Solo unas horas después de tomar posesión, Manuela Carmena (Madrid, 1944) afronta su primera crisis. La flamante alcaldesa de Madrid tendrá que decidir mañana si cesa a su concejal de Cultura electo, Guillermo Zapata, después de la tormenta política producida por el rescate, por parte de un concejal del PP, de unos tuits en los que Zapata citaba unos chistes de pésimo gusto sobre judíos y asesinatos de niñas en medio de un intercambio, desatado en la red social en enero de 2011, sobre los límites del humor negro. 

Tranquila en medio de la tempestad, Carmena atiende a CTXT por teléfono, y afirma: “El límite del humor negro está en el dolor de las víctimas. Esa ha sido siempre mi postura y lo seguirá siendo”. La ex jueza añade que le parece "razonable" que su aliado en la investidura, el PSOE, reclame el cese de Zapata.

La alegría de la toma de posesión duró solo unas horas y se convirtió en un tsunami con el caso Zapata. ¿Le sorprende?

Es verdad, el principio fue muy bonito... Pero ya sabemos que la política tiene estas cosas. La forma de actuar habitual es buscar la desautorización del adversario, la confrontación, y eso genera estos problemas. Hay que contar con eso, claro, pero también estoy muy contenta porque hoy he estado hablando con asociaciones de vecinos, buscando soluciones para los problemas concretos y más urgentes de la gente.

¿Ha decidido ya qué decisión va a tomar sobre Zapata?

No. Todavía tengo que hablar con él. Tengo que valorar, con todo el grupo municipal, la situación. Todavía no he podido hablar con calma con él.

¿Qué impresión le causa el hecho de que su concejal hiciera esos comentarios, y cómo valora su reacción al pedir perdón y la campaña de la oposición?

Yo creo que siempre es necesario buscar el entendimiento entre las sensaciones, las impresiones, las opiniones que la sociedad tiene, muy influidas por la interpretación de los hechos, y la propia actuación política. Creo que primero hay que analizar bien los hechos y luego ver qué decisiones hay que tomar. Hay una cierta campaña de confusión, en la medida en que se atribuye a Guillermo Zapata una identificación con ese humor negro que tanto daño produce y tanto dolor crea. Todo eso hay que analizarlo. Yo soy partidaria de que el humor, por muy negro que sea, tiene que tener siempre una limitación: pensar en el dolor que puede producir a las víctimas. Esa ha sido siempre mi medida, y eso me hizo sentirme muy lejos de algunos planteamientos que suscribieron muchas personas en este país cuando sucedieron los atentados de Charlie Hebdo. Creo que el humor tiene que tener límites. Y eso me preocupa. Y de eso tenemos que hablar.

¿Cuándo se decidirá el destino de Zapata?

No lo sé todavía. Mañana hablaré con él y con los demás miembros del equipo.

¿Va a tomar sola la decisión o de manera consensuada?

En principio me corresponde a mí tomar la decisión en relación con la responsabilidad que ahora le he asignado a Guillermo pero lo voy a hacer hablando con el resto de concejales.

¿Cómo ha interpretado la toma de postura de Antonio Miguel Carmona, que desde el principio ha pedido la dimisión de Zapata?

Me parece razonable. He hablado con él y entiendo lo que dice, por qué lo dice y veo que en él hay una lealtad en la que él me llama, hablamos y me parece muy bien.

¿No están en duda la lealtad y el apoyo del PSOE por este asunto?

No. 

¿Hablará también con Ciudadanos?

No he hablado todavía con Begoña Villacís aunque sé que también ha pedido el cese.

Con la tormenta han pasado casi inadvertidas las primeras medidas urgentes que tomó ayer la junta de Gobierno. Se diría que va a tener que hacer muchas cosas para que se hable de ellas. ¿Cree que los medios atendemos lo suficiente a esa parte de la política?

No me preocupa mucho que los medios hablen o dejen de hablar. No tengo mucho tiempo para leer los periódicos y tampoco es mi prioridad. Me preocupa tomar las medidas que se deben tomar. En algunas ocasiones los propios medios me han dicho que les desconcierto, y probablemente cuando algo te desconcierta no hablas de ello. ¡Qué le vamos a hacer! No me preocupa demasiado. Lo que me preocupa únicamente es hacerlo bien y que las medidas que nos parecen tan importantes para mejorar la vida de la gente lleguen pronto, y que mejore también la relación que los ciudadanos tienen con sus gestores, que ahora somos nosotros.

¿Se va acostumbrando a los golpes de la política?

Conozco la realidad. La manera de entender la política está muy relacionada con la política escándalo, con las agresiones de unos partidos contra otros. Eso desdibuja lo que a los ciudadanos realmente les importa, que es que nos preocupemos de sus cosas.

Ya está en marcha la campaña para las generales y la cosa solo irá a peor.

No soy tan pesimista como usted. Espero que nuestro trabajo vaya cada día a mejor y que podamos ir construyendo una nueva relación con los ciudadanos.

¿Tiene esperanza entonces?

Sin duda, sin duda.

¿Qué valoración hace de la jornada de ayer? Se vio un ambiente festivo después de mucho tiempo de tensión y tristeza. Pero en Madrid duró poquísimo...

Me pareció muy bien esa alegría inicial y creo que hay que trabajar mucho para que esa alegría que significa el cambio y esa esperanza se vayan consolidando, y que las actitudes que ahora parecen sorprendentes se vean como normales; espero que los representantes políticos estén cada vez más cerca de los ciudadanos. Poco poco iremos profundizando en eso y lo que ahora parece una sorpresa acabará convirtiéndose en algo normal.

¿Ha tenido la impresión de que el sistema político y mediático intenta taponar ese cambio?  

Hay una pluralidad, pero es cierto que cuando se plantean situaciones de cambio normalmente suele haber primero una indiferencia y luego un rechazo, y alguna de esas cosas las ha habido y seguro las va a seguir habiendo durante un tiempo. Mientras tanto, nosotros llevaremos a cabo una política diferente y alternativa.