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Barcelona: 7,5 millones de turistas, aires nuevos y 'gent d'ordre'

Elise Gazengel Irene G. Pérez Barcelona , 20/05/2015

<p>Ada Colau.</p>

Ada Colau.

Luis Grañena

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Detrás de los grandilocuentes discursos de campaña –o más bien delante– encontramos a menudo un público que ayuda a definir mejor el programa de cada partido. Sólo hace falta acudir a los actos y dar la espalda al escenario. Para la alcaldía de Barcelona, muchos son los temas en los que coinciden los siete partidos en liza: crear empleo, preservar el pequeño comercio, establecer un turismo de calidad, devolver el centro a los barceloneses… Pero si nos giramos y prestamos atención a las reacciones de sus militantes y simpatizantes, los matices se hacen más visibles.

A juzgar por el “aplauso” --de manera parcial y subjetiva--, podríamos decir que a los fieles del PP no les importa tanto la creación de empleo (aunque sea el lema de su campaña) como la preservación de una ciudad española, la lucha contra los anti-sistema y la protección armada contra el incivismo. Y si a eso queremos añadir detalles, el perfil daría una edad avanzada a sus votantes, les haríamos hablar castellano y les pondríamos un palo en forma de bandera en la mano para amenazar a cualquier activista que se atreviera a levantar un folleto frente a su candidato.

Pero, si juzgamos de tal manera, también deberíamos hablar de la poca importancia que tienen los temas locales en el programa de Barcelona en Comú, que será votada por sus propuestas “anti-chorizos” y por su ejemplo --que está de moda– de nuevo partido que trae “aire fresco” a la antigua política. Unas temáticas que marcan también los mítines de Ciutadans, donde se cuelan repetidas quejas contra la “discriminación secesionista” de los partidos que gobiernan Cataluña.  

Por su parte, el agonizante PSC lleva el programa de las críticas a los partidos citados arriba para los barceloneses que confían aún en unos ideales socialistas. ¿Y la CUP? La candidatura de la izquierda radical sería atractiva por tratar los temas locales olvidados y alejarse lo más posible de lo que suele ser un partido político: con una cabeza de lista casi desconocida, sin muchos recursos y queriendo cambiar el “sistema”.

En cuanto a ERC, aparte de presentar al “alcalde del sí” (a la independencia) que pide el voto hasta en inglés, presentan sobre todo el programa del no al “expolio fiscal”. Y para su socio en esta legislatura y rival en las urnas, CiU, lo importante es erigirse en partido racional, de gent d’ordre, frente a los extremistas de la derecha o la izquierda.

Pero, a distancia de los mítines y aplausos, quisimos conocer a los barceloneses que no entran en los detalles de los programas electorales y prefieren contar los sentimientos, miedos y alegrías que les produce su ciudad.

Desigualdad

Santi, de 19 años, pasea a su perro por la Avenida de Pedralbes. Es estudiante de un grado superior de administración y finanzas, y asegura que lo que más le gusta de su barrio es la tranquilidad que se respira y que hay muchas zonas verdes. No obstante, afirma que de noche da miedo, porque no hay actividad ni presencia policial. “Algunos vecinos han contratado seguridad privada; hay un coche que circula por la zona y que, cuando le llamas, te viene a buscar para acercarte a casa”, explica. Cree que la inseguridad, junto con el ruido y la contaminación, son los principales problemas de la ciudad.

Trinitat Nova, el barrio con menos renta familiar disponible en 2013, es 6,3 veces más pobre que Pedralbes

Un poco más abajo, un par de turistas fotografían una de las puertas del parque del Palacio Real de Pedralbes, obra de Gaudí. Erwin Hamm, de 70 años, jubilado y miembro de la asociación de vecinos del barrio más rico de Barcelona, está a punto de entrar al Real Club de Tenis de Barcelona. Corrobora que se han dado atracos a plena luz del día en la calle, “como en todas partes”, y que en general el barrio está bien, salvo por la concentración de tráfico en horas punta, es decir, a la entrada y salida de los colegios: la flor y nata de los colegios privados barceloneses se concentra en esta zona, donde también se encuentran algunas facultades de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), de la Universitat de Barcelona (UB), y dos de las escuelas de negocio más importantes del mundo, IESE y Esade.

