FOTOGRAFÍA
La historia se esconde tras la cámara
La barriada bonaerense Ciudad Oculta aloja los talleres de la organización PH 15, en la que los jóvenes miran más allá de la pobreza a través del objetivo
Julieta Rabinovich Buenos Aires , 21/10/2015
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En el fondo de un patio, escondido entre dos casas, se ve a una niña que posa rígida y seria, haciendo las veces de estatua. Un poco más atrás, un perro la acompaña, casi imitándola por instinto. Ambos miran hacia un punto fijo que se pierde en lo profundo de sus miradas, como si el tiempo se hubiera detenido en sus ojos. Todo lo demás es ladrillo, chapa y cemento. A un par de metros de la escena, alguien enfoca, apunta y dispara; un click que logra congelar esa imagen en blanco y negro para siempre. Detrás de la lente estaba Leticia Figueredo, una quinceañera que vive en la Villa 15 de Buenos Aires, más conocida como Ciudad Oculta. La joven se encontraba explorando momentos de su vida cotidiana y seleccionando aquellos dignos de ser retratados. Ese mismo fin de semana la esperaba el taller de la fundación PH15, la organización argentina que visita todos los sábados Ciudad Oculta para enseñar fotografía a aquellos curiosos que buscan mostrar su mundo a través de una cámara.
Tres lustros atrás —el mismo año en el que nacía Leticia—, con el mismo sentimiento, perseverancia y ganas de contar una historia propia, se encontraban tres chicas de la misma edad, que caminaban por la villa sin mayor ceremonia que la de un día cualquiera. De repente, descubrieron a un grupo de fotógrafos; entre ellos, Martín Rosenthal, que se hallaba en Ciudad Oculta preparando un trabajo para Red Solidaria. Entre flashes, cámaras y trípodes, ellas se les acercaron para contarles que hacía tiempo que querían aprender fotografía, pero que el alto precio de los estudios nunca les había dejado hacerlo. Los fotógrafos respondieron proponiendo un reto: si lograban conseguir diez jóvenes interesados y un lugar donde reunirse, comenzarían a darles clases. A las dos semanas, Martín recibió una llamada: las chicas ya tenían el espacio y la decena de participantes. A partir de ese momento, cada semana, desde el año 2000, la fundación PH15 visita Ciudad Oculta con sus talleres, viendo ir y venir a chicos de todas las edades, con fotos que hoy siguen exponiendo en sus muestras.
En los primeros talleres, sobre todo, el desafío era grande: los fotógrafos se encontraban con chicos que nunca habían agarrado una cámara y que no contaban con fotos ni retratos familiares en sus casas. Hoy, la situación es la opuesta: quienes empiezan en PH15 han tenido, en algún momento, contacto con un medio digital, y llegan a los talleres con la idea del manido selfie, o con cierta disposición de antemano a mostrar en Facebook las fotografías que van sacando.
En su primer contacto, a los chicos se les entregan cámaras digitales para que las usen a su antojo durante toda la semana; sin indicaciones, sin consignas y sin reglas
Desde aquel primer momento, en el que no había alternativa a la película analógica, hasta el día de hoy, en el que abundan las tecnologías y los nuevos medios de comunicación, los fotógrafos de PH15 conservan el método con el que enseñar a sus alumnos lo que ellos consideran la esencia de la fotografía: la experimentación. En su primer contacto, a los chicos se les entregan cámaras digitales para que las usen a su antojo durante toda la semana; sin indicaciones, sin consignas y sin reglas, ya que de eso se trata. Que cada uno invente las suyas.
Cada sábado, se devuelven las cámaras, se muestran las fotos tomadas y, entre todos los integrantes del grupo, se indaga qué es lo que cada captura transmite. Más tarde, estas se comparan con lo que sus autores quisieron expresar. Así, les dan las herramientas técnicas con las que enriquecer el mensaje y seguir forjando su propia mirada. Tras dos años trabajando la narrativa, en una tercera y última etapa, los iniciados aprenden técnicas audiovisuales, de edición y de vídeo, siempre sin limitarlos, para que los chicos puedan mantener su expresividad y su espontaneidad; dos cualidades que, siguiendo la idiosincrasia de estos encuentros, son capaces de traspasar cualquier lente.
Los resultados no sólo tienen que ver con imágenes, sino con la búsqueda de una transformación. Moira Rubio Brennan, fotógrafa y una de las directoras de PH15, es testigo de los cambios que se van dando según pasan las exposiciones. Como cuenta, en las primeras ediciones, los alumnos no se animaban a hablar porque estaban acostumbrados a que nadie se interesara en lo que tenían que decir. Finalmente, en una segunda o tercera muestra, les vio presentando sus fotos a periodistas, artistas, visitantes y amigos, y explicándoles qué quisieron mostrar en cada una de ellas. Los chicos crecen en autoestima, porque se dan cuenta de que pueden relacionarse con el resto del mundo desde otro lugar.
La organización cuenta hoy con 1819 participantes, de edades muy diversas, que se encuentran no solo en Ciudad Oculta, sino en 90 localidades del interior de Argentina, con talleres presenciales y virtuales
A pesar de los evidentes efectos positivos de estas actividades, Rubio Brennan aclara que PH15 no es un grupo de "paracaidistas" que, sin invitación, acuden hasta un lugar y con una práctica impuesta. Los miembros de esta fundación prefieren esperar a ser elegidos y convocados por quienes quieren manifestarse a través de lo artístico, y trabajar junto a los participantes para encontrar entre todos la práctica más acorde a esa comunidad. De eso trata su filosofía; la que, a la vista de los resultados, parece acertada. La organización cuenta hoy con 1819 participantes, de edades muy diversas, que se encuentran no solo en Ciudad Oculta, sino en 90 localidades del interior de Argentina, con talleres presenciales y virtuales.
La convocatoria no es solo argentina. En 2005, cuando apenas empezaban, un grupo de fotógrafos argentinos de PH15 fue invitado a Madrid para exponer las obras de los chicos en la Plaza Santa Ana, en el ciclo de proyecciones organizado por el festival PHotoEspaña. Al año siguiente, los talleristas volvieron a la capital española, pero esa vez lo hicieron en el contexto del Festival Teatralia en la Casa de América, donde también brindaron talleres para niños y adolescentes. “Las producciones fueron bastante similares a las argentinas. Es muy lindo ver que los chicos miran igual en cualquier lado del mundo” explica Rubio Brennan.
Miradas similares detrás y delante de las cámaras de PH15, un grupo de personas que, desde lo más terrenal, le demuestran a los chicos que sus sueños se pueden hacer realidad.
En el fondo de un patio, escondido entre dos casas, se ve a una niña que posa rígida y seria, haciendo las veces de estatua. Un poco más atrás, un perro la acompaña, casi imitándola por instinto. Ambos miran hacia un punto fijo que se pierde en lo profundo de sus miradas, como si el tiempo se hubiera...
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Julieta Rabinovich
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