Análisis
México, Intermedias 2015: ¿gana o pierde el PRI?
Luis de la Calle 10/06/2015
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El 7 de junio, México votó para renovar su Cámara de diputados, parte de las presidencias municipales, los gobernadores de nueve estados y los congresos locales de otros dieciséis más, entre ellos el del Distrito Federal. Por primera vez desde la victoria de Vicente Fox, unas elecciones intermedias han dado el triunfo al partido del presidente. Como en EEUU, las intermedias mexicanas suelen ser elecciones en las que se castiga al gobierno, normalmente porque la alta tasa de abstención amplifica el voto de los agraviados con el presidente.
En esta ocasión, en cambio, los agraviados se han dividido entre tantas opciones políticas que el PRI, junto con su partido marioneta, el Partido Verde, va a rozar la mayoría absoluta en la Cámara de diputados, a pesar de que juntos suman apenas el 36% (29% para el PRI, más 7% para el Verde), y de que los ciudadanos suspenden la gestión del presidente Peña Nieto (en promedio, recibe 4 puntos sobre 10). Así, está por ver si esta mayoría apunta a una nueva hegemonía priísta, o si más bien, es el canto del cisne del partido tricolor. En mi opinión, a pesar de que los recientes resultados apuntan en la primera dirección, hay datos que podrían hacernos pensar en la segunda.
La campaña electoral se articuló alrededor de seis grandes temas: la defensa del voto nulo, el empuje de los candidatos independientes, la capacidad de recuperación del PAN, la desunión de la izquierda, la violencia electoral y el fraude sistemático del partido Verde. Casi todos ellos contribuyeron a reforzar el triunfo del PRI.
Durante el sexenio del presidente panista Felipe Calderón, alrededor de 100.000 personas murieron en la guerra contra el narco. El Pacto por México, patrocinado por Peña Nieto y sorpresivamente avalado por las tres principales fuerzas políticas, PAN, PRI y PRD, pretendía cambiar la agenda, y tapar el problema de la seguridad con la aprobación de reformas clave en energía, educación, hacienda y elecciones. Pero el “México avanza” de Peña Nieto se topó en septiembre del año pasado con la masacre de Ayotzinapa. 43 estudiantes de enseñanza fueron asesinados en Iguala por miembros de un cartel local, bajo órdenes directas de las autoridades políticas del municipio. A pesar de que tanto el estado de Guerrero como la presidencia municipal de Iguala estaban en manos del principal partido de la izquierda, el PRD, ningún partido se libró de la furia de los miles de manifestantes que durante semanas reclamaron la aparición de los cadáveres de los normalistas. El PAN por acción (suya fue la iniciativa de comenzar la “guerra”), y el PRI por omisión (el gobierno actuó de forma errática ante la crisis), también fueron culpados de la crisis. Los constantes escándalos de corrupción y el descubrimiento de políticos vinculados al narcotráfico dentro de las filas de los tres principales partidos ayudaron a cementar el discurso de la desafección política.
Durante el sexenio del presidente panista Felipe Calderón, alrededor de 100.000 personas murieron en la guerra contra el narco
Si todos los partidos son responsables, ¿cómo atribuir responsabilidades? A diferencia de España, donde el nicho electoral ha sido ocupado por dos nuevas fuerzas políticas, en México la desafección ha tomado dos formas distintas: el voto nulo, y el voto por candidaturas “independientes”. Las raíces del “anulismo” se remontan a las intermedias de 2009, cuando una campaña bien organizada desde la sociedad civil defendió el voto nulo como forma de presión sobre los partidos políticos para que abrieran las elecciones a candidatos independientes. Gracias al sorprendente 5,4 por ciento de votos nulos y a la debilidad de la presidencia Calderón, los partidos adoptaron una serie de reformas que principalmente abrían el mercado político a la entrada de candidatos que se presentaran sin el aval de un partido. Seis años después, algunos líderes de opinión han vuelto a reclamar el valor del voto nulo como mecanismo correctivo del comportamiento de los partidos, y parece que su llamada ha tenido un eco parecido. Esta vez, en cambio, no está claro que los anulistas se hayan distribuido de forma proporcional entre todos los partidos, ya que hay motivos para pensar que se concentran entre los sectores más críticos tanto de las izquierdas como de las derechas. Si esto es así, es difícil que el PRI muestre ningún interés en hacer suyas las banderas del anulismo.
