Las renovables bajan los humos a las eléctricas
El creciente peso de las energías renovables y las fuentes de producción limpias en el mercado energético español ha permitido en los últimos años reducir un 25% las emisiones de CO2 de las centrales térmicas, las de ciclo combinado y la cogeneración
Eduardo Bayona Zaragoza , 28/10/2015
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La creciente presencia de las energías renovables como ingredientes del pastel eléctrico español ha permitido reducir la destacada colaboración de España en el proceso de calentamiento global que está desequilibrando la meteorología en el planeta: el sector energético ha reducido en los dos últimos años un 25% sus emisiones de CO2 o dióxido de carbono, uno de los gases que mayor influencia tiene en procesos como el efecto invernadero, gracias a la mayor cuota de mercado de los sistemas de producción que no queman combustibles fósiles como el carbón o los derivados del petróleo.
La Memoria de Red Eléctrica Española cifra en 60,4 millones de toneladas las emisiones de CO2 a la atmósfera que el año pasado provocó el sector energético español, un volumen muy similar al del ejercicio anterior -60,1- y claramente inferior tanto a las 80 de 2012 como a las 72 de 2011. De hecho, los registros de los dos últimos años suponen el regreso a niveles prácticamente desconocidos en lo que va de siglo. Con la excepción de 2010, cuyos 58 millones de toneladas supusieron un notable bajón frente a las 74 o las 85 de los ejercicios que le precedieron.
El sector energético genera casi la cuarta parte de las emisiones de CO2 que se producen en España: 60 de los 250 millones de toneladas de ese gas que, según las estimaciones que el Ministerio de Medio Ambiente recoge en el Perfil Ambiental de España 2014, provocan varios sectores productivos.
Más de 300 millones de toneladas de CO2 equivalente
El documento indica que el 78% de los 319,67 millones de toneladas de CO2 equivalente que genera España cada año son, efectivamente, CO2. La cifra global, que incluye la equivalencia de otras sustancias en ese gas –un 12% de metano, por ejemplo-, es netamente inferior a los 364,53 del quinquenio 2008-2012.
“Los principales sectores que han contribuido al descenso de las emisiones totales en 2013 han sido el energético (-9,7%), influenciado por la reducción de las emisiones procedentes de la generación eléctrica (por el descenso en el consumo de carbón y de gas natural en las centrales térmicas) y los procesos industriales (-5,3%)”, señala el Perfil Ambiental, que anota que “las emisiones ligadas a la agricultura aumentaron un 1,7%, influenciado por el incremento en el uso de fertilizantes” para situarse en el entorno del 12%: casi 40 millones de toneladas.
“Las energías renovables han mantenido un papel destacado en la producción global de energía del sistema peninsular cubriendo el 42,8 % de la producción total (un 42,2 % en 2013)” en 2014, señala la memoria de Red Eléctrica, que destaca cómo la eólica, pese al ligero descenso de su aportación, generó el 20,3% de la electricidad. Eso “coloca a esta tecnología en el segundo lugar en cuanto a la participación de los distintos tipos de energía en la cobertura de la demanda peninsular, tan sólo detrás de la nuclear”. Y la diferencia fue escasa: de 1,7 puntos, tras alcanzar los 51.026 gigawatios/hora.
Aprobado en cobertura, suspenso en contaminación
Esa presencia de las renovables cumple con creces el objetivo de que cubrieran el 27% de la demanda que el Consejo Europeo acordó en octubre de 2014, para la UE y el año 2030.
Sin embargo, y pese a ser el sector que más progresa en este sentido, sus resultados siguen alejados de la meta comunitaria de recortar “al menos un 40% menos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en comparación con 1990”.
Pese a ser el sector que más progresa en este sentido, sus resultados siguen alejados de la meta comunitaria de recortar “al menos un 40% menos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en comparación con 1990”.
Más lejos todavía queda el objetivo de la Hoja de Ruta hacia una Economía Baja en Carbono Competitiva en 2050, presentada en 2013: “prevé que, en 2050, la UE reduzca sus emisiones un 80% por debajo de los niveles de 1990 a través de reducciones domésticas y establece hitos intermedios (reducciones del orden del 40 % en 2030 y 60% en 2040)”.
Los bosques resultan insuficientes para absorber tanta polución
¿Son ambientalmente asumibles para España esos niveles de emisiones? No, aunque los sectores productivos que más gases de efecto invernadero generan van camino de lograrlo si siguen la senda del sector eléctrico.
En España hay 27,7 millones de hectáreas de superficie forestal que suponen algo más de la mitad del territorio. Dando por buenas las estimaciones que apuntan que cada hectárea de arbolado absorbe anualmente unas 20 toneladas equivalentes de CO2, esa masa arbórea sería suficiente como para procesar más de 500 millones de toneladas.
Sin embargo, la realidad tiene un tono menos verdoso: solo 10,7 millones de hectáreas pueden considerarse boscosas y otros 3,2 son de arbolado poco denso. El resto, más de doce, son de monte bajo, estepas y áreas de arbustos. Es decir, que harían falta al menos otros tres millones de hectáreas de arbolado para equilibrar la balanza. Y eso, siempre que la tendencia de las emisiones siga siendo descendente.
