1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.335 Conseguido 91% Faltan 16.440€

George Scialabba / Crítico literario y exjefe de mantenimiento en Harvard

“Siempre me gustó vivir fuera del radar”

Miguel Mora 18/11/2015

<p>George Scialabba. </p>

George Scialabba. 

CORTESÍA JOSEPH BLOUGH

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de fiesta? Pincha ahí: agora.ctxt.es/donaciones

George Scialabba (Boston, 1948) fue durante 35 años una institución de la Universidad de Harvard, donde se graduó en 1969 gracias a una beca social. El pasado 31 de agosto, Scialabba se jubiló de su puesto --jefe de mantenimiento en el Harvard’s Center for Government and International Studies--, y el 10 de septiembre, la revista The Baffler le organizó una fiesta de despedida en el Brattle Theatre de Cambridge.

Los brindis corrieron a cargo de algunas de las cabezas más brillantes del país. Noam Chomsky –que hizo un largo elogio del intelectual que vivió disfrazado de chupatintas--, Barbara Ehrenreich, Thomas Frank, Rick Perlstein, Nikil Saval…

Intelectuales, profesores y estudiantes festejaban que el ayuntamiento de Cambridge había convertido la fecha en el Día de George Scialabba, lo que asegura la posteridad al secreto mejor guardado de la mítica universidad privada. La fiesta, contaba The New Yorker, mezclaba dos reconocimientos: al diligente empleado “que durante 35 años organizó los horarios de unos profesores sobre-remunerados”, y al diletante y erudito que sobrevivió al Opus Dei y a largos años de depresiones y terapias para acabar convirtiéndose, lectura a lectura y artículo a artículo, en uno de los críticos más admirados y versátiles -literatura, filosofía, historia, movimientos sociales...-- de Estados Unidos.

Pese a su fama de eremita, Scialabba, que ya ha publicado tres colecciones de sus 400 críticas y ensayos --en enero publicará la cuarta--, aceptó sin la menor queja mantener una charla por Skype con CTXT. Desde su soleado apartamento en el campus, aparece en la pantalla sonriente y tranquilo; cuenta que todavía está “asombrado” por el homenaje que le brindaron sus ídolos intelectuales, y luego va contando su vida y obra con una mezcla de humildad, humor y claridad de ideas, salpicada por largos silencios difíciles de interpretar.

Scialabba es columnista ocasional y consejero editorial de The Baffler, cuyo director, John Summers, fue también el editor de un librito alucinante, “The Endlessly Examined Life”, una antología de las notas de los terapeutas que trataron a Scialabba durante sus depresiones.

Enseguida sale el nombre de David Graeber, antropólogo anarquista, expulsado de Yale, que publica a menudo en The Baffler, y del que CTXT ofrece esta semana un artículo.

Y así empieza la entrevista, que requiere unos 13 minutos de lectura. 

Graeber se exilió en la London School of Economics; y no parece mal sitio. ¿Usted se siente una especie de exiliado interior?

Graeber es uno de los mentores de The Baffler y una figura fascinante de la vida intelectual norteamericana; ha escrito varios libros importantes y uno especialmente influyente, Debt, pero durante mucho tiempo no pudo encontrar un sitio donde enseñar en EEUU porque es anarquista y porque no es, diríamos, el compañero más amigable. Yo le admiro mucho… En todo caso, tiene razón: la London no es mal sitio para exiliarse. Pero Graeber se lo merece, sin duda.

¿Y usted, se siente exiliado o no?

No exactamente. La palabra exilio sugiere tener una posición de predominio o visibilidad, y luego perderla. Yo siempre he sido más o menos invisible. Me ha gustado vivir fuera del radar. Siempre estuve conforme con esta sinecura de Harvard, no demasiado exigente, que me daba tiempo y energía para escribir lo que quería; eso siempre es mucho mejor que escribir lo que te pide el jefe, como les pasa a los profesores y los periodistas. Ser freelance tiene ventajas e inconvenientes… Pero estoy conforme.

¿Sabe ya qué le produjo la depresión? ¿No sería el Opus Dei? ¿Y sabe qué le curó? ¿La lectura y la escritura, quizá?

No sé. Leer periódicos era una experiencia terrible... Desde 1980 en adelante la cultura americana fue muy deprimente, no solo clínica sino metafóricamente. Quizá la química pudo ayudar a la curación, no lo sé. También me dieron electroshocks, dos veces. Y probablemente eso ayudó. La depresión es una enfermedad misteriosa. Es difícil saber cómo empieza y qué te ayuda a superarla. Solo sé que empezó cuatro o cinco veces, que duraba periodos largos, y que luego acababa, después de tres, seis o nueve meses… Por razones igual de desconocidas. 

Resulta extravagante que un tipo tan esquivo como usted acabe publicando las notas de sus psiquiatras... ¿Qué le empujó a hacerlo?

No fue idea mía. John Summers me ayudó mucho durante el tratamiento. Me acompañaba al médico, su mujer cocinaba para mí... En un momento dado decidimos pedir el historial clínico y leerlo para ver mi historia. Unos años más tarde hicimos en The Baffler una edición especial sobre el sistema de salud, John vio las notas por accidente, y dijo: eh. Eso es lo que hacen los editores. Me preguntó si quería editarlas; yo pensaba que nadie estaría interesado en mi historia clínica, pero John hizo un gran trabajo, reunió unas 35.000 palabras, las editó de forma brillante, y yo escribí una breve introducción y una conclusión. Fue obra suya. Pensamos que podía iluminar al sistema de seguridad social y dar algún consuelo a gente que sufre la enfermedad... 

En esas notas se lee que se sentía usted sobre-cualificado como trabajador social. ¿En Harvard se sentía mejor? ¿Qué hacía exactamente? 

Las dos primeras décadas fui una mezcla de recepcionista y jefe de mantenimiento. Acompañaba a los visitantes, reservaba aulas y habitaciones y apañaba las reparaciones necesarias. En la segunda parte, fui sobre todo organizador de horarios y aulas, y coordinador de eventos —había muchos más cuartos en el nuevo edificio que antes, y más equipamiento que proveer…

¿Y ahora, cómo lleva esta fama tardía?

Estoy un poco confundido. Pero bueno, Warhol dijo que en América todo el mundo tiene derecho a sus 15 minutos de fama. Estos son los míos. ¡Pero ya se están acabando! 

¿Cómo fue su experiencia en el Opus Dei?

El movimiento llegó a Boston en los años 50 de forma gradual, con más prudencia que en España. Tenían una residencia donde vivían estudiantes, profesionales y profesores, y lanzaron un programa extraescolar para estudiantes católicos. Hice allí varios cursos, y los proselitistas me captaron. Entré unos meses antes de empezar la universidad y lo dejé después de graduarme.

He leído que hizo una legendaria representación de apostasía en la capilla, y que al anunciar que se iba del Opus, dijo: "Voltaire y Rousseau han corrompido a hombres mejores que yo".

Sí, jaja, la fe se suele perder leyendo, es un clásico... ¿Conoce esa expresión francesa? “C’est la faute à Voltaire. C’est la faute à Rousseau…”...

¿Su infancia pobre en East Boston fue feliz? ¿Quiénes eran sus ancestros?

No sé casi nada de mis antepasados por parte de padre, excepto que eran de Sicilia. Sé que su abuelo fue a Panamá a trabajar en la construcción del canal, lo que probablemente significa que era bastante pobre, y que murió allí de malaria o de fiebre amarilla. Y sé que su padre trabajó en la Hood Rubber Factory. Pero nunca conocí a sus padres ni a otros parientes, salvo a su tío, que vivía en el norte del estado de Nueva York. Le vi una o dos veces.

¿Cuándo empezó a leer?

No empecé excepcionalmente temprano; solo leí los comics habituales, libros sobre deportes y biografías de santos antes de ir a la universidad.

¿Y cómo se convirtió en un erudito generalista? ¿Dejar la carrera académica le ayudó?

