John Lanchester / Periodista financiero y novelista
"Londres ya no es el Reino Unido ni Europa. Se ha manhattanizado"
Andy Robinson Londres , 7/05/2015
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Novelista primero, periodista financiero después, John Lanchester, autor de la novela y bestseller Capital, es el perfecto guía para entender las elecciones británicas y la colisión inminente entre los bancos y fondos globales de la City londinense y el euroescepticismo que crece como la espuma en la Pequeña Inglaterra excluida.
Lanchester, de 52 años, ha logrado lo imposible en el precario mundo de los medios de comunicación: convertir el largo ensayo (4.000 o 5.000 palabras) sobre las finanzas y la macroeconomía desde la crisis en un género rentable de periodismo popular. Desde que empezó a escribir sobre la crisis financiera y sus secuelas, las suscripciones de la revista London Review of Books se han disparado. Es cuestión de estilo.
Entrevisté a Lanchester en The Delauney, una cafetería estratégicamente situada en medio del distrito del teatro, junto a Drury Lane, aunque no muy lejos de la London School of Economics. Habíamos quedado para conversar sobre su nuevo libro, Cómo hablar del dinero, ahora publicado en España por Anagrama, con el fin de preparar un artículo sobre el “analfabetismo económico” que yo escribía para La Vanguardia.
Lanchester –como los jóvenes estudiantes de la fantástica campaña Post crash economics- teme que la falta de conocimientos del electorado sobre los asuntos económicos sea un grave peligro para las democracias de la post crisis, o las postdemocracias, motivo por el cual el mito de la austeridad necesaria va extendiéndose por toda Europa. (Los lectores interesados pueden leer una serie de artículos al respecto publicados en La Vanguardia).
Pero hablamos también de asuntos más cercanos a las elecciones. Concretamente, del extraño hecho de que aquel thatcherismo supuestamente meritocrático que había derribado - lo decían hasta los postcomunistas de Marxism today- el antiguo régimen británico haya dado paso, 40 años después, a un gobierno que incluye un puñado de old etonianos y otros ex alumni de escuelas privadas de exquisito pedigrí, todos de enorme riqueza patrimonial.
La casta no es lo que era antes de la Dama de Hierro sino que regresa en versión aún más decadente
David Cameron, hijo de un old etonian y stock broker de los días previos al Big Bang (la desregulación financiera) en la City, nieto de William Mount el primer baronet de Wasing, ex alumno de Eton y de Oxford. George Osborne, el Chancellor of the Exchequer, perseguidor implacable del welfare scrounger (los gorrones del bienestar) e hijo mayor de Sir Peter Osborne, decimoséptimo baronet de Ballentaylor.
Sin olvidar a Boris Johnson, otro old etonian y candidato favorito para sustituir a Cameron en caso de una derrota tory. Esto sí que es un casta. Pero, como explica Lanchester, hijo de un ejecutivo del HSBC que llegó a Londres desde Hong Kong en los años ochenta, la casta no es lo que era antes de la Dama de Hierro sino que regresa en versión aún más decadente.
Llama la atención cómo va cambiando el Partido Conservador en lo que respecta a la clase social. Porque hace 30 años surgió la idea de que Thatcher, la hija del tendero, y el hombre “corriente y gris” John Major habían convertido a los tories en un partido sin privilegios, de cultura meritocrática e hípercompetitiva. En la expresión política de la City después del Big Bang: ya no hacía falta haber estudiado en Rugby o Eton para ser un ministro conservador. Pero, ¡ahora tenemos a Cameron y Osborne!
Creo que es un problema muy gordo para los conservadores. No tienen una narrativa sobre la desigualdad. Los tories están en fase de regresión, van hacia atrás. Vuelven a parecer un partido tradicional aristócrata. Esto sucede porque es demasiado difícil crear un nuevo modelo político compatible con estos niveles de desigualdad. No pueden verbalizarlo. Es decir, con Thatcher y con el New Labour de Tony Blair llegó ese modelo neoliberal que ya ha durado casi un tercio de siglo. Aquello del “trickle down”: más desigualdad, pero más crecimiento y prosperidad también. Thatcher lo dijo sin pelos en la lengua. “La prosperidad de las sociedades depende de un grupo relativamente pequeño que llega más arriba”. Pero eso era entonces. Desde entonces, nadie ha explicado la situación real al electorado. Nadie ha dicho: “Vais a tener muchísima desigualdad. Are you cool with that? (¿Os mola eso?)". Creo que, desde la crisis, se ha levantado el velo que cubría el tema de la desigualdad. La gente está diciendo: “¡Oye! espera un momento. No recuerdo haber votado a favor de esto”. Ante esto, los tories han vuelto a ser old etoinans. Hay seis o siete en el gabinete de Eton. Sus principales asesores también lo son.
Y probablemente sacarán más escaños que los laboristas. ¿Cómo es posible?
