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José Moisés Martín Carretero Madrid , 18/11/2015

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La irrupción de Ciudadanos en el panorama político español ha sido irresistible. En estos tiempos convulsos que vivimos, su crecimiento ha venido parejo a las expectativas que ha generado su equipo joven –en años y en tiempo en política- así como algunos de sus fichajes estrella, que han brillado, particularmente, en el ámbito de la economía.

A lo largo de este año, Ciudadanos ha venido desgranando su programa político por capítulos, adelantando en presentaciones sus contenidos más determinantes, como si de un proyecto por entregas se tratara. De esta manera, han presentado cuatro partes: lucha contra la crisis, empresa e innovación, fiscalidad y lucha contra la corrupción, apartados a los que unen educación como un elemento más de su proyecto económico. Las credenciales de sus autores no podrían ser mejores, comenzando por su asesor económico, Luis Garicano, llamado a jugar un papel fundamental en el desarrollo de la política económica del próximo lustro en España, ya que, de cumplirse las previsiones, cualquier intento de formar un gobierno coherente –escorado a la derecha o escorado a la izquierda- deberá tener en cuenta a Ciudadanos y a sus propuestas, especialmente en el ámbito de la economía.

Garicano es un conocido liberal –que no libertario. Cree firmemente en las fuerzas del mercado y en el mecanismo incentivador que representa la iniciativa privada, pero reconoce el importante papel que debe jugar el Estado en la gestión de una economía moderna. Y esto se refleja en el desarrollo de su programa. Y desde ese punto de vista, su coherencia y su planteamiento son impecables, casi de laboratorio. De ser un trabajo fin de carrera, obtendría el sobresaliente: cumple con todos y cada uno de los elementos considerados “aceptables” por quienes sugieren reformas de la política económica, desde la Comisión Europea hasta el FMI, pasando por la OCDE. De esta manera, sugiere orientar las inversiones públicas desde infraestructuras sobredotadas hacia la I+D, promover el incremento del tamaño de las empresas eliminando límites regulatorios, elaborar leyes de “segunda oportunidad”, bajar impuestos directos e indirectos para recaudar más, mejorar la independencia de los organismos reguladores para acabar con el “capitalismo de amiguetes”, fortalecer la lucha contra la corrupción, mejorar los procedimientos de la contratación pública, “priorizar” el gasto público, mejorar la fiscalidad de los autónomos, o garantizar la independencia de la agencia tributaria.

De ser un trabajo fin de carrera, obtendría el sobresaliente: cumple con todos y cada uno de los elementos considerados “aceptables” por quienes sugieren reformas de la política económica, desde la Comisión Europea hasta el FMI, pasando por la OCDE

Poco habría que comentar a estas medidas, ya que buena parte de las mismas no es sino reflejo de una promesa: la de gestionar mejor la política económica estándar. Es decir, no se trata –salvo en aspectos que señalaremos más adelante- de ofrecer una orientación diferente, sino de gestionar mejor la orientación dada por las instituciones europeas. Ciudadanos se compromete a gestionar mejor la lucha contra el fraude, la I+D o a garantizar mejor la independencia de los organismos reguladores. Nada de esto es original: la gran mayoría de los partidos políticos incorporarán medidas o propuesta en esta dirección, y será difícil diferenciar unas propuestas de otras.

La clave diferenciadora del programa de Ciudadanos no se sitúa en estos términos de la gestión, sino en las reformas institucionales que proponen realizar, quizá, la única idea genuinamente propia de su programa económico: la reforma del mercado laboral para incorporar un contrato indefinido con indemnización creciente. Ciudadanos identifica la dualidad como un problema de nuestro mercado laboral, dividido entre insiders –contratos indefinidos o fijos- y outsiders –contratos en precario- y su solución pasa por eliminar el salto institucional existente entre el contrato temporal y el fijo, fundamentado en dos elementos: la causalidad y la indemnización por despido.

En opinión del equipo de Ciudadanos, el salto entre unos y otros tipos de contratos es el que hace que una parte de la población –alrededor del 25% de la fuerza laboral actual- se encuentre atrapada en la temporalidad, y no accedan a contratos indefinidos. Para evitar que este salto suponga un problema en la contratación de indefinidos, proponen suavizar el paso de la indemnización de los contratos temporales -11 días por año trabajado- hasta los 20 días por circunstancias objetivas y los 33 por despido improcedente, de manera que la indemnización sea creciente en el tiempo y no exista el efecto “barrera” que supone el salto actual del temporal al indefinido.