"Generalista" no es la palabra justa. La palabra justa es "dilettante". No, no creo que la academia sea necesariamente limitadora. Conozco muchos académicos muy leídos y profundos. Pero ciertamente el énfasis creciente en cuantificar las aptitudes de los alumnos valorando solo sus publicaciones tiende a estrechar sus horizontes. Sobre todo en las disciplinas sensiblemente ideológicas, como Economía o Ciencias Políticas, es difícil avanzar si crees (o en algún momento dices) que la sabiduría convencional de los más viejos de la tribu está equivocada.

Hablaba antes de los años 80. Ahí empezó la era ultraliberal, que ha desembocado en este capitalismo sádico. ¿Recuerda cómo empezó todo?

Lo que los franceses llaman los Treinta Gloriosos, las tres décadas posteriores a la guerra mundial, fueron muy buenos para EEUU. Todo el mundo aceptaba el New Deal. El conservador Eisenhower dijo: “El New Deal está aquí para quedarse”. Y Reagan afirmó que asumía la mayor parte. Eisenhower lo decía de verdad. Reagan mentía. Teníamos una buena protección de los trabajadores, una red de seguridad, éramos un país muy rico y pensábamos que habíamos cumplido el sueño americano. Pero la clase empresarial nunca aceptó que el New Deal fuera para siempre. Siguieron cultivando su ideología, primero en grupos marginales, y poco a poco fueron criando dirigentes, como Reagan o Goldwater; al final de los 70, cuando estalló la Contracultura, la oposición estudiantil a Vietnam, la lucha feminista por la igualdad, la batalla de los negros contra el racismo, todos esos movimientos heroicos, que tenían aspectos menos atractivos porque sus líderes eran jóvenes sin asesores y no sabían comunicar en la prensa, molestaron a la clase trabajadora blanca. Los republicanos vieron ahí la oportunidad de capitalizar ese rechazo para abrir la brecha entre los votantes blancos y el Partido Demócrata. Y capturaron los votos necesarios para acabar con el New Deal. No es que fueran especialmente racistas o machistas, nada de eso, sino que instrumentalizaron esa molestia. Y enseguida acabaron con la seguridad social, coparon los medios de comunicación, llenaron el poder judicial de fanáticos, pusieron los negocios por delante de los derechos e impusieron sus tradiciones. Fueron muy metódicos y hábiles, y erosionaron de forma drástica todas las estructuras creadas por el New Deal. Finalmente, al llegar al Ejecutivo… Aunque Nixon no fue tan malo… 

Chomsky dice que Nixon era más de izquierdas que Obama.

Sí, en algunas cosas. Pero la criatura y el ariete de la clase empresarial contra el New Deal fue Reagan. Al alcanzar el poder ejecutivo, usó muy bien su popularidad, a todo el mundo le gustaba esa sonrisa, su sentido del humor… Tonterías. Pero se las arregló para mover el marco político muy a la derecha de lo que estaban sus votantes, cambiando así el consenso político anterior. Chomsky siempre dice que los votantes estaban a la izquierda de Reagan, y es verdad. En 1994, con el Contract with America y Newt Gingrich, dieron otra vuelta de tuerca y se acabó de desmantelar el New Deal. Chomsky, The Nation y otros lo contaron, y yo no dejaba de deprimirme cada vez más...

¿Y ahora, cómo está la situación?

La derecha capturó los medios mainstream y una parte de la intelligentsia y ganó la batalla ideológica con sus think tanks y media docena de medios de masas. Quedan todavía intelectuales de izquierdas; la paradoja es que somos un país libre y todavía se puede disentir, pero la derecha se las ha apañado para marginarlos y desactivarlos. Es deprimente. Pero, como dice Nomsky, hay dos opciones: podemos hacer algo o quedarnos quietos. Elegimos el optimismo de la voluntad.

‘Para qué sirven los intelectuales’ es el título de su segundo libro. ¿Para qué sirven?