Creo que el voto UKIP volverá a los tories. Los kippers (arenques ahumados, votantes de UKIP) están recibiendo instrucciones de que votar a UKIP es como votar a Milliband. Quieren un referéndum sobre Europa. Los tories lo prometen y los laboristas no. Pero lo que es muy llamativo es el hundimiento del voto de los dos grandes partidos. Hace inútil nuestro sistema electoral. El 40% siempre te ha dado una mayoría estupenda. No era bueno pero estaba muy claro. Y esto ya no lo vamos a tener.
La City, en cambio, no es igual que antes del Big Bang. Es extraño porque Owen Jones escribió The establishment, que es, tal vez, una idea un poco como la casta para Podemos. Pero en la City no mandan los de siempre. No son old boys como los de antes. Pero en el Gobierno, sí. ¿Cuál es la diferencia entre este nuevo establishment y el viejo?
Es curioso que el Reino Unido tenga un entorno como la City en la que no hay clase social
Me gusta mucho la obra de Owen jones. Pero su idea de clase es un poco antigua. Es cuestión de ser de la escuela privada o no. Y en la City les importa un bledo si ibas a escuela privada o no. Lo único que les interesa en la City es cuánto dinero puedes ganar. Los bancos echan al 10% de los operadores cada año. Contratan a tanta gente para echar a los que no rinden. Y es verdaderamente meritocrático, el club de los old boys desapareció... Es curioso que el Reino Unido tenga un entorno como la City en la que no hay clase social. Pero creo que Owen tiene toda la razón cuando habla de los privilegios patrimoniales que persisten. Lo ves en el último presupuesto de Osborne. Ya no vas a pagar impuestos por inversiones de hasta 1.000 libras. Pero solo el 50% de los británicos tiene ahorros para invertir. Y solo el 20% tiene más de 30.000 libras. Hay mucha riqueza heredada. Pero esa no es la clave de la City. Vivimos una suerte de wimbledonizacion del sector financiero: el lugar es la vieja Gran Bretaña pero el talento es internacional. El Big Bang (la desregulación de las finanzas) cambió eso en los años ochenta.
Ha cambiado Londres más que el resto del país. Quizás…
Yo vine a Londres en los años ochenta y era una ciudad gris, aburrida y provinciana. Y ahora puedes pensar cualquier cosa sobre Londres, pero gris y provinciana, no. Es una ciudad llena de energía, diversidad y extrema desigualdad. Y creo que el principal motor de ese cambio es que se convirtió en el centro del capital internacional.
¿Hasta qué punto ha dejado de ser Londres parte del Reino Unido?
Londres ya no es ni Reino Unido ni Europa. Se ha manhattanizado. Es más rica y más desigual que el resto. Si quitas Londres del Reino Unido, te queda un país mucho más equitativo. Es un problema enorme para el Reino Unido. Crece el resentimiento de la gente hacia Londres. Tiene todo el dinero, toda la cultura, todo el poder político, todos los medios de comunicación, y –en un sentido amplio- es donde viven todos los extranjeros. Los blancos británicos ya son menos del 50% en Londres. Gran parte del sentimiento escocés que se expresó en el referéndum y con el SNP es un rechazo a Londres. La gente mira a la capital y no se reconoce en ella.
Su novela Capital fue una profecía del crash…
Mi primera novela salió hace 20 años. Y sigo considerando que es mi trabajo principal. En realidad todo lo que he escrito sobre finanzas viene de los preparativos para ese libro. Quería escribir sobre el Londres de aquellos días. Y si escribes sobre Londres inevitablemente acabas interesándote por las finanzas porque es una parte enorme de lo que es Londres. Sobre todo cuando comparas a la ciudad con lo que era antes. Nací en Alemania, crecí en Hong Kong. Mi padre era banquero y entonces trabajaba para el HSBC. Empecé a escribir Capital en 2005 y tenía la sensación de que se acercaba un pinchazo. Se palpaba aquella inconfundible fiebre antes del crack. Mi padre siempre decía: “Lo único que necesitas para ser un genio de las inversiones es una memoria corta y un mercado alcista”. Y en Londres el sector inmobiliario generaba esa sensación. Se veía que iba a pinchar. Entonces no sabíamos que los lectores acabarían sabiendo cosas que los personajes desconocían. Es una ironía trágica, en el sentido clásico. Y claro, cuando finalmente llegó el pinchazo, resultó ser algo mucho más grande, verdaderamente aterrador. Y las secuelas duraron mucho más. Yo pensé que iba a ser un pinchazo inmobiliario. Y me equivoqué a lo grande. ¡Casi el único activo financiero que no se ha hundido han sido los inmuebles en Londres!
Novelista primero, periodista financiero después, John Lanchester, autor de la novela y bestseller Capital, es el perfecto guía para entender las elecciones británicas y la colisión inminente entre los bancos y fondos globales de la City londinense y el euroescepticismo que crece como la espuma en la...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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