Es difícil identificar qué impacto tendría esta reconfiguración en el mercado de trabajo y en la generación de empleo, ya que se trata de un tipo de contrato que no está establecido en ninguna economía europea y por lo tanto no hay evidencia empírica que nos muestre sus efectos. Las simulaciones modelizadas, así como la evidencia empírica, demuestran que la flexibilización de los mercados de trabajo permite incrementar la tasa de ocupación, especialmente cuando la flexibilidad se aplica en los procedimientos de contratación y despido. Es decir, la reforma laboral que propone Ciudadanos sólo tendrá impacto –y sentido- si su objetivo último es flexibilizar el despido, tanto desde el punto de vista del abaratamiento de la indemnización como de la eliminación de la causalidad que lo acompaña. Pero no creará más empleo fijo, si por tal entendemos aquel que tiene un carácter permanente. Sólo “disfrazará” la precariedad al no permitir distinguir entre contratos temporales e indefinidos.

La reforma laboral que propone Ciudadanos sólo tendrá impacto –y sentido- si su objetivo último es flexibilizar el despido, tanto desde el punto de vista del abaratamiento de la indemnización como de la eliminación de la causalidad que lo acompaña

En efecto, el problema de nuestro mercado laboral puede tener aspectos institucionales, pero el elemento central del mismo es el carácter altamente estacional de algunos de los motores de nuestra economía, como el turismo y los servicios asociados.

Este componente estacional afecta a la creación de empleo, y es difícil que con contratos más flexibles se mantengan como indefinidos trabajadores que sólo atienden a la temporada de navidad o del turismo vacacional en verano. En el gráfico 1 se advierte que el uso de los contratos temporales es mayoritario en trabajos de corta duración y se va reduciendo hasta ser minoritario –pero aun así significativo- en los trabajos con más horizonte temporal. Por lo tanto, atacar la precariedad del empleo debe partir de atacar la estacionalidad en el modelo productivo. Algo en lo que el programa de Ciudadanos prácticamente no entra.

La previsible bajada de indemnizaciones por despido sería “compensada” por la generación de una cuenta de ahorro individual de una parte del salario, modelo conocido como mochila austriaca, en el que una parte del coste salarial sería mantenido en una cuenta de ahorro que estaría a disposición del trabajador una vez fuera despedido. Cuesta ver qué ventaja tendría este modelo de ahorro obligado salvo efectivamente diferir en el tiempo la percepción de una parte del salario.

El tercer aspecto relacionado con el mercado laboral que afronta el programa de Ciudadanos es el complemento salarial. Se trata de un complemento para aquellos trabajadores –trabajadores, no ciudadanos- que tienen un salario por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, y que sería cubierto por el estado. Esta medida tiene sin duda un importante componente de lucha contra la pobreza, en un país donde más del 10% de los ocupados están por debajo de la línea de pobreza según el INE, y dinamizaría el segmento más precario y menos productivo de nuestro mercado laboral. Al plantearse sólo para las personas que están trabajando, se supone que incentivaría la búsqueda de trabajo –eliminando así el supuesto “riesgo moral” de las rentas mínimas de inserción- y ayudaría a cubrir y generar empleo que por sus condiciones tendría que tener salarios por debajo del SMI (trabajos por horas, jornadas parciales, etc…). Esta subvención a los puestos más precarios aliviaría sin duda las condiciones sociales de algunos de los trabajadores más pobres y podría servir incluso para aflorar parte de la economía sumergida, aunque el programa no explica en detalle cómo evitaría que se convirtiera en un incentivo para la generación de trabajos mal pagados.

El segundo gran apartado en el que Ciudadanos se define es en la política fiscal. Su propuesta es bajar impuestos directos e indirectos, al tiempo que se lucha contra el fraude fiscal. En un contexto de consolidación fiscal como el que vive España, pendiente todavía de alcanzar los objetivos de déficit público del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Dado que Ciudadanos se compromete con dichos objetivos, una bajada de impuestos sólo puede tener dos vías de consecuencias: una bajada del gasto público equivalente –lo cual dejaría al sector público español como uno de los más pequeños de la eurozona- o fiar el equilibrio fiscal al efecto del crecimiento económico. Ciudadanos recurre a la lucha contra el fraude fiscal y a la eliminación de duplicidades, ineficiencias y gastos superfluos. Es francamente optimista pensar que una combinación de crecimiento, lucha contra el fraude y de eficiencia en el sector público pueda generar el espacio fiscal suficiente para cumplir los objetivos de estabilidad presupuestaria y bajar los impuestos al mismo tiempo. El resultado previsible de esta medida sería una reducción del peso del estado en la economía, algo muy preciado por los economistas que acompañan a Albert Rivera. Como se puede observar en el gráfico, la generación del déficit público en 2008 y 2009 tuvo un importante componente del lado del descenso de los ingresos, de la misma manera que su papel ha sido más limitado desde entonces, y las previsiones existentes sitúan toda la consolidación de 2015 en adelante en la contribución desde el lado del gasto, con un efecto neutral de los ingresos. Poner en práctica una bajada de impuestos llevaría a tener que forzar más la reducción del gasto público.

