Cosmópolis
Ten years of terror
En el décimo aniversario del 11S, dos filósofos británicos titularon así un documental con el que desafiaban la visión convencional sobre la respuesta que se le dio a aquel ataque
Barbara Celis 24/11/2015

El filósofo Zigmunt Bauman en una imagen del documental 10 years of terror, dirigido por Brian Evans y Simon Critchley.
Historiesofviolence.comEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí
-----------------------------------------------------------------------------------------------------
Diez años de terror. En el décimo aniversario de los atentados del 11S dos filósofos británicos, Brian Evans y Simon Critchley, titularon así un proyecto que resumieron en un documental homónimo y con el que desafiaban la visión convencional sobre la respuesta política que se le dio a aquel ataque. El filme incluía las reflexiones de intelectuales y profesores como Saskia Sassen, Michael Hardt, Mary Taylor o Cynthia Weber, que no hablaban precisamente de terrorismo sino del nuevo credo del terror creado por los gobernantes occidentales como respuesta a aquellos ataques. “Nuestra respuesta representa un profundo fallode la imaginación política. […] Demasiado deprisa el llanto por las víctimas se transformó en el clásico belicismo. […] La seguridad se convirtió en el único criterio de legitimidad política. […] Las elecciones comenzaron a ganarse bajo el reclamo de que se protegería a la población de los elementos subversivos. Es decir, se entablará batalla contra aquellos que parece que odian nuestra existencia. Pero cuando esto se hace, el Estado en sí mismo se convierte en una entidad terrorista”.
Todas estas frases se pueden leer o escuchar en la web historiesofviolence.com (donde también está el documental) y no puedo evitar recordarlas estos días cuando veo cómo Francia cambia sus constitución de la noche a la mañana y declara el estado de emergencia, Bruselas es invadida por el Ejército mientras sus ciudadanos se atrincheran en sus casas, David Cameron se desvive por empezar a bombardear Siria y en España Rajoy intenta demostrar que él también está metido en el ajo a ver si con esto del terrorismo yihadista consigue que a la gente se le olvide Bárcenas y con la excusa de la seguridad mejora sus perspectivas electorales. Y mientras, los ciudadanos, asustados, perplejos, silenciosos, asentimos.
Tampoco puedo olvidarme de los ataques de ansiedad que empecé a sufrir cuatro meses después del 11S y que hoy por primera vez volví a sentir en el metro londinense después de muchos años. La pornografía emocional del terror va más allá de los ataques sanguinarios de los yihadistas. Se multiplica frente a nosotros cuando los gobiernos se abrazan al discurso de la violencia de la manera en que lo están haciendo todos los dirigentes occidentales. Y eso tiene consecuencias, a pequeña escala, en cada uno de nosotros. Pero está claro que no hemos aprendido absolutamente nada desde el 11S. No me gusta contar alegremente que yo entonces vivía en Nueva York porque es algo de lo que preferiría no haber sido testigo, aunque fuera clave en mi vida como periodista. Más allá de lo que significó laboralmente, catorce años despué, el 11S sigue teniendo efectos sobre mí, como me ha recordado la ansiedad improvisa que he sentido en un metro atiborrado de gente. Mejor me corrijo: la reacción del Gobierno (y de la prensa americana) al 11S aún tiene efectos sobre mí.
En el Nueva York de entonces los mensajes oficiales de violencia eran constantes: “nos van a atacar”, “nadie está a salvo”, “hay que defenderse”, “nuestro militares están aquí para defenderte (y también en Afganistán y en Irak)” , “tienes que tener miedo”, “desconfía de todo el mundo”, “si ves algo, di algo” (esta última era una frase con la que se empapeló el metro de Nueva York). Para hacerlo aún más doloroso estaba la CNN y todos los canales de noticias de 24 horas, que repetían en loop estos mensajes (y las imágenes de las torres cayendo) a través de expertos en terrorismo que no eran expertos en nada y sobre todo a través de políticos, los halcones de Bush, construyendo el spin necesario para ganarse a la opinión pública para después invadir Irak. Pero es que diez años más tarde, con todos ellos ya fuera del gobierno, el décimo aniversario volvió a ser igual, aunque entonces ya no había ántrax sobrevolando el ambiente, esos polvitos mortíferos que nunca nos llegaron a decir de dónde venían y que también te hacían temblar (más de lo normal) cuando abrías la factura de la luz a pocas semanas de los atentados.
Ya no es 2001. Está a punto de acabarse 2015. Y tras la carnicería de París el mensaje del miedo vuelve a extenderse belicoso desde nuestros parlamentos hacia las calles. Es un buen momento para reflexionar y escuchar a aquellos filósofos e intelectuales que cuestionaban la violencia oficial en el documental con el que abría esta columna. No sé cuál es la solución al terrorismo pero sí sé que cuando la historia se repite es que estamos haciendo algo mal.
Necesitamos tu ayuda para realizar las obras en la Redacción que nos permitan seguir creciendo. Puedes hacer una donación libre aquí
Autor >
Barbara Celis
Vive en Roma, donde trabaja como consultora en comunicación. Ha sido corresponsal freelance en Nueva York, Londres y Taipei para Ctxt, El Pais, El Confidencial y otros. Es directora del documental Surviving Amina. Ha recibido cuatro premios de periodismo.Su pasión es la cultura, su nueva batalla el cambio climático..
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí