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La revista científica Journal of the Royal Society Interface lo explicaba en un estudio publicado el año pasado. La predisposición a la hora de leer información en las redes sociales “puede disminuir la frecuencia de razonamiento analítico, haciendo común que la gente llegue hasta respuestas analíticas sin pasar por un proceso de análisis previo”, lo cual, a largo plazo, y tras habernos dado una ilusión de inteligencia, puede llegar “a hacernos estúpidos”.
La información sobre los atentados ocurridos el viernes 13 de noviembre en París se trasladó rápidamente a las redes sociales, en especial a Twitter y Facebook. Junto a las muestras de apoyo al pueblo francés, se sucedieron, unos tras otros, artículos, crónicas y alertas de última hora por parte de los medios que sirvieron a su vez para que los usuarios de las redes hiciesen de sus cronologías y muros de actividad un hervidero de tribulaciones sobre lo ocurrido.
Esto tiene varias implicaciones. Primero, el uso descontrolado de los perfiles sociales alimentados con opiniones espontáneas --que no pasan ningún tipo de filtro, ni reflexivo ni mucho menos de confirmación de la información-- hace que los usuarios asimilen el contenido basura que se genera en ellas.
No es algo nuevo. A diario se comparten magufadas y teorías conspiranoicas a las que hay quien se empeña en dar visibilidad. El problema viene cuando la realidad toma las redes y ese usuario que hace dos días compartía un artículo milagroso sobre la cura del cáncer ahora tiene la oportunidad de destinar sus esfuerzos comunicativos a cosas más serias.
Segundo. Si ni siquiera algunos medios de comunicación actúan con responsabilidad, qué cabe esperar de quienes se nutren a través de lo que cuenta la prensa. Durante el fin de semana, Antena 3 y La Razón utilizaron un fotomontaje para poner rostro a uno de los terroristas que asaltaron la sala Bataclan. La realidad era bien distinta: un selfie de un canadiense que alguien había editado y puesto en circulación en la red.
Poco ha tardado la líder del partido ultraderechista Frente Nacional, Marine Le Pen, en coger por bandera el discurso del miedo y decir que “Francia debe prohibir las organizaciones islamistas, cerrar las mezquitas radicales y expulsar a los clandestinos”. Fronteras, falta de seguridad y un sentimiento común en contra de los inmigrantes. Desde Polonia, más de lo mismo: a raíz de los ataques en París, dicen, no pueden permitirse responder ante la política de refugiados de la Unión Europea.
Y esto lleva, inevitablemente, al tercer punto. De entre toda la retahíla de disparates que se han leído estos días en las redes sociales, hay algo que no deja de repetirse, y que está directamente relacionado con los comentarios del Gobierno polaco. “¿Hay terroristas infiltrados entre los refugiados?”, se preguntan unos y otros. Señalar a la población que huye del terror que ahora ha vivido Francia se ha convertido en un mantra para quienes ponen por delante encontrar culpables a corto plazo.
El pasaporte encontrado junto a uno de los suicidas parecía corresponder con uno de los ciudadanos sirios que cruzaron hacia Europa a través de Grecia hace apenas unas semanas. Horas después, se hablaba de pasaporte falso y de falta de información relativa a dicha identidad. El daño ya estaba hecho.
Los politólogos Claire L. Adida, David D. Laitin y Marie-Anne Valfort, autores de Why Muslim Integration Fails (Harvard University Press), dicen temer lo peor. Durante los últimos años, sus investigaciones llevadas a cabo en Francia muestran “una discriminación sistemática” agravada por un “círculo vicioso de discriminación” entre franceses y musulmanes.
La equiparación entre musulmán y yihadista “se ve reforzada por eventos como las masacres perpetradas por aquellos que dicen actuar en nombre del islam”, explican refiriéndose al atentado de Charlie Hebdo de principios de año —que se transformó, a su vez, en varios ataques contra mezquitas del país.
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La revista científica Journal of the Royal Society Interface lo explicaba en un estudio publicado el año pasado. La predisposición a la hora de leer información en las redes sociales “puede disminuir la frecuencia de razonamiento analítico, haciendo común que la gente llegue hasta respuestas...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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