El Cholo.
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Qué tiempos tan felices aquellos en los que Gil y Gil, después de arrebatarle el club a sus socios para convertir una sociedad histórica en una histérica, le preguntaba a Imperioso si había que echar al entrenador de turno y el caballo contestaba afirmativamente. Qué nostalgia deben sentir los atléticos de aquellas noches maravillosas en los que los despidos de los entrenadores, a los que se contrataba sin saber para qué, se radiaban, en vivo y en directo, para vergüenza del vestuario y algarabía del ego del finado Gil. Qué añoranza despiertan aquellos recuerdos imborrables en los que los atléticos eran felices y comían perdices cuando su equipo aspiraba a ganar todo en verano, se desinflaba en otoño, cambiaba de rumbo en invierno y era el campeón del mundo de mediocridad en primavera. Qué morriña debe sentir la tribu atlética de aquellos dos apoteósicos 'añitos' en el infierno, donde el equipo no ganaba ni los amistosos pero había campañas de publicidad y anuncios fatalistas que dibujaban al Atleti como un perdedor entrañable, encantado de haberse conocido, porque no conjugaba el verbo competir. Cuanta melancolía debe embargar a los atléticos al rememorar aquellos maravillosos años en los que Bianchi hacía abdominales con el equipo en descenso, en los que Ferrando era el alquimista del Calderón y en los que Manzano soñaba con jugar como el Arsenal, por petición expresa del consejero delegado, que cada verano confeccionaba una plantilla de ensueño con la que disfrutaban niños y mayores. Cuantos atléticos de bien deben estar pasándolo realmente mal recordando aquellos entrañables recortes de periódico donde el equipo coqueteaba con el descenso y cuantos hinchas rojiblancos deben estar sufriendo como nunca en sus vidas, recordando aquellos tiempos en los que estaban encantados de llegar a la oficina los lunes, para ser el chiste fácil de los aficionados del vecino rico. Dónde va a parar. Aquello sí que era felicidad. Sin duda, una época de prosperidad, paz social y unión.
Qué morriña debe sentir la tribu atlética de aquellos dos apoteósicos 'añitos' en el infierno, donde el equipo no ganaba ni los amistosos
Hoy el Atlético vive una de las peores crisis de su centenaria historia. Ha ganado cinco títulos en dos años, se codea con los mejores de Europa, es alternativa de poder a los dos ogros de siempre, cuenta con buenos jugadores, tiene un gran presente y un mejor futuro y se ha habituado a ganar siete de cada diez partidos. Algo intolerable. De ahí que esta desgracia, similar a las siete plagas de Egipto, deba ser erradicada con urgencia. No se puede consentir que el equipo esté funcionando con regularidad y que ahora, por primera vez en muchos años, sea capaz de ganar en primavera. No se puede permitir que el Atleti cuente con uno de los mejores entrenadores del mundo (realmente, el mejor), con un cuerpo técnico de elite y con un maravilloso grupo de jugadores, que no son los mejores que el dinero puede comprar pero que rebosan compromiso y entrega por todos los poros de su piel. No se puede admitir que el Atleti se haya colado, por derecho propio, hambre y voracidad, en la mesa de los grandes, cuando la felicidad era plena y máxima con aquella pose elegante de contemplar cómo Madrid y Barça se repartían triunfos y trofeos, mientras los atléticos se peleaban por las migajas y por, faltaría más, mantener su eterno y elegante estatus de marginal convidado de piedra. No es de recibo que el Atleti, obligado a vender para poder comprar y reinventarse, necesite tiempo cada temporada para que el entrenador acople las piezas de los siete u ocho cromos habituales de cada verano, porque como todo el mundo sabe y los atléticos de bien conocen, la vida era maravillosa antes, cuando los entrenadores del Gilismo, que se conformaban como obedientes empleados con lo que les traían, cambiaban todo para que nada cambiase. Es intolerable que desde que Simeone llegó, los atléticos de bien se hayan aficionado a la terrible y perniciosa costumbre de sonreír los lunes en la oficina, todo cuello, porque ya nadie se ríe de ellos en el trabajo.
El peso de la historia invita a recordar que el principal enemigo del Atlético siempre ha sido su propia capacidad de autodestrucción
Sin ironía: un mal partido es censurable, un mal resultado es criticable, un mal planteamiento del entrenador merece reproches. Así es la vida. Así es el juego. Así es el fútbol. Con ello conviven los profesionales. Nadie es más o menos atlético por hacerlo. Nadie tiene la verdad absoluta y aquí, querido lector, quien esto escribe no tiene ninguna intención de impartir lecciones o repartir carnés. Sin embargo, el peso de la historia invita a recordar que el principal enemigo del Atlético siempre ha sido la propia capacidad de autodestrucción del Atlético. Después de los últimos partidos del Atleti – decepcionantes en juego y resultado, no hay que esconderlo-, no ha habido forofo, hincha o gacetillero, letrado o iletrado, que no haya azotado, a dos manos, a un equipo comprometido y a un entrenador que debería figurar por méritos propios en el escudo de la entidad. El fútbol presume de no tener memoria pero los atléticos deberían tenerla. No hace demasiado tiempo, vivían, bendita ironía, en el deleite de la contemplación, en la ansiada calma, cuando su Atleti se arrastraba por esos campos de Dios. Hoy su Atleti compite, y aunque no lo es, pelea como el mejor, como reza su himno. Y más allá del resultado, de un puñado de derrotas, de una racha negativa o de un año malo, los atléticos deberían tener la suficiente estatura moral como para tener presente que el orgullo que perdieron durante años se lo devolvió, intacto e inmaculado, Simeone. Ese señor al que quien esto escribe prefiere, con sus cien errores y los próximos dos mil, antes que volver a aquella mediocridad infinita que devoraba al Atlético cuando se arrastraba por esos campos de Dios. El Cholo no es Dios. No es infalible. Y se equivoca, como todos. Pero es el hincha número uno de un club que ha puesto a funcionar como un solo hombre, es un ganador nato, defiende la camiseta que ama y está comprometido hasta el tuétano.Eso exige respeto. Y sobre todo, memoria.
Qué tiempos tan felices aquellos en los que Gil y Gil, después de arrebatarle el club a sus socios para convertir una sociedad histórica en una histérica, le preguntaba a Imperioso si había que echar al entrenador de turno y el caballo contestaba afirmativamente. Qué nostalgia deben sentir los...
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Rubén Uría
Periodista. Articulista de CTXT y Eurosport, colaborador en BeIN Sports y contertulio en TVE, Teledeporte y Canal 24 Horas. Autor de los libros 'Hombres que pudieron reinar' y 'Atlético: de muerto a campeón'. Su perfil en Twitter alcanza los 100.000 seguidores.
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12 comentario(s)
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Sergio
Pero es que el mérito de Simeone va más allá incluso de los títulos y el orgullo... El sólo ha conseguido esto mientras al mismo tiempo ha facilitado a los pésimos dirigentes el ir subastando la deuda ficticia que ellos mismos generaron... El cholo, si no es Dios, mucho se le parece... Da igual si no vuelve a ganar un partido, ha llevado al atleti a lo más alto desde el fango más inmundo, y además, todos sabemos que ganará 7 de los próximos 10 partidos... Si no más
Hace 9 años 2 meses
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Sergei
El comentario de Ben Barek es una estupidez indigna del nick que se ha puesto su autor. Y es justo lo que critica este artículo. En Astaná por el momento no ha ganado nadie. Por algo será.
Hace 9 años 2 meses
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Van
El comentario de Ben Barek es para enmarcar.
Hace 9 años 2 meses
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Marta
Gracias Señor Uría por derrochar tanto sentido común.
Hace 9 años 2 meses
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William Munny
Ahora más que nunca, ole, ole, ole, Cholo Simeone. Una abrazo, Uría.
Hace 9 años 2 meses
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Metropolitano
¡Extraordinario! No mucho más se puede comentar. Gracias Uría por existir, por ver asi las cosas, por ser valiente y digno en un periodismo deportivo español repugnante.
Hace 9 años 2 meses
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lucho
De mi nunca se ha reído nadie por ser del Atleti ni sé cuántos campos tiene dios.
Hace 9 años 2 meses
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eduardo
Simplemente magnífico. Gracias Uría
Hace 9 años 2 meses
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Julián
Yo sólo puedo aplaudirle señor Uría. Para mí es un placer leerle. Creo que hace falta una crítica constructiva para el juego del equipo, pero al Cholo no le quiero fuera. Creo, espero, deseo, que sólo sea cuestión de tiempo para dar con la tecla con la remozada plantilla. Aunque sí veo unas carencias importantes en el centro del campo que no sé cómo se pueden solucionar. Un cordial saludo y diría aún más, un fuerte abrazo de parte de un seguidor colchonero y de usted.
Hace 9 años 2 meses
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Ben Barek
Yo creo que ningún atlético de bien quiere cambiar al Cholo. Lo que es verdad, es que escurrió el bulto al decir que no tenía nada que reprochar a sus jugadores, cuando al que hay que reprocharle es a él. Su centro del campo contra el Astaná, cambiando Tiago por Mario, es el que sacó contra el Madrid en el Bernabeu. Eso no se puede hacer. Es verdad que si lo pensamos, al Cholo le falta experiencia. A mí en particular hay otro tema que no me agrada. Thomas y Lucas son el futuro y se ganaron minutos, con sus minutos en pretemporada, valga la redundancia. El Cholo debería quitarse la fobia a poner chicos jóvenes (que no sean argentinos, a esos sí). Lo que vemos la afición es que la prensa rojiblanca no es crítica y le tiene miedo, y no le pregunta y le exige como al entrenador de turno del vecino. Al Atlético ahora hay que exigirle, y al entrenador también. Es imprescindible para mejorar.
Hace 9 años 2 meses
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Juanchu
Se llama autocrítica, con lo que ha hecho el Cholo en estos años, tiene crédito infinito para jugar mal, pero eso no quita a que tengamos mucha mejor plantilla que el año pasado y no estemos jugando a nada, y si somos un grande de Europa, que lo somos, juguemos como tal.
Hace 9 años 2 meses
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Diego Boullosa Carrera
Es un orgullo que Diego Pablo nos entrene y nos entregue todo lo que tiene y sabe, por y para el club. Este orgullo va más allá de millones o de jugadores, dudo que nuestros vecinos y rivales puedab sentir lo mismo que nostros por nuestro club. Gracias Rubén por ser la voz de muchos.
Hace 9 años 2 meses
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