Esa frase fue una de las grandes inspiraciones de mi vida, a todo el mundo le gusta. En los 60, Chomsky escribió el ensayo The Responsibilty of Intellectuals, y la resumió así: decir la verdad y exponer sus vidas. La función, el carácter y el trabajo de los intelectuales cambió en la era de las relaciones públicas y de la opinión manufacturada. Los generalistas del siglo XX que siempre hemos admirado --Sartre, Camus, Bertrand Russell, Orwell, Macdonald, Irving Howe, Chiaromonte, Ignazio Silone-- eran intelectuales literarios, de cultura humanista, y tenían éxito porque los conservadores de ese tiempo no eran tan listos. Pero en los años 20 y 30, con el nacimiento de la industria de las relaciones públicas, fundada para manipular a la opinión pública, la derecha se hizo con el poder mediático y se reveló más hábil. Tenían expertos sin credenciales... Chomsky, Greenwald, I. F. Stone, Ralph Nader son intelectuales empíricos, profundos, que pueden pelear de igual a igual con los supuestos expertos de la derecha; no como yo, que siempre ando diciendo generalidades. 

Dedicó aquel libro a Christopher Lasch, a Chomsky y a Richard Rorty, que no tienen mucho que ver entre sí...

Sé que no se admiraban entre ellos, pero yo los admiro a los tres. Rorty es un filósofo eminente que decidió que la filosofía había muerto; un pragmático, que pensaba como Wittgenstein que la filosofía debía emanciparnos de los modelos filosóficos. Hizo una defensa muy convincente de esas ideas, y luego se convirtió en un crítico político y social muy elocuente. Lasch fue un historiador que empezó como militante de la nueva izquierda en los 60, criticando la política exterior y escribiendo una historia de la izquierda americana desde John Dewey hasta Walt Whitman [The agony of the left, 1965]. Luego fijó el foco en los valores fundadores de la cultura política americana; según sugirió, las bases se podían encontrar en el análisis de la familia y del individuo, en la forma de socialización. Esa teoría sociológica y psicoanalítica produjo libros espléndidos como La cultura del narcisismo, una ambiciosa argumentación acerca de los efectos de la sociedad de consumo y la producción en masa sobre las relaciones familiares en EEUU. Me quedé muy impresionado por la profundidad de sus ideas; todavía no sé si son verdad, pero he dedicado cada oportunidad que he tenido a explicarlas porque me parece que no se le entendió bien. Criticaba ciertas cosas de la izquierda, era un conservador, pero para nada era antidemocrático: simplemente defendía que algunas costumbres previas a la sociedad de consumo deberían haber sido conservadas. 

¿De Chomsky qué le gusta más? ¿Qué siga siendo un radical? ¿Usted lo es?

Sí, digamos que lo soy. De Chosmky y otros aprendí a ver la política en términos de instituciones y estructuras, más que de individuos o políticas individuales. Pero en términos tácticos yo soy un socialdemócrata escéptico, oportunista y gradualista: creo que todo lo que haga que la gente se fije en la política y le ayude a tomar conciencia de sus derechos está bien. Y da igual el camino. Si es Bernie Sanders, bien. Si es la revolución proletaria, bien también. 

Hoy, el marco ha girado tanto a la derecha que los socialdemócratas son tachados de antisistema. ¿Qué pasó?

Como seguramente sabe, el contexto lo es todo.

Gracias por el eslogan; ¿hemos cambiado nosotros o cambió el contexto?

Cambió el contexto. Lo que cada uno opine no es hoy enteramente un problema. A la elite, a tu jefe, no le importa cuáles sean tus opiniones. Pero si haces un gesto público, si atraes la atención y dices ‘no’ en público y en privado, entonces te conviertes en un radical. Eso siempre es culpa de uno mismo.

Las élites se han apoderado del debate. Castigan a los disidentes, proscriben las voces críticas, manipulan la agenda. ¿Es esto una postdemocracia o una neodictadura? 

Marcar la agenda es, en parte, la definición del poder político. Y eso se alcanza, en buena parte, mediante la propiedad de los medios, dominando el espacio del debate, cosa que permite, si llega el caso, ejercer la censura. La palabra censura sugiere que la gente será castigada si dice lo que siente. Pero es más un problema de filtros. Puedes tener opiniones de izquierdas, pero no las puedes decir en el NYT, aunque puedes publicarlas en The Baffler. Si tienes 3.000 lectores, no nos importa. Si tienes un millón, te compramos.

