Un debate metafórico
Margallo no se presenta como ministro, sino como miembro de la ejecutiva del PP. Junqueras no se presenta como chico ERC, sino como chico Junts pel Sí
Guillem Martínez Barcelona , 24/09/2015
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Debate entre Margallo y Junqueras en 8TV --el canal televisivo del Grupo Godó--, un debate organizado por tres trazos estilíticos. A saber: a) cierta elegancia y cordialidad, inusual en esta cultura y, si me fuerzan, en este canal y programa --la estrella, en un día normal, es Pilar Rahola, un ciborg mezcla de humano y sistema sorround--, b) el bucle habitual del género tertulianismo. Y c). La cosa c) es radicalmente importante. Es tan importante que me la dejo para el postre. Bueno. Debate.
Margallo no se presenta como ministro, sino como miembro de la ejecutiva del PP. Junqueras no se presenta como chico ERC, sino como chico Junts pel Sí. Vamos, que esto es un juego de espejos, en el que los gordos se reflejan flacos y los flacos, gordos. Margallo opta por un punto de partida sentimental --"siento dolor por romper la concordia con la que nos dotamos en 1978", etc--. Una hipotética concordia desintegrada, para el tramo al que se alude, cuando la elaboración del Nou Estatut, los boicots al cava, la sentencia del TC y, en fin, lo que el constitucionalista Pérez Royo ha calificado como un golpe de Estado del PP al título territorial de la consti, hoy, como los tramos sociales, inexistente.
Es decir, Margallo inicia el debate con palabras que llegan con casi una década de retraso. Junqueras, un monstruo televisivo --forjado en la radio, su rostro se hizo popular como tertuliano televisivo--, cambia de tercio y habla de las ulteriores declaraciones emitidas por Rajoy, ese filón. Inciso: la progresión intelectual de las declas de Rajoy permiten calcular que, a lo sumo, mañana por la tarde, nos puede sorprender con esta frase histórica: "Hoy me he vestido solito". Se habla aquí de pérdida, o no, de la ciudadanía española y europea tras la proclamación de un Estado Catalán. Junqueras, que no. Margallo, que sí.
Cita el ejemplo de Argelia. Junqueras: "¿Está comparando Catalunya con una colonia?". Margallo es taxativo en este punto --como, glups, los militares que atentaron contra De Gaulle--: "No era una colonia. Era un departamento". Cita a Juncker --este debate se grabó por la mañana, por lo que no se sabía que la traducción a lo de Juncker en castellano había sido sumamente creativa-. Bucle. Cambio de tema. Economía. Margallo fija el paro posterior a la independencia en el 37%, las pérdidas en las pensiones de unos 400 euros mensuales. Junqueras, que no. Bucle. Se habla de la permanencia en el euro. Margallo que no. Junqueras que sí. Bucle. El debate finaliza con una declaración final de cada uno. Junqueras, abogando, glups, por el liberalismo, esa cosa que no existe en el Sur, salvo para aludir a negocios con el Estado: "No hay que preocuparse. Los mercados llenarán los vacíos económicos". Margallo finaliza con una metáfora de los límites intelectuales del nacionalismo español, formulados por San Isidoro: "Si ya tienen la nacionalidad española, ¿para qué quieren otra?", que tantas toneladas de sangre provocó en el siglo XIX y XX.
Los bucles del debate dibujan, a su vez, dos escuelas de bucles. El bucle PP --si bien, me temo, es más amplia; podría ser la Escuela del Régimen del 78-. Hay cosas que no son discutibles, no por que lo diga la constitución --un texto afuncional y desorganizado en varios de sus tramos desde su interpretación extremo-centrista iniciada en el Aznarato, y los recorta y pega posteriores--, sino por razones anteriores y escasamente democráticas. El bucle Junts pel Sí, a su vez, consiste en confundir propaganda no contrastada como argumentario y realidad. Algo que da el pego y funciona sólo en esta cultura. Pero no en otra. En la entrevista que la BBC --es decir, otra cultura-- le hizo a Raül Romeva, ese sistema de respuestas, fundamentadas en crear bucles y estados de ánimo paralelos a la realidad --básicamente, lo que han hecho Margallo y Junqueras--, no funcionó, quedó desarticulado. Y, con ello, el grueso de la campaña de Junts pel Sí. Algo, por otra parte, poco importante. Las culturas locales son autosuficientes, no necesitan puntos de vista foráneos para confirmarse o negarse. Salvo en puntas de crisis. Ah, no viene a cuento --o sí--, pero en la entrevista de la BBC quedaba claro que, para el público informado europeo, el Gobierno del Estado y el de la Generalitat eran dos entidades corruptas. Sea por eso o no, en el debate no se habló de derechos. Ni Margallo ni Junqueras observan el Estado fundamentado en derechos sexis. De hecho, no se habló del derecho a decidir, algo no contemplado en el Estado, sino de bucles que se ubican varias casillas más adelante. Y que, por ahora -y pinta que para largo-, no aluden a problemas próximos.
Lo importante del debate, no obstante, fue el tema C). Es decir, la pésima gestión, por parte del Gobierno del Estado, del Procés Català. Es algo único en el mundo que un ministro de Exteriores --de Exteriores, Mariano--, discuta públicamente con un parlamentario independentista de su biotopo. Si uno es escandinavo, puede entender que eso es algo propio de una cultura democrática que tira de espaldas. Pero para los usuarios de las culturas locales, es alqo que ilustra, más y mejor, una serie de patologías. Les hago un inventario de las más divertidas. Supone que el Estado no sabe lo que está haciendo. Supone que no hay política de Estado al respecto, ni diálogo. Supone posiciones ridículas al respecto. Supone la chulería de un ministro --"voy a ir a Barcelona y los evangelizaré en un debate, como hicimos con los moros de las Alpujarras", se supone que es la lógica--. Supone la confianza, como género de discusión social, esa cosa que en otras culturas se realiza en el periodismo, en las tertulias entre periodistas-políticos. Supone, por tanto, la visualización de una cultura democrática escasa, patológica, sustentada más en mitos que en la capacidad de leer la realidad. Supone, en fin, y esto puede ser el postre, no de este artículo, sino del Procés --esa improvisación, sin agenda efectiva, más allá de la propagandística, para el 28S--, una escasa cultura democrática, que en el caso del Gobierno del Estado, puede practicar, otra vez, la chulería y el mito, en cualquier dirección aleatoria. Incluida una dirección antidemocrática, violenta o salida de tono. Algo que puede cambiar la recepción del conflicto catalán en Europa y dotarlo de sentido urgente.
Debate entre Margallo y Junqueras en 8TV --el canal televisivo del Grupo Godó--, un debate organizado por tres trazos estilíticos. A saber: a) cierta elegancia y cordialidad, inusual en esta cultura y, si me fuerzan, en este canal y programa --la estrella, en un día normal, es Pilar Rahola, un...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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