Es francamente optimista pensar que una combinación de crecimiento, lucha contra el fraude y de eficiencia en el sector público pueda generar el espacio fiscal suficiente para cumplir los objetivos de estabilidad presupuestaria y bajar los impuestos al mismo tiempo

En conclusión, y asumiendo como propios del “consenso económico mayoritario” los aspectos relacionados con la independencia de las instituciones, el fomento de la I+D, el apoyo al crecimiento de las empresas, o la apuesta por acabar con el “capitalismo de amiguetes” (aspectos todos que estarán, de alguna manera, recogidos en prácticamente todos los programas económicos), los elementos auténticamente diferenciales del modelo económico de Ciudadanos se basan en la flexibilización del mercado laboral y en la reducción del peso del Estado en la economía española. Una situación que nos dejaría con uno de los mercados laborales más flexibilizados de la eurozona y con uno de los sectores públicos más pequeños. Un camino que según ciudadanos, nos debe poner en la senda del crecimiento y la prosperidad a medio plazo, pero que difícilmente puede entenderse como un programa de centro izquierda. La confianza de Garicano en las fuerzas del mercado y su admiración por el modelo anglosajón nos sitúa en una senda de reformas que recuerda más a la política económica de los conservadores británicos que a la de los liberal-demócratas europeos. Todo un elogio para quien se declara admirador del legado de Margaret Thatcher. Queda la duda de saber si este programa económico es aplicable en una economía y una sociedad como la española sin generar un importante coste social. Pronto lo sabremos.

La irrupción de Ciudadanos en el panorama político español ha sido irresistible. En estos tiempos convulsos que vivimos, su crecimiento ha venido parejo a las expectativas que ha generado su equipo joven –en años y en tiempo en política- así como algunos de sus fichajes estrella, que han brillado,...

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Autor >

José Moisés Martín Carretero

Economista y consultor internacional. Dirijo una firma de consultoría especializada en desarrollo económico y social. Miembro de Economistas frente a la Crisis. Autor de España 20130: Gobernar el futuro. Autor de España 2030: Gobernar el Futuro.

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6 comentario(s)

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  1. Toño

    Muy buen articulo y muy buen comentario de Miguel Escamilla. Así da gusto.

    Hace 8 años 4 meses

  2. Faustino

    El futuro seguirá siendo negro con gente como Garicano, se apoye en el del plasma o en el firmante de preferentes.

    Hace 8 años 5 meses

  3. Alfonso

    Lúcido artículo que deja en evidencia las verdaderas intenciones de Ciudadanos y su economista de cabecera, un ultraliberal que deja en mantillas a los apandadores del PP.