Viento y agua ya generan más de un tercio de la energía
Uno de cada cinco kilowatios que se consumieron el año pasado en España salieron de los molinos de viento, que en los meses de enero, febrero, noviembre y diciembre –los de mayor demanda- fueron “la tecnología con mayor contribución a la producción de energía total del sistema eléctrico peninsular, alcanzando el 29,2 %, el 27,8 %, el 25,6 % y el 21,7 %, respectivamente”. Le sigue la hidráulica, que cubrió casi la sexta parte de las necesidades –un 15,5%-, mientras “por debajo del 10 % se han situado las tecnologías solares y la térmica renovable que conjuntamente han cubierto el 7 % de la demanda, aportación similar a la de 2013”.
Uno de cada cinco kilowatios que se consumieron el año pasado en España salieron de los molinos de viento
Ese aumento del peso de las renovables permitió compensar los nocivos efectos para el medio ambiente de los sistemas de producción energética que consumen combustibles fósiles como -especialmente- el carbón, cuya participación creció hasta cubrir el 16,5% de la demanda pese al cierre de la central de Escucha; las centrales de ciclo combinado, que cayeron del 9,5% al 8,5%, y la cogeneración, que bajó del 12,5% al 10,2%.
La participación de los distintos tipos de generación energética venía a confirmar la tendencia iniciada unos años antes. En 2013, cuando la modificación del sistema de primas ya se estaba traduciendo en un frenazo de la instalación de parques eólicos, fotovoltaicos y termosolares ajenos a las grandes compañías, la eólica había sido, en un empate técnico con la nuclear -21,2%-, la principal fuente de energía de la que se habían abastecido los españoles.
Récord de cobertura de la demanda por las renovables
El “comportamiento” de las hidroeléctricas hizo que las renovables marcaran el año pasado “un récord en la cobertura de la demanda peninsular al alcanzar una cuota del 42,2 %, más de 10 puntos superior a 2012 e igualmente casi 7 puntos mayor si se compara con el 2010, año de elevada generación hidroeléctrica”. “El conjunto de energías consideradas renovables han reforzado un año más su papel destacado en la cobertura de la demanda y ello a pesar de la desaceleración experimentada en el desarrollo de nuevos parques eólicos y solares”, indica la memoria de Red Eléctrica referente al año anterior.
La potencia de energías limpias instalada en España está cerca ya de igualar a la suma de la nuclear y las que utilizan combustibles fósiles: alcanza un 49,3% que se reparte entre el 22,3% de la eólica, el 19,5% de la hidráulica, el 4,3% de la solar fotovoltaica, el 2,2% de la termosolar y el 1% de la térmica renovable. Sin embargo, su dependencia de la meteorología hace que, por lo general, cada una de ellas cubra cuotas menores de demanda.
La potencia de energías limpias instalada en España está cerca ya de igualar a la suma de la nuclear y las que utilizan combustibles fósiles
Ocurre lo contrario con los sistemas de producción que, en lugar de utilizar fuentes naturales, reciben el combustible en camiones y cuyo ritmo de generación del ritmo que marca el jefe de planta: las centrales de carbón cubren un 16,5% de la demanda con un 10,7% de la potencia instalada. La desproporción es mayor en la nuclear, que cubre un 22% del suministro con un 7,7% de la potencia instalada.
Una economía energéticamente voraz
La combinación de esos dos bloques de generación eléctrica fue, de hecho, uno de los principales problemas de gestión con los que se encontraban los responsables de la distribución de la energía en España. La puesta en funcionamiento del Cecre (Centro de Control del Régimen Especial) supuso en 2010 el despegue de las renovables, cuya cobertura superó por vez primera la tercera parte de la demanda.
Sin embargo, el principal desequilibrio del sistema energético español no se encuentra en el origen –la producción- sino en el destino, en el consumo. “Se trata de una economía energéticamente voraz”, señala el Perfil Ambiental de España 2014, que explica esa conclusión: “Se consume mucha energía obteniéndose un PIB bajo”; es decir, que tiene “un coste alto en la conversión de energía en riqueza”.
De hecho, añade el informe, “en el período 2004-2013, la intensidad energética final se redujo a un 19,17%”, lo que indica que “en el ámbito de la Unión Europea (UE-28), España es el octavo país con menor intensidad energética con 128,7 kilogramos de petróleo equivalente por cada 1.000 euros”.
Ese sector industrial poco eficiente utiliza la cuarta parte de la energía que consume el país para generar el 8% de las emisiones de CO2 equivalente. Su demanda, después de tres años seguidos de descenso, se elevó en 2013 a 20,75 millones de toneladas equivalentes de petróleo.
La creciente presencia de las energías renovables como ingredientes del pastel eléctrico español ha permitido reducir la destacada colaboración de España en el proceso de calentamiento global que está desequilibrando la meteorología...
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