La inmigración acude al rescate demográfico
El envejecimiento de la población y la baja natalidad amenazan el sistema de bienestar a medio plazo
Elise Gazengel 23/09/2015
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Los españoles tienen ahora menos hijos que a finales del siglo XVIII, cuando España tenía la cuarta parte de su población actual. Con una tasa de fecundidad de 1,27 hijos por mujer en edad de procrear, España se sitúa a la cola de los países europeos junto con Portugal, según Erurostat. Esta tasa es muy inferior a la media europea, del 1,5, a su vez un punto por debajo de la media mundial, según el World Population Data Sheet. La esperanza de vida de los españoles es de 80 años para los hombres y 85 años para las mujeres, según el INE. Consecuencia: desde 2010, España va perdiendo población de 25/40 años, vital para el consumo, la innovación y la productividad.
Entre los años 2000 y 2008, sin embargo, “la fuerte llegada de inmigrantes tuvo un efecto benéfico sobre la demografía española con el aumento de la fecundidad y natalidad porque la mayoría eran jóvenes adultos”, explica Joaquín Arango, catedrático de Sociología y experto en demografía. Un efecto que se notó también en otros países europeos, según se afirma en un reciente artículo de The Guardian: “La inmigración también incrementa la tasa de fecundidad: Gran Bretaña y Francia han recibido un impulso similar al crecimiento de la población como resultado de la inmigración”.
Entre los años 2000 y 2008, “la fuerte llegada de inmigrantes tuvo un efecto benéfico sobre la demografía española con el aumento de la fecundidad y natalidad porque la mayoría eran jóvenes adultos
A pesar de este impulso temporal, los expertos advierten de que España se enfrenta a uno de sus retos más difíciles de superar: el déficit demográfico. “No es bueno para la economía”, explica Arango: “Aparte de los costes, se puede considerar que supone una pérdida de dinamismo, innovación, impulso y va en contra del vigor de la demanda”. Conclusión en la que coincide Alejandro Macarrón, ingeniero creador de la Fundación Renacimiento Demográfico, que quiere concienciar sobre el problema: “Además del gran problema que supone el pago de las pensiones si tenemos cada vez más gente mayor y menos población activa, hay que pensar en el descenso del consumo que generaría una economía en decrecimiento y un reto geopolítico: España tiende a la irrelevancia por su decreciente peso poblacional en el mundo”.
España cuenta con 46 millones y medio de habitantes y, según el World Population Data Sheet, se prevé que habrá perdido un millón de personas en 2030 y llegará a 43.7 millones en 2050. Un problema grave del que la clase política se suele desentender. Para Arango, “el déficit demográfico no es un problema menor, no se habla de ello porque no se quieren adoptar las medidas que contribuirán a aliviarlo”. Además, el catedrático denuncia que los políticos no suelen tomar medidas con efecto a medio o largo plazo: “El tiempo en política es corto, con el horizonte en las próximas elecciones, cuando el tiempo de este problema es mucho más largo”.
Para la demógrafa francesa y también especialista en inmigración, Michèle Tribalat, las medidas adoptadas por ciertos gobiernos están dando resultados: “Son los países con políticas más favorables a la acomodación del trabajo de la mujer y de la vida familiar los que tienen la fecundidad más elevada, como Francia”. Y añade: “En Alemania, en cambio, no tienen estas políticas y la fecundidad es muy baja”.
¿La inmigración como solución?
La crisis económica de los últimos años no es el motivo de esta baja tasa de fecundidad. Como explican los expertos, el problema se debe a los cambios del modelo de sociedad y a causas estructurales. “La baja fecundidad existe en España desde los años 1990”, sentencia Arango. Según las cifras de Eurostat, España pasó de tener una tasa de fecundidad de 2,2 en los años 1980 a 1,3 a partir de la década siguiente. “La fecundidad ya era muy baja en los países del sur de Europa mucho antes de la crisis y ésta no ayuda tampoco en países donde se tiende a empezar una vida familiar tarde”, concluye Tribalat.
Sin embargo, la elevada tasa de fecundidad de los extranjeros en España consiguió paliar este descenso durante los primeros años de este siglo:
Evolución de las tasas fecundidad de españolas y extranjeras (Fuente: INE)
Pero desde que la crisis económica estalló, la continua salida de extranjeros de España ha contribuido a que la población española disminuya. En 2013, el propio INE explicaba que el aumento de la población del principio de los años 2000 se debía, fundamentalmente, a la inscripción de extranjeros, cuya cifra pasó de casi un millón en 2000 a la cifra máxima de 5,7 millones en 2010. Desde entonces y hasta el año pasado, el saldo migratorio español había sido negativo. “Con la crisis llegaron menos inmigrantes y se fueron más”, explica Arango.
En 2014, por primera vez desde el comienzo de la crisis, la inmigración volvió a arrojar un saldo positivo en nuestro país, según el informe de Migration Outlook 2015 presentado esta semana.
Pero no sólo se han marchado extranjeros. Se estima que más de medio millón de españoles emigró después del inicio de la crisis. Una cifra estimada ya que, oficialmente, sólo 250.000 españoles se inscribieron en los consulados fuera del país. La mayoría no lo hace al considerar su estancia temporal o porque la inscripción supone la pérdida del acceso normalizado al sistema de salud o de ventajas sociales. Según el padrón de 2015, el 63 % de los que dejaron España el año pasado están en edad laboral.
Estos datos llevan a pensar que la acogida de refugiados e inmigrantes sería una solución al problema del déficit demográfico. No obstante, “la cifra de 15.000 refugiados es muy pequeña para que provoque un impacto en la demografía española, tendrían que aumentar muchísimo las cuotas”, explica Arango, antes de matizar: “En Alemania, en cambio, podría tener efectos”. Macarrón confirma que esta cuota ni siquiera se notaría y añade: “Nos faltan unos 250.000 niños al año para que haya relevo generacional”. Se estima que dos hijos por mujer constituye la tasa de sustitución idónea, que garantiza la estabilidad de la población.
“Un factor influyente e impactante”
Frente a la cantidad ínfima de refugiados, el resto de la inmigración, en cambio, podría paliar este déficit pero no sin criterios específicos. Según Macarrón, para que sea útil, la inmigración tendrá que contribuir al aumento de la franja de la población activa y para eso deberá existir una adecuación entre las necesidades laborales del país y las competencias personales de los recién llegados. En Alemania, por ejemplo, donde se habla menos de desempleo que de penurias de mano de obra, los economistas apoyan la política de integración de los refugiados y afirman que es necesario acelerar los trámites para que éstos puedan tener derecho a trabajar.
“No tenemos el valor de decir que necesitamos inmigrantes”, explica Macarrón, “la inmigración es parte de la solución aunque hay que gestionarla bien”. El creador de la Fundación Renacimiento Demográfico explica que sin una integración en la sociedad, los inmigrantes no podrán ayudar a largo plazo. “Necesitamos gente joven y/o gente trabajadora” concluye Macarrón. Una necesidad que parece cuadrar con las cifras del padrón de 2015 español: la edad media de la población inscrita es de 42 años, pero la de los extranjeros es considerablemente menor, de 35 años.
La demógrafa francesa insiste en que, “con o sin inmigración”, la población activa disminuirá en España “por lo menos hasta 2050” aunque reconoce que, “evidentemente, será un descenso mayor sin inmigración”. Según las proyecciones de Eurostat, la relación de apoyo (es decir, la relación entre la población activa, de 15 a 64 años, y la población mayor de 65 años) varía más en España que en Alemania o Francia en función de las hipótesis migratorias.
Líneas plenas: sin migración - Líneas punteadas: con migración (Fuente: Eurostat)
Pero, para la demógrafa, la inmigración sólo aplazará el problema, ya que “hasta la fecha, se ha observado observado una aproximación de la fecundidad a partir de la primera generación nacida en el país de acogida”. La inmigración sería, para Tribalat, un “paliativo muy parcial de los problemas demográficos”. Según ella, las únicas soluciones a este déficit demográfico serían adaptarse al envejecimiento de la población trabajando más tiempo, además de, “para los países que aún pueden”, crear unas políticas y una fiscalidad que ayudaría a las mujeres para combinar trabajo y familia.
Para Arango, no existe solución al déficit demográfico: “La única sería un aumento de la natalidad que no se va a producir”. Según él, la inmigración no es una solución al problema aunque reconoce que es “un factor influyente e impactante”. A finales de 2014, Mouhoub Mouhoud, profesor de Economía en la Universidad de París Dauphine, explicaba en Le Monde que la inmigración no iba a resolver el envejecimiento demográfico pero, concluía: “Pese a ello, la inmigración es indispensable”.
Los españoles tienen ahora menos hijos que a finales del siglo XVIII, cuando España tenía la cuarta parte de su población actual. Con una tasa de fecundidad de 1,27 hijos por mujer en edad de procrear, España se sitúa a la cola de los países europeos junto con Portugal, según Erurostat. Esta tasa es...
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