CINE
Películas para no votar (al villano)
Los cineastas españoles y europeos recrudecen sus discursos ante un malestar que, aunque prolongado en el tiempo, no logra tambalear el poder
Nacho Valverde 9/12/2015
Casablanc e Illundaín durante el rodaje de B
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En estos tiempos sombríos para los europeos, el cine se ha convertido en un altavoz fundamental para denunciar y dar a conocer la cara humana de la crisis económica. Sin embargo, en los últimos años solo se ha hablado de cine en España en términos negativos: la subida del IVA cultural al 21%, el recorte del 60% (período 2010-2015) del Fondo de Protección a la Cinematografía, de donde salen las ayudas para la producción de películas españolas; la clausura de más de 300 cines y 600 salas desde el año 2006 (datos oficiales del Ministerio de Cultura).
En este negro panorama para la cinematografía española, el creciente interés del público por el cine europeo ha encontrado su hueco en los festivales de cine. Aunque ha sido más bien al contrario, los festivales y productoras han visto en el público que asiste a estos certámenes una oportunidad de oro para dar a conocer su cine en el momento de mayor crisis para la industria.
Dentro del circuito habitual de festivales (San Sebastián, Seminci, Málaga o Sevilla), la Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia (MUCES) es una ocasión única para ver los largometrajes europeos antes de su estreno en salas. En los últimos años MUCES se ha convertido en la antesala de los filmes que durante el siguiente año optarán a candidaturas de mejor película extranjera en los Globos de Oro y en los Oscar. Por la anterior edición pasaron las exitosas Ida (ganadora de 12 premios incluyendo Oscar, BAFTA y Goya), Leviathan (ganadora de Globo de Oro y nominada al Oscar), Dos días, una noche (nominada al Oscar a mejor película y actriz: Marion Cotillard), Mandarinas (nominada a Oscar y Globo de Oro) y la española Magical Girl (Goya: a la mejor actriz y Concha de Oro en San Sebastián: película y director). La décima edición, que acaba de celebrarse, ya es la más exitosa en cuanto a público con 25.700 espectadores.
Bárcenas, el gran protagonista
Este año destacan la cantidad de relatos proyectados sobre las consecuencias de la crisis económica en la sociedad europea. A nivel nacional, 2015 ha supuesto la contestación del mundo del cine al abismal incremento de la desigualdad y la corrupción durante la legislatura del Partido Popular. B, la película de David Ilundain, y Techo y comida, de Juan Miguel del Castillo, son un golpe en el estómago de realidad sobre el paro, los desahucios y la corrupción; y llegan a los cines en el momento idóneo: las elecciones generales del 20 de diciembre.
Con la mimética interpretación de Pedro Casablanc como el extesorero del PP, B, la película, disponible en la plataforma Filmin, es un fiel reflejo de la declaración de Luis Bárcenas ante el juez Ruz en la Audiencia Nacional el 15 de julio de 2013. La película, inspirada en la obra de teatro Ruz-Bárcenas de Alberto San Juan y Jordi Casanovas, ha tenido que lidiar con la falta de ayudas estatales y televisivas. Frente a esas circunstancias, que Ilundain considera la cruz de la película, se han encontrado con la cara A: B logró salir adelante con la ayuda de la gente corriente que aportó 55.955 euros. Los problemas no solo surgieron a la hora de realizar la película, los cines tampoco la querían exhibir.
Como sostiene el director, esa circunstancia no se ha dado por falta de público (la película ya ha alcanzado 40.000 espectadores entre salas comerciales, plataformas online y eventos no convencionales organizados por distintos colectivos). “Si tengo que especular creo que se trata de miedo. No te censuran, no te prohíben la película ni te la cortan pero hay un clima por el que tu película parece que no es adecuada. No es censura como la conocíamos antes pero ahora los publicistas controlan el mercado y la difusión de los mensajes”.
[Sobre el caso Bárcenas] el alcance habría sido mucho mayor de no ser por la destrucción de información en los despachos de Génova
David Ilundain pretendía con esta película poner en conocimiento de la sociedad la gravedad y contundencia del relato que el propio Luis Bárcenas sostuvo aquel día. El cineasta no da crédito a las especulaciones de que el extesorero tuviera guardadas más bombas de cara a las elecciones: “¿Qué más bombas?, si todo lo que dijo ante el juez Ruz era una barbaridad. Dijo que todo el gobierno actual y el anterior cobraban sobresueldos, que los empresarios más grandes de la construcción de este país que hacían los aeropuertos sin aviones eran los que daban dinero para esos sobresueldos; y el alcance judicial y político habría sido mucho mayor de no ser por la destrucción de información en los despachos de Génova y las amenazas recibidas”.
La jerezana Techo y comida, estrenada el 4 de diciembre en cines, tiene un claro paralelismo con B debido a las dificultades para llevar a cabo el proyecto. Sin subvenciones ni televisiones implicadas en la película, el director relata que ha sido posible sacarla adelante gracias a la valentía de la productora barcelonesa Diversa Audiovisual y al crowdfunding con el que recolectaron 24.690 euros que ha cubierto el 15% del presupuesto.
Con una actuación que apunta a Goya para la jienense Natalia de Molina y que ya obtuvo en abril la Biznaga de Plata en el Festival de Málaga, Techo y comida es un crudo relato de una madre en paro con un hijo a cargo que no tiene subsidio ni puede pagar el alquiler, la comida y los gastos de la casa. Tres años después de que el drama de los desahucios abriera todos los informativos y le tocara vivir ese drama en su propio vecindario, Juan Miguel no entiende por qué ha quedado en el olvido: "Cuando inicié el guión en 2012 creía que cuando acabara la película los desahucios iba a ser un tema del pasado. Pero estamos en 2015 y lamentablemente en Jerez seguimos teniendo el 40% de paro y el drama está lejos de desaparecer".
También en Europa
Más allá de nuestra frontera, la crisis también se hace notar. Sobre paro y precariedad laboral versa la francesa Ley del mercado. A través de la historia personal de Thierry (interpretada por el veterano actor Vincent Lindon y que obtuvo en Cannes el premio al mejor actor), un hombre de 51 años que ha sido despedido de su empresa, el filme se centra en las carencias humanas del modelo neoliberal vigente en Europa. Partiendo de esa premisa, el director Stéphane Brizé centra la primera parte del relato en las dificultades que enfrenta una persona desempleada: la ineficacia de los cursos de formación para parados, cómo afrontar con el subsidio la falta de ayudas para un hijo en situación de dependencia o la presión de las entidades bancarias a sus clientes para solventar las deudas. Cuando parece que encontrar un empleo resulta una utopía en estos tiempos de crisis, el director relata cómo la vigilancia entre empleados dentro del propio entorno laboral enfrenta el dilema ético de callar y conservar el empleo o salir en defensa de sus compañeros y perder el trabajo.
En el año de los refugiados, los debutantes Jonas Carpignano en la dirección y Alassane Sy como protagonista (hermano del aclamado actor de Intocable Omar Sy) narran en Mediterránea el drama de miles de personas que buscan una vida mejor en Europa. Ayiva es un ciudadano de Burkina Faso que decide abandonar a su mujer y a su hija y marchar a Italia con su amigo Abas en busca de oportunidades laborales. Aunque en un primer momento la película se centra en el interminable viaje a través del desierto de Argelia hasta llegar a Trípoli para desembarcar en Europa, la historia está focalizada en la supervivencia una vez llegados al continente.Es necesario que busquemos en lo cercano que suele ser lo universal. Lo que ocurre en tu pueblo es familiar en Nueva York
Si en algo coinciden los directores de B, la película y Techo y comida es en la necesidad de romper con el cine que viene de Hollywood. Historias personales como Rams (El valle de los carneros), aclamada en Cannes y en la Seminci de Valladolid, que narra la pasión de unos pastores de ovejas hacia su único medio de vida cuando éste se ve amenazado; o cine de crítica social por el que apuesta esta nueva hornada de directores españoles. Para Ilundain, “sin tampoco hacer solo un tipo de cine, es necesario que busquemos en nosotros mismos, en lo cercano que suele ser lo universal. Lo que le ocurre a la gente de tu pueblo le es familiar a alguien en Nueva York o en Colombia. El cine que viene de Hollywood lleva mucho tiempo atascado, vemos secuelas de secuelas y masificación de películas de Marvel”.
La desigualdad generada por la crisis, las medidas de austeridad que asolan el continente, el presente y el futuro de la integración de distintas comunidades en las sociedades europeas; son solo algunos de los miles de interrogantes en los que el cine europeo lleva indagando de un tiempo a esta parte. Reflexiones imprescindibles para preguntarnos de dónde venimos, en qué punto nos encontramos y qué futuro nos depara.
En estos tiempos sombríos para los europeos, el cine se ha convertido en un altavoz fundamental para denunciar y dar a conocer la cara humana de la crisis económica. Sin embargo, en los últimos años solo se ha hablado de cine en España en términos negativos: la subida del IVA cultural al 21%, el recorte del 60%...
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