La segunda solución al problema de la ausencia de responsabilidades ha venido por el lado de la oferta: varios candidatos independientes con posibilidades de éxito se han presentado a las últimas elecciones. Quizás la contienda más interesante es la que se produjo por la gubernatura de Nuevo León, tercer estado más rico de la federación. Aquí, los ricos empresarios regiomontanos, hartos de la sucesión de gobernadores panistas y priistas envueltos en escandalosas corruptelas, han optado por patrocinar a un antiguo priista que responde al mote de El Bronco. Con propuestas como meter la tijera a la burocracia, la creación de conciertos con hospitales privados, o “el que robe le mochamos la mano”, El Bronco ha sacado más de 20 puntos de ventaja sobre la candidata del PRI. Aunque es dudoso que su ejemplo se traslade a otros estados u elecciones, el populismo bronquista tiene raíces priistas y su éxito favorece a partidos como el Verde, que legislan a golpe de encuesta y valla publicitaria.
La contienda más interesante es la que se produjo por la gubernatura de Nuevo León, tercer estado más rico de la federación
De lo que no cabe duda es de que el triunfo de El Bronco supuso un fracaso sonado del PAN, partido acostumbrado a detentar la mayor parte de los cargos representativos en el estado. A pesar de las malas valoraciones de Peña Nieto, el PAN no se ha recuperado de la debacle de 2012, cuando la candidata panista a la elección presidencial cayó al tercer lugar. En parte por sonados escándalos de corrupción, en parte por las peleas internas entre el presidente del partido Gustavo Madero y el sector calderonista, la debilidad del PAN ha beneficiado al PRI. Con el 21 por ciento de los votos, queda lejos del 28 por ciento obtenido en la intermedia de 2009, aún con Calderón en la presidencia. Los malos resultados auguran una disputa interna aún más enconada por hacerse con el control del partido, como llave para la designación del candidato presidencial en 2018.
Las izquierdas por su parte salen debilitadas y paradójicamente también fortalecidas de la elección. Su debilidad es fruto de la fragmentación electoral motivada por la irrupción de MORENA, el instrumento personal del antiguo jefe de gobierno del DF y dos veces candidato presidencial con el PRD, Andrés Manuel López Obrador (popularmente conocido como AMLO). Enfrentado al grupo dirigente del PRD, AMLO utilizó la participación de este partido en el Pacto por México para abandonarlo y constituir uno nuevo. Con las banderas de la regeneración democrática, la lucha contra la corrupción y la paralización de la apertura del sector petrolero a la inversión extranjera, MORENA se ha beneficiado del desgaste del PRD, sobre todo en el Distrito Federal. Aquí, el PRD pasa de gobernar trece de los dieciséis delegaciones que componen el DF a controlar sólo seis, mientras que MORENA se ha hecho con la jefatura de cinco –el resto se reparten entre el PRI (tres) y el PAN (dos). Así, es muy probable que, como anticipó el actual presidente del PRD en una conversación privada filtrada a los medios, el largo monopolio detentado por el PRD en el Distrito Federal llegue a su fin en la próxima elección de 2018.
A pesar de la fragmentación, la izquierda también sale fortalecida. Aún con todo el castigo electoral, el PRD mantiene cuatro millones de votos, y un 10% de las preferencias. A su vez, MORENA recoge tres millones de votos (8%). Y un tercer partido de izquierdas, el Movimiento Ciudadano, suma dos millones más de papeletas (6%). En resumen, lejos de haber transferencias entre partidos, el ligero incremento de tres puntos en la participación parece haber beneficiado a las izquierdas, habitualmente más perjudicadas en este tipo de elecciones. El 25% de los votos acumulado por las tres fuerzas de izquierdas queda muy por encima de lo obtenido en elecciones anteriores, y más cerca del desempeño de AMLO en las presidenciales. Si el PRD reacciona a su crisis interna, y es capaz de alcanzar un acuerdo con MORENA para apoyar a un único candidato, la izquierda será un contendiente formidable en las próximas presidenciales.