En la otra punta de la ciudad, en el distrito de Nou Barris, las preocupaciones son otras. Trinitat Nova, el barrio con menos renta familiar disponible en 2013, es 6,3 veces más pobre que Pedralbes. Ciutat Meridiana, también en Nou Barris, se convirtió en centro del foco mediático en 2012, cuando se ganó el apodo de ciudad desahucio. El presidente de la asociación de vecinos del barrio, Fili Bravo, tiene tablas en esto de atender a los medios: “Han venido hasta de una televisión coreana y otra australiana”, asegura. No se atreve a dar una cifra del número de desahuciados, pero calcula que se han intentado más de 300 en los últimos años. Señala que “sólo entre el 10 de abril y el 5 de mayo han venido a echar de su casa a 20 familias. Y como ahora ha cambiado el proceso, ya no va por la vía civil, sino por lo penal y es mucho más complicado”.

Algunos vecinos, dice, ni siquiera acuden a la asociación a pedir asesoramiento porque creen que devolviendo las llaves de la casa al banco se soluciona el problema, “pero no saben que tendrán que pagar el resto de su vida”.

Este barrio obrero, situado en lo alto de una colina que hace las veces de frontera invisible con la ciudad, ha sido tradicionalmente un feudo socialista. En las últimas municipales, la segunda fuerza más votada fue el PP –“no me miréis así, bien que por la zona de Marsella votan a Le Pen”, dice el activista–. Podría pensarse que Ada Colau, candidata de Barcelona en Comú y Activista de la PAH, tiene aquí una mina electoral, pero como todos sean la mitad de escépticos que Bravo, lo tiene difícil. “Nos ha fallado a todos, ya no es ella”, asegura.

El 11 de mayo llevaron a cabo una acción para frenar tres desahucios en el barrio. “Ningún candidato llamó para preguntarnos, no te puedes desentender así”. Afirma que la CUP sí ha estado al pie del cañón, porque han acudido algunos miembros a título personal, no como políticos. La simple mención de Trias, el alcalde saliente, le produce malestar: “Vino al barrio más desahuciado a presentar la casa inteligente; hay que tener poca vergüenza”. “Y me han dicho que Pablo Iglesias trajo 21 coches de asesores al acto de Barcelona. ¿Qué puede quedar de tu esencia?”, ríe con tristeza.

El plan de transformación de La Mina, que contaba con fondos europeos para mejorar la imagen y prestaciones de la zona, estaba previsto para 10 años y se aprobó una prórroga de otros cinco

La Mina no figura en las estadísticas de Barcelona porque pertenece al municipio de Sant Adrià del Besós, pero el voto de este consistorio sólo pesa un 15% en las decisiones sobre el barrio, otro punto caliente en lo que respecta a vivienda social y marginación. El resto, lo deciden entre el Ayuntamiento de Barcelona, la Diputación y la Generalitat. El plan de transformación de La Mina, que contaba con fondos europeos para mejorar la imagen y prestaciones de la zona, estaba previsto para 10 años y se aprobó una prórroga de otros cinco. “Quince años después sigue sin estar terminado porque está mal planteado”, afirma Josep María Monferrer, portavoz de la plataforma de entidades de La Mina.

Monferrer destaca que el proyecto se hizo sin contemplar una reforma social, y que así no es posible transformar el barrio, con raíces en la Barcelona barraquista. “La Mina está en medio del triángulo de oro”, explica. A escasos diez minutos a pie se encuentra la zona de Diagonal Mar y el Fórum, donde algunas empresas, como Telefónica lucen edificios nuevos, se ven hoteles de lujo, un centro comercial, un palacio de congresos y una explanada en la que la UPC está construyendo un campus que será punta de lanza en investigación.

La nueva Rambla de La Mina está flanqueada por edificios de vivienda social de obra nueva vallada. Cuelgan carteles como “Los Manolos” o “Tio Curro”, las organizaciones clandestinas que vigilan el bloque de turno. Son las cinco de la tarde y no hay un alma en la calle, a pesar del sol radiante. A final del paseo, llegando al Fórum, se han levantado pisos de lujo para vender a fondos de capital extranjero. 

