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Cuando te pasa algo, te conviertes en el 100% de la estadística. Sucede siempre, midamos fortuna o lágrimas. Vale en el amor y, llevándolo al extremo, podemos llegar a sentir que como Adán y Eva estrenamos el Edén cuando nos toca. Algo de eso le ha sucedido a este par, por lo que vemos en escena, ya las luces apagadas en el Teatro Apolo y la puesta en marcha, recreando el mundo sensual de la radio en los años 50 del siglo pasado. Un tono retro que cuadra bien con esta era devota del vintage y la memorabilia. Los actores Miguel Ángel Solá y Paula Cancio (pareja sobre y fuera del escenario) acaban de reponer en Buenos Aires El diario de Adán y Eva, una obra teatral basada en el libro homónimo de Mark Twain publicado en 1905, estrenada originalmente en 1995 y representada largamente y con éxito a ambos lados del Atlántico (en la Argentina la vieron 650.000 personas).
La acción de la comedia se desarrolla en dos planos: el racconto de la última emisión de un programa radiofónico protagonizado por la actriz española Eloísa Vallespeso y el actor uruguayo Dalmacio Avena, en el cual se representa la obra del escritor estadounidense sobre la primera pareja bíblica, y una entrevista a Avena, ya retirado y anciano, realizada por la hija de Vallespeso (Cancio representa con encanto ambos papeles femeninos), interesadísima por saber cuál fue la verdadera relación que unió a ambos actores.
Yo soy simple, se me nota todo, declara el personaje de Solá a poco de comenzada la obra, rumiando el lazo que lo une con Eloísa en la soledad de su vestuario (espacios bien resueltos por la escenografía, donde cada protagonista, a contraluz, entabla consigo mismo y con el otro los intercambios más conmovedores por su verdad o desolación). Tendrías que pensar muy seriamente si alguna vez has estado enamorada o simplemente te has dejado querer.
El humor sagaz que destila el texto de Twain (1835-1910) es bien aprovechado como contrapunto y metáfora del asombro feliz que ocasiona ese mutuo descubrimiento. Escribe el autor de Tom Sawyer, representa Cancio en la piel de Eva: Tengo casi un día de edad, ahora. Llegué ayer. Eso es lo que me parece. Y debe ser así, porque si hubo un día antes de ayer, yo no estuve o lo recordaría. Podría ser, por supuesto, que sucediese y que no estuviese atenta. Muy bien: estaré bien alerta ahora y si sucede algún antes-de-ayer, tomaré nota del hecho. Será mejor empezar bien y no dejar que los registros se desordenen, porque el instinto me dice que estos detalles van a ser importantes para los historiadores algún día.
Estar a la altura del delicioso original del escritor estadounidense (disponible en Internet) es una prueba ardua para cualquier dramaturgo. Pero los autores (el propio Solá, Blanca Oteyza, su pareja anterior, y Manuel González Gil, quien también dirige esta versión) han sabido dotar a sus propias criaturas de personalidades muy atractivas: Avena era en su juventud, nos cuenta él mismo, un actor capaz de "ciento catorce tonalidades registradas" para sus personajes radiofónicos. Y Eloísa, una dama aguda, que bien puede cuestionarle a Dalmacio su peluquín con un "si el cabello fuera importante, vendría dentro de la cabeza y no fuera".
Las diferencias que los desquician son las que a la larga los seducen. Escribe Adán, interpreta Solá, que se prueba una y otra vez como un actor inmenso: La nueva criatura dice que su nombre es Eva. Está bien, no tengo objeciones. Dice que es para llamarlo cuando quiera que venga. Dije que era superfluo, entonces. Esta palabra, evidentemente, me hizo crecer en su estima; y es de veras una palabra grande, buena y digna de repetirse. Dice que ella no es un lo, es una la. Esto es dudoso; sin embargo me da lo mismo; no me importa lo que sea si ella me deja en paz y no habla.
Tras regalarse este diario, para quienes quieran profundizar en los sentidos y paradojas de las relaciones afectivas de nuestro tiempo, hay un ensayo indispensable de Eva Illouz. En Por qué duele el amor (Capital Intelectual/Katz, 2012), la autora marroquí se propone "hacer con el amor lo que Marx hizo con la mercancía: demostrar que lo producen y configuran ciertas relaciones sociales concretas, que circula en un mercado donde los actores compiten en desigualdad de condiciones y que algunas personas tienen mayor capacidad que otras para definir los términos en que serán amadas".
Entonces y ahora, en escena o fuera de ella, vale la medida que Adán/Avena/Solá usa para definir lo única que fue esa mujer en su vida: "Nadie más me ha regalado el Paraíso”. Que cada uno sepa darle forma a su versión del Edén, no es un mal deseo para empezar este fin de semana.
Cuando te pasa algo, te conviertes en el 100% de la estadística. Sucede siempre, midamos fortuna o lágrimas. Vale en el amor y, llevándolo al extremo, podemos llegar a sentir que como Adán y Eva estrenamos el Edén cuando nos toca. Algo de eso le ha sucedido a este par, por lo que vemos en escena, ya las...
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Raquel Garzón
Raquel Garzón es poeta y periodista. Se especializa en cultura y opinión desde 1995 y ha publicado, entre otros libros de poemas, 'Monstruos privados' y 'Riesgos de la noche'. Actualmente es Editora Jefa de la Revista Ñ de diario Clarín (Buenos Aires) y Subdirectora de De Las Palabras, un centro de formación e investigación en periodismo, escritura creativa y humanidades.
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