    Hace 8 años 5 meses

  4. Miguel Escanilla

    Lo primero de todo, darle mi enhorabuena por el tipo de periodismo que practica. Para llegar a tener una opinión pública informada y acercarnos ligeramente a una democracia deliberativa hace falta más gente como usted y más periodismo como el que usted practica. Sobra en este país y en su paisaje mediático (condición de la democracia) periodismo de trinchera, donde medio y partido político van de la mano, desinformado y desinformante, lo cual me consta que llega a avergonzar a ciudadanos mínimamente críticos y me imagino que también a muchos periodistas (tanto a los que lo practican, aunque ya se buscarán alguna justificación para hacerlo, como para los que no, como es su caso). Dicho esto, quiero mostrar mi discrepancia con el enfoque del artículo, por si pudiera ser de interés para algún lector o incluso para usted mismo. Anticipo que no milito en Ciudadanos ni nada por el estilo. Discrepo en un tema que he debatido bastante con amigos apasionados por la política como yo. Al grano: si bien considero muy loable la tarea de analizar los programas económicos que los partidos políticos presentan a las elecciones, creo sinceramente que su análisis yerra en ese propósito, esencialmente por falta de contraste con la realidad. Me explico, según su argumentación, las medidas estándar de ciudadanos que tan bien desgrana son criticables por no ser originales (como si la bondad o maldad de una medida dependiese de su creatividad) por provenir o estar respaldadas por organismos internacionales (supuesta falta de legitimidad de origen) y en definitiva porque la mayoría de partidos políticos las incorporarán. Las diferenciales se encarga en su segunda parte de intentar rebatirlas. Si las estándar son criticables y las llevan todos y las diferenciales se encarga usted de criticarlas, conclusión... En mi opinión, considero que en la cuestión de las medidas supuestamente estándar se equivoca. Ya que si bien, el papel, y más el electoral lo aguanta todo, los dos grandes partidos han demostrado sobradamente a lo largo de estos años que: 1) No han sabido configurar un modelo económico de alto valor añadido (I+D+i), condición indispensable para financiar un Estado del Bienestar fuerte y completo que combata la corrosiva desigualdad; 2) No han sabido establecer los incentivos adecuados para aumentar el tamaño de la pequeña y mediana empresa española (fuertemente vinculada con la productividad, con la innovación y con la capacidad de exportación); 3) No han querido establecer y aplicar reglas justas de competencia para todos (solo hay que recordar la protección dispensada por Montoro a algunas grandes empresas en la dócil CNMC y casi lo mismo vale para el PSOE); 4) No han querido taponar la fuga de impuestos, particularmente flagrante en el caso de las multinacionales del IBEX, por no hablar de las tecnológicas americanas (eso ya es harina de otro costal) y ha quedado sobradamente demostrada la docilidad frente a los grandes bancos (lista Falciani y el rescate bancario, alguien me puede decir dónde están los más de 50.000 millones “prestados" a la banca?) 5) Han permitido todo tipo de desmanes en la contratación pública, el nuevo maná al que se acogen los virtuosos amiguetes capitalistas patrios. Conclusión... Por no extenderme, no entraré a analizar la segunda parte de su artículo, las cuestiones sobre mercado laboral y política fiscal, quizá más adelante. Mi opinión por tanto es la siguiente: aunque solamente se implementasen de forma eficaz esas medidas que usted denomina estándar y que considera que todos los partidos llevan (entiendo que usted cree que se van a aplicar de todos modos, lo que no entiendo entonces es por qué en todo este tiempo no se han aplicado por los dos partidos mayoritarios) viviríamos en este país la mayor transformación económica positiva quizá desde los inicios de la democracia (la entrada en el euro, por sus resultados, de momento no me queda más remedio que ponerla en las negativas). Soy consciente de que algunos, imbuidos en el espíritu taumatúrgico actual consideran que esas propuestas son migajas. En ese sentido todavía recuerdo como en una charla que tuve sobre política con un amigo afín a Podemos, intentando concretar el modelo socio-económico que deseaba para el país, me soltó de forma displicente, que bueno, que de momento se conformaba con ser como Dinamarca. Entre partir de la utopía o partir de la realidad para conformar las propuestas que conduzcan a la sociedad del futuro, yo debo confesar que me quedo con la menos seductora realidad, la cual tiene la ventaja de permitirte diagnosticar e identificar lo que no funciona y proponer respuestas (incluso creativas) factibles ante esos problemas. Sabemos de la enmienda (en ocasiones a la totalidad) de la izquierda, pero, ¿dónde están las propuestas factibles de la izquierda? Cuando tengan un buen plan, factible y adaptado a la circunstancia, yo le aseguro que la gente volverá a la izquierda. Un saludo y gracias por su periodismo.

    Hace 8 años 5 meses

  5. Oaci

    Rivera es el Aznar del 96. La misma cantinela de "centristas" y luego pasó lo que pasó. Ojo con esa gente porque deben favores a empresarios poderosos y a banqueros y dudo mucho que les dejen hacer cambios más allá de retoques estéticos, enseguida les tirarán del collar. Sinceramente, la única opción que puede cambiar este país, y no lo digo por nada más que por el origen de su financiación y la ausencia de ataduras- es Podemos: financiación exclusivamente ciudadana y cuadros políticos muy preparados.

    Hace 8 años 5 meses

  6. Stuart Medina

    Como los postkeynesianos sabemos que el problema del empleo se debe a la atonía de la demanda agregada las reformas que proponen los Garicano boys no tendrán gran impacto en la creación de empleo, más allá de convertir a todos en precarios (o que ya no se sepa quién lo es y quién no). Encima la mochila austriaca mermará aun más el poder adquisitivo de los trabajadores más pobres. Sabemos que la salida de la crisis requeriría un aumento del gasto y la inversión públicos. Eso no está en el programa de los Garicano Boys así que seguimos por la senda marcada por la UE: devaluación interna, reformas "estructurales" y flexibilización de mercados, sobre todo el de trabajo. Algún día volveremos al crecimiento, pero el reparto de la tarta será inicuo. No hace falta esperar para saber que será así: ya lo estamos viendo. Por mi parte tengo una sensación de profunda orfandad en estas elecciones. ¿No hay nadie que proponga la salida del euro? Porque el euro es ese elefante en la habitación de la crisis del que nadie habla, el "smoking gun" que asesinó nuestra economía al que nadie presta atención. Buen artículo.

    Hace 8 años 5 meses

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