Los vecinos lamentan la presión demográfica y el difícil acceso a la vivienda. “Hay unos 400 pisos vacíos controlados por organizaciones clandestinas; nadie entra porque todos saben a lo que se exponen”, afirma Monferrer. Explica también que el sorteo de pisos de protección oficial que se realizó a principios de mes exige una renta mínima, de forma que deja sin opciones a las familias más desfavorecidas. Este maestro jubilado asegura que otro de los problemas del barrio es el fracaso escolar: “Muchos ni acaban la primaria; en la calle aprenden a buscarse la vida”, dice.     

Turismo y pequeño comercio

Cuando se pasea por el barrio de la Barceloneta a pocas semanas del gran desembarco de  turistas y a pocos días de las elecciones, sorprende el número de banderas colgadas en los balcones. Y no hablamos de esteladas sino de banderas amarillo-celeste, las que representan el barrio, expuestas para distinguir las viviendas de los pisos turísticos ilegales que proliferan en la zona. Oficialmente, el ayuntamiento otorgó 70 licencias en la Barceloneta pero los vecinos calculan que un millar de pisos acogen a turistas de manera ilegal.

En una Barcelona a la que llegan cada año 7,5 millones de viajeros, el 80% de ellos extranjeros, el turismo es uno de los temas estrellas de los candidatos. Más aún desde que, el verano pasado, los barrios más afectados por el turismo masivo se declararon en rebeldía contra los pisos turísticos ilegales y se quejaron del aumento de los precios, así como de la saturación y degradación del paisaje urbanístico. Actualmente, existen más de 9.000 pisos turísticos, según el ayuntamiento, cuando eran poco más de 2.000 en 2011.

El presidente de la Asociación de Vecinos de la Barceloneta, Oriol Casabella, lleva meses criticando la gestión del alcalde Trias, al que acusa de poner “parches” y de no aportar una solución integral. Pero para Casabella estas municipales tienen otro objetivo, ya que el líder vecinal es también número 14 de la lista de los socialistas de Barcelona.

Cuando se pasea por el barrio de la Barceloneta a pocas semanas del gran desembarco de  turistas y a pocos días de las elecciones, sorprende el número de banderas colgadas en los balcones

Por su parte, los turistas que descubren la ciudad parecen relativamente contentos, y sus preocupaciones son muy distintas a la de sus habitantes. “Para mí, el problema de la Barceloneta, sobre todo en verano, es el olor de algunas calles llenas de basuras que se hace difícilmente aguantable”, critica Isabelle, una turista francesa de 53 años, antes de matizar: “Aparte de eso, me gusta ver la playa limpia y, respecto a la seguridad, que es un tema importante para una mujer de mi edad, veo siempre bastante policía por todas partes y me tranquiliza mucho”.

Más allá del barrio cercano a la playa, el centro de la ciudad está cada vez más desierto de barceloneses. Eloïse, una turista Suiza de 34 años que pasea con un amigo residente en la ciudad lo confirma: “Estamos aquí porque buscamos una tienda, pero nos iremos en breve, evitamos las zonas más turísticas. Noto que sólo hay turistas por aquí y tengo la sensación de que Barcelona se ha convertido en un destino de moda.”

Agrade o no, el turismo representa un 12% del PIB de la ciudad. Barcelona recaudó 21 millones de euros en 2014 gracias a la tasa turística (impuesto por pernoctación), aunque el Ayuntamiento se queda sólo la mitad de esta cifra. Y es precisamente otra de las batalles de estas elecciones en la que todos, salvo C’s, se ponen de acuerdo: conseguir que el consorcio se quede con la totalidad. Una recaudación al 100% que pidió incluso CiU a nivel municipal pero que topó con el rechazo de su propio partido a nivel autonómico.

Pero no todos los barceloneses se quejan del turismo masivo. Montse lleva casi 30 años trabajando en la tienda Belles Arts Ferrán, a pocos metros de las Ramblas y asegura que, además de su clientela fija, algunos turistas también compran en su negocio. “No tenemos miedo a cerrar, para nada. Nosotros resistimos. Pero es verdad que en esta calle quedamos solo 3 o 4 y hubiera sido mejor mantener más tiendas tradicionales”. Cada día les llegan ofertas de compra del negocio pero, de momento, se quedan.

En cambio, a escasos minutos de ahí, en Portal del Angel, la tienda Andrew’s Ties está a punto de cerrar; las corbatas están en liquidación. Carmen, dependienta de 52 años, resume la situación del centro: “Es lo de siempre, el pez grande se come al pequeño”. Añade que no le gusta este turismo masivo pero reconoce que, profesionalmente, es una buena oportunidad porque “los turistas compran de todo, incluso en esta tienda”. 

Para potenciar el comercio de proximidad, la agrupación que lidera Ada Colau propuso la implantación de una moneda propia, que se podría utilizar también en otras zonas del Área Metropolitana

Mientras que los convergentes defienden preservar el patrimonio (los muebles y la fachada) de las tiendas tradicionales, otras agrupaciones, como PSC y ERC, defienden que es necesario preservar también la actividad que se realiza en el local. Para potenciar el comercio de proximidad, la agrupación que lidera Ada Colau propuso la implantación de una moneda propia, que se podría utilizar también en otras zonas del Área Metropolitana. El Ayuntamiento también podría emplear esta moneda para pagar parte de las nóminas de sus empleados y de las subvenciones, préstamos y microcréditos que la institución ofrezca. Otra medida llamativa es la que propone C’s, que plantea la creación de un establecimiento público donde se instalen artesanos y productores locales que vendan a “precios asequibles”. 

Empleo

Con una tasa de paro del 19%, la creación de empleo es la primera promesa (formulada con mayor o menor vaguedad) y el principal reto para los alcaldables. Eso, y el escepticismo ciudadano. “No me interesan para nada las elecciones locales. No tengo fe en la clase política y no creo que sirvan de mucho... Sobre todo para crear empleo”, afirma Jordi, 24 años, y parado. Víctor (29) es cocinero, y reconoce que encontrar trabajo en Barcelona es fácil, pero que son contratos basura: “El personal cambia cada seis meses y si te quejas no te renuevan porque hay muchos camareros y cocineros esperando. Porque, al final, Barcelona no necesita cocineros tan formados para hacer pa amb tomàquet y unas croquetas congeladas”, reflexiona. “La calidad es baja en muchos sitios turísticos así que los contratos tampoco pueden ser buenos. Así nos va la marca Barcelona”.

A las puertas del MACBA, en el Raval, Sergio (37), María (30) y Fernando (30) observan desde la distancia un mitin. Hay más patinadores que espectadores. Sergio es circense y lleva 13 años viviendo en Barcelona. Cree que el Ayuntamiento ha dado una tregua por la campaña, pero que pasadas las elecciones volverán las multas por hacer funciones en la calle. Opina que “Barcelona está muy bien por la gente, es muy dinámica, pero también muy represiva”. Se gana la vida como puede, con mudanzas y obras puntuales. “Vivo con menos de 500 euros al mes”, dice. Sergio le pide al próximo alcalde que gaste más dinero en inspectores de trabajo, que multe a los hoteles y bares que tiene a empleados sin contrato o sin seguro. Debate con sus amigos, bailarina ella y circense también él, sobre lo cara que es la ciudad en comparación con otros países. “Para pagar impuestos es una capital europea, pero para los sueldos no”, concluyen.

Andrea Cabañero (23), estudiante de Economía de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), asegura, por lo que ha visto entre su círculo de amistades, que encontrar trabajo no es difícil, aunque lo más probable es que sean prácticas o en condiciones muy precarias. Carlos Ruiz (22), compañero suyo de clase, considera que el discurso de que el turismo genera empleo está mal planteado porque se trata de un trabajo “mal pagado, y nadie forma al personal”.

Con una tasa de paro del 19%, la creación de empleo es la primera promesa (formulada con mayor o menor vaguedad) y el principal reto para los alcaldables

Ciudad de la innovación

“Uno de los principales atractivos de Barcelona como ciudad de negocios es que se trata de un centro de innovación puntero por el tipo de empresas que desarrollan su actividad aquí y por la capitalidad del Mobile World Congress”, apunta Ramon Salabert, presidente de la asociación empresarial 22@network. Otros de los atractivos que resalta son el factor climatológico, la calidad de vida y que la marca Barcelona sigue siendo muy bien valorada internacionalmente. Entre los problemas que destaca este empresario está la falta de espacio: “Habría que buscar una mejor utilización del espacio disponible, por ejemplo, potenciando la Zona Franca”.

