En busca de un crimen de Estado
La autora explica que el crimen fue organizado "por más de una organización (criminal, de servicios secretos y del extremismo político) y perpetrado mediante una trampa que respondió a un "esquema perfecto”
Simona Zecchi 18/11/2015
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A pesar de todos los libros que han investigado y ahondado sobre esta historia infinita y sobre el hombre, el escritor, etcétera, quien la ha abordado no se había encargado hasta ahora de remontarse a la fuente original completa (las actas judiciales del primer proceso y las sentencias relativas a ese brutal asesinato).
A lo largo de los años, algunos de esos trabajos han recogido fragmentos de abogados o personas que tenían solo una parte del todo, y han decidido abordar el “caso” partiendo de datos parciales. Antes que nada, por tanto, había un problema periodístico de fondo.
Ha habido manipulaciones de actas y maniobras de despiste, y la magistratura no ha querido llegar realmente hasta el fondo de la historia porque Italia, y la justicia italiana, tiene todavía hoy un problema con Pasolini y con su figura.
Las fotos inéditas son fruto de mi trabajo de investigación en el Tribunal de Menores de Roma y, de acuerdo con el editor, se decidió publicarlas aunque fueran terribles, pero solo aquellas que fueran funcionales para la investigación y sirvieran de explicación de la evidencia tanto de la paliza propinada por los fascistas como del atropello del cuerpo por varios coches. Si esto último no se demostraba con imágenes, la presencia de otros coches, voceada desde hace años y por más de uno seguiría siguiendo una “leyenda”.
Pasolini invitaba a hacer todo lo posible para que emergieran las evidencias y no contentarse con la página de crónica primorosa y maquetada. Las fotos, por tanto, sirven para demostrar la presencia de varios coches esa noche en el Idroscalo (el barrio de Ostia donde apareció muerto), para mostrar la foto del verdadero coche que mató al poeta, para probar que se extrajeron páginas de las carpetas judiciales y para enseñar las huellas de la paliza fascista y la manipulación debida a la desaparición de algunas actas verbales.
Por todo ello, se puede demostrar que se produjo un asesinato tribal, llevado a cabo por más de una organización (criminal, de servicios secretos y del extremismo político) y perpetrado mediante una trampa específica, que explico con detalle, y cuyos elementos son parte de un “esquema perfecto”. Las fotos demuestran, además, que ciertos aspectos que algunos periodistas que han abordado el asunto han considerado siempre válidos eran, en realidad, un error. El periodismo de investigación puede responder a las acusaciones de complot con los hechos y con su comprobación.
Las fotos sintetizan varias cosas que, sin estas evidencias fundamentales, serían solo palabras al viento, dado que, hasta ahora, la única sentencia válida es la última dictada por el Tribunal Supremo en abril de 1979 y que consideraba al exdelincuente, por entonces menor de edad, Pino Pelosi, como único culpable oficial sin el concurso de otras personas:
1) En especial, son importantes las fotos que muestran las suelas lisas de los zapatos (rojos y azules) de Pelosi, las del poeta también lisas, la parte inferior de su cuerpo --con los zapatos y los pantalones llenos de barro--, y la foto del terreno en el que Pasolini fue agredido (primera parte de la agresión) cerca del campo de fútbol. Estas imágenes explican, y a la vez confirman, lo que a partir de la segunda instancia de ese proceso se ha intentado negar: la presencia de otras personas demostrada por las huellas de suelas aserradas de los típicos zapatos de deporte. Lo que convalida esta demostración son las palabras incuestionables del excronista del TG1, Diego Cimara, que investigó el caso hace tiempo y que habló sobre la lluvia caída el día anterior. Eso implica que las huellas de eventuales indicios de presencias del día anterior, no relacionadas con el homicidio, que es lo que se sostuvo en la segunda instancia hasta llegar al Tribunal Supremo, son nulas, porque habrían sido borradas por la lluvia. Por el contrario, las huellas más frescas de esas suelas deportivas se remontan a esa noche (había empezado a secarse el terreno a partir de las 18.00 horas del día anterior pero quedaban zonas encharcadas, como demuestran las incrustaciones de barro y agua en los zapatos de Pasolini).
2) Otro elemento importante que altera y reescribe la historia son los pantalones ensangrentados de Pino Pelosi. Hasta ahora solo se había hablado (nunca demostrado) del jersey de Pelosi, con una única mancha de sangre, y de algunas pequeñas incrustaciones rojizas en los pantalones de Pelosi, dejándolo a la interpretación de los “misterios” de la República (aunque sería más correcto definirlos como secretos deliberados). Sin embargo, la presencia de sangre que empapa los pantalones hasta el tiro (como indican también los informes periciales, informes que, en realidad, no se ha leído nadie) demostrada por la foto, indica que esa noche se produjo otra dinámica, como explico desde la página 43 hasta la 48, ya que las manos del joven no estaban ensangrentadas y él no tenía un rasguño.
3) Otro elemento representativo de este primer capítulo es la foto del "mimo" de Pelosi en la cárcel de menores en el que estaba encarcelado, que muestran al chico mientras explica como ha asesinado a Pasolini. Sin embargo, se deduce que alguien había preparado ese efecto mediático, situándose fuera de la cárcel y, probablemente, gracias a un acuerdo con Pelosi para ampliar el efecto de su confesión basada en un contexto homosexual. Una versión, como demuestro, inventada y preparada de acuerdo con la defensa formada por personajes que pertenecían a la Logia P2.
Añado que no todas las fotografías provienen del archivo del Tribunal, sino también de otros archivos consultados por mí para las crónicas de esa época, así como de archivos privados, e incluso algunas acordadas con los familiares, que han dejado publicar documentos después de 40 años del suceso. Si se me pregunta por qué, entonces habría que hacerse también otra pregunta: incluso Petróleo fue publicado después de tanto tiempo, exactamente 17 años después. Repito: Italia tiene un gran problema con este magnífico intelectual.
Por último, he añadido una foto hecha por mí en Roma de murales sobre Pasolini que aparecieron durante el último verano, murales no firmados pero que se sabe que son del artista francés Ernst Pignon. Logré sacar algunas fotos antes de que fueran destruidos (sí, también pasa esto).
Traducción de Valentina Valverde.
Pasolini, massacro di un poeta. Simona Zecchi. Ponte alle Grazie, 2015.
A pesar de todos los libros que han investigado y ahondado sobre esta historia infinita y sobre el hombre, el escritor, etcétera, quien la ha abordado no se había encargado hasta ahora de remontarse a la fuente original completa (las actas judiciales del primer proceso y las sentencias relativas a ese...
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