CINCUENTONA Y A MUCHA HONRA
A tomar por…
Marta Rañada 6/11/2015
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No sabría precisar a cuántos cincuentacumpleaños he asistido durante el último año. Llevo tal cantidad que cuando llegue el mío —que llegará— lo daré por celebrado y un disgusto que me ahorro.
Pero bueno, vuelvo al tema de las celebraciones que enseguida me voy por las ramas. Es curioso, pero todas acaban igual; a cierta hora, los invitados -o más bien, las invitadas- se lanzan, una a una, a aullar un enorme: “A tomar por…” -¡ay!, me da no sé qué escribir culo en un medio tan sesudo como éste, así que permitidme el uso de estos castos puntos suspensivos, que una es muy fina y se educó en un colegio de monjas-. He de puntualizar que mis amigas lo dicen así, tal y como lo he escrito, sin artículo, para que suene más rotundo y arrastrando la erre hasta el infinito de manera que la última palabra -la de los puntos- queda como suspendida en el aire.
El desvarío comienza durante el baile cuando alguna, motivada, levanta los brazos y, tirando hacia abajo de las carnecillas que cuelgan, dice: “Mira, esto es cosa de la edad, pero… a tomar por…”; la que está a su lado se acerca las gafas a los ojos para intentar distinguir a qué se refiere y contesta: “Hija, es que sin mis lupas no veo nada, pero… a tomar por…”; intrigada por la conversación, la tímida de la pandilla, que lleva toda la noche en un rincón, se suma al cachondeo; antes de dar el primer paso, necesita desentumecer los músculos a base de movimientos espasmódicos mientras explica azorada: “No es que se me haya olvidado bailar -que también-, es que tengo que desoxidar las articulaciones, pero… a tomar por…”.
Y así, poco a poco, cada invitada -hablo en femenino, porque ya se sabe que los hombres en las fiestas permanecen fieles a sus sillas- se une a la conversación y da cuenta de alguno de sus achaques antes de apelar a sus santas posaderas. Yo, a esas horas, normalmente ya danzo con el brazo derecho arriba. No penséis que se trata de una reminiscencia del pasado -que soy más bien rojilla-, es ese hombro, mi punto débil, que está haciendo de las suyas; cada vez que lo muevo más de la cuenta mi tendinitis acude rauda, dispuesta a dar la lata durante los próximos meses, pero… a tomar por…
Ese “a tomar por…”, si alguien tiene alguna duda, es un grito de guerra, un conjuro, un deseo, una rebelión, una toma de conciencia, una aspiración, una liberación, una búsqueda de la felicidad, muchas ganas de reír y algunas cosas más que regala la edad. Lo que sí puedo asegurar es que quien lo utiliza ha tomado la sabia determinación de no perder ni un minuto en quejas y lamentaciones porque prefiere disfrutar de la vida al máximo antes de que el sonotone -y/o el tacataca- le acompañen, pero… ¡a tomar por culo! (¡Uy! Se me escapó).
No sabría precisar a cuántos cincuentacumpleaños he asistido durante el último año. Llevo tal cantidad que cuando llegue el mío —que llegará— lo daré por celebrado y un disgusto que me ahorro.
Pero bueno, vuelvo al tema de las celebraciones que enseguida me voy por las ramas....
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Marta Rañada
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