados del psych-folk de las Islas Británicas en los 60. Koeeoaddi There es un collage de 7 u 8 patrones distintos que se entrecruzan y se van dando el relevo en un auténtico viaje alucinógeno con una exquisita instrumentación que va de la percusión Hare Krishna al sitar.

Davey Graham es una especie de Alberto Caeiro del folk británico, el hombre que lo empezó todo y lo puso patasarriba con su talento y curiosidad exploradora. Virtuoso de la guitarra, se pasó también a otros instrumentos de cuerda en los que poder demostrar la conexión entre el folk de las islas y las sonoridades de las músicas de la India, Pakistán y Asia Menor. En She Moved Through The Bizarre coge una pieza tradicional irlandesa y la reinterpreta para el sarod, una especie de laúd usado en la música clásica hindú.

Por último, Bert Jansch, el heredero de esa tradición de Graham y también fundador de Petangle. Su carrera en solitario fue una de las más sólidas de la escena folk a nivel internacional, y fue constantemente reivindicado hasta su muerte en 2011. Jansch era, como dicen algunos, "el Hendrix de la acústica", un todoterreno que alcanzó una posición de culto entre los guitarristas acústicos, que todavía mantiene. Aquí, el escocés versiona uno de los clásicos de Davey Graham, Angie (o Anji), de la que se decía en los círculos de entendidos de la época que, si uno la ejecutaba con destreza sobre un escenario, estaba preparado para ser admitido en el club. Un auténtico estándar del género, y una interpretación inspiradísma.