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El debate entre universidad pública o privada está muy politizado y con frecuencia surgen tópicos como la supuesta ineficiencia de la pública o que ciertas privadas prácticamente regalan sus títulos siempre y cuando el estudiante pague. No es objeto de este artículo tratar estos temas, entre otros motivos porque se generalizaría y porque los expertos dicen que los rankings actuales no son suficientemente rigurosos para hacer comparaciones entre la calidad de la docencia y la investigación de unas y otras. Sin embargo, lo que es innegable es que España ha vivido en los últimos 25 años un profundo cambio en su sistema universitario, en el que los centros privados se han multiplicado por ocho por decisión política.
España ha pasado de tener cuatro universidades privadas en 1990 - Deusto, Navarra y las Pontificias de Comillas y Salamanca, todas ellas de la Iglesia católica- a nada menos que 33. En este tiempo, solo se han abierto ocho campus públicos y es sintomático que el último que se puso en marcha data del año 2000. Mientras tanto, los gobiernos autonómicos han seguido autorizando la creación de centros privados y llama la atención que, en plena crisis -desde 2008-, hayan comenzado su andadura seis proyectos empresariales más.
De acuerdo con José María Hernández Díaz, catedrático de Historia de la Educación de la Universidad pública de Salamanca, esta brutal expansión de la privada comenzó en 1991, cuando el PSOE aprobó un decreto que flexibilizó la entrada de las empresas en el negocio de la enseñanza superior. Para entonces, la ley de reforma universitaria de 1983 ya había hecho los pertinentes cambios para que una entidad, sin necesidad de que tuviera un fin confesional detrás, pudiera abrir campus, si bien no fue hasta la aprobación de este decreto cuando el marco legal se asentó y comenzó la expansión.
Dicho decreto volvió a reformarse en 1995 y aceleró aún más el proceso. Aquí jugaron un papel fundamental las comunidades autónomas, a algunas de las cuales ya se les habían transferido las competencias educativas (como al País Vasco o Cataluña) y otras terminarían de recibirlas en el año 2000. “La expansión más fuerte empieza en 1995, entre otros motivos porque hay comunidades que se muestran, por decirlo suavemente, muy receptivas a la apertura de universidades privadas en su territorio”, apunta Hernández.
El resultado final es que España tiene en la actualidad 83 universidades, contando las no presenciales, 50 de las cuales son públicas y 33 privadas. Esto supone que el 40% de los campus que hay en el Estado son ya privados, mientras que antes de que se aprobara el decreto de 1991 este porcentaje estaba en el 10%. De hecho, ya hay comunidades autónomas donde hay más privadas que públicas, como ocurre por ejemplo en Madrid, la Comunidad Valenciana o el País Vasco.
Hay comunidades autónomas donde hay más privadas que públicas, como ocurre en Madrid, la Comunidad Valenciana o el País Vasco
Sin embargo, el número de estudiantes que escogen la privada sigue siendo modesto ya que, según el Ministerio de Educación, solo representan el 13% de todos los universitarios: 165.000 personas. No obstante, la transferencia de alumnos de la pública sigue una línea ascendente. En plena crisis, la cuota de la privada ha aumentado casi en tres puntos (en el curso 2008-2009, tenía al 10,8% de los alumnos), precisamente en un momento en el que la financiación a los campus públicos se está recortando, se han reducido las becas del ministerio y han aumentado las tasas.
En este sentido, Hernández no duda de que las políticas actuales están “desactivando poco a poco la oferta pública”. “Es un modelo neoliberal clarísimo, que conlleva la progresiva desaparición de la universidad pública, con medidas como la baja tasa de reposición de los profesores que se jubilan, lo que impide la entrada de jóvenes investigadores. Es un problema gravísimo. Y los empresarios se están frotando las manos porque esto es una oportunidad para ellos”, lamenta.
La nota de corte, clave
Las investigaciones de Dolores Moreno Herrero, doctora en Economía Aplicada de la Universidad de Granada, que hizo su tesis sobre este tema, conducen a conclusiones muy interesantes sobre cómo se ha ido produciendo esta expansión. Quizá lo más llamativo es que las universidades privadas -con excepciones- se centran sobre todo en ofrecer carreras que tienen una nota de corte alta o muy alta en las universidades públicas.
