Más Contexto
La gran estafa
Ekaitz Cancela 20/05/2015
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“Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más grande vivir en los pronombres!” Como si de Pedro Salinas en La voz a ti debida se tratara, Manuela Carmena ha pedido campañas electorales distintas. Donde la línea entre lo vergonzoso y lo electoral no quede difuminada en cada mitin. Contratos honestos con el ciudadano, en vez de florituras retóricas para que evitemos leer la letra pequeña que hay detrás.
Como camaleones, buena parte de los políticos han adaptado durante dos semanas su repetitivo mensaje al entorno. En pocos días han tratado de vender que, como serpientes, mudan de piel y ya no son los mismos que hace cuatro años. Han protagonizado en muchos casos una bochornosa hazaña de la que nadie nos avisó pero que vaticinábamos. Elección tras elección, la ristra de despropósitos aumenta y vemos cómo se degrada el debate electoral hasta llegar al barro de la frivolidad. Somos tratados como consumidores a los que convencer de que compren un producto u otro. Como si no hubiera nada más en juego.
Candidato, sonría, que va a salir por la tele. Y de repente sale ante la palestra un busto parlante cuyas frases vacías inundan y ahogan cualquier chance de lucidez. Cualquier atisbo de inteligencia. La imagen de tres políticos a lomos de una bicicleta en la tercera ciudad donde el transporte publico es más caro y donde el carril bici y el espacio para estos vehículos es de los más escaso, es el resumen perfecto de esta campaña electoral. “La Gran Estafa”, que le llamaría algún director de cine.
Pero lamentablemente, la realidad supera a la ficción. Después del paseo en bicicleta, una guardería infantil les esperaba. Allí, Rajoy con el traje de Judas manifestó su compromiso con la infancia y besó a cada niño/a que allí se encontraba. El presupuesto destinado a la infancia desde 2010 ha caído en 6.370 millones, es decir, 772€ por niño/a, y las plazas públicas son en muchos casos más caras que las privadas.
Los ejemplos de este esperpento electoral no entienden de colores ni ideologías. Y reducido el lenguaje político al mínimo exponente, ya no sorprende nada. Cospedal, que a cuatro días de las elecciones no ha presentado su programa, defendía que los espacios naturales no se pueden mantener "si son improductivos”. El ministro de Exteriores, mientras Europa se peleaba por repartirse 20.000 de los 16 millones de refugiados que hay en el mundo, insistía en la actitud de relacionar el asilo político con cifras de paro en España. Es decir, el mismo Gobierno que presume falsamente de que España es el país que más crece de Europa pasa a ser pobre cuando se habla de inmigración.
Decía Esperanza Aguirre, protagonista de la semana electoral por las actividades y negocios de su marido, que “estará permitido todo lo que no esté prohibido”. Y algunos medios tomaron nota. Desde los que dedicaron editoriales y primeras páginas a Ciudadanos en semana de reflexión, a los que pusieron sus periódicos al servicio del Gobierno para vincular directamente a un partido político con el terrorismo de ETA. El mismo medio, este, que mintió al asociar con la banda al número dos de la candidatura que puede quitarle el poder de Madrid a Aguirre. Y no fue el único, los hubo que reprodujeron premeditadamente informaciones que fueron desestimadas por los jueces hace dos años. “Periodismo”, le llaman. “Información libre”, predican.
Votar ya no solo es un acto político, sino también social. Implica definir qué rumbo queremos que tome una sociedad que está a la deriva.
“Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más grande vivir en los pronombres!” Como si de Pedro Salinas en La voz a ti debida se tratara, Manuela Carmena ha pedido campañas electorales distintas. Donde la línea entre lo vergonzoso y lo electoral no quede difuminada en cada mitin....
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Ekaitz Cancela
Escribo sobre política europea desde Bruselas. Especial interés en la influencia de los 'lobbies' corporativos en la toma de decisiones, los Derechos Humanos, la desigualdad y el TTIP.
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