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El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, es consciente de que la zona euro se enfrenta a una encrucijada histórica. Por eso, ha pedido al pueblo griego que apueste por Europa sea cual sea la pregunta que el gobierno de Alexis Tsipras coloque en la papeleta el 5 de julio. Una votación casi a ciegas, ya que las consecuencias de una u otra opción son difíciles de prever. "No hay que suicidarse por tener miedo a la muerte", ha resumido el ex primer ministro luxemburgués como metáfora de las endiabladas contradicciones a las que se enfrenta la propia Grecia y la zona euro en su conjunto en esta crisis sin precedentes.
"Pediré al pueblo griego que vote Sí porque el voto será una señal para Grecia y para otros países miembros. Si el pueblo griego responsable --consciente del rol nacional y europeo que juega-- vota Sí, el mensaje para el resto de Estados miembros y más allá de la UE querría decir que Grecia quiere quedarse con los otros países de la eurozona y de la UE", dijo un Juncker que acusa al gobierno griego de "no contar toda la verdad" y de haber roto las negociaciones de manera unilateral con el anuncio de la consulta popular.
Bruselas sigue tendiendo la mano a Atenas, pero a su vez quiere dejar claro que algunos principios son inamovibles. Mientras, se sigue perfilando ese plan B para que, si ocurre lo peor, el Grexit tenga la forma que tenga, no dé al traste con el proyecto más ambicioso de la Unión Europea desde su fundación: la moneda única. Un plan B que transcurre en el máximo secretismo, ya que a nivel político se quiere seguir dejando claro que el abandono de Grecia de la zona euro no es una opción posible y que las negociaciones se pueden retomar en cualquier momento si el gobierno heleno vuelve a sentarse a la mesa. Por el momento, los parqués europeos se tiñeron de rojo con una volatilidad que recuerda peligrosamente a los peores momentos de año 2012, cuando la irreversibilidad de la moneda única fue puesta en entredicho.
Merkel: "Si fracasa el euro, fracasa Europa"
"Si fracasa el euro, fracasa Europa", ha resumido de manera grandilocuente Ángela Merkel para a continuación mostrarse fiel a sí misma al puntualizar que "la solidaridad y la responsabilidad son dos caras de la misma moneda". El gobierno griego volvió el domingo 28 a pedir a la zona euro una prórroga del programa durante un mes para que los ciudadanos griegos puedan ejercer su derecho a voto sin la espada de Damocles al acecho en forma de corralito y salida del euro. La zona euro se sigue negando a cualquier forma de crédito puente que suponga una cesión a Grecia tras lo que considera un chantaje de última hora por parte del Gobierno de Syriza después de apurar todos los plazos posibles.
Una opinión que no comparte el presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata alemán Martin Shulz, que ha pedido una opción intermedia que cubra a Grecia desde hasta la celebración del referéndum tras la previsible extinción del programa de rescate que sigue manteniendo a Grecia, aunque de manera frágil, bajo el paraguas europeo. En esta vorágine en la que Europa, una vez más, pone la pelota sobre el tejado griego, tanto la Comisión Europea como Alemania descartan, al menos por el momento, las convocatorias de nuevas cumbres europeas.
El ministro de Economía alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, ha asegurado que Alemania está dispuesta a retomar las negociaciones con Atenas si gana el Sí en el referéndum, pero no ha hecho ninguna referencia a soluciones intermedias. El mensaje de Francia ha ido en la misma dirección, al supeditar cualquier reanudación del diálogo a la respuesta de los griegos en la consulta prevista para el domingo. "Francia está dispuesta a actuar en todo momento, pero solo lo puede hacer si hay una voluntad común", dijo François Hollande en rueda de prensa desde el Elíseo.
Técnicos comunitarios explicaron tras la multitudinaria rueda de prensa de Juncker que la expiración del programa supone la pérdida de los fondos remanentes del último tramo del segundo paquete de rescate. Dinero contante y sonante que debía llegar a Grecia para evitar el impago de sus compromisos con el Fondo Monetario Internacional y con el BCE el día 20 de junio.
Si el rescate expira, Grecia se vería obligada a realizar una nueva petición de ayuda a sus socios europeos, lo que se traduciría en un tercer paquete de rescate bajo condiciones que debería renegociar con sus acreedores internacionales y que a su vez, debería ser ratificado por los parlamentos nacionales. Una situación que devolvería a Grecia a la casilla de salida en la peor tradición de estos cinco años de crisis de deuda, que han liquidado la cuarta parte de la riqueza del país y su credibilidad en los mercados internacionales.
En medio de la batalla, todas las miradas están puestas en el Banco Central Europeo, cuyo Consejo de Gobierno puede volver a reunirse en cualquier momento. De momento, el Eurobanco aprieta pero no ahoga y si bien no ha aumentado las provisiones de liquidez que han abocado a la banca helena al corralito, tampoco ha revocado totalmente estas líneas de emergencia que permiten el sostén de la banca griega mediante respiración asistida.
El transcurso de los días puede poner en un papel cada vez más complicado al BCE que deberá utilizar toda su artillería pesada para evitar el contagio que provoque un tsunami financiero y a su vez, según su mandato, no puede verse obligado a financiar bancos europeos con problemas de solvencia. Para terminar con esta financiación de emergencia a través del Banco Central Griego se necesitan dos tercios de votos a favor en el Consejo de Gobierno. La guerra entre halcones y palomas está servida, y los días D se suceden.
El presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, es consciente de que la zona euro se enfrenta a una encrucijada histórica. Por eso, ha pedido al pueblo griego que apueste por Europa sea cual sea la pregunta que el gobierno de Alexis Tsipras coloque en la papeleta el 5 de julio. Una votación casi a...
Autor >
Mirentxu Arroqui
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