Tuiteando vengo
Mohamed
Moe de Triana 20/11/2015
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Mohamed siempre está sonriendo. Parece tener en la cara, de manera permanente, esa mueca que antecede a una sonora carcajada. Incluso cuando asoma mochila a cuestas cruzando el portón del instituto después de haberse pegado un madrugón de órdago. Rezuma vitalidad y la contagia. De buena mañana los colegas le revolotean alrededor esperando atentos el chascarrillo que haga llevadero el descanso tras las primeras clases. Por supuesto interviene a la altura de las circunstancias soltando una gracieta y consiguiendo que los demás niños se descojonen. Eso no quita que sea atento y obediente en el trato con sus profesores, a los que estima hondamente. Es alto para su edad, tiene el pelo oscuro, tez morena y unos ojos grandes con los que asomarse diariamente al mundo. Sus padres llegaron en los 90 y regentan un tenderete de mercadillo en el que venden telas, textil y calzado. Lucen orgullosos en una esquinita del mismo los permisos y licencias municipales que han otorgado total legalidad al negocio.
Como tantos alumnos del centro es musulmán. Las raíces de Mohamed proceden del mismísimo Tánger, aunque si le preguntas te responde con desparpajo inusual que es de Sanlúcar. La pandilla a la que pertenece es un ramillete de razas. No falta ninguna. Es envidiable verles disfrutar, aprender, jugar y crecer aprovechando las ventajas que otorga tanta diversidad en el entorno, tomando en común los rasgos que les unen y no los que les separan. Creciendo en una unidad gracias a la que ni se plantean si son o no diferentes. Respetándose.
Frecuentemente viene a visitarme a la biblioteca. Cumple rigurosamente los plazos de préstamo que ofrecemos, entregando en su fecha las lecturas que el departamento de Lengua estipula que deben leer a lo largo del curso. Llega, camina unos metros y apoya silenciosamente el ejemplar sobre mi enorme escritorio intentando mantener el clima de estudio reinante. ¿Qué te ha parecido?, le digo. Él contesta a menudo encogiéndose de hombros, lo que delata que la obra tampoco es que le haya entusiasmado. ¿Vas a llevarte otro? Mira tímidamente una de las estanterías mientras hace aspavientos a velocidad supersónica ladeando la cabeza. Vamos, que ni loco. Sonreímos cómplicemente.
El pasado lunes a mediodía nos dispusimos a guardar un minuto de silencio en señal de duelo por las víctimas del brutal atentado parisino concentrándonos en la zona de parking del centro. Rato antes, en el recreo, me llamaba junto a unos compis de clase para que les hiciera compañía y les echara un cable con unos deberes de Geografía. Había poca gente en la sala, así que podíamos conversar en un tono normal resolviendo algunas de sus dudas. Momentos previos a marchar hacia la salida, quisieron sacar el tema de los atentados. Les horrorizaba lo que vieron por la tele. Sentían un miedo inevitable. Mohamed entonces se puso serio, algo poco habitual. Gesticulaba con la mirada ordenando pensamientos y disponiéndose a hablar. Callamos el resto, y dijo: "El islam odia la muerte, nadie que crea en un Dios puede hacer eso con otras personas, porque no hay nada más sagrado que la vida".
La sentencia era demoledora y rotundamente sincera. Al instante sonó la campana, se fueron a la carrera casi habiendo olvidado lo comentado, y yo me quedé apagando las luces, colocando sillas y cerrando la puerta. Camino al hall por el eterno pasillo de ventanales que me coloreaban de luz pensaba que ojalá aquellos que anteponen prejuicios y el odio a todo pudieran oír de primera mano cómo hasta un niño de 11 años es capaz de poner una pizca de cordura a un planeta que la necesita a borbotones. Quizás Mohamed todavía no lo sepa, pero esa precisamente será la mayor tarea a la que se enfrentará su generación.
Mohamed siempre está sonriendo. Parece tener en la cara, de manera permanente, esa mueca que antecede a una sonora carcajada. Incluso cuando asoma mochila a cuestas cruzando el portón del instituto después de haberse pegado un madrugón de órdago. Rezuma vitalidad y la contagia. De buena mañana los...
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Moe de Triana
Álvaro Ballén (Sanlúcar de Barrameda, 1983) Como técnico superior trabajo en el ámbito de la animación sociocultural y la integración aunque de vez en cuando intento pensar y me da por escribir. Desde CTXT oigo los latiditos de Twitter. A menudo blogueo en moedetriana.com.
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