En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
“Ya os lo dije”. Me sale la madre que soy en la primera frase de este texto pero no se me ocurre otra. ¿Queríais políticos campechanos? Pues toma, Bertín y Pedro haciendo zumos supervitaminados para Albert (del que ya hay peticiones en Change.org para que descanse un rato), cantando con los Supersingles de la Campos y riéndole las gracias a Trancas y a Barrancas. Y yo, que sigo pensando que menos es más, estoy a punto de mudarme hasta que pasen las elecciones. Del país, probablemente del planeta.
Oigan, candidatos, déjenme en paz. No quiero saber la opinión del clítoris de mi alcaldesa, no quiero conocer cómo liga Sánchez ni quiero que Mariano le dé collejas al niño mientras se declara madridista y nos revela (oh, terror) que Montoro es colchonero. Me da igual el juego de meñiques al ping-pong de Rivera y la marca de pastillas que toma para fortalecer el pelo, si Soraya es aventurera y se prepara para Supervivientes y dormía mejor sin conocer los mohínes de Rita Maestre mientras posa para Vanity Fair. Miren, ya.
Vivíamos mejor, al menos yo, cuando los mortales eran otros. Cuando nos reíamos de los cuernos de los políticos franceses, de los disfraces de los lores británicos (pelucas, medias en la cabeza) y las vacaciones en Candeleda de Major, de las manchas en el vestido de Lewinsky y esa época en la que todos fuimos Hillary (nos pasó también con Chenoa), del furor sexual de los Kennedy tan bien detallado en El adúltero americano.
Algunos le pondrán fecha a estos excesos y dirán que en este año de eterna campaña electoral empezó todo. Yo tengo dos en mi memoria fotográfica: la boda de El Escorial y la portada del Magazine de El Mundo con Soraya, sus pulgares y su negligé. Ahí se nos fue al carajo el pudor, y no hemos vuelto a por él.
El periodismo ha caído en las garras de esta plaga y no hay medio que no aporte su nota de color acompañando al candidato, cocinando con el candidato, haciendo un selfie al candidato, maquillando al candidato y haciéndoles caer en un espanto del que nunca salen bien parados. Ni los políticos ni los medios. Y eso que aún nos quedan cosas por saber como, por ejemplo, si les gusta colar el zumo de naranja o si son de boxer, tanga o multiorgásmicos.
En Saturday Night Live han tenido como invitado a Donald Trump. Quise huir de la sobredosis patria de cercanía política y me topé con el señor de la tez naranja y peinado más trabajado de los países desarrollados. No era la primera vez que iba al programa, y yo, que sólo permito bailar a Obama como máxima perversión, caí rendida en sus brazos. A Trump le llamó racista Larry David (gracias por tanto), a Trump le acompañaron los dos humoristas del programa que lo imitan, uno a cada lado, a los que les costaba mantener la risa ante el original. A Trump le hicieron bailar y rapear en una parodia del vídeo de Drake que me hizo llorar de la risa en el sofá. Y tuvo mi voto durante unos segundos. Sólo le falta ser crooner. Como Bertín.
“Ya os lo dije”. Me sale la madre que soy en la primera frase de este texto pero no se me ocurre otra. ¿Queríais políticos campechanos? Pues toma, Bertín y Pedro haciendo zumos supervitaminados para Albert (del que ya hay peticiones en Change.org para que descanse un rato), cantando con los
Autor >
Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí