Dimas Gimeno Álvarez, presidente de El Corte Inglés.
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La sucesión es uno de los momentos más críticos en la vida de las empresas familiares. En España, unir familia y negocios no suele ser una buena idea, si tenemos en cuenta la cantidad de problemas que día tras día conocemos en el momento de abrir testamentos y antes de la muerte de los fundadores de los negocios. Una regla no escrita –más bien una regularidad empírica– es la duración de la vida de la empresa familiar: el abuelo funda, el padre lo dilapida y los hijos lo malvenden.
Esto no suele ser así en Asia, donde las costumbres son muy distintas. Según los últimos datos de Credit Suisse, más de la mitad de las empresas cotizadas en el eje Asia-Pacífico son empresas de carácter familiar, mientras que el 32% de la capitalización bursátil de la suma de los diez mercados asiáticos más importantes corresponde a empresas familiares. Un buen ejemplo de esto es el hongkonés Stanley Ho, que con 91 años sigue regentando la empresa que fundó de casinos.
Sin embargo, no queda más remedio que volver a la cruda realidad de España, ya que la Vieja Piel de Toro no es Asia (salta a la vista). En todo este año, una de las grandes empresas españolas líder en publicidad está viviendo un conflicto familiar importante tras la muerte de Isidoro Álvarez. En esta ocasión, la fuente de los problemas proviene de una de las sobrinas del fundador Ramón Areces (tío de Isidoro Álvarez) que considera una “mala venta” la suscripción de un 10% del capital de El Corte Inglés por parte del fondo soberano de Catar por 1.000 millones de euros.
Si el mercado (en este caso, el fondo catarí) ha pagado 1.000 millones por el 10% de la empresa, significa que esta empresa es valorada en 10.000 millones, por mucho que se oponga un determinado accionista
Carlota Areces valora la compañía en 20.300 millones de euros (su participación, un 10%, por tanto valdría 2.030 millones de euros a precio actual), muy lejos de lo que el mercado ha valorado esta empresa: 10.000 millones de euros según la venta realizada al fondo soberano de Catar. Cuando una empresa no cotiza en Bolsa, su valor se determina a partir de lo que está dispuesto a pagar el mercado. Si el mercado (en este caso, el fondo catarí) ha pagado 1.000 millones por el 10% de la empresa, significa que esta empresa es valorada en 10.000 millones, por mucho que se oponga un determinado accionista.
El valor es, sin duda, el concepto subjetivo por excelencia en Economía. Sin embargo, los precios de mercado dan una idea de cuánto vale una compañía. Aquí hay un caballo de batalla importante en una empresa no cotizada: para saber su valor, ¿con respecto a qué compañías que sí son cotizadas en Bolsa hay que compararse? Aquí es donde se cometen los mayores errores en términos de valoración, aunque utilicemos un método de andar por casa.
Los 20.300 millones de euros que considera Carlota Areces que vale su empresa (El Corte Inglés) salen de comparar El Corte Inglés con la mayor distribuidora a nivel mundial: Wal-Mart. En este momento, Wal-Mart cotiza a 2,62 veces su valor en libros, es decir, el precio que otorga el mercado a esta compañía es 2,62 veces superior al que está valorada en sus libros contables. En los libros contables, El Corte Inglés tiene un valor neto contable (inversiones menos deuda) de 7.875 millones de euros. Por tanto, si multiplicamos estos 7.875 millones por 2,62 nos sale una cifra de 20.623 millones de euros, muy similar a la valoración de Areces.
Sin embargo, parece poco prudente comparar El Corte Inglés con Wal-Mart, una compañía que ha hecho poquísimo por su expansión en el comercio electrónico, mientras Wal-Mart es una auténtica máquina de hacer dinero en Internet. No sólo en este campo, las diferencias entre estas dos compañías son abismales. Sólo hay que ver los canales de distribución minorista o la presencia internacional para darse cuenta de que a El Corte Inglés le queda mucho camino por recorrer si quiere parecerse medianamente a Wal-Mart.
Parece poco prudente comparar El Corte Inglés con Wal-Mart, una compañía que ha hecho poquísimo por su expansión en el comercio electrónico, mientras Wal-Mart es una auténtica máquina de hacer dinero en Internet
Pero en cuestión de valoración podemos ir mucho más allá. Incluso utilizando los números de Wal-Mart. Cojamos, por ejemplo, la proporción entre precio de mercado y volumen de ventas. Suponiendo (que es ya mucho suponer) que el ratio precio/ventas de Wal-Mart es similar al de El Corte Inglés (0,42 veces), esta última tendría una valoración de 6.128 millones de euros, incluso por debajo de lo que vale en libros.
A la luz de estos datos, los 10.000 millones salidos de la valoración del 10% comprado por el fondo de Catar parecen un indicador más que razonable para saber cuánto vale El Corte Inglés. A pesar del debate de los números, el problema de fondo sigue siendo la transparencia y la falta de ambición en la expansión internacional.
En este sentido, El Corte Inglés se enfrenta al 'dilema Tyson-Woetzel' o 'dilema del crecimiento': los nuevos competidores en la industria empujan a las viejas estructuras de gobierno a reformarse mediante un proceso en el que unos ganan y otros pierden. En este caso, quien pierde es todo el accionariado que se ha mantenido inmóvil en los últimos 40 años, en los cuales prácticamente han vivido de la marca.
Ahora, con la presión de casi 4.000 millones de euros de deuda y una pérdida notable de activos fijos, a los nuevos directivos no les queda más remedio que modernizarse, salir al mercado y batirse el cobre con el resto de los competidores. Por eso, es extraordinariamente importante que El Corte Inglés salga a Bolsa, siga presente en el mercado de deuda corporativa y dé entrada en su consejo a inversores internacionales. En esto sí se puede empezar a asemejar El Corte Inglés a un gigante como Harrod’s, donde el fondo soberano de Catar es uno de sus principales propietarios.
La sucesión es uno de los momentos más críticos en la vida de las empresas familiares. En España, unir familia y negocios no suele ser una buena idea, si tenemos en cuenta la cantidad de problemas que día tras día conocemos en el momento de abrir testamentos y antes de la muerte de los fundadores de los negocios....
Autor >
Javier Santacruz
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