Tribuna
El cambio es más necesario aún
Para salir a ganar, Podemos tendrá que aunar la unidad popular y la radicalidad y la creatividad de las campañas en las elecciones europeas y municipales
François Ralle Andreoli 29/09/2015
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Es verdad que Catalunya si que es Pot, en circunstancias muy peculiares, ha cosechado resultados “altamente decepcionantes”. ¿Qué reflexiones podemos sacar los que queremos que gane la nueva izquierda en diciembre y renovar las opciones de un cambio social y ecológico en este país? ¿Qué protestas constructivas debemos poner sobre la mesa los que queremos evitar que vuelva el bipartidismo y la derecha aunque sea disfrazada de Ciudadanos?
En esta campaña, Podemos había hecho dos elecciones muy pertinentes: la de la responsabilidad frente a la demagogia y la de la apertura a otras fuerzas aunque sean menos innovadoras.
Por un lado, como lo hacen desde mayo de 2014, Podemos y sus aliados proponían salir del estéril enfrentamiento entre “Madrid y Cataluña”, nutrido simultáneamente por el PP de Rajoy y por el eje independentista. Para eso, la defensa de un nuevo proyecto constituyente sigue siendo la opción más razonable, ilusionante y responsable. Es verdad que ese mensaje complejo de la defensa del derecho a decidir al mismo tiempo que se prioriza la opción de un nuevo encaje constitucional era difícil de transmitir, en un contexto donde se ha jugado en gran parte con las tradicionales fantasías independentistas y españolistas para tapar otros discursos. De hecho, la campaña se polarizó entre el Sí y el No, una opción que permitía al eje PP/Convergencia desviar las miradas de lo esencial: los escándalos de corrupción colosales en los que están enfangados y la crisis social profunda alimentada por las políticas de recortes de ambas formaciones a escala estatal y autonómica. Junts pel Sí habrá conseguido imponer su “significante flotante” como es la independencia para canalizar muchas de las frustraciones acumuladas desde años en Cataluña como en tantas regiones europeas sometidas a la crisis y a la deriva de la UE. En el mundo de la globalización incontrolada, de los recortes a las ayudas y derechos como único horizonte político, de la indiferencia europea a los mensajes de los pueblos (como ocurrió en Grecia después del OXI), no hay que sorprenderse de que la gente se repliegue sobre lo que le tranquiliza más, su identidad local. Pero, como lo anunciaba Catalunya Sí que es Pot, se demostrará rápidamente que al final no sabemos muy bien quién ha ganado y sobre todo cómo pretende el heterogéneo Junts pel Sí gobernar Cataluña. Es más que incierto lo que pueda ocurrir con los servicios públicos ya muy tocados, el paro y otros temas centrales para los catalanes y mucho más inmediatos que su relación con España.
Como lo anunciaba Catalunya Sí que es Pot, se demostrará rápidamente que al final no sabemos muy bien quién ha ganado y, sobre todo, cómo pretende el heterogéneo Junts pel Sí gobernar Cataluña
En segundo lugar, Podemos, en una región donde es difícil implantar una fuerza nueva pero donde podía haber elegido seguir su propia hoja de ruta, se ha abierto con generosidad a una coalición transversal con otras fuerzas del cambio, encabezada por una figura de la sociedad civil. Esta fórmula funcionó muy bien en campañas municipales (en Cataluña por lo menos), conquistando ciudades centrales. Pero, en el contexto peculiar del 27S, la confluencia no ha conseguido seducir a la ciudadanía. El candidato, esta vez, no ha logrado la cristalización que han conseguido estimular figuras carismáticas como Manuela Carmena, Ada Colau, Kichi… prueba de que es difícil encontrar en el campo del cambio el perfil que pueda romper y que es más urgente modelar las formas de una campaña rompedora que perder tiempos en negociaciones partidarias. Esto nos recuerda que los medios de comunicación dominantes a sueldo del orden establecido solo alteran su atracción hacia las fuerzas tradicionales cuando algún objeto nuevo brilla. Por eso mismo es fundamental que en las generales se imponga una figura transversal rompedora. Por suerte, a nivel estatal, para despertar y encarnar todas estas frustraciones populares acumuladas después de años de bipartidismo, tenemos a Pablo Iglesias. Rodeado de otras figuras nuevas e innovadoras, procedentes de otras fuerzas o no, será el actor clave de la campaña de diciembre. Los analistas de la nueva izquierda insistían en que la ciudadanía ya no quiere una sopa de siglas, coaliciones tradicionales que restan más que suman. La gente quiere fuerzas nuevas capaces de arrancar una dinámica popular. Era complicado producir esta integración frente a otra candidatura transversal como la de Junts pel Sí y sus apoyos mediáticos. Es difícil evaluar si Catalunya Sí que es Pot ha sido demasiado polifónica y plural en su discurso. No fue el caso de las inventivas intervenciones de Iglesias en Barcelona, pero no era el candidato.
Es probable que se necesite a todas las fuerzas de izquierdas y ecológicas unidas, a sus militantes organizados, la ilusión de la unidad popular en marcha, para animar un amplia campaña victoriosa en las generales. Sin embargo, es importante crear una línea clara, un mensaje de cambio centrado en la gente y sus necesidades básicas para evitar que otros confundan de nuevo a la ciudadanía para mantenerse en el poder. Necesitamos unidad popular y lanzar todas nuestras fuerzas en la batalla, pero volviendo a encontrar la radicalidad y la creatividad de las campañas europeas de Podemos o de las elecciones municipales. Necesitamos en particular que los nuevos ayuntamientos se vuelquen en esas elecciones, como no pudo ser en Catalunya por razones de prudencia. Porque no será lo mismo gobernar una ciudad con Rajoy en La Moncloa que con un gobierno del cambio. No sabemos qué elección hará Podemos después de estos resultados, pero sí sabemos que no hay que perder mucho tiempo en decidir qué fórmula de salida se debe construir para las generales en torno a Pablo Iglesias, sino más bien qué contraataques, formas discursivas nuevas, iniciativas mediáticas rompedoras, se pueden proponer para canalizar de nuevo la inmensa frustración creada por tantos años de crisis, de paro, de exilio económico de los más jóvenes. Y salir ya a ganar.
Es verdad que Catalunya si que es Pot, en circunstancias muy peculiares, ha cosechado resultados “altamente decepcionantes”. ¿Qué reflexiones podemos sacar los que queremos que gane la nueva izquierda en diciembre y renovar las opciones de un cambio social y ecológico en este país? ¿Qué protestas...
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