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No hace mucho que quien esto escribe se descolgó en Carrusel Deportivo con una frase lapidaria: “Con balón y sin balón, no hay tres jugadores mejores que Griezmann en esta Liga”. Jesús Gallego, director del programa, ponderó el punto de vista y quiso convertirlo en un minidebate en las redes sociales. Naturalmente, una inmensa mayoría no compartía mi punto de vista. Unos porque apenas ven los partidos del Atlético con asiduidad, otros porque consideran que, más allá de Messi o Cristiano, existen jugadores mejores, como James, Modric, Suárez, Iniesta o Neymar. La frase quedó ahí y cabe suponer que, de ahora en adelante, los días buenos del francés alguien me dará la razón y los malos, recibiré jarabe de palo. Lo curioso del asunto es que, antes de haberme posicionado de manera tan visceral sobre la condición y estatus del delantero galo, él mismo realizó unas declaraciones que nadie tuvo a bien analizar en toda su dimensión: “Trabajo para intentar alcanzar a Messi y Cristiano”. La primera lectura es que Antoine Griezmann, que no tiene la devastadora magia del argentino ni la potencia de fuego del portugués, que no juega en el Barça, ni en el Madrid, ni tiene su reclamo publicitario, es muy ambicioso. Su declaración de intenciones, que para muchos podría considerarse incluso una herejía, porque aspirar a alcanzar a esos dos monstruos podría estimarse como una fanfarronada, supone algo más que una meta y una aspiración personal. Es un estímulo. Un desafío.
El francés es oro puro, es el arma de destrucción masiva del Atlético, ha perfeccionado todos sus registros como jugador, ha mejorado sus movimientos con la pelota y ahora, gracias a Simeone, también es un jugador extraordinario sin ella. Tamaño pequeño, velocidad grande, apunta a delantero de época. Nunca lo tuvo fácil. Desdeñado en categorías inferiores por su estatura, apartado de la selección francesa por indisciplina o relegado en el Atlético a la suplencia --a pesar de haber costado 30 millones de euros al club--, siempre ha tenido una solución para cada problema. Clase infinita, elegancia natural y el gol como un don que se le cae de los bolsillos, Antoine maneja todos los roles que un entrenador querría para un equipo: segundo punta, referente en banda, estilete desde el enganche y hasta nueve puro de manera ocasional. Griezmann es capaz de barrer todo el frente de ataque de su equipo y liderarlo con regularidad. Y es así porque su ambición, desmedida, le incita a trabajar pisando el acelerador a fondo, porque anhela ser mejor, crecer, perfeccionarse y asumir el reto de intentar acercarse a monstruos del fútbol a los que el resto de mortales considera en una vía láctea inalcanzable.
Monsieur Antoine --copyright de mi compañero Hugo Condés en la SER-- ya no es sólo un buen jugador. Ahora es una estrella. Y no sólo por sus goles, de todos los colores y en todas las posiciones, sino porque siempre sale victorioso de sus desafíos. Fue capaz de desprenderse de su fama de díscolo, de encontrar su lugar en el vestuario, de reciclarse de la banda al área, de aceptar su suplencia con silencio y revertir la situación con trabajo, de ganarse al público por su humildad y ahora, en efervescencia, se ha autoimpuesto un desafío brutal. Apuntando al sol, se ha colocado el listón en las nubes, asegurando que trabaja su velocidad de relámpago y su definición exquisita para alcanzar a dos jugadores lejos del alcance de casi todos, Messi y Cristiano. Muy pocos tendrían el atrevimiento de decir o siquiera insinuar esa posibilidad. Griezmann ha tenido esa osadía y parece dispuesto a perseverar en ese intento. Es más que posible que ni pueda acercarse al nivel descomunal del diez del Barça y el siete del Madrid, pero Antoine lo quiere intentar y, en esa tarea, sólo habrá un gran beneficiado: el Atlético. Cualquier otro jugador se habría conformado con ser la referencia de su equipo, con ser su máximo goleador o incluso con recrearse en su condición de ídolo de la grada. A Griezmann no le basta. Quiere explorar sus límites, saber hasta dónde llega el perfume de su extraordinaria clase. Pura ambición.
No hace mucho que quien esto escribe se descolgó en Carrusel Deportivo con una frase lapidaria: “Con balón y sin balón, no hay tres jugadores mejores que Griezmann en esta Liga”. Jesús Gallego, director del programa, ponderó el punto de vista y quiso convertirlo en un minidebate en las redes sociales....
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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