La violencia ha sido el cuarto tema de la campaña, más por su presencia inevitable que por el interés de los partidos en resolverla. Por un lado, veintiún candidatos han sido asesinados, la cifra más alta desde tiempos de la revolución. Han muerto miembros de todos los partidos, y es difícil pergeñar siquiera un intento de explicación, más allá de que los diversos cárteles podrían estar detrás de los asesinatos. Por otro lado, la CNTE, la escisión radical del sindicato de maestros, se ha dedicado a utilizar todo tipo de tácticas para paralizar la implementación de la reforma educativa. Con la quema de urnas y papeletas, así como el bloqueo de colegios electorales, los maestros buscaban impedir la realización de la elección en sus zonas de influencia, normalmente estados con fuerte presencia del PRI. Para contentarlos, en una jugada maestra del priismo, el secretario de educación anunció pocos días antes de la elección que se suspendía la evaluación académica de los maestros, pieza clave de la reforma y en consecuencia bestia negra de los normalistas. Esta medida permitió que la elección se produjera sin mayores sobresaltos, y está por ver si aseguró votos adicionales a los candidatos priistas.
La violencia ha sido el cuarto tema de la campaña, más por su presencia inevitable que por el interés de los partidos en resolverla
Finalmente, muchos analistas están deseosos por cuantificar el rendimiento electoral de la ilegalidad. El Partido Verde sistemáticamente ha incumplido la ley electoral, recibiendo por ello multas por valor de 500 millones de pesos (unos 30 millones de euros). Su campaña se ha basado en poner grandes vallas publicitarias fuera del plazo permitido con mensajes tan propios de los partidos ecologistas como “cadena perpetua para secuestradores” o “vales gratis para medicinas”. Además, gracias a su coalición con el PRI, tiene acceso a la práctica clientelar. Si todo esto no fuera suficiente, el Verde “animó” a algunos personajes de la farándula para que lo apoyaran públicamente durante la jornada electoral, algo prohibido por la ley. Entre ellos, el entrenador de la selección mexicana de fútbol, conocido como el Piojo, quien a pesar de tener un partido amistoso contra Brasil el mismo domingo, no le importó emitir mensajes de apoyo al Verde. Pues bien, parece que incumplir la ley reiteradamente sale a cuentas: el Verde va a rondar el 7 por ciento del voto, y va a contar con la llave de la mayoría absoluta en la cámara de diputados. Difícil papeleta para los consejeros del órgano electoral, porque el Verde no va a renunciar a su estrategia de la burla sistemática de la ley, si los votos ganados de forma mañosa le garantizan un flujo monetario con el que pagar sin problemas las multas.
Frente al discurso anulista, los ciudadanos han respondido con más izquierda (si bien más fragmentada), con más populismo (consolidación del Verde) y con más PRI frente al PAN. Cabe preguntarse si es un triunfo de Peña Nieto o es un triunfo de la eficaz máquina electoral priista, capaz de movilizar a su voto duro incluso en elecciones en las que la presidencia no está en juego. Paradójicamente, aunque el PRI puede seguir ganando elecciones intermedias por su astuta combinación de concesiones a grupos díscolos y movilización clientelar, es posible que sufra para repetir en la presidencia en 2018, sobre todo si el PAN no encuentra un buen candidato y sus votantes siguen resistiéndose al voto útil. La presidencia de Peña Nieto ya está amortizada, porque no puede creíblemente encabezar la lucha contra la corrupción. Sin un presidente fuerte, al PRI se le puede ir el tiempo en domesticar a su juguete Verde, y preparar la cancha para la pelea de gallos priistas que se avecina (Osorio, Videgaray, Eruviel, Manlio), todo ello sin que salten las costuras de un cada vez más ordeñado presupuesto.
El 7 de junio, México votó para renovar su Cámara de diputados, parte de las presidencias municipales, los gobernadores de nueve estados y los congresos locales de otros dieciséis más, entre ellos el del Distrito Federal. Por primera vez desde la victoria de Vicente Fox, unas elecciones intermedias han dado el...
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Luis de la Calle
Es profesor de Ciencia Política en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE, Ciudad de México).
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