La asociación que representa aúna a empresas e instituciones del distrito tecnológico del 22@ para participar en el proceso de desarrollo y consolidación de la zona como un espacio dinámico y puntero en tecnología. Ubicado en Poblenou, la antigua fábrica de la ciudad, la imagen del barrio ha dado un vuelco tras la instalación de empresas de base tecnológica, del sector de la comunicación (Mediapro, RTVE, RBA), del diseño o de la energía, aunque recientemente han perdido un importante inquilino, Agbar, que deja la torre multicolor para irse a la Zona Franca.

También hay universidades (UPF, UB), un museo del diseño que costó 100 millones de euros a las arcas públicas y un Nuevo Mercado de los Encantes que poco tiene que ver con el antiguo, donde se subastaban lotes variopintos en pesetas hasta que cerró en 2013. ¿Los vecinos se benefician de la innovación? “Muchos son vecinos porque trabajan en el 22@, y todos los que trabajamos aquí utilizamos los servicios del barrio”, explica Salabert, a quien no le consta que los vecinos de toda la vida hayan presentado protesta alguna por la metamorfosis.

Temas pendientes

No son pocos los asuntos pendientes a los que se enfrentan los candidatos. Unos de los más mediáticos es el de los centros sociales o casas okupas, como la de Can Vies, que celebra estos días su 18º aniversario. La edad de la madurez en la que “la administración te considera adulta”, como recalcan desde el casal que está en reconstrucción desde que, hace justo un año, el ayuntamiento de Trias envió una excavadora para derrumbar el edificio. Tras las revueltas que siguieron a la demolición, el convergente dio un respiro de 18 meses para “abrir el diálogo” y dejar pasar los comicios de 2015.

Los okupas denuncian un maquillaje de la administración y argumentan su poca confianza con el ejemplo de otro casal de jóvenes que derrumbaron para, supuestamente, construir otro que al final no vio la luz

Pero los okupas denuncian un maquillaje de la administración y argumentan su poca confianza con el ejemplo de otro casal de jóvenes del barrio de Sants que derrumbaron para, supuestamente, construir otro que al final no vio la luz. Como figuras anti-sistema, tampoco aprovechan esta campaña electoral para acercarse a ningún partido: “Can Vies trabaja al margen de las instituciones”.

En el barrio vecino, a una manzana de la estación de Sants, la cárcel Modelo de Barcelona, que también quiere derrumbar el ayuntamiento, provoca sentimientos distintos en el vecindario. Para Jordi, vecino de 40 años, “es un almacén de miseria humana”, pero para Celia, una veinteañera recién llegada al barrio, “forma parte de la historia de la ciudad”; una idea que comparte Alberto: “Primero, no molesta; segundo, hay más seguridad ya que hay muchos policías”, argumenta este anciano que ha vivido toda su vida frente al centro penitenciario.

A pesar de sus opiniones negativas sobre el edificio, pocos creen en las promesas del alcalde. “Siempre dicen que van a derrumbarla cuando hay elecciones… pero si aún ni han empezado las obras en la Zona Franca”, dice Alberto. “Mi hija tiene 10 meses y creo que será mayor de edad cuando vea la guardería que quieren construir aquí”, ironiza Jordi.

En el campo de las infraestructuras, las grandes tareas pendientes, que todos los partidos llevan en su agenda, son la Estación Intermodal de La Sagrera y La Línea 9 del metro. La Sagrera ya era un tema de la campaña electoral en 2007 y aunque el final de las obras se prevé para 2019 aún no se sabe de dónde van a salir los recursos para llevarla a cabo. Tras once años de obras, la Línea 9 del metro, que debe unir Santa Coloma de Gramanet y el Aeropuerto de Barcelona El Prat cruzando la ciudad sólo ha estrenado 11 kilómetros y falta el tramo central de la obra. 

Detrás de los grandilocuentes discursos de campaña –o más bien delante– encontramos a menudo un público que ayuda a definir mejor el programa de cada partido. Sólo hace falta acudir a los actos y dar la espalda al escenario. Para la alcaldía de Barcelona, muchos son los temas en los que coinciden los siete...

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