Las notas de corte -mínima calificación que debe tener el estudiante en Bachillerato y la Selectividad para poder matricularse- tienen una doble lectura. La primera es positiva: que solo entran los que supuestamente son los mejores. Y la otra, negativa: que, en teoría, hay escasez de plazas. En cualquier caso, Moreno Herrero demuestra que las universidades privadas aprovechan ese mercado y captan en muchas ocasiones a los estudiantes que no han podido entrar en la pública por nota. En otras ocasiones, no obstante, ocurre lo contrario: las familias que se lo pueden permitir mandan a sus hijos a universidades privadas que tienen un gran prestigio en una determinadas profesión, igual que ocurre en la competencia entre las públicas.
Para confirmar esta preferencia de las privadas por recoger a los estudiantes que no entran por nota en la pública, hay un dato clave: si la penetración actual de alumnos en la privada es del 13%, según el Ministerio de Educación, en el caso de las carreras relacionadas con las Ciencias de la Salud (como Medicina) este porcentaje sube hasta el 18%. Lo contrario ocurre con los estudios con poca demanda y notas de corte bajas, muchas veces de apenas un 5: solo el 4% de los alumnos de la rama de Artes y Humanidades escogen la privada. Otras titulaciones en las que Moreno Herrero encuentra esta correlación es en Comunicación Audiovisual, Ingeniería de Telecomunicaciones, Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas, Arquitectura o Nutrición y Dietética.
“No hay que olvidar que son empresas privadas que buscan beneficio económico”, señala por su parte Hernández, de la Universidad de Salamanca. De hecho, según la última encuesta del INE sobre las universidades privadas, estas ganaron 184 millones de euros el año 2010.
Las universidades privadas ganaron 184 millones de euros en 2010, según un estudio del INE
La investigadora de la Universidad de Granada también destaca que las privadas abren sobre todo en zonas donde la demanda potencial de estudiantes es mayor, teniendo en cuenta factores como la pirámide de población y el nivel de renta de la comunidad. Así se entiende que la inmensa mayoría de las aperturas se hayan producido en Madrid, Cataluña -sobre todo, Barcelona- y la Comunidad Valenciana; mientras que las públicas, en especial en regiones con una densidad de población baja, suelen tener entre sus objetivos servir de vertebradoras del territorio, de acuerdo con las directrices de los gobiernos autonómicos.
Pero una de las claves de este asunto radica en saber si España tiene demasiadas universidades. La Conferencia de Rectores (CRUE), en la que también están representadas las privadas, considera que no. Que España, al contrario de lo que se empieza a creer, no tiene más campus que otros países similares. Aunque otro debate distinto es si la oferta actual de estos centros es la adecuada y, más aún, si existe correlación con lo que demanda el mercado laboral.
De hecho, no son pocas las voces -también desde el propio mundo académico- que consideran que existe sobreoferta y que convendría reorganizar todo el mapa de titulaciones. Esta es la opinión de Hernández, quien considera que “se está engañando a miles y miles jóvenes” con la promesa de que van a lograr con facilidad un puesto de trabajo, cuando luego la realidad es bien distinta. No obstante -y así lo recuerda la CRUE-, actualmente existe un grave problema de paro, especialmente juvenil, y eso distorsiona por completo las cifras.
Precisamente, Aragón está estos días en este debate, después de que el Gobierno autonómico haya permitido que la única privada de la Comunidad -la San Jorge- pueda ofrecer desde el próximo curso los grados de Magisterio. El PP considera que, cuanto más oferta haya, mejor será para los alumnos; pero la Universidad de Zaragoza está en pie de guerra porque considera que esta duplicidad es “innecesaria”, sobre todo en estos momentos. El argumento principal de su rector, Manuel López (que también es el presidente de la CRUE), es que estas carreras ya están perdiendo alumnos por la dificultad de encontrar empleo de maestro -con lo que la privada minaría aún más este descenso en la pública-, en un momento en el que los recortes han reducido la convocatoria de oposiciones a la mínima expresión.
El debate entre universidad pública o privada está muy politizado y con frecuencia surgen tópicos como la supuesta ineficiencia de la pública o que ciertas privadas prácticamente regalan sus títulos siempre y cuando el estudiante pague. No es objeto de este artículo tratar estos temas, entre otros...
Autor >
Carlos Larroy
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