Es en parte una estrategia consciente y en parte pura consolidación de capital, todos los sectores económicos se están concentrando. Los lobbies, las asociaciones conservadoras, las cámaras de comercio tienen como objetivo consciente controlar la opinión pública. Y esto no es una teoría de la conspiración. Así funciona la propiedad en la sociedad capitalista: las opiniones que marcan el debate suelen ser las que no alarman a los propietarios de los medios físicos. Eso ha cambiado, en los años cuarenta las familias poseían medios como el NYT, The Washington Post, o la CBS. Se inspiraban en el “nobleza obliga”, eran demócratas, no eran fanáticos del laissez faire, y toleraban un rango amplio de opiniones. Eso se acabó. Las familias han sido sustituidas por conglomerados multinacionales. No es que al consejo de General Electric, que es dueña de Time Warner y otros medios, le importe mucho la opinión de sus empleados, simplemente contratan a gente que comparte sus ideas. Y si hay un I. F. Stone en la plantilla, le dicen que sea más cauto, más responsable; si no lo es, le cambian y le ponen a cubrir el hockey profesional, lo marginan. Y si no le gusta, se marcha. Sí, el marco institucional ha cambiado radicalmente, y por eso tenemos la impresión de que, aunque digamos lo mismo que decíamos hace unos años, ahora suena raro, más radical.

¿Internet y las pequeñas revistas nos harán libres?

Por supuesto debemos estar agradecidos a la supervivencia de la disidencia en Internet y en las pequeñas revistas; aunque la concentración de la propiedad de los grandes medios mantiene el control social y fabrica el consenso. Revistas como The Baffler, Jacobin y n+1 están vivas y florecientes, pero por su naturaleza las revistas pequeñas nunca son seguras financieramente. Además, la concentración es un peligro también en la Red, porque compañías como Google y Facebook amasan enormes bases de datos, y otras como Amazon, Uber y TaskRabbit usan la nueva tecnología para evadir sus responsabilidades laborales. Las nuevas tecnologías, como todas las tecnologías, pueden ser instrumentos de control o de liberación. Y eso, en última instancia, depende de nosotros. 

Su nuevo libro, Low Dishonest Decades, tiene un título maravilloso. ¿De dónde sale? 

De un verso del poema September 1st, 1939, de W. H. Auden. Dos tipos están sentados en un café al final de la década deshonesta. Hablan de su desilusión por el estalinismo, de la traición, de la decepción... Desde 1980 hasta hoy, hemos vivido la hegemonía de la derecha radical y de las plutocracias deshonestas… Esta es mi cuarta colección de ensayos; las anteriores fueron una selección de historias pasadas y presentes. La primera, sobre los intelectuales públicos; la segunda, sobre filosofía y los problemas de la modernidad. La tercera, sobre intelectuales y teoría política. Esta es más tópica: son piezas que hablan de libros y hechos que tratan sobre el presente. 

Señor Scialabba, ha sido un placer. Aunque nos queda claro que ganaron los malos. Y que vendrán más décadas deshonestas…

Ganaron. Pero solo de momento. Mantengamos el optimismo de la voluntad. Y dejemos la lucha en manos de gente más joven.

¡Hola! El proceso al procés arranca en el Supremo y CTXT tira la casa through the window. El relator Guillem Martínez se desplaza tres meses a vivir a Madrid. ¿Nos ayudas a sufragar sus largas y merecidas noches de...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Miguel Mora

es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. cayetano

    Mientras exista contestación no hay derrota pues no existe victoria, ni meta, sólo camino, y junto a Scialabba somos much@s l@s que seguimos caminando grandes alamedas. Un cordial saludo.

    Hace 5 años 8 meses

  2. Cefe

    Gracias por hacer que sus quince minutos de gloria sean conocidos en España.

    Hace 8 años 11 meses

  3. MarioG

    Gracias Miguel, no os rindais.

    Hace 9 años

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí