En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La derecha española ha incurrido en una grave irresponsabilidad. Y el presidente Rajoy, a la cabeza del Partido Popular, una vez más se muestra como el más irresponsable de todos. Así hay que calificarle desde el momento en que decide designar a García Albiol, exalcalde de Badalona conocido por sus discursos y actuaciones xenófobas, como candidato del PP a la presidencia de la Generalitat, encabezando su lista electoral para los comicios autonómicos del 27 de septiembre. Quien ha estado al frente de ese municipio catalán ha sido desplazado democráticamente de la alcaldía por un pacto de partidos que en sus programas llevaban liberar a su ciudad de un regidor que se había vuelto a presentar a las elecciones bajo el rótulo "Limpiando Badalona" como lema. Xenófobo descarado, García Albiol no sólo se ha caracterizado por oponerse a las políticas de inclusión respecto a la inmigración, sino que además su acusado populismo españolista funciona, por las reacciones que provoca, como factor multiplicador de voluntades independentistas.
El PP, decantándose en Cataluña por un candidato de este perfil, se ha lucido mostrando su derechismo extremo. Tratándose de un candidato que es él mismo toda una provocación se hace aparecer, por ende, a todo el PP como un "partido provocador". Sin embargo, lo grave no es sólo que se haya tomado una decisión como ésta, marcada por el electoralismo sin escrúpulos de un partido aterrado por la tremenda sangría de votos que puede sufrir, sino lo que supone dicha decisión puesta en perspectiva, mirando más lejos de los votos de una base electoral de derechas que con ella se quiere retener. Trascendiendo lo inapelablemente real de esos hechos inmediatos, muy preocupante es el mensaje que en el plano de lo simbólico se envía a una ciudadanía a la que se quiere encerrar dentro de los límites de una "política del miedo", en este caso del miedo a los otros.
Que se eleve no sólo a la condición de candidato al Parlamento de Cataluña, sino al puesto de cabeza de lista, a una persona que en su actividad política se ha caracterizado por denostar a la inmigración, por enfrentar a inmigrantes y autóctonos, por tratar a la inmigración como basura, es dar por buena una política de corte fascista que hasta deja atrás a algunos de los populismos xenófobos que pueblan políticamente las democracias de muchos países europeos. Pero ha de saberse aquí, como se sabe en dichos países, que un "fascismo social" de esas características trabaja, al hacerlo contra la inclusión democrática, contra la democracia misma. Promover -diríase que premiando- a una persona que en el ejercicio de sus responsabilidades públicas ha actuado como el exalcalde de Badalona lo ha hecho es dar paso a la normalización de la xenofobia. Es decir, se da carta de ciudadanía, de ciudadanía cuyo concepto se pervierte, a una política de rechazo al otro distinto, de condena de la diversidad y de aumento de las desigualdades al rechazar un tratamiento digno de las legítimas diferencias. Al normalizar la xenofobia se fomenta además la intolerancia, se cierran las vías del diálogo intercultural, se refuerza, activando incluso muy bajas pasiones, el excluyente repliegue identitario de la mayoría autóctona y, de rebote, el posible encerramiento de las minorías sobre sus comunidades, bloqueando a su vez la apertura de sus identidades individuales y colectivas para, quizá, arrojarlas en algunos casos en manos de los fundamentalistas de turno.
Normalizar la xenofobia, como ha hecho el PP con la candidatura de García Albiol, es situarse en una posición de derecha extrema que deja ver a las claras que su objetivo no está puesto en el civilizado "vivir juntos" que la democracia conlleva. A ello se suma que la exclusión respecto a los otros culturalmente diferentes entronca con una autoafirmación españolista de lo más enfática, que por otra parte implica un cierre sin fisuras ante los otros de posiciones diferentes en el espectro político de Cataluña. En relación a éstos el miedo se hace funcionar bajo el lema "España se rompe" y tomando la ley como jarabe de palo y tentetieso. Así, es doblemente evidente que de ninguna manera se apuesta por la convivencia democrática en una sociedad pluralista como la nuestra. Los intereses son otros y no se pueden defender más cínicamente. Si le pedimos prestadas al filósofo esloveno Zizek algunas de las categorías para el análisis social de las que él se sirve, diremos que el fetiche del españolismo sirve al PP como encarnación de la mentira que le permite sostener la insoportable verdad de la xenofobia que alienta.
La derecha española ha incurrido en una grave irresponsabilidad. Y el presidente Rajoy, a la cabeza del Partido Popular, una vez más se muestra como el más irresponsable de todos. Así hay que calificarle desde el momento en que decide designar a García Albiol, exalcalde de Badalona conocido por sus discursos y...
Autor >
José Antonio Pérez Tapias
Es catedrático en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada. Es autor de 'Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional'(Madrid, Trotta, 2013).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí